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Capítulo 28


Jesse se bajó del coche y observó a los lados.

La casa  Funeraria donde ese día iba a enterrarse a Liu Cong tenía una pequeña capilla  donde iban a darle el último   adiós al policía de homicidios.

Para ese momento el lugar  estaba prácticamente lleno de compañeros y Eric aún no llegaba. No pudo evitarlo. Aquello lo hacía sentir algo decepcionado, el pelilargo  lo había prometido.

Vamos, el hombre  había mandado a hacer dos costosos trajes italianos a juego para la ocasión.  Sin Eric a su lado se  sentía absolutamente ridículo vistiendo una prenda  que bien valía la mitad de lo que el ganaba en un año.

Miró a los lados y saludó a un par de compañeros con un asentimiento formal. 

Habían puesto dos fotografías del hombre en sus mejores años junto al cajón cerrado. En la primera fila podía verse a la viuda llorando y a los que supuso serían familiares y amigos más cercanos. 

Suspiró e hizo su camino hasta la mujer para darle sus respetos.

—siento la tardanza—murmuró alguien interceptándolo en el pasillo antes de que llegara a su objetivo.

Sintió como la figura lo envolvía por la cintura y le dejaba un beso en la cien. Jesse dejó que su peso descansará sobre el intruso y cerró los ojos permitiendo  que el perfume de Eric acariciara su sistema.

—Creí que ya no vendrías.

—Siempre cumplo mis promesas,  mi estrella. Pero tu no deberías cerrar los ojos y tirarte a los brazos de cualquiera—Le reprochó Eric consiguiendo una pequeña risita del rubio.

Un par de asistentes se giraron a verlo. Sí, de acuerdo. No era el mejor sitio para reírse. Jesse lo aceptaba pero…¿Eric era celoso?

Se giró sobre el pecho de su esposo para cubrirse de las miradas indiscretas y hundió la nariz en su cuello dejando que la cortina de cabello cobrizo lo ocultara.

Seguro.

Sí, así era como se sentía con las manos de Eric entrelazadas sobre su zona lumbar.

—Sabía que eras tú . Tu olor…

—¿Reconoces mi olor Jess?

—sí que lo hago. Lo reconocería en cualquier lado es…

Jesse se detuvo.

—¿Es qué? —Eric lo quitó de su escondite y lo obligó a que lo mirara a la cara. —No te contengas.  Nunca te contengas conmigo. Quiero saber todo lo que piensas.

—Es mi olor favorito en el mundo desde que te conocí—Le soltó Jesse como si nada y mierda.

No podía.

Eric quiso besarlo ahí mismo pero nadie en esa capilla disfrutaría de dos hombres besándose en la casa del señor y mucho menos durante un velatorio.

Jodidos infiernos con Jesse.

—Vamos—Tomó la mano del rubio y lo arrastró con él fuera de la capilla. No podía decirle esas cosas cuando la bestia había sido alimentada hacía  pocas horas y bramaba por más.

No podía ser tan dulce y precioso con él, joder con el tonto corderito.

—¿Qué? ¿A dónde? ¿Eric?—Jesse ni siquiera se resistió, solo mantuvo sus dedos enlazados a los de su esposo y lo siguió.

Tan confiado…

Eric gruñó frustrado y ni siquiera le dio tiempo a pensarlo. Rodeó la parte de administración hasta los baños y lo empujó dentro.

—¿Eric que…?

Que estás haciendo?  ¿Que estamos haciendo? era lo quería preguntarle pero su respuesta le llegó en el momento en el que la boca del pelilargo golpeó la suya.

Voraz, salvaje, aplastante.

Amoldándose a sus labios,  como si toda su vida hubiera estado destinado a eso, como si solo existiera en el mundo para ser besado por ese hombre. Jesse gimió recibiendo  la lengua de su esposo en recompensa. Se sentía lo  suficientemente atontado como para dejar que Eric lo guiara y  caminaron  en reversa hasta que su trasero dio con el filo de la mesada del lavabo  recordándole donde estaban.

Diablos,  Jesse había llegado a olvidarlo por un segundo.

—Eric, no podemos hay una mujer llorando sobre los restos de su esposos en el otro cuarto. Estas siendo insensible...

—Lo sé—le gruñó Eric volviendo a besarlo mientras sus manos se metían debajo del traje de Jesse buscando su calor a través de la suavidad de la camisa blanca. —Y no me importa, Jess. Nada me importa a parte de ti.

—Eric no—Jesse intentó apartarlo sujetándose a sus bíceps.  Pero más  que apartarlo se sujetó de él para no caerse.

Su presencia era abrumadora, dominante. Todo en el cuerpo de Jesse reaccionaba deseoso por complacerlo contra su propia voluntad.

Mierda, cerró los ojos y se  concentró en el presente ¿Qué estaba haciendo? No podía, no allí.

Apretó más fuerte sus manos alrededor de los brazos de Eric, deteniéndolo.

Eric se acercó hasta su oído.

—¿Quieres que pare?

—Tienes que…—desvió la vista.

—Esa no fue mi pregunta—la mano de Eric atrapó el mentón de Jesse y lo obligó a verlo a la cara—ya te lo he dicho un millón de veces, mírame a la cara cuando te hablo. ¿Quieres que pare, Jess?

Jesse intentó hablar pero lo único que salió de su boca al abrirla fue un jadeo. La pierna de Eric colándose entre las suyas y prácticamente obligándolo a montarse sobre su muslo hizo que fuera consiente de la erección que se había formado en sus pantalones. No. No era posible. ¿Cómo si quiera su cuerpo podía reaccionar de esa manera en una situación como esa?

Jesse bajo la vista hasta su bragueta molesto con su pene por traicionarlo de esa forma.

—Jesse—Eric volvió a levantarle la barbilla, apretando su boca sobre el labio superior de Jesse,  sorbió y elevó un poco más su pierna entre las de Jesse atrapando entre ambos  la erección del rubio y dejó  que sintiers  la suya propia  presionandole  el muslo.

Sí Jesse sienteme, te necesito.

Jesse se estremeció.

—Era mi compañero Eric. No podemos—jadeó de nuevo sintiendo como Eric le desprendía el cinturón y la tensión en sus caderas se aflojaba con sus pantalones. O rayos— Eres un…

—¿Un que? Dime que soy Jess—le preguntó Eric rodeando la erección del rubio con su mano y comenzó a masturbarlo. Jesse  no hacía  más que aferrarse a los hombros del pelilargo para no perder el equilibrio.

Eso estaba mal… Tan jodidamente mal.  Jesse comenzaba a perderse.

Eric apretó sobre su eje  trayéndolo de nuevo a la tierra.
Si el hombre preguntaba, debía responder. No había tardado en notar que Eric no soportaba una no respuesta. Era algo a lo que se había acostumbrado, a la personalidad dominante que...

Otro apretón un poco más fuerte,  era una advertencia.

Tenía que contestar, tenía qué.

Sí Jesse, dile que es... ¿que era Eric en esos momentos a parte del  hombre que lo estaba abrumando sexumente?

Era un... era un...

—Insensible. Un inmoral. Animal...—Jadeó mientras Eric comenzaba a dibujar círculos en la punta de su  pene usando el  pre semen para estimularlo.

Sus manos subiendo y bajando sobre el miembro de Jesse mientras la mejilla de Eric se aplastaba sobre la de su esposo chupando y sorbiendo de sus labios.

Jesse entreabrió su boca, ojos cerrados,  labios rosados e hinchados dejando escapar sus jadeos. Maldita sea, Jesse no podía ser tan adictivo. —Eric, no…

—Oh mi ángel. Ya lo dijiste,  tendrás que esforzarte un poco más para que te crea—le advirtió sobre la comisura de sus labios antes de chupar y morder aquella boca que se abría para el tan dócil.

Jesse cerró los ojos.

—No podemos.

—Claro que podemos, podemos hacer lo que  queramos.

—No está bien. No se siente bien hacer esto aquí Eric…

—¿No?— Eric se detuvo en sus caricias y por un segundo los ojos asustados de Jesse temieron haberlo ofendido, pero pocos segundos después se encontró a si mismo doblado sobre el lavabo mientras Eric tiraba de su ropa interior hacia abajo.

Jesse se aferró a las mesadas de mármol con sus dedos hasta que se pusieron blanco.

No estaban haciendo eso.

Joder que no lo estaban haciendo.

Jesse no sabía donde demonios se había ido su sentido común para ese momento.

Mierda. Mierda. Ah. Jesse se quejó una vez más pero Eric siguió con sus besos ronroneando sobre su piel como si no lo escuchara, como si no le importara  escucharlo y había algo verdaderamente caliente y perverso en el hecho de que  le gustara que Eric continuara a pesar de sus protestas,  el ser sometido... joder. Las manos firmes del pelilargo aferrando sus caderas, sobándole el cuerpo, apretando. Obsceno, como si solo fuera una cosa sin voz ni voto, carne destinada a descargar la polla de Eric.

De alguna manera contradictoria se sentía bien.

Diablos, no quería que se detuviera. Sintió  el ruido de una cremallera bajándose y no necesitó mirar sobre su hombro para saber lo que estaba pasando.  Eric escupió sobre los dedos y acarició en su entrada haciendo que el chico se estremeciera.

Era tan… era tan malo… eso estaba mal…

—Está mal… Eric…

Intentó Jess una vez más sin convicción.  Vamos, su voz sonaba débil e insegura hasta para sus propios oidos.

—Puedo hacerte sentir muy bien Jess…—Dijo  con peligrosa suavidad en su oreja mientras tomaba su  polla y la acomodaba en la entrada del chico —Puedo hacer que todo lo malo se sienta bien.—Eric empujó su glande y la bestia en su interior aulló invitando  al buen poli a que se uniera a ellos mientras sus paredes se apretaban a su alrededor— Déja que te arrastre a mi infierno, mi angel,  puedes caer en el y encontrar tu sitio allí—Eric se clavó un par de centímetros de un solo golpe y  Jesse jadeó—podría sorprenderte lo encantador que puede resultar jugar del lado de los que siempre ganan…

—Eric…— Jesse gruñó sin encontrarle sentido a las palabras de su esposo.

Una mano aferró la   camisa del buen poli en puño, la otra reptó desde su cadera hasta su cintura ejerciendo una ligera presión hacía abajo en ella para que elevará su trasero, Jesse separó sus piernas todo lo que el pantalón del costoso traje arroyado en sus muslos le permitía para mantener el equilibrio y elevó sus caderas.

—Buen chico—Las manos de Eric acariciaron suavemente la piel de su cintura como recompensa. Tan naturalmente sumiso y obediente, diablos.—Buen, buen,  chico—Volvió a felicitarlo con esa voz de seda que lo caracterizaba.  Y el corazón de Jesse empezó a correr en su pecho.

No, no le gustaba tan jodidamente  que Eric lo felicitara como si fuera un cachorro, no le gustaba, no…

¿Qué demonios va mal contigo?  Se preguntó Jesse. Tanto follar con Eric definitivamente habia jodido su cerebro fuera de su cuerpo.

—Eric…por favor…

Las manos de Eric se cerraron como tenazas a su alrededor y se   empujó  un poco más en su interior. Iba la mitad, Joder.

Jesse volvió a jadear apretando inconscientemente sus muslos para absorberlo, absorber el calor que en esos momentos lo recorría de pies a cabeza, absorber el dolor, absorber a Eric. 

Gracias al cielo que  tuvieran sexo con suficiente regularidad como para que pudiera tomarlo prácticamente en seco y no lo lastimara. Estaba siendo duro y áspero,  lo suficiente para que supiera que se seguiría sintiendo lleno por un par de horas después pero no para que el dolor fuera insoportable y ese ardor, esa sensación de plenitud de sus paredes apretando alrededor de Eric, amoldándose a la intromisión, solo hacía que su polla se pusiera más dura recordándole que estaba allí.

Jesse apretó sus músculos anales tragándolo mientras el pelilargo se empujaba por completo.

—Mierda, Jess—Gruñó Eric  en cuanto sus bolsas tocaron las nalgas del policía. La mano que tenía en puño alrededor de la camisa de Jesse se soltó subiendo por su pecho hasta su garganta dónde sus dedos se cerraron alrededor de su cuello y tiró de él hacía arriba acercando la mejilla de Jesse a su boca. 

—¿Duele—preguntó apretando ligeramente su agarre mientras pegaba  la espalda de Jesse a su pecho.

—No.

—¿seguro?

Eric se movió y Jesse cerró  los ojos apretando sus dientes con fuerza.

—No te atrevas a mentirme, Jess.

—No pares. Por favor no pares.

Eric apretó  sus dedos en advertencia alrededor del cuello enrojecido. —No fue la pregunta que te hice, responde la pregunta que te hice.

—No es insoportable—Jadeó.

Mierda. Dulce Apolo insaciable.

Eric sonrió contra la mejilla de su esposo dejando que la aspereza de su prolija barba recortada se le calvara en los labios. Le gustaba tanto que se sentía muy capaz de frotarse contra el rostro de su ángel como un gato sediento de piel. No podía haber un solo ser en el mundo al que deseara tanto, al que necesitara tanto Joder como a Jesse en ese momento.

