Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

🖤1🖤

CAPÍTULO 1

Eric.

El príncipe, gobernante, rico y poderoso, eso había dicho su madre que significaba su nombre. Puede que su madre estuviera demasiado colocada ese día y delirara, como fuera,  había días que sentía que el nombre le venía en grande.

Mandas u obedeces, gruñó  mientras aparcaba el coche en el garaje.

Siempre lo habían educado bajo ese lema.

Eric, había decidido mandar.

Pero mandar implicaba que se hicieran las 2a.m y estuviera llegando a casa.

Se sentía destrozado, al punto que tuvo que delegar ciertos asuntos, y si había algo que odiaba,  era delegar, aún debía controlar los números de la tabacalera y sus inversiones en el extranjero, llevaba un buen tiempo descuidando ese asunto, tenía un hombre a cargo, claro, un contador bastante nervioso, pero con cabeza ágil, el tipo daba pena, pero era fiel, y sin escrúpulos, razón por la que lo mantenía a cargo de sus negocios, los legales al menos, sus otros "negocios" prefería tratarlos personalmente.

Tenía un par de hombres en los que confiaba, claro, eran parte de la familia, pero eran de esa clase de familia que prefieres mantenerte apartados, los llamaba para casos especiales y por norma general prefería tenerlos lejos, digamos que él era el mestizo, y sabía que no todos estaban contentos con eso, de no ser por "el legado" era probable que hubieran intentado matarlo más veces de las que ya  lo habían hecho.

Su abuelo era un hombre respetado en los círculos de la Bratvá, había ganado la protección del jefe de jefes, era la razón por la que algunos le eran fiel, pero las cosas comenzaban a irse de sus manos, y sabía que estaba bajo el ojo crítico de muchos que intentaban hacerse con el poder que había conseguido amasar su abuelo en el nuevo continente.

Las cosas se pondrían feas, lo sabía.

También sabía que era lo suficientemente idiota como para estar más preocupado por la boda de su mejor amigo que por los asuntos que la hermandad se traía entre mano.

El pakhan estaba perdiendo poder, los hombres que estaban con él caerían si todo se iba a la mierda.

Acabaría con un tiro en la frente en un descuido, eso era algo que también sabía y dormir comenzaba a ser un problema. Pensar en  dirigir, no era lo mismo que hacerlo y mantener un grupo de descarrilados y asesinos en orden no era tarea fácil, su abuelo lo había hecho parecer tan sencillo durante años, que creyó, estúpidamente, que cuando tuviera que ocupar su puesto, las cosas serían más simples. Había pasado apenas un mes de que la noticia del accidente de su abuelo fue oficial, una avioneta desviada era la historia que habían vendido a los medios, un millonario menos en el mundo, el joven heredero inexperto a cargo. 
Estaba bastante seguro que no había llegado a oídos de todos o las cosas se habrían puesto peor.

Aun se encontraba en ese limbo de tranquilidad que antecedía al huracán, era cuestión de tiempo a que el jefe lo supiera, cuando eso pasara, su vida se transformaría en un caos.

Suspiró agotado.

Su abuelo había sido un Vory, uno que rompió las reglas, razón por la que el Pakhan lo marcó desfigurándole la mitad de la cara, el hermano traidor.

Eric conocía la historia, de antes de que la bratvá aceptara los negocios legales para el lavado de dinero, la tabacalera de su familia por años había sido una marca de vergüenza, para muchos aún lo era, aunque  la mayoría se había olvidado del código Vor, pero en los años en los que su abuelo había iniciado su negocio aquello era una sentencia. De hecho la única razón de que no lo mataran y lo dejaran huir a EEUU con su esposa, era que su abuela había sido la hermana del jefe. Y Era la misma razón por la que prácticamente lo habían vendido a él para saldar las deudas desde el maldito segundo en el que nació.

Él era el perro mestizo, había oído muchos apodos murmurados por lo bajo, los pocos que se atrevieron a insultarlo a la cara no vivieron lo suficiente para repetirlo pero lo cierto era que
no se equivocaban del todo, era cuestión de tiempo a que su amo supiera que estaba a cargo y la sangre comenzaría a correr.

12 rosas...

Jesse Roger se encontraba repasando mentalmente todo lo que sabía del agente asesinado aquella noche. Era un compañero. Y claro, Jesse sabía que no debía sentirse tan entusiasmado por la muerte de otro agente, pero era esa misma muerte la razón por la que lo habían promovido. Se sentía mierda por emocionarse, pero ese era el caso que había esperado toda la vida.

Y los agentes mueren todos los días, se dijo. Probablemente alguien se alegre con mi muerte prematura, Se convenció a sí mismo para no sentirse tan culpable, pero eso no hacía que el nudo mezcla de culpa y excitación apretara menos su estómago.

Miró la carpeta sobre su nuevo escrito, el ascenso había sido repentino y bajo circunstancias penosas, vamos, que no se alegraba de la muerte del hombre al que ahora remplazaba, era políticamente incorrecto pero no lo conocía y era la primera vez que le daban un caso gordo, Uno de verdad gordo.

Caín.

La jodida leyenda del tráfico de coca detrás del nombre bíblico.

Era todo lo que sabía.

12 rosas anónimas lo ataban a ese nombre que llevaba meses escrito en la pizarra frente a él.

Había una relación entre las drogas, las rosas, los asesinatos y aquel mítico nombre.

El hombre al que habían encontrado muerto en su casa hacía un par de noches había hecho la conexión, pero se la había llevado a su tumba con lo poco que había quedado de él.

Asesinado era un término amable para lo que le habían hecho, si Jesse no se hubiera criado espiando las carpetas que su padre llevaba a casa cuando nadie veía,  probablemente hubiera vomitado.

Su padre, James Roger,  había trabajado en homicidios antes de que lo mataran, cuando pasó Jesse tenía apenas 16 años. Habían dicho que su padre se había vuelto corrupto.

Jesse se negaba a creerlo, él hombre que le había enseñado a juzgar al beisbol nunca hubiera hecho algo como eso, era la razón por la que había decidido ser agente de la DEA, No era homicidios...

Pero se relacionaba.

—Si lo sabrás querido Gary. —Dijo viendo la foto del hombre que según los perito habia sido mutilado hasta morir.

Lo único que habían dejado, era una docena de Rosas en su puerta.

Nada más.

Jesse volvió la vista a las fotos, las reordenó en otro ángulo para ver si le llegaba la inspiración.

Nada.

Para la hora del almuerzo Jesse se sentía frustrado.

Cuando era niño creía que resolver crímenes sería como las películas que veía.

Atrapar a los malos y llevarse a la chica a casa.

Bueno. En su caso, la chica no era que le importara tanto. Jesse Roger era homosexual. Era la razón por la que cada día iba a almorzar solo a un pequeño restaurantillo no muy lejos de la estación.

Sus antiguos compañeros eran unos capullos homofóbicos y estaba bastante seguro de que la cosa no cambiaría por mucho que su puesto hubiera cambiado.

Estaba en su mesa habitual rematándose la cabeza con el asunto del agente Carlson cuando sintió una mano en su espalda.

Al alzar la vista dio de cara con un hombre sonriente. Iba casual, con su arma en las caderas gritaba poli por todos lados.

—¿Eres el nuevo no? —Jesse lo miraba alucinado. Tenía el cabello medio desordenado y los ojos rasgados, el chino, todos lo conocían, podría decirse que era una figura legendaria en el cuerpo, el mejor de homicidios en los últimos 10 años —Soy Liu Cong.

Jesse ya lo sabía. De todos modos asintió, diablos que sentía la boca seca, era como que una celebridad se molestara en hablarle. A él. Un nadie. El eslabón más bajo en la cadena de mando. El cebo para peces.

—Ya cambia esa cara, niño.—Se rió el hombre sentándose a su lado y con un gesto de mano pidió dos cervezas y le hizo un guiño de "tu no viste nada" .

Jesse seguía boquiabierto viendo al hombre frente a él que ocultaba una risilla detrás de su vaso. —¿Así que remplazas a Gary no?

—S, sí.

—Era mi compañero, eso quiere decir que trabajaremos juntos.

—Lo siento.

—¿Sientes trabajar conmigo?—Le preguntó divertido haciendo que el chico se sonrojara, parecía a punto de llorar en cualquier momento.

—No. No. Digo, No lo siento. No por trabajar contigo, es un honor.—Comenzó a tropezar con las palabras haciendo que el hombre mayor tuviera que hacer un esfuerzo sobre humano por no reirse del crío.—Yo, Gary. Tu compañero, siento la muerte yo...Lo siento.—Terminó al darse cuenta que no hacía  más que embarrarla con cada palabra que soltaba.

Diablos.

Liu Cong se encogió de hombros.

—Era un hijo de puta. Un sabueso sin escrúpulos para resolver casos pero una persona de mierda. Que en paz descanse.—Soltó y eso hizo que Jesse no supiera que decir a continuación.

Se limitó a agarrar el vaso de cerveza y beberse un trago para humedecerse la garganta. Que vamos, primer día y su legendario compañero ya creería que tenía algún retraso.

El hombre mayor volvió a sonreírle, tenía ese no sé qué afable que hacía sentir a gusto. Podía imaginarlo jugando a poli bueno —¿Eres el hijo de James, no?

Jesse alzó la vista asustado. Esperando ver repudio en los ojos del mayor, vamos que creer que eso se pasaría por alto un detective de su calaña era cosa de idiotas, probablemente el hombre ya supiera hasta su grupo sanguíneo.

El hombre soltó un silbido suave, el chico era tan fácil de leer que hasta daba pena. Novatos.

—¿Vaya mierda eh?

Jesse no respondió.

—5 cargos por corrupción y dos homicidios, murió en la cárcel antes de que determinaran la sentencia. —Le dijo el hombre como si Jesse no lo supiera.

El más joven apretó los puños molesto. Quería decir que era mentira, él no se creía una mierda de lo que decían, pero no podía demostrarlo aún y había aprendido a callarse. Eso era mejor que hacer el ridículo, ya lo había hecho por años.  Jesse no lo creía, no podía, pero tampoco podía negarlo.

—Oye, tranquilo. —Le dijo dándole un golpe amistoso en el hombro.—No hace falta que te pongas a la defensiva. No pareces mal chico.

—No lo soy.—Le dijo seguro de si mismo. El ERA de los buenos.

—Eso, entonces, olvídate de lo que digan y concéntrate en patear el trasero de los tipos malos. ¿De acuerdo?

El mayor le dio el último  trago a su cerveza y le revolvió el pelo de forma paternal antes de levantarse y dejar al chico solo.


— No. No hace falta, solo envíen las rosas. Sí, descuide, sabrá  quién las envía. No, no es necesario ninguna nota. Solo las rosas —Dijo Eric al teléfono como por cuarta vez antes de por fin cortarle a la joven dependienta que había insistido en que le dejara su nombre.

Vaya fastidio había resultado.

Por norma general Eric conocía todas las floristerías de chicago y alrededores.

Podría decirse que era un asiduo comprador de flores.

Miró la hora en su reloj, aún iba con la bata puesta y tenía una jaqueca que lo estaba matando. Hacía horas que debía de haber abandonado el hospital, pero como si su día a día no fuera lo suficientemente agotador, entró un maníaco en plena crisis y era el único disponible en ese momento para atenderlo, casi se había ido cuando la enfermera lo retuvo a mitad del pasillo para que contuviera a su "nuevo amigo".

Vaya mierda había sido, literal, el hombre había pintado toda su casa con excremento y luego se había pintado él, había golpeado a un par de vecinos que intentaron detenerlo cuando quiso seguir con "su arte" y necesitaron de 4 hombres de seguridad para retenerlo.

Había sido un jodido caos la sala esa tarde.

La sala de jefes de residentes no era demasiado grande, una pequeña sala con un par de bancos más duros que los de iglesia, una mesita y unos lokers, se parecía bastante a un gimnasio sin toda el aura deportiva. Se dejó caer en uno de los sillones que parecía haber sido hecho de cemento puro y subió sus pies cubriendo su rostro con uno de sus codos.

Probablemente se hubiera caído dormido allí mismo de no ser por una conocida cabeza rubia que entró buscándolo.

—Vaya, así que sigue aquí. —Eric alzó la vista hasta un conocido par de ojos verde pálido que lo miraba con su mochila al hombro ya listo para marcharse.

Jed Jones.

Se le notaba cansado, pero probablemente ni tanto como el chico de ojos agatunados que lo miraba desde el banco. Supuso que Jed habría dormido la noche anterior. No como él, Eric se había pasado toda la noche resolviendo un par de pendientes. —Me dijo Sandy que aún no te habías ido.

—Una emergencia.

Jed le regaló una sonrisa de camaradería que pretendía demostrarle que lo entendía. No era cierto, Jed Jones nunca iba a entenderlo, pero Eric se limitó a devolverle una sonrisa torcida que le resaltaba su hoyuelo izquierdo. —Bueno, pasé a avisarte que iremos a las vegas, para la despedida de solteros. Puedes llevar a alguien si quieres, serán unas mini vacaciones, Willow ya ha confirmado que viene, no puedes fallarme.

—Nunca lo haría. —le dijo Eric intentando enmascarar de cansancio su molestia por todo el asunto de la boda.

—¡Genial!—Dijo Jed emocionado.

Vamos, que llevaba tiempo actuando como quinceañera enamorada, el cabron de Romeo había armado toda una pantomima para pedirle matrimonio, hasta había habido baile , rosas y música. Desde entonces tenía al idiota de Jed comiendo de su mano. Inútil, engreído. —Oye tengo que irme Romeo me espera, sus padres han venido de Italia, en fin. Nos vemos luego y acordamos detalles. Vete a dormir hombre, parece que llevaras medio siglo muerto.

—Claro, descansa.

Esperó a que  jed desapareciera y soltó un suspiro.

Maldita sea, Gruñó.

¿Cuándo demonios iban a dejar de sentirse como se sentía por él?

Eric McGraw estaba molesto consigo mismo al punto que le entraban ganas de golpearse. Al menos eso ayudaba a que su encargo de esa noche no resultara tan frustrante. De hecho, con lo molesto que se sentía en eso momento puede que hasta lo disfrutara. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro