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CAPÍTULO 14
Las noches se habían vuelto incómodas. No habían hablado. No habían vuelto a tocarse después de que Eric lo iluminara con su explicación sobre el amor y el enamoramiento. Jesse no había intentado acurrucarse a su costado como solía hacerlo. Se había creado un muro entre ambos.
Dormían enfrentados en la cama, juntos pero separados. Uno de cada bando.
Jesse no se había ido. No porque no lo hubiera intentado. Había armado su bolso como había prometido pero Eric se lo había quitado y le había dicho un simple.
—No.
Se había quedado, por un momento se sintió esperanzado. Pero comenzaba a creer que había malinterpretado de nuevo las señales, no tenía idea de que estaba haciendo al quedarse. De todos modos, Eric ni siquiera le hablaba últimamente. A veces hasta creía que se olvidaba de su existencia. Estaba más cerrado, taciturno, comenzaba a creer que ya nunca volvería a dirigirse a él hasta esa noche en la que estiró su mano salvando la distancia y le acarició el rostro.
Eric dijo algo en ruso que sonaba mucho como a un lamento y Jesse abrió los ojos con sus manos aún debajo de su rostro.
Ni siquiera atinó a moverse.
—Hablas ruso.— Eric no lo negó. No era una pregunta.
Jesse había oído un par de veces el idioma, vamos, que había estudiado una vez una pista sobre la muerte de su padre que lo relacionaba a los rusos, no había llegado a nada de cualquier modo. Pero había un documento que había encontrado entre las cosas de James Roger, uno que no había llegado a la policía y al descubrirlo Jesse no se atrevió a entregarlo, estaba escrito en ruso, no el tradicional un léxico poco común usado por el vorovskói mir (mundo de los ladrones), eso había contestado el hombre del foro anónimo en el que preguntó, Google había ayudado pero no pudo llegar a traducir gran cosa de él. Y si era honesto consigo mismo nunca había puesto especial esmero en descubrir su contenido, una parte de él tenia miedo que sea algo que confirmara la incriminación de su padre, razón por la que lo había ocultado de la justicia.
—¿Por qué hablas ruso?
Eric apartó la vista por un momento y volvió sus ojos a Jess que lo miraba curioso.
—Soy ruso.
—¿Que?
—Mi abuelo lo era. Mi madre lo es, nací allá aunque mi padre es americano. Aprendí ruso de la familia mucho antes que el Inglés.
Jesse frunció ligeramente el ceño. Había algo extraño en la manera en la que Eric había dicho "la familia" pero no sabía decir que era.
—No lo sabía.
—Hay muchas cosas que no sabes de mí, estrellita.
— ¿y vas a decírmelas?
—Si lo hiciera. Tendría que matarte.—lo dijo tan serio que por un momento Jesse dudó de que fuera broma pero entonces el gesto de Eric se aflojó y otra vez volvió a ser el tipo afable que mostraba al público.
El tipo que Jesse comenzaba a creer no era más que una careta.
¿Pero entonces, quién era el verdadero Eric?
Jesse se mordió el labio inferior pensativo hasta sentir un par de dedos en él. Eric lo seguía tocando, su mirada más oscura de lo normal, sintió como presionaba ligeramente en el sitio donde se había estado mordiendo y volvió a apartarse frotando sus dedos frente al rostro de Jesse. Tenía sangre en ellos. Pasó su lengua por el sitio donde aún pinchaba y entonces notó que se había hecho daño con los dientes y era esa sangre la que Eric había juntado con sus dedos. Tragó saliva sin apartar los ojos de su esposo.
De pronto el clima en el cuarto se sentía más espeso.
—Jess..—Eric cerró los ojos e infló su pecho como si intentara apartar algún tipo de pensamiento. Volvió a decir algo en su lengua natal y tras abrir de nuevo sus ojos dibujó una línea de sangre en la mejilla de Jesse con una lentitud que le subió un escalofrío por el cuerpo.
Tragó saliva.
—¿Podrías ayudarme a traducir algo?—la voz de Jesse tembló, seca, la lejana cercanía de Eric lo ponía nervioso.