Estúpido poli bueno, estúpida estrella de su vida. Estúpido el sexy rastrojo de barba clavándose en su piel que lo hacia querer frotarse contra Jesse como si su vida dependiera de ello.  Maldito Jesse Roger ¿Qué demonios estaba haciendo con él?

—Aun. —Eric soltó su garganta y lo empujó hacia adelante obligándolo a apoyar el pecho en la mesada mientras sus manos levantaban el traje de Jesse,  arrugándolo a la altura de sus  costillas mientras sus manos se aferraban a la estacha cintura del chico para manejar las envestidas.

Las caderas de Jesse chocaron contra el mármol,  Eric lo empujó,  Eric iba a follarlo. Era increíble que incluso después de meses de folladas continuas Eric aun se sintiera tan desesperado por tomarlo, por poseerlo. Por estar dentro de él golpeándolo. Joder , porque Eric no se empujaba dentro de él,  Eric golpeaba, golpeaba sobre su próstata haciendo que las piernas de Jesse se volvieran gelatina. Con una de sus manos lo sujetó  por el vientre,  con la otra lo mantuvo en su sitio mientras el rubio se esforzaba por mantenerle el ritmo y recibirlo.

No había una gota de amor en ello, era sexo, era animal, necesidad desbordante.  En cuestión de minutos Jesse estaba destrozado, retorciéndose debajo de el por el placer mientras los sonidos rotos de su garganta escapaban al son de las envestidas duras de su esposo.  No recordaba donde estaba, o por qué, no recordaba por que aquello debía estar mal, Eric tenía ese efecto en él. Jesse no podía contenerse. Así alguien pasara y abriera la puerta en ese momento atraído por sus gritos,   Jesse no podría contenerse. Pediría mas, pediría  que lo rompiera, que hiciera lo que fuera con su cuerpo pero no podría pedirle que se detuviera así su vida dependiera de ello.

Todo lo que se oía en el cuarto era el choque de sus pieles y el ah, oh de la boca de Jesse.  Sus palabras entre cortadas pidiéndole que lo jodiera más  y más duro.

Maldita sea.

—Eric.

—No te atrevas a correrte.

—¿Que? —Jesse iba a correrse. 

Jesse estaba a punto de correrse,    su pene pulsó,  empujó sus caderas hacia atrás.  Su mano derecha por instinto fue a su erección para aliviarse Ignorando la directiva de Eric.

—Dije que no. Tu no te corres hasta que yo lo diga—Eric tomó la mano de jesse y la pegó de nuevo a la mesada enredando sus dedos en ella para que no la moviera de su sitio. —Es una orden.  No me desafíes.

Jesse lloriqueó frustrado pero  obedeció mientras su cuerpo recibía las duras estocadas de Eric como castigo. No podía,  no podía  más

—No puedo seguir aguantando. No puedo, voy a córreme Eric—Jesse estaba llorando,  gotas pre semen chorreando de la punta de su pene.

Gritó.

La mano de Eric se cerró en la base de su miembro  atrapamdo su orgasmo mientras seguía golpeado sin piedad en  su estimulada  próstata, la polla en la mano de Eric a nada de explotar con sus hinchadas venas rogando por la liberación.

—Eric. Por favor, por favor. —sus bolas dolían queriendo descargarse, su pene dolía, su trasero dolía hasta su prostrara se sentía demasiado estimulada por las envestidas de su esposo. —por favor—Volvió a gemir echando su cabeza hacia delante.

La dejó colgar, era agotador, Eric no tenía  piedad. Los dientes de Eric  se clavaron en su nuca donde el  cuello se unían al resto de su cuerpo. Jesse volvió a gemir y Eric se corrió moviéndose dentro de él hasta que estuvo vacío.

—Eric…—lo llamó esperando que fuera su turno.

¿Debía ser su turno no?

El pelilargo no parecía pensar lo mismo, se clavó un última  vez en Jess asegurándose de estar completamente satisfecho y se retiró para observar entre las mejillas de su esposo, donde una línea blanca goteaba desde el rosado agujero que el acababa de profanar.  Mierda, lo ponía demasiado  ver su corrida saliendo del cuerpo de Jesse, era una de las cosas que más morbo le causaba. Para un obseso de la limpieza, el orden y el control, tenía  un jodido fetiche con los fluidos corporales, sangre semen, saliva,  joder con Jesse,  no le bastaba con joderlo, no le basta con marcarlo, morderlo, o dejarle sus dedos dibujados en líneas moradas sobre su piel.

Necesitaba más , necesitaba verlo empapado de él, lo necesitaba tan mal,  era esa misma necesidad que estaba desarrollando por el poli lo que lo asustaba, no era amor, Eric sabía  como amar a alguien, amaba a su familia, pero no sentía una sola gota de amor por el poli, estaba seguro de eso, el amor no era visceral, no era tan malditamente primitivo,  el amor no hacía que necesitara tan jodidamente frotarse contra la otra persona, no le despertaba esa necesidad de fusionarse con el otro, de conocer todos y cada uno de sus jodidos pensamientos, no lo estaba amando.  No. se estaba obsesionando tan mal con el pobre corderito que había pasado el punto de no retorno.

Con su dedo juntó los restos  que comenzaban a correr por los muslos de Jesse y lo volvió a introducir hundiendo sus dedos sin esfuerzo en  el cálido  interior del chico. Estaba tan jodidamente dilatado por el reciente sexo que ni siquiera le costó esfuerzo llegar hasta su próstata con tres de sus dedos para masajearla.

Eric apoyó su rostro en el hombro del rubio. Descansado todo su peso sobre él.

—Eric—Jesse buscó la boca de Eric y le obsequió un beso torpe que el pelilargo respondió sin verdadero esmero. No, no era momento de recompensar al corderito.

— Creí que no querias follar aquí ¿crees que mereces correrte despues de intentar  rechazarme?

Los ojos de Jesse se abrieron amplios como los de un ciervo sorprendido por las luces de un camión.

Sí, comenzaba entederlo.

Eric sonrió, la sonrisa oscura del cazador antes de deborarse a su presa.

Jesse bajó  la cabeza y suplicó.

—Lo siento, por favor,  Por favor.

Buen chico...si tan solo Eric tuviera corazon...

—yo no lo creo.—Le dijo con tono meloso oh sí, ese era Eric siendo peligroso. Jesse no debería despertar eso de él, Eric no perdía el control tan mal por nadie, pero ahi estaban.—Tu no lo sientes.  Lo unico que sientes es que te duele la polla. ¿Tengo razon?

Jesse no respondió.

—Te hice una pregunta ¿tengo razón?

—Sí.

Buen, buen chico. Eric lo recompensó con un par de caricias.

—Te lo pondré de esta manera , Jess…mi estrellita preciosa, tu no me provocas y luego me rechazas, si estas conmigo, tu ERES mío, si quero follarte sobre el Could  Gate , frente a toda la ciudad de Chicago tu solo te abres de piernas. No preguntas solo lo haces ¿Lo entiende?

—Eric.

—¿Lo entiendes Jess? —Eric volvió golpear en su interior.

—Siií, lo siento… por favor, por favor. Necesito….

—¿Correrte? —lo interrumpió con esa voz de seda profunda, que parecía invitarte a cometer todos los pecados del mundo—¿No te han dicho acaso que los ángeles no se corren en las capillas? —Eric beso su cuello y la mano que rodeaba la base de la polla de Jesse volvió a apretarse. —¿En serio quieres correrte a metros de una pobre viuda… a metros de donde  yace el cuerpo de tu compañero para su último adiós? ¿Dónde está tu corazón Jess? Eso suena como algo malo. —apretó — Inmoral.—apretó un poco más— Tan incorrecto…¿Eres malo Jesse?

—No —Jesse negó automáticamente —Soy bueno. Seré bueno,  lo prometo. Eric…

Carajosolo por hoy, jesse apretó sus ojos , lloriqueó, todos sus valores acababan de ser empañados por su dura y adolorida polla envuelta en el olor de Eric.

Joder.

—Por favor.

Eric sonrió sobre su piel reptando con  una tortuosa suavidad sus besos hasta el punto sensible detrás de la oreja de Jesse.


—Tu no lo estás  entendiendo, en serio te equivocas conmigo jess, no soy un hombre bueno— su lengua  atrapó la oreja de Jesse  degustándola, dibujando en ella todos los patrones que la decoraban antes de tomar el lóbulo entre sus dientes. Jesse volvió a estremecerse entre sus brazos—tu ,  maldito  ángel provocador, no mereces correrte. Hoy solo se corren los  malos.

🖤

jijiii lo prometido es deuda, aquí está la actualización de la semana. 

Espero lo hayan disfrutado.

Los amodoro.

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