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Capítulo 19| Una playa, un primer beso y una horrible llamada
Riley
Sobre la 01:30 decidimos ir a nuestro reservado para descansar de tanto bailar. A las doce nosotros ya terminamos el bolo que nos consiguió Rain y ahora le toca al siguiente grupo que también habían contratado. El otro grupo, básicamente son solo dos chicos que cantan rap o... ¿trap? Ni idea. De los cinco, soy el que menos borracho va, aunque también he bebido. Rain aparece en mi campo de visión y no puedo dejar de mirar sus alas naranjas, pues la capulla se ha disfrazado de mariposa. Lleva un vestido naranja con unas mallas negras y los zapatos de tacón del mismo color. Se ha recogido el pelo en una coleta ondulada y una diadema con antenas negras. El maquillaje, naranja los parpados con algún detalle.
Se lleva su vaso a los labios y luego se gira a mirar a Aaron con una ceja enarcada y preguntar por su disfraz. Mi colega va pintado todo de amarillo, lo que supongo que es un Simpson o un Minion, y lleva un bigote falso más un suéter verde.
—¿En serio? ¿No reconocéis a mi personaje? —pregunta, incrédulo como si fuera obvio, pero es que ahora mismo no me sonaba. —Ned Flanders. El vecino de los Simpson.
—Un Ned Flanders, rapado —suelto yo. Dios, como no lo he visto, pero debo reconocer que ese no es de mis personajes favoritos así que..., no me acordaba de él —Esta muy guapo, hermano.
Rain me da la razón y luego los tres nos reímos por lo que dice a continuación:
—Al menos no vas de sombra como Ian.
Y es que nuestro querido Ian, al no gustarle nada las fiestas de disfraces, se ha decidido por vestir todo de negro y decir que va de sombra para que la gente le deje en paz. Luego, Seth se ha disfrazado de Shagy el de Scooby Doo, pero en versión porrero, —dicho por él—.
Salgo a la terraza que tienen los reservados de la discoteca dejando atrás la música, ya que desde aquí ya no se oye tan fuerte. Me apoyo en la barandilla de piedra y dejo que el aire de la noche azote mi cara cuando de pronto, escucho unas voces femeninas saliendo donde estoy. Al darme la vuelta, sonrío porque la suerte me sonríe al ver que se trata de la Sirenita y no parece percatarse de mi presencia. Habla por teléfono mientras que su amiga la rubia, se sienta en un banco que ahí allí afuera, —la terraza es bastante grande—, y se quita los zapatos sin ninguna vergüenza para dejarlos a su lado y echarse hacia atrás con los ojos cerrados. Presiento que va muy borracha la amiga...
—¿Pero estas bien? —la voz de Mane me hace apartar la mirada de su amiga para ponerla en ella. Parece estar asustada. Luego, cuando suspira, se lleva la mano al pecho —Rosa, cualquier cosa que pase, no dudes en llamarme...
Se detiene y escucha lo que la otra persona le está diciendo.
—Ya... pero me siento culpable dejándote a cargo de todo... Vale, lo intentare.
En cuanto cuelga, mete su teléfono en el bolso negro y se lleva las manos a la cabeza cerrando los ojos. Cuando los vuelve a abrir, al girar hacía mí, estos se abren como platos al darse cuenta de que no estaba sola. Me acerco a ella con una sonrisa pícara. Mane intenta dar un paso atrás, pero se tambalea dándome cuenta de que está un poco borracha y yo me quedo confundido, pues cuando estaba hablando por teléfono, su voz sonaba normal.
"A lo mejor es de esas que controlan su voz para hablar"
Puede ser.
—¿Me estabas espiando, idiota? —Su voz no parece tambalear ninguna letra, así que no debe estar todavía muy borracha, pero los pasos la delatan que esta achispada.
—Creo que hablas demasiado alto, sirenita —la molesto —¿Todo bien? Parecías triste al hablar por teléfono.