—¿Crees que soy google?—Eric volvió a regalarle otra de esas sonrisas ensayadas que pretendía infundir confianza pero estaba claramente tenso, los músculos de su cuerpo contraídos lo estaban delatando y sus ojos seguían fijos en la sangre de su cara.
—He intentado conseguir que alguien me los tradujera fuera de la policía, digo, no es como si fuera algo realmente importante—susurró como si fuera un secreto— Pero los rusos no suelen querer cooperar con un agente de policía que va al barrio viejo y los que sí, no son lo suficientemente rusos para entenderlo o no hablan suficiente Inglés para explicarme lo que dice.
—Ten cuidado con tus palabras, Jess.—Eric volvió a acariciar sus labios antes de bajar ligeramente por su garganta siguiendo el pulso de su cuello.
Debía de asustarlo y ser morboso que su esposo comenzara a dibujar con su sangre en su piel, pero contra todo propósito Jesse más que asustarse se estaba calentando con la voz suave de Eric y la sutil amenaza que guardaba cada una de sus palabras, como un secreto. Como si quisiera decirle algo más allá de lo que pronunciaba en voz alta.— Cualquiera podría pensar que crees que todos los rusos somos malos.
—Tal vez es lo que pienso.—Lo desafió con la boca seca.
Sintió a Eric tensarse y de un segundo a otro se descubrió a sí mismo debajo del cuerpo del pelilargo. Eric prácticamente había saltado sobre él como un gran felino atrapando a la gacela. Sus movimientos rápidos, y precisos, como quien está demasiado familiarizado con cada músculo de su cuerpo, el cabello ligero como cortinas a los lado del rostro ocultando sus facciones de la luz, pero ahí estaba, lo estaba mirando desde arriba con un aire de ligera superioridad.
Sus ojos ardían deborandolo y por un momento el cristal que los había separado las últimas semanas se había roto. El pecho de Jesse se sacudió, subía y bajaba trabajosamente y por fin podía sentir que estuvieran en el mismo cuarto.
—Yo no insultaría a aquellos hombres que se criaron montando osos por deporte.—Gruñó con la voz ronca creando una ligera fricción con sus caderas.
Sí, tal vez Eric estuviera exagerando. Pero aquello era algo así como un estereotipo. vamos, había montado en oso, pero había sido algo ocasional, no era como si lo tuviera de mascota en el patio de su mansión en Moscú. A los fines, la mala fama de los rusos le valía para que el chico debajo de su cuerpo temblara y Dios, si eso no le gustaba que le partiera un Rayo la cabeza en esos momentos.
La adrenalina exudando por los poros de Jesse era Droga.
Llevó su mano al cuello del rubio y la enredó en él acariciando ligeramente con el pulgar en su nuez de Adán.
¿Quieres que te folle Jess? pensó viendo los ojos verdes que se habían oscurecido tanto como los suyos propios. Porque no quiero hacer el amor. No me gusta hacerlo. Quiero follarte duro hasta que grites y tu piel blanca se vuelva azul debajo de mis manos.
Eric apretó despacio su agarre y Jesse cerró los ojos con algo muy parecido a un jadeo. Eric quería hacerle daño, la sola idea lo ponía más duro de lo que no había estado en las últimas semanas intentando ser un esposo amoroso y respetuoso.
Maldita sea...
Él no era ni amoroso, ni respetuoso, él era un monstruo, morboso y sediento de sangre durante el sexo y eso era jodido. Joder que sí, Porque su yo racional no quería hacerle daño al buen poli y eso era justo lo que estaba por hacer si seguía por ese camino.
Tu, quieres hacerlo...
La mano de Eric fue al pulso de Jesse, tan acelerado...
¿Lo hueles, cierto? Lo estas sintiendo, el miedo, el metal de la sangre. Lo quieres... quieres asustarlo, susurró su conciencia.
Oh sí, claro que quería. Eric quería hacerle tanto daño, lo quería tan mal.
No podía. Maldita sea, apretó un poco más su agarre antes de inclinarse y le dejó un beso en la frente.
Entonces se apartó.
