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Capítulo 25| Bob, el superjefe
Mane
Jaxon me besa cuando se acerca dónde estoy con Noah sin que lo vea venir. Recibo su beso encantada y se lo devuelvo, sonriendo en medio de este. Puedo sentir la mirada de mi mejor amigo puesta en nosotros y seguro que su mente pervertida está empezando a activarse. Cuando nos separamos, el moreno me atrae por los hombros a su lado mientras seguimos con la conversación que estaba teniendo con el rubio.
Hemos terminado la primera semana de noviembre y con ella, los exámenes del curso antes de las vacaciones de diciembre empiezan a llegar. Tres días desde que me enrolle con Riley y aún no he podido dormir sin pensar en esa noche. Tampoco se lo he dicho a nadie y, aunque hay veces que Noah me mira como si sospechara que me pasa algo, siempre trato de permanecer relajada y neutra. Desde aquel día, cuando miro a Jaxon, siento un pinchazo en el corazón de culpabilidad y me imagino a Marco engañándome con otra; lo único diferente, es que yo lo vi todo con mis propios ojos.
Giro la mirada de Noah a Jaxon cuando siento que mi amigo me mira más de lo normal y hablo para sentirme participe en la conversación:
—¿Cuándo es el partido? —Si, dentro de nada es el partido con otro equipo de otra universidad y por eso, estos días no he visto mucho a Jaxon.
—La última semana de noviembre, Linguini.
—Intentaré pedirle algún día libre a Bob para asistir, te lo prometo —este me besa en los labios. Un beso pequeño, pero saciable. Ya es normal que Jaxon me bese delante de mis amigos y yo, no le pongo impedimento pues me encantan sus besos para ser sinceros.
Cuando Meyer está a punto de hablar, uno de su equipo, —el tal Mick—, viene hacia donde esta él gritando su nombre por todo el lugar. No tarda mucho en acercarse. Hoy vuelve a llevar suelta su larga melena rubia y la camiseta de tirantes del equipo. Le comenta a su amigo que el entrenador quiere verlos. Puedo oír como Jaxon suspira, lo que me hace gracia, y cuando le dice a Mick que ahora va él, se vuelve para mirarme.
Me agarra de la cintura atrayéndome hacia él y junta nuestros labios. Le sigo el beso, pero no dura mucho, pues el tal Mick no se ha ido y sigue aún ahí, cuando exclama con tono graciosillo:
—¡Cabrón! Pero que bien te lo tenías guardadito, ¿no? —Se ríe, llevándose un golpe de su amigo y se van juntos después de despedirse de mí y de Noah.
Una sonrisa triste me surca el rostro cuando lo veo caminar hacia el campus donde entrenan; la culpabilidad me reaparece de nuevo. Y no soy la única que lo nota, cuando Noah me golpea el brazo e intentando cambiar el rostro para mirarle, sé que no sirve de nada cuando me hace la siguiente pregunta:
—Bien, ya puedes dejar de fingir: ¿Qué te pasa?
Noah me mira con los ojos super abiertos cuando le cuento todo. Si, se lo estoy contando, pero porque sé que a mi mejor amigo no se le escapa ni una. Me siento bajo la copa del árbol que hay en la parte delantera de la universidad, en el césped y abrazo mis rodillas con fuerza intentando no derrumbarme. Hemos faltado a la primera clase, sin embargo, en ese momento eso no es lo que más me importa, además que tocaba con Harold.
Siento como el rubio se sienta a mi lado y me abraza por los hombros haciendo que deje caer mi cabeza en su hombro.
—Por eso desapareciste tan rápido de la fiesta ¿eh, madame? —Se que intenta decirlo con un poco de humor, pero ahora no me salía ni una simple sonrisa. Ni siquiera me río y es lo que quiero hacer —Hey, amiga, no pasa nada. Ha sido un desliz...
—Noah, yo fui quien lo busque —estoy al borde de derrumbarme —Cuando lo vi el día que quedé con Jaxon y nos vio besándonos, sentí algo raro en mí y, cuando me presenté en su estudio, no sé lo que pasaba en mi cabeza, pero no quise hacerle daño a Jaxon.
