🖤10🖤
CAPÍTULO 1O
La cena importante a la que había faltado se trataba de la bienvenida de los recién casados.
Había sido organizado por la sra. Jones probablemente ignorante de las tensiones entre los amigos.
Sí, Eric estaba dispuesto a ir y enfrentar las cagadas que se había mandado pero no podía decir que se estuviera arrepintiendo mucho por faltar a aquella reunion.
Probablemente a su rubio mejor amigo fuera al único al que realmente le agradará su presencia en aquella casa pero solo por eso Eric estaba dispuesto a ir.
Pero es que Jesse...
Jesse otra vez había jodido sus planes con su carita de niño y su desorden.
Jed le había enviado un mensaje esa misma mañana diciéndole que iría a almorzar con él, no preguntó si podía, simplemente se lo había informado. No era que le molestara aquello pero sabía que debía decírselo a Jesse.
Suspiró.
No era como que el pequeño apolo pudiera negarse a recibir a su mejor amigo, definitivamente ese era un límite infranqueable para Eric, pero tenía la ligera sensación de que su chico y su mejor amigo no se agradaban.
Bajó a la cocina, en ese momento Jesse se encontraba revisando una carpeta en la isla central, hundido en uno de los cómodos banquitos de estilo nórdico que habían sido elección de Jed hacía unos años.
Se preguntó qué pensaría su esposo de saber que en ese momento se encontraba en la silla del tipo que había notado le desagradaba, vamos, no fue difícil darse cuenta, que cada vez que Eric mencionaba a Jed el chico hacía una mueca de disgustos con los labios que intentaba disimular.
En ese momento Jesse iba con un con un vaso de leche y un paquete de galletas oreo, el chico era un adicto a esas galletas por lo que Eric había encargado a Rebeca que nunca faltaran en la despensa, otra cosa que no había tardado en notar era el hecho de que no había puesto plato y en esos momentos las migas estaban desperdigadas por la Lisa superficie de mármol sin nada que las contuviera. Sintió sus nervios crisparse, que no conforme con las migas, el vaso de leche estaba dejando una bonita aureola Blanca. Sí, Eric también había notado que el chico siempre llevaba trabajo a casa. Eric no podía juzgarlo por eso, que su propia vida era un sin fin de trabajo.
Con disimulo se acercó a curiosear que era lo que tanto tenia interesado al muchacho.
—¿asuntos clasificados?—preguntó intentando lucir desinteresado.
Jesse se apresuró a cubrir las fotografías pero era demasiado tarde.
Eric sintió como su desayuno se revelaba en su estómago y tuvo que correr al fregadero para devolverlo.
—Lo siento. Lo siento.—-Jesse se puso de pie de inmediato para ayudar al pelilargo. Oh, rayos, no esperaba que su esposo fuera tan fácilmente impresionable.
—¿Estas bien?-—le sujetó el cabello para que no que no se ensuciara. Diablos, qué Eric ya tenía sus dos manos ocupadas en salvaguardar su barba del contenido de su estomago-— ¿llamó un doctor? ¿No eres doctor a caso?
—¿Por qué crees que soy psiquiatra? —Se quejó Eric.
—lo siento. Lo siento, de verdad. No debiste mirar.
Eric abrió el grifo para que corriera. Eso había sido asqueroso.
—¿Estas bien?—preguntó Jesse una vez más. De verdad estaba apenado por eso.
—¿como puedes desayunar viendo eso?—lo acusó a lo que el niño le devolvió su mejor rostro de querubín inocente. Dios, ¿era en serio?¿Qué clase de mentes perversa ocultaba ese muchacho?—olvídate, iré a recostarme.
—lo siento!—eso fue lo último que oyó de su esposo y su infantil vocecita. Vamos que hasta le había hecho un pucherito mientras se marchaba ¿cómo podía el poli bueno ser tan tierno y a la vez mantenerse inmutable con cosas como... Esas? Hasta él necesitaba algún tipo de preparación psicológica para ver algo así. Pero Jesse..., ¡el chico desayunaba como si estuviera leyendo el puto Chicago tribune! Eso era algo que no se había esperado, el chico era todo un misterio para Eric. Uno que no estaba seguro de querer resolver.
Jed llegó pasadas las una, como siempre, entró con confianza como si fuera dueño de casa y saludó al personal de la familia.
Vamos que ahí lo conocían desde que gateaba prácticamente, siempre había sentido la casa de Eric como suya propia, que hasta hacía poco tiempo habían vivido juntos. Eric siempre le había dado la confianza de que todo lo de él era suyo y viceversa, mientras, Romeo llevaba una paquete de lasaña para el almuerzo con el típico logotipito de D'Angelos.
Que tampoco iba a llegar con las manos vacías ¿no?
Confianza, no abuso.
—Señor Jones. —Dijo Oliver tendiéndole un cigarrillo nada más verlo.
El chófer de Eric siempre había sido increíblemente servicial con el chico Jones.
Oliver conocía a los muchachos y al resto de la pandilla desde que los 5 niños se juntaban en aquella casa a correr y bañarse en la picina pero siempre había tenido la ilucion que el chico Jed acabara siendo su patrón.
El nuevo esposo de Eric no acababa de convencerlo, pero como buen empleado se había limitado a obedecer las ordenes del pelilargo, sin importar si estaba de acuerdo o no con ellas. Que un esposo que salía de la nada y era instalado en la casa como si le perteneciera... no.
A Oliver no le gustaba nada de eso. Gritaba intereses ocultos por todos lados.¡ Y encima era un Policía! Oliver pensaba que su patrón de verdad había perdido la cabeza tras ser rechazado por el joven Jones. Vamos que nadie en su sano juicio hubiera invitado al diablo a su casa ¿no?
—El señor McGraw está adentro —Le informó dándole fuego antes de lanzarle una mirada de antipatía a Romeo.
—Gracias —Dijo aceptando, le dio una calada y luego sacó una bolsa de recuerdos para el hombre, Oliver siempre le había caído bien y Jed juraba que la cosa era recíproca, pero también podía jurar que su esposo no le agradaba, ¡su esposo parecía no agradarle a nadie en su maldita familia! Pero aquel no era momento para ponerse a pensar en eso.
Había ido a ver a Eric, que no recordaba cuando había sido la ultima vez que pasaran tanto tiempo separado ¿tal vez luego de alguna pelea? 20 días parecían demasiado lejos de su mejor amigo.
Jed Jones iba aún con la piel bronceada de su escapada a las playas del caribe y al alzar la vista vio a su palido mejor amigo parado en las escaleras sonriendole con aquella mueca de medio lado serena que tan bien conocía.
Oh, diablos lo había extrañado.
—Eres la clara muestra de mi fracaso profesional—dijo Eric desde la escalera viendo a Jed arrojar humo por los pulmones, el rubio le sonrió antes de apagar su malboro en el cenicero de la puerta y corrió al encuentro del otro, diablos, el corazón de Eric se aceleró al verlo y apenas fue consciente de sus pies moviéndose para encontrarlo a mitad de camino.
—Diablos, te extrañé.—Dijo Jed saltando prácticamente sobre el pelilargo que lo atrapó al vuelo cuando estuvo a los pies de las escaleras. —¿Qué demonios estuviste haciendo todo este tiempo? ¡ni un mensaje! —le reclamó enredando sus manos en el cabello del Eric con total confianza.
¿Qué que estuvo haciendo?
Follando.
Demonios, eso hizo que recordara a cierto muchacho del que se había olvidado por unos momentos.
Jesse y su revuelo lo habían tenido lo suficientemente ocupado para que no tuviera tiempo para nada más que para el pequeño apolo y su desorden que ponía patas arriba su vida.
—Ehem... —Oyó el carraspeo de Romeo, que por muy aceptado que tuviera que esos dos se toquetearan seguía molestándole.
—Tengo que presentarte a alguien. — Le dijo Eric y diablos la boca de jed tan cerca, lo tentaba. Esos ojos verdes que tanto adoraba, demonios. No era sano tener a Jed tan cerca.
Lanzó una mirada hacia atrás, Jesse miraba la escena sin saber muy bien cómo reaccionar, su mirada dolida removió algo en el interior del pelilargo. Con reticencia aflojó su agarre de los muslos de su mejor amigo y lo dejó con delicadeza en el suelo.