—A ti que te importa.
—Bueno, digamos que me preocupo por ti —Sabiendo lo que va a contestarme ahora, me adelanto a ella y sigo hablando —Si, ya sé que puedes cuidarte sola, sirenita. Pero yo te dije que me preocupo por las personas que me caen bien o me atraen.
Eso último lo digo con un tono pícaro haciendo que las mejillas se le tornen rosadas y no puedo evitar reírme. Esta me fulmina con la mirada cruzándose de brazos. De pronto, viene su amigo el rubio y otra chica más que no conozco que va vestida de Miércoles Adams. Se retuerce las trenzas que tiene un poco nerviosa y Noah, habla casi gritando, lo que me confirma que este si está más borracho que todos ellos. La chica rubia que antes se ha sentado en el banco sin zapatos, le manda callar a la vez que se levanta de allí y luego, al verme que estoy allí, me saluda como si fuésemos amigos de toda la vida.
—Así que tú eres el baterista que persigue a mi amiga, ¿me equivoco? —Niego, pues es la verdad. Me analiza con la mirada, cosa que me hace gracia por lo borracha que va y sigue hablando —Eres un tío... de puta madre. Gracias por salvarme el culo aquel día.
—¿Qué?
—Cuando me comprassste los támpax —Vaya personajes, pero que divertidos, a decir verdad.
Cuando la rubia está a punto de decir algo más, Noah la interrumpe gritando y señalando hacia la entrada por donde hemos entrado y por donde ahora sale Aaron con los demás de la banda, Rain incluida.
—¡Bombón de chocolate! —Luego, al ver que va de amarillo, Noah se retracta y suelta lo siguiente —¡De limón! ¡De limón! Eresss un bombón de limooón.
No puedo evitar echarme a reír al igual que Rain y los demás. Ian se acerca a mí y de pronto, su mirada va hacia la rubia para mirarla con una ceja enarcada por el disfraz que lleva. Parece una mariquita.
—¿De que carajosss vasss tú? —Es la primera en hablar cuando ve a Ian todo de negro. —Esssto pareceeee un funeral ahora misssmo.
—No me gustan estas mierdas, rubita.
Sophia, —sí, recuerdo su nombre—, le mira con una cara de asesina y se acerca a mi hermano como si pretendiera azotarle y al verla ahí cerca de este, veo la diferencia de altura; aunque tampoco es mucha, así que Sophia no debe ser muy baja.
En ese momento, como si supiera que va a decir algo inapropiado, la sirenita la coge del brazo para echarla hacia atrás ganándose la mirada de casi todos los que andamos ahí. Digo casi pues Noah, Seth y la otra amiga de Mane, se encuentran más apartados. Sophia mira a Ian con cara de pocos amigos y se vuelve al banco donde estaba hace unos segundos sentada, meneando la melena rubia que tiene. Mane, al darse cuenta de que la estoy mirando, pues aún no puedo quitarme la conversación que estaba teniendo al principio y es que parecía preocupada por algo, empieza a caminar hasta la barandilla de la terraza donde se apoya de espaldas a nosotros, mirando la calle.
Sin dejar de mirarla, noto que alguien me sacude del brazo y al girar la cabeza me encuentro con que Ian me intenta decir algo. Le escucho hablar:
—Hemos pensado irnos en un rato a la playa, en Coney Island —Como siempre, Ian habla con el rostro serio que, si no lo conociera, me daría miedo, pero lo conozco. —Estaremos un rato aquí y sobre las dos o así, nos largamos. ¿Te apetece?
Asiento, aunque no puedo evitar mirar hacia atrás para ver a Mane que sigue de espaldas y, no sé cuál es el motivo, pero me gustaría invitarla. Una risa a mis espaldas me hace volver a girarme hacia Ian que se está riendo de mí y yo le miro con una ceja enarcada.
—Esa tía te tiene embobado, gilipollas.
