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CAPÍTULO 21
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Jesse esperó a que Eric llamara para decirle que no quería más al chofer como su guardaespaldas, no le había dicho el por qué, no era un soplón y no tenía dos años para correr a acusarlo como si fueran niños. Por lo que sin justificativos de peso de por medio Eric decidió que Oliver se quedaba.
Juraría que el hombre le lanzó una mirada de suficiencia cuando el martes por la mañana se subió al coche sin protestar. De alguna absurda manera se sentía como un niño al que acababan de poner de penitencia injustamente. Su parte infantil quería sacarle la lengua a Oliver.
Jesse suspiró una docena de veces en el camino hasta que por fin llegaron a destino y pudo bajarse en la central de policías.
Esa mañana se veía más revuelta que de costumbre, había susurros por todos lados, pero por mucho que pretendiera enterarse no había conseguido sacar nada en claro. Fue por café a la cocina y ahí fue donde oyó el primer comentario extraño que pudo distinguir con claridad en lo que iba de la mañana.
"Liu Cong" Dijo alguien. Jesse frunció el ceño al oír el nombre de su compañero y alzó la oreja.
"iba a tener una niña"
¿Iba? Jesse no tardó en notar el pasado ¿habían perdido a la beba?
"su esposa está destrozada"
Auch. La curiosidad terminó por ganarle y se acercó al grupo que conversaba en susurros.
—¿De que hablan?—Los interrumpió con una amable sonrisa mientras agarraba un pastelillo cerca de donde estaban hablando. El silencio fue inmediato al verlo, eran cadetes, los chicos alzaron sus ojos a Jesse y empezaron a codearse.
Jesse frunció el ceño.
—¿Todo bien?—Preguntó.
Antes de que pudieran contestar la voz de su superior lo llamó a su oficina.
Okey estaba siendo una mañana rara.
El sr. Brown lo miraba serio cuando lo invitó a que se sentara frente al escritorio. Jesse tragó saliva nervioso, olía a malas noticias.
¿Habría descubierto acaso que había encerrado a su esposo borracho a cargo de un menor un día de semana para hacer una redada? Esa sin duda era una mala noticia ¿hablarían de que lo despidieron? ¿Iba el sr. Brown a despedirlo?
okey... su cabeza empezó a correr a mil pensando alguna historia que contarle hasta que su cerebro registró las palabras del hombre, no cuadraban con la reprimenda que esperaba. Pestañó y concentró por fin su atención en el hombre de piel negra sentado frente a él.
—...el deceso del agente Cong fue una noticia devastadora para todos, pero hora con esto, el caso se los llevaran los de arriba...
¿Había dicho deceso?
—Espera ¿Qué?
—nadie quiere tomar el caso agente Roger, comienzan a llamarlo el "caso maldito" —el hombre suspiró.
—No—Jesse negó.
—Sé que has trabajado duro en esto, pero sobrepasa nuestros limites.
—¿Liu está muerto?—Lo interrumpió—¿Cómo pasó? ¿Cuándo?¿Que le pasó?
—¿No oyó nada de lo que le dije agente?
No, Jesse no había oído nada.
—Se suicidó, Roger. El agente Cong, se suicidó.
Jesse salió de aquel despacho sintiendo su estómago revuelto, El cuerpo del ex agente de homicidios había sido hallado colgando de un puente y todo apuntaba a que fuera suicidio. Era lo que dijeron los reportes aunque el estado de descomposición del cuerpo había hecho difícil la autopsia.
la peor parte del asunto no era la muerte de su compañero, sí, eso debía de estar mal, él lo sabía, pero si era honesto, lo que más le fastidiaba era perder el caso. El único buen caso de su vida y todo porque el chino se había dado "de baja voluntaria". Jesse estaba molesto dios, molesto consigo mismo por ser tamaño insensible.
Que todos estaban apenados, algunos llorando por el buen agente de homicidios y el ahí, actuando como todo un sociópata encerrado en el despacho del difunto, hurgando entre las cosas del hombre en busca de todo lo que pudiera servirle para el caso antes de que la viuda pasara por sus cosas.
Sí, tal vez debería ir a hablarlo con un especialista ¿Dónde demonios estaba su empatía?
—irás al infierno.—-Susurró para sí mismo mientras sacaba una carpeta del escritorio del hombre y la hojeaba. Había muchos casos viejos, muchos papeles inservibles, datos y anotaciones. Encontró un papel amarillo abollado con un numero y se lo guardó. Descartó todo lo que tuviera que ver con otros casos, hasta dar con una caja destinada única y exclusivamente a una serie de homicidios de diferentes años con el mismo modus operandi, rosas y ningún rastro, el más antiguo databa del 1925.
El famoso Caín, pronto iba a transformarse en el asesino de los 100 años.
¿Que carajos? ¿Como alguien podía pasar tanto tiempo al margen de la ley?
Jesse frunció el ceño, dada la antigüedad, mucho de los datos estaban aun en papel, incluso había algunos escritos a mano. Jesse sacó su móvil y se apresuró a fotografiar todo lo que pudiera antes de que pasaran a llevárselo.
Eric le lanzó una larga mirada a la mujer sentada frente a él, lucía altiva, su cabello perlado recogido a pesar de que su rostro pálido estaba morado cerca de su cien y su labio inferior estaba partido. No se había molestado en intentar cubrir los golpes con su cabello, de hecho tenía varios moretones más en sus brazos que mostraba orgullosamente en un ceñido vestido azul que dejaban sus brazos y gran parte del escote al descubierto.
Estaban en el Dom.
El Dom era el hotel más lujoso de la ciudad, destinado a los más selectos hijos de políticos, mafiosos, traficantes e influyentes, criminales o no, que pudieran pagar una habitación en el lugar...
Era un sitio exclusivo, para la flor y nata del mundo...
... Y era la central de la bratva en Chicago, gran parte del dinero del trafico se lavaba en la cadena hotelera.
Sí, los depósitos ocultos en la nada y callejones oscuros eran cosa del pasado, que con sus cortas y riesgosas vidas, los miembros de la hermandad eran más bien adeptos a la belleza donde pudiera apreciarse, podría decirse que su tipo de vida los orillaba a tener cierta debilidad por el lujo y las mujeres bellas.
En esos momentos Eric estaba en presencia de ambas en una sola habitación.
Svetlana Voronin.
La mujer maldita.
La belleza más exótica de toda la Bratva, la hija del pakhan, un dolor en el trasero y su queridisima esposa.
Sí, la bruja maldita para el perro mestizo, nunca una mejor pareja. Si estaban hechos a la medida. Dos bastardos que nadie hubiera querido de esposos.
—¿Qué haces aquí ?—Preguntó llevándose un habano a la boca.
Se había traído unos cuantos recuerdos de su estadía en cuba, nada era mejor que un buen habano de su propia producción para quitarse el dolor de cabeza que sabía le traería el encuentro con la bruja.
A diferencia de Jesse, él si había dicho la verdad sobre donde estaba cuando el pequeño apolo preguntó. Que el hecho de que se lo dejara pasar no implicaba que no hubiera estado viendo al poli desde las cámaras todo el tiempo mientras le mentía descaradamente.
—No podíamos quedarnos ahí—Dijo la mujer.
Eric se puso de pie acechando el sillón donde estaba sentada, se paró detrás del respaldo y se inclinó hacia adelante dejando ir el humo de sus pulmones cerca del oido de la mujer. Esperó a que las volutas se evaporaran y presionó con su dedo sobre el morado en el rostro de su esposa hasta sacarle un quejido de dolor.
—¿Quién fue?
Lana no respondió.
Eric volvió a presionar un poco más fuerte.
—Te hice una pregunta.
—Ivan.
Eric asintió y se apartó.
Ya arreglaría cuentas con el hombre. No era de extrañar que un hombre ruso golpeara a una mujer y conociendo a Lana, era probable que se lo hubiera merecido, pero seguía siendo SU mujer.
Nadie tocaba lo que era suyo, incluso si eso SUYO era algo que no le gustara.
Había una cuestión de respeto y autoridad que no debía burlarse. Como mujer rusa de una hermandad con arraigadas tradiciones ligadas al autoritarismo masculino, tanto Lana como su hijo pertenecían a su marido, si alguien la tocaba era un insulto para Eric, salvo que fuera el quien lo ordenara y él no había ordenado nada. La mujer ni siquiera debería estar allí, que ni siquiera él mismo debería estar en Chicago en esos momentos.
—Te daré 3 días para que vuelvas a Moscú con el crío. No te quiero un día más aquí.
—¡NO PODEMOS VOLVER!
Eric agarró el rostro de la mujer con fuerza ajustando sus dedos en su mentón y la volteó obligándolo a que lo mirara a la cara.
—No me desafíes, si digo que van a la luna, Tu y el niño van a la luna—Le advirtió — no lo olvides, cariño. Necesito al crío, no a la madre. Con tu padre muerto, eres una puta cuyo único respaldo soy yo. Tócame los cojones y no tendrás que preocuparte por Fiodor.