—Jesse, mi esposo, lo viste en la boda.
El mencionado se acercó con paso dubitativo hasta el otro rubio y diablos. Sus dos rubios se miraban como midiéndose él uno al otro. Y casi podría haber jurado que...¿ que casi?, concia a su mejor amigo, estaba seguro de que a Jed, Jesse no le había agradado.
—Escuché de ti —Le dijo tendiéndole la mano al otro. —El casafortunas de una noche.
—Jed —Le reprochó Eric.
Jed estaba actuando como una perra con su esposo y sabía que debía intervenir pero no era como si un enamoramiento de más de dos décadas pudiera olvidarse en dos semanas. La lejanía había ayudado, pero con solo verlo todo lo que sentía por Jed había vuelto para golpearle a la cara y recordarle que no.
Que jed Jones siempre estaría gravado en su corazón para bien o para mal
—¿Qué? —Jed se encogió de hombros con una mueca de falsa inocencia —Solo digo lo que escuché.
—Pues se equivocan. —Dijo Jesse firme con el mentón en alto.
—En fin ¿Comemos? —Preguntó Romeo intentando cortar la tensión.
—Claro. Pasen por favor—Dijo Eric agradecido. —Rebeca tiene el día libre, tendremos que arreglarnos sin ella.
—No hay drama. Ya trajimos todo casi listo. —Dijo Jed yendo hasta la cocina seguido de su esposo.
jesse lo siguió, parecía ligeramente molesto con los visitantes
—las fuentes están... — Dijo intentando ayudar el pequeño apolo..
—aquí —completó Jed abriendo una de las alacenas mientras buscaba una bandeja para que Romeo sirviera la comida. —Tranquilo, llevo veinte años por delante de ti. —le sonrió con falsa simpatía.
Jesse apretó los puños. No. Definitivamente no le agradaba el amigo de su esposo. ¿Cómo demonios podía siquiera estar enamorado de ese sujeto? Que tal vez estuviera siendo parcial pero el tipo era un insufrible.
—Iré por los platos.
—Esa es la vajilla de acción de gracias. —Le reprochó Jed al ver lo que el chico había elegido. —¿Qué no sabes nada? Eric odia que usen esa vajilla.
—yo... — comenzó aun con la vajilla en la mano y volvió a dejarla. —No lo sabía.
— Como sea, no importa. Ya los llevo yo. Trae el vino. Un Merlot, supongo que tampoco sabes que ese es su favorito. Ya lo aprenderás luego, no te preocupes.— Dijo Jed yendo hasta el comedor a dejar la "vajilla correcta". Un juego de porcelana negra de estilo minimalista que de hecho el propio Jed había comprado para Eric.
—Un merlot. —Repitió de mala gana Jesse viendo al rubio invadiendo su casa, y actuando como un mejor esposo de Su esposo que él.
Jesse no se consideraba una persona agresiva pero en ese momento bien podía partirle el Merlot en la cabeza. El muy maldito de Jed hasta se sentó sobre el regazo de Eric a contarle vaya uno a saber qué luego de dejar las cosas en la mesa.
Jesse se sentía tan molesto que en cualquier momento podía salirle humo de las orejas. Jesse sabía que era imposible aquello, pero se sentía como si pudiera pasar en cualquier momento.
—Te lo está haciendo a propósito —Jesse alzó la vista para ver a Romeo que observaba la imagen imperturbable.
—¿Qué no te molesta? —le dijo sin entender como el italiano podría ver aquello sin sentir nada.
—Son familia. Es parte del combo, de alguna manera extraña se aman, agradece que no están los cinco juntos. Te desollarían vivo. Si quieres entrar a su círculo, debes aceptarlo. Y jed y Eric, ellos son como una pareja asexuada. Si quieres que funcione con Eric no puedes ir en contra de Jed. Al principio me jodía verlos besarse. Luego te acostumbras —Dijo viendo en la misma dirección donde Jed le picaba la mejilla al serio pelilargo que lo tenía sujeto por la cintura.
—¿Se besan? —Jesse abrió los ojos con impresión.