—Si prometes no decírselo a estos, te cuento algo —Este asiente y la verdad es que en Ian sé que puedo confiar sumamente si le cuento lo de la cascada —Estuve a punto de besarla en el sitio donde la lleve, pero esta se apartó y, no estoy seguro tío, pero creo que tiene algún problema con las relaciones.
—Vaya... Si que estas atraído por ella —es lo único que dice. En ese momento, Noah, se acerca hacia aquí, pero va donde esta Mane —Puedes probar a invitarla a venir.
Y eso es lo que hago. Aprovecho que esta su amigo y sé que él puede convencerla de que venga, para acercarme hacia ella y soltarle lo de la playa. Cuando estoy a casi centímetros de ellos, puedo escuchar su conversación. Hablan de un tal Eliot. No obstante, decido dejar de curiosear donde no me llaman y termino por acercarme haciendo que Mane se calle. Esta no me mira, pero su amigo si y la verdad es que ahora parece como si quisiera devorarme; debe ser el más borracho junto a Sophia. Cuando les hablo de Coney Island, como supuse, Mane se niega diciendo que no quiere estar cerca de mí, lo que me hace reír, pero Noah acepta y trata de convencer a su amiga.
—Venga, zorra —Pone ojos de cachorrito que me hace soltar otra carcajada, pero em detengo de inmediato para seguir mirando a la sirenita y ver si acepta —Además, dicen que la playa es un lugar muy romántico, ¿no crees, Madame?
¿Madame? Pero ¿¡cuántos apodos tenía este para Mane!? Me río con la forma en que dice aquello ultimo golpeando el brazo de Mane y guiñándola un ojo. La pequeña castaña, (aunque ahora lleva pelo largo), pone los ojos en blanco y mira seria a su amigo. Sin embargo, cuando suspira y va a decir algo, el rubio la interrumpe y acepta por los dos entrelazando sus brazos. Después, estos se alejan desapareciendo de la terraza y se vuelven a la fiesta con sus amigos; excepto la del disfraz de miércoles, que por lo que he podido escuchar al acercarme a Ian, esta les ha dicho a sus amigos que se marcha ya.
🎧🎧🎧
La brisa, el olor del mar y el sonido de las olas chocando con la orilla es de lo más relajante que existe. Solo con la diferencia de que esta vez no estoy pendiente de esos detalles, pues no puedo apartar la mirada de la chica que se ha sentado justo a mi lado en la arena. Mane observa con todo detalle al frente donde se encuentran sus amigos y los de la banda, nadando. Y Rain que parece pasárselo en grande con Noah. Abraza sus piernas y tiene una mejilla sobre las rodillas.
Cuando siente que alguien la está mirando, se gira en mi dirección y como yo no hago nada por apartar la mirada, nuestros ojos se cruzan. Tiene los ojos más bonitos que he visto en mi vida. Como si sintiera que estamos haciendo algo mal, aparta la mirada de nuevo a sus amigos.
Yo, recordándole lo de antes, con una sonrisa divertida le suelto:
—Bailas bien, sirenita —no puedo evitar sonreír cuando la veo rodar los ojos desde el perfil. Antes de venir aquí, cuando seguíamos en la fiesta, mientras ella bailaba con sus amigos con un par de copas de más, yo me acerque por detrás y la sobresalté al no verme. Me acerco aún más a ella, arrastrando el culo por la arena y la susurro —: Aunque aún espero ese baile lento, pequeña macarrón.
—Sigue soñando, idioota —sigue arrastrando las letras, pero no tanto como antes.
Observo sus extensiones, pues cuando en la fiesta la pregunté porque llevaba el pelo largo, ella me lo contó. Le sientan muy bien. En un momento a otro, nuestros amigos han desaparecido cuando miro hacia delante. Enarco una ceja de confusión, pero Mane no hace nada. Solo está ahí sentada, escuchando la brisa y las olas. Eran las 02:15 cuando nos marchamos de la discoteca, pero ahora no sé qué hora es. En ese instante, Mane hace algo que me deja sorprendido. Se levanta como puede, pues sigue un poco borracha y se quita las extensiones para volver a su pelo corto, tirándolas dentro del bolso pequeño que lleva. Abro los ojos perplejo cuando esta empieza a quitarse la pistola de juguete ante mí y minutos después, el vestido desaparece dejándola con un conjunto, —muy sexi—, de ropa interior negra.
—Me voy al aguaaa, ¿vienesss? —Pestañeo sin imaginar lo que mis oídos están escuchando. Pero esta no me da tiempo a responder cuando ya se encuentra corriendo hacia él agua y yo recibo un mensaje.
Antes de mirar el móvil, levanto la cabeza para ver que Mane se encuentra en la orilla, mojándose los pies. Bajo la vista un segundo y leo el mensaje de Ian, maldiciendo contra él:
Ian: Hemos pensado que queríais estar a solas, así que ahí os dejamos, tortolitos. 😉 P.D: no intentes besarla esta vez, gilipollas XD
¡Será cabrón! Por eso han desaparecido sin dejar rastro. Le escribo algo rápido y que no les pase nada a los amigos de Mane, porque si no, los mato. Esos chicos me caen muy bien y no quiero que la sirenita me eche la culpa a mí. Su siguiente mensaje, es simplemente que la rubia que iba de mariquita ha sido quien les ha dado la idea de que se fueran.
Ruedo los ojos y guardo el móvil en la chaqueta que, posteriormente, mequito y la dejo tapando el bolso de Mane para que no puedan robárselo. Sin más tardar, me quito la camiseta y los pantalones y voy hacia el mar con esta que esta de espaldas, lo que aprovecho para vengarme de la última vez cuando me tiró al lago sin que lo viera venir. Corro hacia ella y cuando quiere darse cuenta, ya es demasiado tarde. Mane grita cuando la levanto del suelo y corro hacia el mar para entrar los dos adentro. Por la tontería, acabamos los dos metidos en el agua, pero no me importa con tal de ver lo que mis ojos están viendo ahora: la sirenita nadando por debajo del agua. Abre los ojos bajo el agua y se mueve como si fuera un pez, yes que es muy buena nadando. Yo la sigo por detrás intentando cogerla, pero alno ser tan buen nadador, necesito salir más veces a la superficie para coger aire. Cuando vuelvo a bajar para seguir buceando, no la veo por ningún lado. Enarco una ceja allí debajo y me muevo, mirando a todos lados hasta que, al darme la vuelta, la veo. Nos encontramos a poca distancia el uno del otro, bajo el agua. Su pelo flota ahí debajo, mientras mueve los brazos mientras aguanta la respiración con tanta facilidad. Sin poder evitarlo, extiendo el brazo hasta su rostro y le acaricio con el pulgar. No se aparta.
Seguimos debajo del agua. Me empiezan a escocer los ojos, pero me aguanto solo por no soltarla. Nuestras manos se juntan sin verlo venir y entrelazo mis dedos con los suyos mientras con la otra mano suelta, la dejo quieta. Mane me mira y puedo ver en esos ojos miel que le asusta todo esto, pero aun así no me suelta; y eso..., eso es lo que seguro que le da más miedo: no soltarme, aunque está deseando hacerlo. Los rostros están cada vez más cerca, pero no quiero besarla... ¿o sí quiero? ¿A quién quiero engañar? ¡Si quiero, joder y no sé el motivo! Sin embargo, no soy yo quien hace nada cuando de repente, Mane suelta la mano que esta entrelazada a la mía y las pone sobre mi cuello. Puedo ver que su mirada baja hasta mis labios, pero se retracta y vuelve a mirarme a los ojos como si hiciera algo mal. Es como si todo diera vueltas a nuestro alrededor; como si se tratase de una película a cámara lenta.
