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🖤32🖤

Lo primero que hizo jesse al llegar a casa de su madre fue darse una larga ducha, mientras sus músculos se relajaban debajo del agua caliente se puso a pensar en los últimos acontecimientos del día.

Dios ¿Qué demonios había pasado?

Miró al suelo, al jabón corriendo entre sus piernas llevándose toda la suciedad acumulada formando remolinos en la bañera.

Se había ofrecido voluntario para cuidar de Max esa noche mientras su madre salía.

Por norma general era un hijo celoso de Carol, pero si era honesto consigo mismo ese día prefería quedarse solo. Max podía ser una compañía bastante agradable para un niño de su edad, y definitivamente prefería responder a la curiosidad natural del niño que a las preguntas que su propia cabeza comenzaba a formularle.

Todo ese día la adrenalina vibrando en cada célula de su piel lo habían mantenido enfocado en Caín. Era la primera vez que veía una escena del mítico asesino de primera mano y como Abrams se había molestado en repetirle todo el día, como oficial de drogas las escenas de homicidio no le correspondían. Normalmente no hacía más que ver las fotos, pero eso había sido morbosamente teatral.

Tan perfecto y limpio como un disparo con orificio de entrada y salida.

Se había quedado el tiempo suficiente husmeando solo para que los del CSI confirmaran que no había huellas, cabello o cualquier muestra que valiera. Jesse realmente no esperaba que lo hubiera, claramente estaban detrás de profesionales, pero no por eso se sintió menos frustrado.

La sangre que encontraron sobre el cuerpo había sido mandada al laboratorio, contra todo, un ADN era su mejor opción para determinar a quien pertenecía pero los resultados tardarían un par de semanas.

Maldito Caín.

Una parte de Jesse admiraba el trabajos del mítico hombre. Había entrado y salido de la escena como un fantasma, frente a las narices de todos. Otra parte de él lo odiaba, se sentía como un perro al que acabaran de hacerle oler la sangre de su presa.
Jesse quería correr detrás de él, encontrarlo, atraparlo...

Matarlo... quieres matarlo, susurró la voz de su conciencia.

QUERÍA

¿Qué te vuelve tan diferente a él?

Nada.

Nada lo hacía diferente de un asesino.

Salvo quizás...que el no lo mataría ¿ no? Por mucho que quisiera solo lo entregaría a la justicia para que vaya a la cárcel.

Como debía ser...

Apretó los puños con rabia controlada.

Nadie tiene derecho a elegir quien vive y quien muere, se recordó.

Se lo había enseñado su padre después de que Carol se asustó de él por encontrarlo matando al perro del vecino. Jesse había tomado el arma de su padre y le había disparado después de que el maldito animal mató a su conejito.

Al pequeño Jesse de niño le había parecido justo. Ojo por ojo. Pero Carol había llorado y su padre se encargó de hacer desaparecer el cadáver del perro y de llevar a Jesse a dar un paseo educativo.

Jesse recordaba ese día con una claridad poco común en los recuerdos infantiles, lo mas triste no fue perder a Sully , no, el horror con el que Carol lo había visto, eso había sido lo peor de todo.

Por entonces Max aun no existía así que eran solo ellos 3. James Roger lo había subido a la patrulla de policía y le había hecho dar una vuelta. Ese día le regaló la figura del capitán América que ahora pertenecía a Max y le enseñó que la justicia no valía si era por mano propia. Le había hecho prometer que seria un buen niño y le señaló que la muerte del perro del vecino no había traído a Sully de vuelta.

Jesse había entendido el punto y había pedido disculpas por sus acciones, pero en el fondo, en un secreto y oscuro lugar de su mente Jesse sabía que nunca se arrepintió de haber vengado la muerte de Sully.

Una parte de él aún se regocijaba con la sensación de poder que le dio acabar con el maldito bastardo que se había llevado a su conejito al cielo de los conejos y era esa misma parte oscura que ocultaba en el fondo de su corazón la que sabía, que tarde o temprano disfrutaría de matar al asesino de su padre y mandarlo al infierno del que había salido.

Jesse se pasó el jabón por los hombros masajeándolos con cuidado para quitarse las contracturas que amenazaban con formársele pronto. Con tres amenazas de suspensión por parte de Abrams y la tranquilidad comenzando a asentarse sobre su cuerpo le daba tiempo para comenzar a enloquecer por lo que había pasado esa mañana en los baños con Eric.

Tenía que enloquecer por eso.

Parte de Él le decía que si no comenzaba a perder la cabeza era una persona jodida.

Esperó un momento oyendo la lluvia de la cascada de agua caer sobre su espalda. Esperando ese remanso de odio por si mismo y vergüenza...

Nada...

Tal vez sí era una persona jodida después de todo.

A final de cuenta si era 100% sincero consigo mismo, había algo morbosos en toda la situación. Algo sobre lo incorrecto que lo había excitado hasta lo enfermizo y eso lo asustaba más incluso que las facetas masoquistas de su personalidad que Eric le había mostrado de si mismo.

Porque diablos, el no sentía ni el mínimo remordimiento por lo que habían hecho. Eric iba destrozando sus límites dia a día y Había una pequeña parte de Él, la que le decía que estaba mal que seguía aguardando por la culpa que debía sentir, pero está parecía haberse ido de vacaciones.

Sabía que Lo que habían hecho era cuánto mínimo moralmente inaceptable, EL TENÍA que sentirse culpable, pero igual que con lo de Sully el arrepentimiento parecía negado a hacer acto de presencia.

-No eres una mala persona, Jesse -se dijo a si mismo apoyando su frente en los azulejos un momento para calmarse.

¿Por qué se sentía de pronto como si lo fuera?

Cerró la ducha y envolviéndose en la toalla se observó en el botiquín del baño.

Aún nada.

Sentía mas culpa de no sentir remordimientos que por joder en una capilla en medio de un maldito funeral.

Sí, tal vez no era tan bueno como el mismo creía.

Tiró su mano hacia el cristal, frotó su puño en él para despejarlo de vapor y probó su sonrisa.

Se veía como un buen hombre, como el jodido patriota americano. Giró un poco su rostro, los tendones de su cuello marcándose ligeramente. Tenía una sonrisa de pequeñas marcas en él ¿ como era que nadie las había notado en todo el dia? Sus dedos viajaron hasta ella tocando la pequeña hilera de dientes marcados que Eric le había regalado esa mañana.

Presionó sobre ellos con suavidad dejando que el recuerdo lo abordara, carajo, lo único que sentía al recordar como se lo había jodido era calor y la maldita necesidad insatisfecha de acabar.

El dolor en sus bolas apretadas. Gimió casi inconscientemente agarrándose a la bacha de porcelana. Sus dedos apretados en ella hasta volverse blancos. Sus hombros ligeramente caídos como si el recuerdo fuera demasiado para soportarlo sin afirmarse a algún lado.

Y lo era, dios... Jesse se había resistido a masturbarse desde que había estado a solas. Tocarse no le bastaba, le faltaba Eric, sus manos no se sentían igual de duras sobre su piel, sus manos no podían torturarlo de la forma en la que Eric lo hacía tocando todos los botones incorrectos de su cuerpo.

Cerró los ojos, su mano viajo hacia su propia piel imaginado que era Eric quien lo tocaba, quien lo acariciaba... Bufó. No era suficiente, no lo era. Tomó uno de sus dedos en su boca, lo chupó y lo acercó a la piel sensible entre sus nalgas. Su espalda se curvó para lograr un mejor acceso y los músculos de su vientre se contrajeron mientras acariciba la piel alrededor de su ano.

Joder...

Necesitaba más. Precionó hasta que su dedo resvaladizo estuvo en su interior, metió uno, luego otro y siseó por el ardor maldiciendo mentalmente por no tener un frasco de lubricante a mano, si estuviera en casa de Eric, solo le hubiera bastado con buscar en los estantes.

Tal vez debió ir a casa con Eric a que terminara de joderlo como era debido. Intentar tomar distancias para replantearse su amor propio no valía de mucho si terminaba en el baño de su madre masturbandose mientras imaginaba lo mucho que queria que el pelilargo se lo follara de nuevo.

Se mordió el labio inferior y soltó un gemido lastimero.

Mierda aun estaba adolorido por la jodida de la mañana, demasiado se sensible y frustrado.

Eric no tenía una gota de compasión cuando estaba de malas y a Jesse contrario a lo que debería, no lo asustaba, no le nacía huir, cada vez que Eric tenía un mal día él quería quedarse para que lo lastimara.

Miró su reflejo en el espejo, las mejillas rojas y los ojos vidriosos. Estaba demasiado caliente para que realmente le importara.

Eric no solo le jodía el cuerpo. Le estaba jodiendo la cabeza, Eric hacía que quisiera cosas que no quería, lo hacía disfrutar de cosas que estaban mal, cosas malas y eso, joder, era aterrador, porque no quería apartarse del pelilargo. El quería que le hiciera cosas malas.

-¿Jess?-la tierna voz de Max al otro lado de la puerta lo hizo pestañear y volver a la realidad.

Mierda.

-uhm. Hum. Max. Un segundo.-Jesse se compuso todo lo que pudo antes de envolverse en una toalla para abrir la puerta.

Estaba siendo un desastre de hermano mayor, ese día estaba siendo un desastre de persona.

-¿Max que pa...?-Jesse se quedó aturdido viendo la figura que lo acompañaba.

-El hombre malo vino a verte.

Oh sí Jesse ya se había dado cuenta.

Carraspeó intentando encontrar su voz pero no lo logró. Los colores subieron a su rostro y la mirada de Eric que parecía decirle que sabía lo que estaba haciendo en ese baño nada más verlo, no ayudaba para nada.

-4, 10, 12-Eric dijo con voz ronca antes de tenderle su móvil a Max sin apartar los ojos de jesse.-ve a jugar un rato Max. El hombre malo hablará con tu hermano un momentos. Y Max-lo detuvo.-no vuelvas a abrirle la puerta a extraños -le recordó.

Esperó a que el niño se vaya y avanzó un par de pasos en dirección a Jesse haciendo que el rubio retrocediera dentro del baño.

-¿Que estabas haciendo mi ángel?-El tono suave y meloso hizo que la respiración de Jesse se atorara en su garganta. Había algo ligeramente aterrador en la dulzura de su voz.

Los ojos ligeramente entornados de Eric recorrieron cada centímetro del rubio evaluandolo.

Sin girarse le pasó el pestillo a la puerta y volvió a avanzar mientras se quitaba la camisa que traía con movimientos lentos y precisos.

Los ojos de Jesse fueron hasta el vientre plano de Eric, el pecho decorado con escaso vello castaño y la cicatriz estrellada cerca del hombro que había besado tantas veses en los ultimos meses que juraba podría reconocer al pelilargo entre miles de hombres con cicatrices de balas solo delineando los bordes de la marca con su lengua.

Su boca se secó.

-Te ves como si te anduvieras divirtiendo sin mi Jesss-le dijo con calma terminando de cortar la distancia, sus manos calientes fueron con confianza a la cintura de jesse y lo atrajo hacia su cuerpo dejando que sus pechos chocaran. Sintió la respiración del pelilargo contra la piel de su cuello y se estremeció cargándose de esa energía anticipatoria.

-¿q-que haces aquí? -Preguntó obligandole a su cuerpo a recordar como se hablaba.

-La pregunta correcta es...-Susurró con suavidad depredadora Eric, y apoyó su mejilla contra la de Jesse mientras acariciaba con calma su espalda, deleitándose con los estilizados músculos largos que la decoraban -que haces tú aquí?

-vine a cuidar de Max. Yo...

-¿por que no llevaste a casa? -lo interrumpió alzando su vista para verlo a la cara. Lucía ligeramente irritado, sus dedo se detuvieron en sus caricias clavándose duros en su piel-¿Por qué no me dijiste que vendrías a casa de tu madre? Te esperé para la cena como una hora antes de salir a buscarte. ¿Sabes lo mucho que me molesté contigo?

-yo...-Jesse bajó la vista-Lo siento.

-Para que quede claro mi ángel.-Eric agarró su rostro entre sus manos y lo obligó a que lo mirara a la cara.--Mi interés no está en que te apartes de tu familia, puedes compartir con ellos todo lo que quieras, no me importa que lo hagas, pero lugar es conmigo. Al final del día tu lugar es en mi cama. A mi lado. Te lo dije esta mañana y lo decía en serio. Si estás conmigo, eres mío ¿Soy un hombre posesivo, lo entiendes Jess?

Jesse asintió sintiendo como el aire se atoraba en sus pulmones y el calor subía por su columna vertebral.

-No vuelvas a desaparecer sin decirme a donde vas.-dijo avanzando a la vez que jesse retrocedía hasta que sus piernas chocaron contra la bañera. Eric atrapó la boca de Jesse en un beso profundo y castigador, demasiado corto en opinión de Jesse. Se apartó del rubio solo lo suficiente para ver ese rostro enrojecido y presionó ligeramente hacia abajo para que se sentara en el borde.

-mantén tus manos en la bañera-Le ordenó manteniendo su vista en Jesse, acarició ligeramente su pecho, rodeó sus pezones con sus dedos y les regaló un par de caricias ligeras-¿te corriste?

-No.

-No me mientas, Jess.-Gruñó Eric apretando el pezón del chico con saña ocasionándole una corriente electrica que bajó hasta golpear en su pene.

-Hum... no. No lo hice-Gimoteó cerrando los ojos.-iba a masturbarme cuando llegaste.

Eric se detuvo y volvió a acariciarlo.

-¿Por qué tengo que creerte que no lo hiciste antes Jess?

Jesse se quedó en silencio y Eric volvió a retorcer su pezón haciéndolo gemir y apretar sus dedos sobre la porcelana de la tina.

-Contéstame Jess, odio que no me contestes. -Le advirtió pellizcandolo con más fuerza, su otra mano lo tomó por la barbilla y lo obligó a que lo mirara. -Jess...

Jesse abrió sus ojos, verdes y brillantes por la excitación.

-No puedo correrme si no me tocas.-Soltó con sinceridad escupiendo el aire con un gemido.

El tacto de Eric desapareció de su piel y jesse vio como la sorpresa inundaba el rostro del pelilargo empañando sus facciones por un momento antes de que se recuperara y su ceño se frunciera pareciendo realmente molesto cuando dijo:

-Maldito seas, Jess. No puedes hacerme esto.

Entonces Eric se dejó caer de rodillas frente a él.

Okey... un poco más de estos dos.

Jesse no es tan bueno como parece,

Y Eric comienza a caer por el poli bueno.

¿Que les ha parecido?

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