Que llevaba un tiempo dándose cuenta de que Eric evitaba besarlo. Literal, en varias ocasiones le había corrido la cara con disimulo y Jesse no había dicho nada suponiendo que tal vez no le gustaban esas muestras de cariño, o no sé, puede que tal vez tuviera algún complejo con los besos. Jesse se había resignado a que en algún momento Eric le diera una explicación de por qué lo rechazaba pero no había esperado que en su explicación también debiera explicar por qué demonios besaba a su mejor amigo y no a él.
—Solo no les prestes atención y dejará de molestarte. Venga , yo me encargo del vino —Lo animó Romeo dándole la lasaña que acababa de servir para que la llevara.
Jesse suspiró, diablos, ese prometía ser un almuerzo largo, uno muy largo.
—¿Me devuelves a mi esposo? —Le dijo Romeo a Eric yendo detrás de Jesse.
La disposición en la mesa dejó a las parejas una frente a la otra por lo que transcurrió en relativa calma. Salvo por algún que otro comentario pasivo agresivo de Jed la charla fue hasta agradable.
—¿y cómo se conocieron? —Preguntó sonriendo.
—Eric salvó a mi hermanito de ser atropellado. —le dijo Jesse devolviéndole aquella sonrisa que no llegaba a los ojos. —es un héroe.
Eric se tensó de nuevo como venía haciendo cada vez que los rubios interactuaban, que con lo mucho que conocía a su mejor amigo y lo poco que había llegado a conocer de Jesse en esas semanas no entendía como era que aún no habían saltado uno sobre el otro a liarselas a madrazos .
—Siempre lo ha sido. Te ha contado de como se decidió por ser psiquiatra?
—No hemos hablado de eso. —Admitió.
—Jed, has contado esa historia cientos de veces. —Dijo Eric con una mueca.
—vale la pena.
Eric rodó los ojos.
—En resumen, hice algo estúpido, y él me salvó. —Dijo Eric viendo a Jesse.
— Si lo cuentas así pierde la gracia. Estabamos en nuestra rotacion por psiquiatría, teniamos a una paciente que sufría violencia de genero y resultó que al final del turno, la chica se acercó a agradecernos, no recuerdo, por qué, estabamos a punto de irnos. Pero ella se acercó.
—Johana —le completó Eric de forma automatica y Jesse no pudo evitar sentirse como el tercero en una bonita pareja. Que la química entre los mejores amigos era innegable.
—sí, Johana se acercó a nosotros y de un segundo a otro todo se puso violento. El tipo se nos vino encima. Recuerdo que todo fue muy rapido, Eric abrió la puerta de su coche y nos metió dentro a la chica y a mi, se interpuso entre nosotros como escudo humano —le dijo Jed mirando a un ruborizado Eric. —entonces el hombre disparó. Nunca tuve tanto miedo en mi vida como cuando vi la sangre manchando su bata blanca.
—Gritaste como un imbécil. —Se rió Eric.
—tu no te movías y ese hombre seguía apuntándote, estaba dispuesto a transformarte en un colador. —se defendió Jed dándole una patada cariñosa por debajo de la mesa —solo quería que te salieras del medio del fuego.
—Por eso te lanzaste sobre mi cuando llegó la policía. Aun te recuerdo llorando. Luego todo se puso borroso.
—¡te estabas desangrando! Diablos, lo único que atiné a hacer fue meter mis dedos en el agujero de la bala para detener al hemorragia, no tenia nada más a mano. No sabía lo que hacia realmente, solo no podía dejar que te murieras. —le dijo mirando directo a su mejor amigo y estiró la mano para que el otro se la tomara. —asi elegimos nuestras especialidades, yo me di cuenta que me gustaba actuar en las urgencias y él se dio cuenta de que tiene una debilidad especial por los caídos en desgracia.
—si no la tuviera te hubiera dejado hace rato.
—no podrías — se burló consiguiendo que Eric se riera y le diera un apretón cariñoso.
Ejehm
Se oyó un carraspeo y los amigos se soltaron volviendo a su posición.
—Gracias por salvar a mi esposo. —dijo Jesse levantándose. —iré por...
Jesse no terminó de hablar que prácticamente corrió hasta la cocina y Eric se levantó para seguirlo.
—Hey.... —Dijo el pelilargo llegando detrás de él. Jesse se encontraba apoyado frente al lavado de espaldas a la puerta. —oye —insistió acercándose. —¿estás bien?
—sí —gimoteó el chico sorviendo por la nariz y Eric se le rompió el corazón al darse cuenta de que jesse estaba llorando.
—Jess—Dijo acercandos al menor y lo obligó a girarse.
El rubio se dejó voltear pero desvió la vista avergonzado sin intentar cubirir sus lagrimas, estaba claro que Eric ya las había notado. Con cuidado el mayor pasó sus pulgares por aquellas mejillas mojadas para despejarlas y lo obligó a mirarlo con delicadeza.
—¿Qué ocurre?
—¿Qué que ocurre?¡JA! —granzó. —¿lo has visto? Tienen más quimica que una planta nuclear, Como demonios no vas a verlo de la forma que lo miras. ¡Son el uno para el otro! ¿Cómo se supone que voy a competir con él? " un merlot" —Se burló imitando la voz de Jed —¡Ese tipo hasta te salvó la vida!
—¿Estas celoso? —Sonrió Eric — Nunca te mentí, entre nosotros nunca pasó nada. Jed y yo solo somos amigos.
—¡Amigos que se besan!
Eric frunció el ceño.
—¿Quién te lo ha dicho?
—Romeo. —admitió con un puchero.
Eric rodó los ojos molesto. Un motivo más para que le desagradara el italiano, luego agarró con sus pulgares el mentón del niño.
—es cierto.
—oh—Jesse abrió por un momento la boca sin saber que decir, no esperaba que se lo admitiera de aquella forma.
¿No debería habérselo negado al menos?
—¿podrías al menos fingir que no sientes repulsión por mi?
—No siento repulsion por ti.
—¿Por qué no me has besado, entonces ? ¿Por qué lo besas a él? ¿Crees que no me di cuenta que me corres la cara cada vez que me acerco? Hasta fui a ver aun dentista pensando que tenia mal aliento o algo.
—No tienes mal aliento Jess
—¿Crees que no lo sé?¡ Me lo ha certificado el odontólogo!
Eric suspiró y tomó del rostro a su esposo para que lo mirara.
—Lo nuestro no es más que un roce de labios de reconocimiento, nunca fue más que eso, no es que no quiera besarte, es que no beso a nadie. No un beso de verdad al menos, uhy, esto es ridículo Jess... Escucha, esperaba besar y ver las estrellas, era algo tonto que mi madre decía, que cuando llegara la persona indicada lo sabría, me lo tomé demasiado en serio, creo... El asunto es que siempre creí que eso pasaría con Jed, por eso esperé todos estos años—le dijo y el chico intentó correr de nuevo el rostro pero Eric se lo impidió —no te beso, no porque no me tiente tu boca Jess, con esos pucheros que haces sería imposible no tentarse, la única razón por la que no lo hago es que me avergüenza ser un adultob y no saber besar como dios manda. Nunca besé que nadie Jess.
—¿es en serio?—Eric asintió—oh.
Jesse se quedó con la boca abierta, no tenía idea de que responder a eso.
Desde que su mejor amigo y su presunto esposo habían entrado a la cocina trabando la puerta detrás de ellos Jed se había movido incómodo en su sitio intentando oír las cosas que se estuviera diciendo la pareja.
—Ya basta. —Se hartó Romeo arrojando los cubiertos. —Si tanto te jode que esté con otro por que no te casaste con él ¿Estoy pintado aquí o que?
—Solo me preocupo por mi mejor amigo.
— ¿Siquiera te lo crees? estuviste actuando toda la maldita noche como un novio celoso.
— ¿no será que estás haciendo transferencia?—le dijo Jed poniéndose a la defensiva— ¡Te vi mirarlo! Vi como le hablabas a Jesse con todo tu encanto de chico bueno italiano.
—¡ yo no soy el que besa a su mejor amigo por deporte!
—No, ¡ tú te follas a cada idiota que tienes delante!
Lo siguiente que se escuchó fue el ruido de una bofetada y el incómodo silencio entre ambos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro