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CAPITULO 3
Eric se estiró en la cama, tenía un dolor de cabeza terrible.
Con un demonio, estiró uno de sus brazos y chocó con un bulto. Se incorporó sentandose en la cama y miró a su costado, había un muchacho rubio durmiendo de espaldas a él.
Diablos.
Las imágenes comenzaron a volver a su mente como una vieja cinta en reversa.
La despedida de soltero de Jed, le había hablado al muchacho de la plaza...
¿Jesse?
Sí, estaba casi seguro de que ese era su nombre.
No quería ir solo, vamos, que Jed y Romeo estarían haciéndose manitas, Edd y Willow llevarían a sus respectivas parejas y no, no quería ser el único solo en las vegas cuando básicamente había sido el que había costeado todo el viaje.
No era que se fuera a hacer más pobre por eso, pero al menos quería disfrutar aquellas "mini vacaciones" obligadas, o como mínimo no deprimirse tanto, habían entrado a un bar nudista, claro, eso lo recordaba, como el psicópata que era, se había pasado toda la noche viendo a Romeo desde la barra mientras sus amigos se divertían, una cosa llevó a la otra y vio como el italiano se enredaba con un joven nudista y se perdía dentro de una puerta a vaya a saber dónde.
Se había levantado a buscar a su mejor amigo para delatar al canalla, pero cuando llegó hasta Jed lo había visto tan feliz que se limitó a beberse un trago en honor a los novios, luego se tomó otro y otro, sintiéndose idiota, culpable y cómplice.
Carajo, se había pasado de tragos.
Se llevó una de sus manos a los ojos para frotárselos y algo dorado y brillante en su dedo anular llamó su atención.
Una alianza.
Diablos.
Se la quitó y leyó la inscripción con curiosidad.
"Estrellita"
Genial.
Simplemente genial.
A su lado, en la mesita de noche, había un DVD que ponía "nuestra boda" y unas 20 fotos del "feliz momento" donde aparecía ebrio junto a su nuevo esposo.
Habían comprado uno de esos packs baratos de bodas rápidas, una boda en una limusina celeste oficiada por un imitador de Elvis.
El certificado arrollado a un costado solo era una confirmación de los hechos.
Con cuidado lo desenrrolló solo por curiosidad.
Jesse Rogers.
Vaya manera de conocer el apellido de su esposo.
Su abuelo en esos momentos debía de estar revolcándose en su tumba, se había casado borracho y en las vegas sin prenupciales, y por los estragos alrededor de la habitación estaba claro que el matrimonio había sido consumado.
Numerosas veces.
En resumen, el tal Jesse se acababa de sacar la lotería.
Estaba pensando en cuantos millones debería pagarle al niño para que firmara los papeles de divorcio cuando oyó un quejidito a su lado muy parecido a un suspiro.
Se volteó de nuevo para ver sobre su hombro y le lanzó una segunda mirada, al menos el chico era guapo.
Dormía con un pequeño mohín en los labios parecido a un puchero.
Adorablemente guapo, se corrigió.
Con pereza se estiró y revisó la hora, debían ser cerca de las 9 en Moscú.
Era el tercer viernes del mes, día de llamar a Vania, el niño probablemente debía de estar esperando su llamada hacía horas.
Vaya mierda.
Se levantó con un ligero dolor de cabeza, El chico Jesse aún dormía en la cama, la sábana traicionera dejaba a la vista parte de su cuerpo torneado. Eric siguió la línea de la sábana en su espalda deteniéndose junto al borde de sus caderas. No necesitaba ser un genio para saber que si las corría solo un poco encontraría la silueta de sus manos dibujadas en la suave piel de su tracero.
Volvió a repasarlo con la mirada, no era la única huella que le había dejado al niño bonito, su espalda estaba llena de marcas.
Una noche interesante...
Miró su teléfono, tenía un mensaje de Svetlana, la chica estaría hecha una furia.
Menuda mierda.
Sin ganas buscó el baño.
El hotelucho no estaba mal, hasta yacusi incluía la habitación. No tenía idea de cuanto había gastado ese fin de semana.
Tampoco tenía idea de donde estaban sus amigos, pero ya se ocuparía de eso. Esperaba que estubieran a las habitaciones del luxor que había alquilado antes para todos ellos. No estaba muy seguro de en que momento se había apartado del grupo.
Las 5 llamadas perdidas de Svetlana le aseguraba que apremiaba llamar "a casa" .
—Tu hijo lleva dos horas sentado esperando tu llamado.—Ladró una voz femenina en ruso apenas contestar.
Eric rodó los ojos.
Sí, Eric McGraw tenía un hijo.
Decir que fue fruto de un amorío adolescente hubiera sido una versión bonita de la historia.
Pero no, básicamente su abuelo lo había obligado a firmar un contrato (que hacían llamar matrimonio) con la hija del Pakhan cuando era un puto crío, su madre se había opuesto al principio, pero el día que se lo llevaron a Rusia estaba demasiado colocada para evitar que a su hijo lo vendieran.
Básicamente lo prostituyeron, hicieron fiesta y un montón de mierdas, lo drogaron y lo encerraron con aquella albina hija de satán que probablemente a Eric le hubiera agradado de no ser por que básicamente era una perra.
Una que encima le exigía que se hiciera cargo del hijo que nunca había querido engendrar con ella.
—¿Dónde esta él?—Respondió en un perfecto ruso mientras ignoraba a la chica que lo fulminaba con la mirada desde la pantalla del movil.
Sí él.
Eric nunca lo había llamado hijo. Para él, Vania Ericovich McGraw nunca sería más que un heredero.
Ese niño solo era una responsabilidad que le habían obligado a tener. Otra más de esas tantas cosas a las que se había acostumbrado atender por simple obligación.
Lo llamaba una vez al mes, pero lo cierto era que ni una sola vez lo había visto en persona desde que el niño había nacido hacía más de una década, de hecho cuando viajaba a Rusia por asuntos de negocios se encargaba de estar lo suficientemente ocupado para no poder ir a verlo.
De cierta forma le hacía un favor.
El crío no merecía eso.
—No vas a hablarle con ese aspecto—le dijo mirándolo con asco.
—Este es el aspecto de haber follado toda la noche. Y pienso tenerlo a menudo, cariño. De hecho me acabo de casar—le dijo mostrándole la alianza a la cámara haciendo que la Rusa enfureciera y lo insultara en cuanto idioma conocía—Si no quieres que le hable, un problema menos para mi—Eric se encogió de hombros para hacerla rabiar.
La chica tenía un carácter fuerte y que su esposo follara como conejo por ahí, era una vergüenza para ella, más conociendo sus gustos "particulares" que nada se había molestado en ocultar con el correr de los años.
—No merecemos esto.—Se quejó. —Él no merece esto. ¡soy tu esposa!
—¿Vas a dejar que le hable al crío o vas a seguir haciéndome escenas de celos? —Dijo con fastidio.
Diablos que esa chica hacía que su jaqueca se multiplicara a límites inauditos. Ya llevaba una década de fastidiarlo, él era el que no se merecía eso.
Y con el asunto de Jed y la resaca su humor no era de lejos el mejor.
La mujer al otro lado de la pantalla lo miró frustrada y luego la oyó llamar al niño en cuestión, pero antes de que el niño llegara al final de las escaleras para el tan esperado llamado de su padre, Jesse despertó haciendo un buen escándalo al otro lado de la puerta.
—Lo siento, mi esposo acaba de despertar, nos vemos en un mes. —dijo cortando la llamada.
Lo último que escuchó fue un —No te atrevas a cortar—De una furiosa Svetlana.
Sí, en parte sabía que la culpa el crío no la tenía. Pero fastidiar a la madre valía la pena. Además si el chico lo odiaba le sería más fácil pasar el legado.
Le haces un favor, se recordó guardando el móvil de vuelta a su bolsillo.
Fuera de la habitación se encontró con un rubio con el cabello revuelto recogiendo su billetera mientras comenzaba a vestirse a las apuradas.
—Buh — Dijo por pura maldad haciendo que el chico se asustara y soltara todo lo que llevaba. Un destello plateado rodó desde las manos del chico asustado hasta los pies de Eric.
Una placa.
El chico era poli.
Genial, pensó Eric al verlo.
Se había casado con un poli, lo que le faltaba.
—Hola, estrellita—Lo saludó cruzándose de brazos en la puerta del baño. Su voz tranquila hizo que el chico elevara los ojos hasta el hombre.
Sus ojos verdes repararon en el cuerpo de Eric que se paraba orgulloso de su desnudez. Y vaya que tenía motivos para estarlo. El cuerpo de Eric era firme, cabello salvaje, hombros anchos, piel dorada y ligero vellos en el pecho, había una cicatriz estrellada en el costado de su cuerpo, sus caderas estrechas, piernas como troncos con dos estrellas tatuadas en sus rodillas. Jesse lo evaluó con la mirada siguiendo la linea de la V hacia el pene de Eric, el rubor llenó sus mejillas y apartó la vista sin atreverse a seguir mirando.
—¿Q-que?
Eric le mostró la mano donde llevaba el anillo.
—Es lo que hiciste que grabaran en nuestras alianzas.—Dijo con calma.
—¡No! No puede ser...—Dijo mirando la mano donde brillaba la sortija barata.—Esto. No. Oh no—volvió a negar y vio como el chico empezaba a hiperventilar. —Yo nunca, yo...
Genial. Simplemente genial. Su esposo estaba teniendo un ataque de pánico.
—No puedo respirar —Dijo mirándolo con ojos asustados, cosa que Eric ya se veía venir.
—Siéntate—Le dijo acercándose hasta el muchacho.—Pon una mano en tu pecho y otra en tu abdomen. ¿Tienes antecedentes de asma?
—Cuando niño.—Le dijo ahogándose con sus propias palabras. Eric tomó las manos del muchacho con gentileza y las puso donde antes le había dicho —respira conmigo, en 4 tiempos: uno, dos, tres cuatro . ¿Cuándo tuviste el último episodio?
—Como a los 7. —susurró Jesse pero algo en el tono suave del pelilargo hizo que comenzara a calmarse, tenía ese no se qué, que tranquilizaba a pesar de que sus pulsaciones estuvieran hechas un lío y que su pecho doliera, aquellos ojos amielados con vetas grises transmitían calma, del mismo modo que todo en la actitud del hombre.
—Genial. Ahora suelta el aire . Uno. Dos. Tres. Cuatro. No olvides que debe inflarse tu abdomen. Si elevas el pecho hiperventilaras hasta desmayarte. ¿Tomas medicamentos?—El chico negó abriendo sus ojos grandes—¿Drogas?¿ alergias?—El chico volvió a negar —Muy bien lo estas haciendo bien. Solo unos minutos más —Le dijo. Siguió guiándolo y preguntándole cosas al azar hasta que el muchacho consiguió calmarse.
—¿Cómo supiste que hacer?—Le Preguntó el muchacho con las mejillas rojas de la vergüenza.
—Soy psiquiatra. —le dijo Eric tranquilo terminando de vestirse.—Los ataques de panicos son mi pan de cada día. Vienen con el titulo
—oh...Policía. —Le tendió la mano con cortecía—Soy policia. Y gracias por...
El chico movió los dedos de su mano invitándolo a que la tomara.
Por un momento Eric pensó en rechazarlo pero algo en su interior lo obligó a estrechar aquella mano.
—Los supuse por la placa.
🖤❤🖤❤🖤❤🖤❤🖤❤
Nuevo capítulo 🖤🖤😎!!
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