—Eso lo sé, Madame.
Noah me acaricia la cabeza tratando de calmarme y es ahí, cuando me derrumbo maldiciéndome a mí misma por hacerlo delante de la universidad entera. Le cuento también que Riley en un principio me apartaba cada vez que yo lo besaba o lo tocaba, pero que al final me siguió el juego. Me siento culpable también por eso, pues es como si le hubiese obligado. Noah me escucha atentamente. Me odio a mí misma por hacerle daño a Jaxon y es que, él no se merece que le sea infiel y, cuando me comparo con mi ex, Noah me regaña dándome un coscorrón con la mano en la frente.
—Tú no eres como ese tío, zorra. Me gustaría que me contarás que es lo que te hizo para que odies a todos los tíos, pero sé que mereces tiempo y TÚ no eres como él —hace énfasis en "tú" para que me quede claro.
—Noah, no sé qué es lo que me está pasando, ¿Por qué no me lo saco de la cabeza?
Este me sonríe de medio lado y dice:
—Madame, estas empezando a sentir de nuevo.
—No lo quiero... No quiero que me hagan daño otra vez, Greene —oculto mi rostro en su pecho, llenándole de lágrimas. Luego, cuando ya estoy más tranquila, minutos después, este me pregunta si se lo contaré a Meyer y que haré —Jaxon me gusta, Noah y no puedo romperle el corazón. No puedo hacerle lo mismo que a mí me hicieron... Eso me mataría.
—¿Y con el baterista?
—No pasa nada con él. Tengo que permanecer alejada para no salir herida—Me levanto de allí, secándome las lágrimas y Noah me sigue por detrás, no muy convencido con mis palabras, pero ambos entramos a nuestra siguiente clase sin añadir nada.
🎧🎧🎧
En la radio están poniendo una canción de NeverLand.
Intento evadir los pensamientos de la estúpida caja de música para solo pensar en la velada perfecta que tendría esa noche con Jaxon. Después de contarle todo a Noah y de que permanecería alejada de Riley, invité a Jaxon a salir para no pensar en nada más que en su compañía y en pasármelo bien. No obstante, la suerte no ha estado de mi parte desde que vino a recogerme a mi casa y nada más montarme en su coche, apareció la dichosa banda en la canción que ahora está sonando, —esto hace un par de minutos—.
Miro a mi apuesto conductor y sonrío apoyando mi codo en la ventanilla a la vez que pongo la mejilla sobre mi puño. Como si fuese consciente de mi mirada, este se gira un segundo para mirarme y volver a concentrarse en la carretera, mostrando una sonrisa en la cara.
—Te veo muy callada, Linguini. —Me río por el apodo y puedo entrever otra sonrisa mostrando esta vez, sus dientes. Quito el brazo de la ventana y me pongo recta, pero sigo mirándole cuando habla —En serio, porque creía que te pondrías a cantar al escuchar esta canción. ¿No te gustaba esta banda?
—Si, me gusta, pero las vistas que tengo me dejan sin palabras.
—Vaya, Linguini —sí, puede que haya sonado muy cursi lo que he le soltado, pero ha sido para divertirnos y lo logro cuando veo que Jaxon se ríe —Me alegra que me hayas invitado a salir, Wilde.
En ese momento, las palabras de Noah me vuelven a la cabeza como si de un boomerang se tratase. «No puedes apartar a los chicos porque un gilipollas te hiciese daño, Madame», y tal vez tuviese razón. A ver, Jaxon se mostraba atento y cariñoso conmigo y se nota que me quiere... y a mí me parece atractivo, pero... ¿y si luego me rompe el corazón? ¿Y si resulta que es como Marco? No, sé que eso último es mentira porque lo conozco bien, pero no puedo soportar (ni podría) otro sufrimiento más.
Sin saber porque lo hago, decido abrirme por primera vez con alguien que no es ninguno de mis mejores amigos y por mi boca salen las siguientes palabras:
—Jaxon, ¿de verdad me quieres? —Ya es demasiado tarde para deshacer mis palabras y cuando Jaxon se gira para mirarme con una ceja enarcada, me siento un poco tonta la verdad —Es decir... dijiste que me querías y te gustaba, ¿no? ¿Lo decías en serio?
—¿A qué viene eso, Linguini? Me gustas, Mane. Me gustas y mucho.
—¿Seguiría gustándote si te presentara una parte de mi vida que no conoces? —¿Por qué le estaba diciendo esto? No lo sé, pero las palabras de Noah me han tocado muy a fondo.
Cuando Jaxon asiente sin saber muy bien a lo que me refiero, le pido que pare el coche en algún lugar tranquilo y sin demasiada aglomeración para hablar. Este hace lo que le pido y se mete por un callejón que ahora mismo no esta tan oscuro, pues son las seis de la tarde. Detiene el coche, se desabrocha el cinturón y espera a que proceda a hablar, pero algo me impide hacerlo, pues nunca le he hablado de Eliot a nadie más que Noah, Soph y Susan. Llevo las manos a mi cara, cubriéndome con estas. Jaxon, al notar que empiezo a temblar, me coge las manos con las suyas y me aprieta para tranquilizarme. Nos miramos y por fin las primeras palabras salen:
—Tengo un hermano.
En un principio no parece saber que decir. Su rostro se mantiene intacto, impasible y pestañea varias veces seguidas como si no se esperara esa revelación. Se que, a simple vista no es nada importante lo que le he contado, pero para mí el hecho de hablarle de un hermano que apenas se mantiene en pie y que sale poco de su cuarto... es un mundo para mí.
Al fin, habla:
—¿En serio?
Asiento y sigo contándole un poco de mi vida, pues quiero poder confiar en él, sin embargo, antes de continuar le digo lo siguiente:
—Por favor, si de verdad me quieres, prométeme que no empezaras a tratarme diferente a partir de ahora —Jaxon asiente, pero yo sigo suplicándole, pues desconfío mucho en estos temas —Que no te daré pena. Prométemelo.
—Te lo prometo, Linguini.
Este me coge de la nuca y junta nuestros labios para luego escucharme mientras que abro una parte de mí ante él. Le cuento casi todo, pues no estoy lista para hacerlo al completo. Le hablo de mis padres y de que nos abandonaron a mi hermano y a mí, cuando yo solo era un bebé, le digo como se llama mi hermano, le cuento que vivo con él y con una vecina de Canadá que fue como una madre para nosotros y ha decidido venir a ayudarme con Eliot. Si, también le cuento que apenas veo a mi hermano porque este está encerrado en su habitación y que no es de gran ayuda en el alquiler y demás. Le cuento por qué le tengo tanto miedo a las relaciones (sin mencionar a Marco) por la ruptura de mi hermano. Que la universidad no sabe que tengo un hermano y que me ayudan a pagar a plazos pensando que es porque trabajo y estudio y eso es difícil para una estudiante.
Cuando llego a la parte de que solo veo a mi hermano cuando baja a por alcohol o para ir al baño, me derrumbo por primera vez delante de otra persona y este me estrecha entre sus brazos haciendo que me siente en su regazo. Apoyo mi cara en su pecho intentando calmar las lágrimas.
—Joder, Linguini.
—Solo lo saben mis amigos —me atrevo a decir sin mirarle a la cara —Por eso nunca quiero que entres en mi casa. A veces me da vergüenza que lo vean.
Jaxon me coloca un mechón de pelo detrás de la oreja y con la otra mano me levanta la barbilla para que le mire. Siento su pulgar en mi labio inferior. Nuestras miradas se cruzan, este me susurra que no tiene por qué sentir vergüenza y que no me va a tratar diferente por quien soy en realidad y después de esas palabras, le beso. Si, soy yo quien empieza, pero él me sigue de inmediato. Agarro su cara con ambas manos para intensificar el beso y aprieto mis partes a las suyas provocándole un gruñido. Jaxon me limpia algunas lágrimas que aún me quedan por las mejillas con la lengua y me echa hacia atrás apoyándome contra el volante con cuidado de que no lo haga sonar para observarme.
—Gracias por confiar en mí, Mane —sé que lo dice de verdad, lo veo en su mirada.
Seguimos besándonos con pasión hasta que llega un momento en que mis pensamientos me traicionan y de un segundo a otro veo la imagen de Riley que me aparta de golpe de los labios de Jaxon. Este se me queda mirando sorprendido, pero intento no darle importancia y vuelvo a besarle solo pensando en el chico que ahora estoy besando... pero ahí está de nuevo: Riley en mi cabeza.
La intensidad va en aumento hasta tal punto que empieza a hacer calor en el interior del coche. Cuando Jaxon está a punto de quitarme la camiseta, su acción se ve interrumpida a mitad de camino por varios golpes en la ventanilla de su coche y al girarnos, la cara de una anciana de avanzada edad nos observa con cara de pocos amigos.
Su voz sale amortiguada debido a que esta el cristal levantado, pero se le oye decirnos:
—¡Ingratos! ¡Iros a un hotel!
Cuando la señora se marcha después de habernos echado varias miradas asesinas, Jaxon y yo nos miramos un poco avergonzados, pero acabamos a carcajadas antes de que yo vuelva a sentarme en mi sitio y abrocharme el cinturón para salir de aquel callejón. No se la hora que es, pero el resto de la tarde ambos nos lo hemos pasado genial y por fin conseguí no pensar en el innombrable.
Y porque al llevarme a casa, me atreví a dejarle entrar y conoció a Rosa.
🎧🎧🎧
Una persona puede saber cuándo empieza el frío de verdad con solo ver a su jefe, el cual nunca tiene frío, entrar por la puerta de la cafetería con veinte capas de ropa puestas encima. Ese es mi caso señores. Bob entra en su cafetería con una bufanda negra, un suéter de cuello cisne negro y un abrigo gris oscuro largo. Sigo limpiando el mostrador cuando veo que pasa por mi lado y le saludo para luego perderle de vista cuando se mete por el pasillo que lleva a la parte trasera; seguro va a su despacho.
Mi jefe es de esos hombres que apenas le he visto demasiado abrigado, pues normalmente va con camisa de tirantes o de manga corta. Por eso, cuando Noah y yo vemos a Bob de esa guisa, significa que hace muchísimo frío fuera, —tenemos la coña del superjefe—, porque parece que un bloque de hielo y nunca se congela.
La notificación del teléfono me hace volver a concentrarme en lo que estaba haciendo y dejando el trapo en el mostrado, saco el móvil del delantal para ver que es Jaxon quien me ha escrito un mensaje. Ayer fue cuando le conté sobre Eliot y, aunque tuve miedo de que no cumpliera su promesa y empezara a tratarme diferente, para mí sorpresa no fue así. Ayer di un paso enorme al dejarle entrar en mi casa y conoció a Rosa.
Leo el mensaje:
Jaxon: Me lo pase muy bien ayer, Linguini excepto por la señora esa 😉
Yo: También yo lo pasé bien, morenito 😉 Por cierto, gracias por no cambiar tu actitud conmigo.
Doy toquecitos con el dedo en un lateral del móvil esperando su respuesta. Al no ver que lo haga, decido guardar el móvil de nuevo en el delantal y seguir limpiando justo cuando me llega la notificación de un mensaje y creyendo que es Jaxon, lo abro con una sonrisa en los labios hasta que veo la persona que aparece en mi pantalla.
No quiero darle, pero sin querer lo hago abriendo así su conversación y aprovecho para leer su mensaje:
Chico Disney: Hey, sirenita. No sé si estamos bien o no y me ha costado bastante escribirte esto, pero solo quiero decirte que mires la foto que te mando a continuación. Me dijiste que eras de Canadá la otra vez y bueno... en la gira estuve pensando en ti.
En ese momento, me llega otro mensaje esta vez con la foto de la que habla en el anterior. Cuando abro la foto, se puede apreciar un ventanal enorme donde se aprecian unas vistas impresionantes. Puedo ver una esquinita de lo que parece ser una mesa en una parte de la pantalla y desde el primer minuto se dónde es la foto: la Torre CN.
Esa torre es la más enorme de Canadá y tiene en su interior un restaurante. Yo nunca he comido allí, aunque siempre ha sido uno de mis sueños, pero en mi familia (mi desestructurada familia), no es que sobrada el dinero mucho.
Mis dedos comienzan a escribir cuando me doy cuenta de lo que estoy haciendo y a mitad de la frase, me detengo. ¿Qué haces, Mane? Borro el mensaje y guardo el móvil en el delantal intentando quitarme de la cabeza aquel mensaje y la persona que lo ha escrito. ¿Me estoy comportando como una niña? Tal vez, pero no debía ocurrir nada más entre él y yo. En ese momento, los primeros clientes de la tarde empiezan a entrar y eso significa que ya tengo que ponerme a trabajar lo que agradezco para no pensar más.
Noah no trabajaba hoy, pero si la otra chica que estaba con nosotros, así que por suerte no estuve sola.
Alguien me sujeta del brazo cuando estoy cerrando la cafetería, ya que me toca cerrarla a mí, y asustada me doy la vuelta lo más rápido posible estampando mi mano en la mejilla de aquel o aquella psicópata cuando escucho una voz que reconozco demasiado bien y que ojala no conociera:
—¡Ay! Golpeas fuertes, sirenita.
Riley cruza su mirada conmigo aun sin apartar su mano de su mejilla dolorida. ¿Qué hace allí? ¿Había terminado su gira? Veo como se frota y ahora me siento culpable, pero mantenga mi postura firme y termino de cerrar la puerta para poder marcharme a mi casa. Cuando me alejo unos pasos de allí lo siento situándose justo a mi lado y consigue que me ponga nerviosa en cuestión de minutos.
Vuelvo a escuchar su voz, pues yo no quiero hablar:
—No me respondiste a los mensajes —Sigo sin responder. Juré ante Noah que no volvería a pasar nada entre él y yo, y eso pensaba cumplir —Se que estabas en línea, así que no me vale esa excusa.
—Se me olvidó responderte, tengo muchas cosas que hacer.
Mi tono neutro no pasa desapercibido ni siquiera para él y sin que lo vea venir, Riley tira de mi brazo hacia la entrada de un callejón (el mismo sitio que cuando me pilló cambiándome y salimos de Bob's juntos) y me pone contra la pared y su cuerpo. Bajo la mirada para no verle, pues es lo último que necesito ahora mismo. Lo tengo tan cerca que puedo incluso oler su perfume y lo odio; lo odio porque quiero volver a besarlo y no quiero pensar así solo por un tío.
Riley me pide que le mire, pero yo niego y no le obedezco. Soy consciente de que, si levanto la mirada, caeré rendida a esos ojos marrones y lo que necesito es intentar alejarme lo más que pueda. De repente, noto que me coge el brazo con una mano y lo levanta para ponérmelo arriba de la cabeza, sujetándomelo para que no pueda huir y con la otra, me sujeta la barbilla acariciándome con el pulgar y sin que pueda hacer nada, alza mi cara para quedar a la altura de sus ojos.
Nos miramos. Ninguno dice nada y eso lo hace todavía más incómodo.
Riley me mira sin decir nada como si estuviese intentando buscar algo en mis facciones, pero lo que él sigue sin saber, es que soy buena ocultando cada rasgo y cada emoción para transformarlas en un simple gesto neutro. ¡ay, querido Riley, cuanto te falta por conocerme! Después de un largo silencio, soy yo quien decide romperlo para decir lo siguiente:
—Quiero irme a casa, idiota.
—¿Te he hecho algo? —pregunta, dejándome sorprendida pues es lo primero que dice desde hace rato. Observo que se pasa la mano que antes sujetaba mi barbilla por el pelo, frustrado y vuelve a posar sus ojos en los míos —En serio, porque no lo entiendo, sirenita.
—No entiendo a qué te refieres —respondo en tono neutral.
Observo como aparta la cara de mí mientras muestra una sonrisa de lado, sarcástica. Segundos después vuelve a mirarme fijamente y adrede, se termina por acercar acortando toda la distancia que quedaba entre nosotros. Nuestros rostros están tan pegados que estoy segura de que, si muevo un centímetro la cabeza, acabarían rozándose por completo y odio el pensamiento de deseo que se me pasa por la cabeza al querer que ojalá pasara aquello porque sé que está mal. Su perfume traspasa mis fosas nasales y cuando veo que gira poco a poco la cabeza para tenerla inclinada, me asusto.
Mi voz sale entrecortada cuando digo lo siguiente:
—¿Qué... que haces?
—Deberías separarme, sirenita —corrobora este con un deje de diversión en el tono bien disimulado. Pues sí, debería separarle, pero ¿Por qué no lo hago? —¿Por qué no lo haces? Puedes empujarme y salir ya que no te tengo tan encerrada.
Aprovechando que estoy distraída pone su mano sobre mi mejilla y me acaricia con delicadeza provocando miles de sensaciones en mi cuerpo. Vuelvo en mí cuando con el pulgar me roza el labio inferior haciéndome alzar la mirada (no he sido consciente de haberla bajado) para volver a unir nuestras miradas.
«Mane, ¿Por qué no le apartas?», pienso en mi fuero interno.
—¿He hecho algo para que no quieras escribirme? —pregunta de repente, rompiendo de nuevo aquel incomodo silencio. Lo hace en un susurro que no puedo evitar preguntar un ¿Qué? —: Antes, estabas escribiéndome cuando de pronto has dejado de hacerlo.
—Ese mensaje no era para ti, idiota.
—Ya... ¿viste la foto? —cambia de tema.
—Muy bonita —es lo único que puedo decir, pero una parte de mi seguía pensando en la Torre CN de Toronto y ojalá haber estado allí en persona —Quiero irme, se está haciendo tarde...
—No he dejado de pensar en ti, sirenita. Durante la gira.
Sus palabras me dejan congelada en el sitio y me doy cuenta de que se ha echado un pelín hacia atrás dejando un poco más de espacio entre nosotros y aunque tengo la oportunidad de apartarme, sigo sin hacerlo. Le contesto intentando parecer borde que ya se podía haber quedado de gira más tiempo a lo que este se ríe. Los ojos se me bajan de nuevo a sus labios, apreciando esa sonrisa que se le forma cuando deja de reírse y a ello se le suma otro susurro muy cerca de mi oído para decirme lo siguiente que me sonrosa:
—Mis ojos están arriba, sirenita.
Idiota.
Después, lo único que recuerdo es que él presiona sus labios con los míos y yo ni siquiera hago nada para separarle. Por inconsciencia, llevo mis manos alrededor de su cuello dejando que la mochila caiga al suelo. No entiendo porque no le paro y en su lugar, le sigo el beso, pero es que es como si sus labios fuesen una adicción para mí. Es Riley quien nos separa lentamente y con una media sonrisa sarcástica, dice:
—Creo que no soy el único que tenía ganas, sirenita —dice, con tono juguetón y yo aprovecho para alejarme por fin de él y empezar a caminar.
—No sé de qué hablas.
—Podías haberme detenido, pero has seguido el beso. Es más, creí que me empujarías, sirenita —cuando siento que me detiene de la muñeca, me giro para encararle y este levanta la mano para mostrarme lo que sujeta: mi mochila —Se te olvidaba.
Se la cojo de malas ganas y cuando voy a proseguir mi camino, pues ya es muy tarde para andar por las calles, este vuelve a detenerme. Tira de mi para acercarme a él haciendo que quede pegada a su pecho, al alzar la mirada, vuelvo a estar cerca de su rostro.
Digo lo siguiente:
—¿No puedes volver a ir de gira? —Se ríe por mi tono.
—He terminado la de América, sirenita y quise venir a verte antes de empezar por Europa.
No sé porque y si lo hago porque quiero, pero esta vez soy yo quien se lanza a sus labios. Es como si el beso de antes no me hubiese dejado satisfecha y necesitara más. Riley no tarda en seguirme el ritmo cuando me lleva hacia la misma pared de antes y mi espalda choca con ella.
Despeino su pelo cuando meto los dedos en este y él me acaricia las caderas hasta que... la cara de Jaxon aparece en mi cabeza y le aparto de inmediato dejándolo confundido.
Me coloco la mochila bien y me alejo de él sintiéndome estúpida. Necesito alejarme de él por el bien de los dos: de mí misma y de mi corazón. Algo me está pasando con ese chico y me negaba a pensar que estaba sintiendo cosas, porque eso solo empeoraría las cosas. Cuando me detiene de nuevo, yo me suelto de su agarre esta vez, con los bordes al punto de soltar las lágrimas, pero consigo aguantarlas:
—Esto está mal, ¿vale? Estoy con Jaxon y no puedes venir y joderlo todo, ¿Te queda claro? —al ver que no dice nada, le empujo con las manos intentando que no salgan lágrimas. No quiero llorar delante de nadie —Que te entré en la cabeza que esto es un error y no debe volver a pasar...
—Sirenita, no te puedo sacar de mi puta cabeza, pero... —se detiene para mirarme. Luego, prosigue —... si es lo que quieres, no volveré a acercarme a menos que tú lo pidas.
—Es que... me siento mala novia, ¡joder! —me llevo las manos a la cabeza, separándome de él. Unos minutos después, siento un brazo rodeándome por detrás y por primera vez, le dejo abrazarme —Yo... yo no soy como él. Yo no soy infiel.
—¿Quién?
—Nadie —digo rápidamente al ver que he vuelvo a meter la pata hablando de Marco —Me voy a casa, idiota. Tengo cosas que hacer.
Antes de que me dé tiempo a decir nada ni marcharme, este me interrumpe:
—Déjame acompañarte —Espera una respuesta, pero al ver que no digo nada salvo mirarle extraña, dice —: Es de noche y tengo miedo que te pase algo, sirenita.
Sé que no voy a poder cambiar de opinión y que aun sea lo que le diga, va a querer acompañarme, así que asiento y vamos los dos dando un paseo en completo silencio (pues no tiene hoy coche) hasta mi casa. Cuando llego, me obliga a entrar primero antes de marcharme.
🎧🎧🎧
La mirada de Noah me está poniendo de lo más nerviosa.
Desde que hemos llegado a la universidad no ha dejado de mirarme como si tratase de leerme los pensamientos y, a decir verdad, me da miedo de que lo consiga. Mi mente en estos momentos es un auténtico caos, pues no dejo de pensar en lo que paso anoche con el estúpido baterista del que no dejo de pensar a sabiendas que está mal.
Sin poder evitar más escrutinios, decido cortar aquel incomodo silencio y atreverme a preguntar porque me está mirando así. Sus palabras son las siguiente:
—Ocultas algo, lo sé —Odio a Noah por saber en todo momento que estoy tramando, pero, aun así, me mantengo firme —Desde esta mañana en la primera clase, te veía distante.
—No sé de qué hablas, Greene.
—¿Te crees que me chupo el dedo, Madame? A ver, chupo otras cosas, pero el dedo no —Pongo una cara de desagrado cuando dice aquello, pues solo son las diez de la mañana y ya tiene la mente sucia.
Como sé que a mi mejor amigo no le puedo mentir y que no va a dejar el tema en ningún momento, decido deshacerme de lo que me carcome por dentro, porque una parte de mí necesita contarlo para librarme los pensamientos. Le hablo que ayer después de cerrar, me encontré de nuevo a Riley (que no fue previsto) y que le volví a besar. Este abre los ojos como platos cuando oye aquello y me da algún consejo cuando le digo que soy mala novia y que tal vez, esté transformándome en Marco, mi ex.
Me pregunta que es lo que haré y lo de siempre, que si yo le sigo el beso es porque quizá sienta algo, cosa que temo. Se lo digo así. Temo que Noah tenga razón y esté empezando a sentir algo por ese idiota baterista porque eso solo significa, estar abriendo mi corazón a alguien y no quiero. No quiero sufrir de nuevo.
—Amiga, ahora en serio —dice Noah esta vez poniéndose tan serio que no parece el loco de mi amigo —Tú no eres como ese ex tuyo, que se te meta en la cabeza —me da toquecitos suaves en el centro de la frente mientras lo dice —Y si no puedes mantenerte alejada de ese sexi baterista, es porque está consiguiendo ablandar tu corazón.
—No...
Es lo único que digo con la cara descompuesta de que pueda tener razón. Mi corazón debe seguir duro (o lo que queda de este) para no volver a sentir los pedacitos cuando me lo rompa. Cuando quiero decir algo más, la voz de Jaxon a mis espaldas me llama la atención y cuando lo siento cerca, me calmo un poco. Eso es bueno ¿no? Que Jaxon consiga tranquilizarme cuando lo tengo cerca.
Un brazo se pasa por detrás de mis hombros haciéndome volver a la realidad y cuando miro hacia mi pareja, este me besa de sorpresa dejándome enajenada. Sonrío cuando se separa y hablamos entre los tres. Este nos cuenta que ha estado toda la mañana entrenando para los próximos partidos y es en ese momento, cuando me acuerdo y le pregunto lo siguiente:
—¿Sabes ya cuando es el partido?
Jaxon me sonríe antes de besarme y después me dice el día del primer partido que se enfrentaba a otra universidad en nuestro campus.
—El 29 de este mes.
—Intentare pedirle el día libre a Bob entonces —prometo, sonriéndole con sinceridad.
Luego, Noah nos interrumpe carraspeando para decir de sus pervertidas frases. Jaxon no puede evitar reírse, pero entre ellos parece haber buen rollo y pienso para mis adentros que tal vez Jaxon es la persona indicada para mí... hasta que su imagen vuelve a mi mente y me maldigo por ello al mismo tiempo que la aparto lo más rápido posible.
Oigo que mencionan a Mick, el compañero de equipo de Meyer, y como no, mi rubio pervertido comenta de las suyas en ese momento, haciendo que Jaxon vuelva a desternillarse mientras sigue abrazándome por los hombros.
—Ese hombre es el mismísimo dios Ares —dice, haciendo un gesto de depravación a lo que yo le hago el gesto de repulsión y Jaxon se ríe a mi lado —Si tú puedes morrearte con este bombón, Madame, ¿Por qué yo no?
—No quiero quitarte la ilusión, Greene, pero digamos que Mick no es gay —responde mi chico aguantándose la risa.
—Bua, qué más da, cuando pruebe de esto —se señala, asimismo —Querrá que le folle todos los días...
—¡Noah! Por dios amigo, son las diez de la mañana solo, ¿puedes no ensuciarme la cabeza? —inquiero, rodando los ojos.
Este asiente sacudiendo las manos por encima de su cabeza como rindiéndose y dejando el tema mientras comienza a caminar hacia la entrada de la universidad. Nosotros dos vamos detrás de este y, de nuevo, vuelvo a escuchar otro comentario de mi mejor amigo:
—Yo podría hacerle un trabajito extra a Mick...
—¡Noah! —le interrumpo, haciendo reír a Jaxon que se despide de los dos para irse a su clase. Me da un beso —Hasta luego.
—¡Hasta luego! ¡Saluda al melenas de Mick!
Hola Lovers! Llevo mucho tiempo sin actualizaros de la historia de Riley & Mane, pero es que el final de este capítulo no quería salir y he tenido varios días intentando pensar como acabar el capítulo y aquí lo tenéis. Por fin he subido nuevo capítulo. Espero que lo disfrutéis y para ayudarme agradecería que votarais, comentarais y compartierais para llegar a más personas en la plataforma naranja.
Lo mismo de siempre: a los nuevos que me sigan y lean, bienvenidos a esta familia. Tengo un grupo de wasap y telegram donde hablamos, fangileamos y comentamos los capítulos, además de que subo avances y cosas sobre las historias en primicia. Si queréis uniros, solo tenéis que pedirme al privado el link del grupo que queráis o en mi perfil los tenéis también.
Instagram: sagaalover (wattpad) y Carlusky_01
Preguntas: ¿Qué os ha parecido que por fin Mane se abra con Jaxon de su pasado? La tensión entre Riley y Mane es cada vez más fuerte, ¿creéis que conseguirá arreglar su corazón? escena favorita hasta ahora.
DEDICATORIAS:
itxmakai, Paattri20, Titania2408,cristinazg_, YolandaFernandez_02, una-scrittore, AdictaAlChicoDelPan, SeirMayantigo, BURGUI92, Itsmariabox, WattpadEspanol, WattpadRomanceES, TeenagerWriter_, Ladysunshine_18, HouSara,loca217, Panteritaaa
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