—Se deshacerá de nosotros—Gruñó Lana entre dientes sin apartar la vista—Se dehacerá de tu hijo.
Eric la soltó.
—El crío no es mi hijo. Es mi heredero.
Jesse pasó las fotos al ordenador para verlas a pantalla completa, había demasiado material que revisar y diablos, llevaba varias horas sentado en su cama con las piernas cruzadas en canasta y el ordenador sobre sus rodilla, sin conseguir darle un orden correcto a la información. había un par de anotaciones echas por Liu a los bordes de algunas hojas. Fue haciendo una lista de los reportes y de los agentes a cargo a lo largo de los años. Su padre estaba entre ellos.
Pensó en un Joven James Roger que estuvo en algún momento en su lugar, siguiendo los pasos de el legendario y bíblico traficante y asesino. Llevaba tiempo sin sentirse tan cerca de su padre, un sentimiento cálido que no supo explicar lo embargó, miedo, orgullo, frustración, deseo y la necesidad de venganza disfrazada de justicia mezclándose con sus emociones.
Liu y su padre no eran los únicos muertos de la lista. Comenzaba a entender por que lo llamaban el caso maldito. Tachó el nombre de Liu al final de la hoja y anotó el suyo haciendo un circulo alrededor de él.
Era su turno, él atraparía al maldito.
—Mami dice que tu novio es malo—Jesse dio un brinco que por poco no echa el ordenador al suelo del susto.
—¿Qué?—Jesse alzó la vista hasta su puerta, Max lo observaba con su disfraz de power ranger rojo.
—mami se lo dijo a la tia cuando hablaba por telefono. Mami está preocupada.
—Eric no es malo.
—¿Por qué se lo dice mami a la tia?
—Porque Mami se confundió—Max lo pensó. Empujó sus lentes sobre el puente de su nariz y asintió aceptándolo como una respuesta valida.—¿Qué haces?
—Trabajo.—Max se acercó hasta la cama y Jesse corrió la computadora para hacerle sitio a su hermanito. —Ya sabes, atrapo a los chicos malos, piug piumg.—Dijo imitando el sonido de un arma láser.
—A mami no le gusta que trabajes atrapando a los chicos malos.
Jesse rodó los ojos.
—A mami no le gusta nada. Mami no entiende nada.
—¿Mami es tonta?—Preguntó Max con su vocecita inocente.
—No—Jesse se apresuró a negar dándole palmaditas a sus piernas para que el pequeño se recostara—-Mami solo tiene miedo ¿si? nunca digas que mami es tonta.
—¿Tengo que tener miedo?
—No max, no tienes que tener miedo. Mami exagera.
Maxi lo observó pensativo recostándose en el regazo de su hermano mayor y asintió.
—Un dólar por tus pensamientos.—Ofreció Jesse viendo al niño demasiado callado.
—Te extraño.
Jesse sintió su corazón partirse. —Estoy aquí, maxi.
—Pero te irás, mami dijo que no volviste a casa, que vives con el hombre malo. que ya no quieres volver, mami estuvo llorando cuando te fuiste.
—Oye, en primer lugar Eric no es un hombre malo ¿Sí?—Max se encogió de hombros—En segundo lugar, siempre serás mi hermanito pequeño, sin importar donde esté siempre voy a estar para ti Max. marcharse es parte de la vida, mami solo está triste, porque estaré un poco más lejos que de costumbre, pero los sigo amando igual ¿sí? siempre voy a estar para ustedes. solo tienen que llamar y vendré corriendo así el mundo se esté acabando y haya lava por todos lados, y zombies y tenga que nadar sobre todos ellos para llegar por ustedes. Siempre voy a cuidarlos.
—¿Lo prometes?—Jesse le sonrió y alzó su meñique para que Max enredara el suyo en él. Que max estaba en esa edad en la que todo debía ser prometido bajo la solemne autoridad de la garrita.
—Lo prometo. Pero ahora que no estaré tan seguido, tu serás el hombre de la casa. Tienes que cuidar a mami ¿Sí? y llamarme si algo pasa ¿podrás hacerlo?—Dijo Jesse serio para darle a entender la importancia de ese punto.
Max evaluó el rostro de su hermano y asintió.
—Jess...
—Mhh
—¿Me das tu ración de postre?
—No te pases, hombrecito—Le advirtió, lo tumbó sobre su regazo y le hizo cosquillas hasta que el chico pidió clemencia.
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EN FIN!
Esto es todo por ahora, espero lo hayan disfrutado. Besotes.
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