Sintió a Jesse soltar un ruidito en protesta.
Lo hago por tu bien, pensó cuando los ojos curiosos del chico se clavaron en él desconcertados. Se veía excitado y enrojecido y apenas si lo había tocado. Dios. Necesitaría más que solo un poco de autocontrol para no echársele encima.
Eric se levantó y fue por una ducha, tendría que valerle para desentumecer su polla o acabaría enterrándola en el chico y no se creía capaz de contenerse si lo hacía en ese momento. Ya lo había lastimado una vez y no había estado ni cerca de lo excitado que se sentía en esos momentos. No. Definitivamente no podía tocarlo. no en ese momento al menos.
Su colega se había equivocado. No era que su esposo no lo excitara. Lo hacía ¿Cómo no iba a hacerlo? pero tocaba los botones incorrectos, toda su bondad e inocencia despertaban a la bestia que vivía oculta dentro de él.
Eric quería corromperlo de mil maneras. Quería quebrarlo, romperlo, arrastrarlo a lo más profundo de su miseria y destrozar todo lo bueno en él.
Joder con su maldita cabeza.
El cuarto de baño estaba a oscuras, no se molestó en encender las luces, olvidando por un momento que no era el único en usarlo, soltó una maldición al tropezar con algo de tela en el suelo, probablemente la ropa de su esposo.
Eric gruñó más que nada por costumbre. Parte de él comenzaba a acostumbrarse al desorden del pequeño apolo. Pateó el bulto a un costado y caminó hasta el regulador de la temperatura desactivando el sonido, una luz azul se encendió en el panel del techo antes de que el agua comenzara a salir golpeándole el cuerpo. El agua fría no estaba ayudando. Miró hacia abajo a su polla apuntando hacia arriba y maldijo frustrado.
—¿Por qué no puedes ser normal?—le gruñó.
Si solo pudiera parársele ante la expectativa de una sesión de sexo suave y amoroso no tendría que estar dándose un baño frío a las 3 de la mañana.
Eric sintió la puerta del baño abriéndose y no necesitó voltearse para saber que Jesse lo había seguido.
Sus pasos ligeros resonaron en el suelo hasta que estuvo dentro del radar de los censores en el suelo. Una maldición salió de su garganta en cuanto sintió el agua helada, intentó apartarse pero el sistema central hacía que no pudieras escapar del agua que en esos momentos buscaba al segundo cuerpo. La oscuridad y la desesperación por escapar por poco no consiguen que tropiece.
Eric consiguió atraparlo por la cintura antes de que acabara en el suelo.
—¿Estás bien?
—¡Esta helada!—Se quejó Jesse apretándose al cuerpo de Eric en busca de calor.
—Así es como me gusta, Jess.—Le dijo Eric con paciencia.
—E-e- estás, demente.—Castañeó Jesse sin apartarse y Eric no tuvo más remedio que templar el agua consiguiendo que la luz sobre sus cabezas pasara al rojo.
—¿No viste la luz azul?
—¡Nunca tomé baños relajantes de agua helada en mitad de la noche!.—Jesse se veía genuinamente ofendido.—No tenía idea de lo que significaba la luz azul.
—Ay Jess...—Eric suspiró con cansancio apoyando la frente en la del rubio cuyos músculos comenzaban a relajarse por el calor que empezaba a llenar todo el cuarto.—¿qué haces aquí de todos modos?
—Yo uhmm.—De pronto se veía tímido. Pestañeó, su piel pintada de rojo por la luz que los sumía en la penumbra, sus pestañas húmedas, Eric echó su cabello hacia atrás para verlo mejor.—Creí que hice algo mal, porque tu...
—Lo único que está mal es mi cabeza.—La voz de Eric era amable aunque de verdad parecía fastidiado y Jesse no pudo evitar sentirse mal por molestarlo.
—Lo siento yo... te dejaré que te relajes.
—Quédate.
Jesse lo evaluó, el pelilargo no se veía del todo cómodo con su presencia. Eric no parecía querer estar cerca de él pero tampoco dejaba que se fuera, frunció el ceño.
—¿Por qué?—Preguntó.
—Porque quieres hacerlo.
—¿Entonces sólo dejas que me quede por eso? —Jesse no quería sonar molesto, pero las palabras de Eric no le gustaban. Se sentía como un cachorro al que le das cobijo por que te mueve la cola, Jesse no quería lástima del pelilargo.
—Jesse... quiero que te quedes.
Y Jesse se quedó.
Ninguno hizo nada por un buen rato, solo dejando que el agua caliente cayera sobre ambos. Los brazos de Jesse rodearon en cuello de Eric mientras las manos del pelilargo dibujaban círculos al final de su espalda con su rostro oculto en el cuello de Jess.
—¿Entonces eres algo así como un mafioso ruso?—Soltó de pronto Jesse a modo de broma.
—Voy empezar a pensar que en serio eres prejuicioso sobre mis orígenes Jess...—Gruñó Eric sobre la piel húmeda del otro.
—Eres rico, ruso y tienes esa cosa, de aura perturbadora.
Eric soltó una carcajada que llenó el cuarto.
—¿Aura perturbadora? Creí que era empático y agradable.
—Lo eres , casi siempre, pero a veces cuando crees que nadie te ve, miras a las personas es como si...—Jesse fingió un escalofrío exagerado.—Como si no pudieran ocultar nada de ti. Como si lo supieras todo o intentaras saberlo.
—Mi trabajo es leer a las personas Jess, dedico la mitad de mi vida a eso. —Eric se apartó un poco para verlo a la cara.
—Y eres un obseso del control...—Añadió ignorando las palabras de Eric.
El pelilargo rodó los ojos.
—así que... —Eric fue subiendo despacio sus manos hasta la cintura de Jesse y tiró de él, sus cuerpos firmes chocaron, duros. —... todo eso hace que tu mente de poli bueno deduzca que soy un mafioso ruso?
La voz de Eric otra vez tenía ese tinte amenazante que elevaba el calor en cualquier habitación. Jesse tragó saliva y buscó los ojos de Eric con la mirada.
—Eso — Carraspeó — y los tatuajes carcelarios en tus rodillas. — Dio un paso atrás como si de pronto lo estuviera considerando de verdad. Frunció el ceño. —no lo son ¿no? Tatuajes carcelarios, las estrellas...
—De hecho si...—Respondió Eric con una sonrisa torcida en los labios. Jesse también sonrió aunque ya no lucía tan convencido de que siguieran bromeando.
—No eres un mafioso ¿no?
—Tal vez lo soy—Le dijo, de pronto estaban de nuevo demasiado cerca y las manos de Eric apretaban el trasero de Jesse pegando sus cuerpos. Eric se empujó de nuevo frotándose contra Jesse demostrándole que su cuerpo no era lo único duro en ese momento. La boca de Eric en el cuello del muchacho comenzó a trazar patrones hasta detenerse en su oreja.—¿Qué si soy un chico malo?
Jesse tembló en sus manos.
—Te arrestaría—Le dijo, un jadeo escapó de sus labios cuando la boca de Eric chupó sobre su piel, fuerte, doloroso. Le dejaría una marca para el día siguiente.
—¿Estás seguro de que quieres arrestarme Jess...? —Gruñó Eric.
—Sí...—Gimió. Eric atrapó el lóbulo de su oreja.
—¿Y cuál es el precio del buen poli? ¿Mmmh?
—No tengo precio yo oh...—Jesse se interrumpió en cuanto la manos que amasaban su trasero se dirigieron hacia el valle entre ellas acariciando tentativamente sobre su abertura.
— Todos tienen un precio...
—Yo no... —Murmuró inclinando su cabeza para darle mejor acceso a que siguiera chupando y marcando su piel.
—Eres incorruptible ¿eh?—Jesse no tuvo tiempo de responder antes de que su mejilla se estampara contra la pared y el cuerpo de Eric se apretara a su espalda.
—Lo soy.—Gruñó con sus manos sobre la pared llena de vapor. Su mejilla sobre el frío del mármol ardía por el golpe.
—Que pena...—Eric metió una de sus piernas entre las del chico separándolas y comenzó a crear fricción entre sus cuerpos.—Porque estoy a punto de corromperte. Puede que incluso te rompa un poco ahora que sabes mi secreto.
Jesse gruñó empujándose hacia atrás buscando el cuerpo de Eric que lo recibió con una de sus manos subiendo tentativamente por su abdomen hasta enredarse en el cuello del chico. Labios duros sobre su piel besaron y mordieron sus hombros, su nuca. Eric lamió y volvió a clavar sus dientes. Jesse gimió. Apretando de nuevo su labio inferior entre sus dientes hasta hacerlos sangrar.
—Dios Jess...—Un gruñido ronco, una maldición antes de que la mano de Eric tomara su mentón obligándolo a girar el rostro para morder ahí donde se acumulaba el hilo de sangre. No era un beso, era una mordida. Le estaba haciendo daño, el escozor era claro y no debería gustarle pero el suelo desapareció debajo de sus pies, y solo sintió calor, vapor y aquella punzada de dolor que hizo que su cabeza se desconecte.
—Hazme el amor Eric. Por favor. Por favor.—lloriqueó.
Eric se tensó por un momento antes de suavizarse y aflojar el agarre. Algo en el pecho de Jesse dolió. Una parte de él quería que siga apretando, que siga mordiendo, que siga doliendo. Pero no tuvo tiempo a pensarlo porque el cuerpo de Eric se aflojó a su alrededor, se apartó lo suficiente para que el chico se voltee y lo miró de frente.
—Vamos a la cama.—Ofreció con suavidad.
Jesse quiso protestar. No quería ir a la cama, quería hacerlo ahí en la ducha como lo estaban haciendo segundos atrás. Pero Eric ya no estaba en plan hombre que lo aprieta rudo contra la pared. Ahora era todo besos y caricias suaves sobre su cuerpo.
Lo cubrió con la bata y lo llevó a la cama. Y tras una sesión de sexo regular con exceso de besos suaves, Jesse se sientió insatisfecho y ni siquiera estaba del todo seguro del porqué. Se había corrido. Sí. Eric también, por un momento la barrera que los separaba se había ido. Solo que...
Todo está bien, Se dijo. Estás persiguiendo molinos de viento.
Recostó la cabeza sobre el pecho del pelilargo y jugueteó por unos segundos con sus dedos sobre los pequeños rulitos de vello oscuros que lo decoraban.
—Eric.
—Humm?—la voz de Eric sonó ligeramente extraña. Aunque jesse no se sintió capaz de determinar cuál era el sentimiento que ocultaba.
—No eres un mafioso Ruso ¿no?
—De verdad quieres que responda eso?
—Tus tatuajes...
Eric suspiró.
—Jed y yo estábamos muy borrachos, hicimos una apuesta, tal vez no estábamos solo borrachos, no lo recuerdo bien. Éramos adolescentes. Vacaciones de verano antes de empezar la universidad. Empezamos a decir estupideces sobre nuestra ascendencia. Él es alemán ¿sabes? Bueno su madre lo es—comenzó a relatar con calma pero Jesse lo sintió lejano y no sabía explicar el por qué— Su madre es super Nazi, su familia es de ultraderecha, te lo juro, si me aceptó supongo que fue porque supo tarde que era Ruso y ya se había encariñado, eso y por qué el padre de Jed es judío, así que no podía ser tan racista en ese entonces. Pero ya sabes, Rusia, Alemania... Como sea. El tiene una esvástica, yo me hice tatuajes de "mafioso ruso". Al menos a mi me gusta el significado de mi tatuaje, Jed no puede decir lo mismo, desde entonces no puede cambiarse en un gimnasio.
—¿Que significa?
—Mmh?
—Tus tatuajes . ¿Que significan tus tatuajes? Las estrellas en tus rodillas.
Eric estaba cerca de dormirse.
—Que nunca me arrodillo. Jess, nunca me arrodillo ante nadie.
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Fin del cap! ¿Los extrañaron? Ahora que he terminado el resto de las historias puedo darle atencion a ellos, jajaja creo que es la historia que más he relegado al olvido.
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