Ahora me retracto en lo que dije en el lago, pues no es como reescribir las estrellas. Con ella es reescribir el firmamento entero.
Y más cuando ella es quien junta nuestros labios sin que me dé tiempo a reaccionar. Poco a poco la voy siguiendo el beso acercándola más a mí de la cintura. Veo que cierra los ojos y, puedo confirmar que sus besos son como lo imaginé después de dejarla en su casa el día del lago. Salimos a la superficie y nos quedamos mirando por un largo rato al separarnos por falta de aire. Y, aunque puedo ver un atisbo de miedo en su mirada, como si no hubiera querido hacer eso, su beso me ha dicho justo lo contrario. Acaricio su mejilla con una mano y esta vez soy yo quien junta nuestros labios sin que se lo vea venir. Me lo sigue como he hecho yo antes. Nadie nos mira. Solo ella, yo y la luna que nos contempla desde lo más alto.
Este perdura más tiempo que el primero y es el que me saca una sonrisa sin separar mi boca de la suya. No obstante, cuando salimos del agua no volvemos a mencionar el beso y nos tumbamos en la arena mirando las estrellas.
Cuando la siento tan cerca de mí, puedo escuchar su ligera respiración y sin saber porque lo digo, señalo arriba con el brazo y le suelto:
—Mira, sirenita —Esta mira donde le señalo y espera que continúe —Es sirio. La estrella más notable en el firmamento, como tú desde que te caíste ante mí —y cuando siento que me mira con seriedad, lo siguiente que suelto, le hace cambiar el semblante mientras la miro —: Brillante y preciosa.
🎧🎧🎧
Aun puedo sentir sus labios en los míos y no puedo quitarme de la cabeza cómo pasó. Estoy tumbado sobre mi cama mirando al techo sin pensar nada cuando Aaron hace acto de presencia en el cuarto sin llamar a la puerta. Puedo ver una pequeña y divertida media sonrisa asomando de su rostro, así que supongo que viene a sonsacarme cosas de lo que pasó con Sirenita. Este se sienta en mi silla donde escribo las canciones de tal forma que pueda mirarme de frente. Yo me recoloco en la cama apoyando la espalda en la pared.
Mi colega empieza a hablar:
—Entonces... —enarco una ceja por el tonito que ha empleado y sin entender mucho que es lo que quiere saber de mí —Vamos, colega, ¿no vas a hablar?
—Nos besamos —No sé porque lo digo, pero mi lengua traicionera lo ha dicho sin que yo le de permiso hacerlo.
Aaron abre los ojos como los dibujos animados y sin más tardar, se acerca a mi cama para sentarse en el borde de esta misma. Me empieza a preguntar miles de cosas y, aunque alguna va con maldad y diversión, otras quiere saberlo todo de verdad. Sé que en ellos puedo fiarme, así que se lo cuento y mientras lo estoy diciendo en voz alta, me doy cuenta de lo que puedo estar sintiendo por dentro.
Me está empezando a gustar Mane.
Sin embargo, no soy yo quien lo dice en voz alta, pues es Aaron quien me pregunta sobre ese mismo tema.
—¿Te gusta, tío?
Sé que es demasiado pronto para asentir, pues apenas nos conocemos, pero es que me gusta todo de ella: su sonrisa, sus ojos color miel, su pelo corto castaño que cuando lo vi bajo el agua, parecía más oscuro mojado. Su risa. O sí, esa preciosa risa que tiene, aunque solo la habré oído reír un par de veces, pero ya es suficiente para mí.
"Tú no la conocerás tanto, pero ella es fan de NeverLand, así que algo sabrá más"
Tienes razón conciencia, pero conociéndola, no debe ser de esas fans que se aprenden TODO de sus ídolos como unas locas.
—Es pronto para saberlo, tío —es lo único que le suelto a Aaron, pero cuando ve que sonríe divertido, se lo que está pensando y antes de que diga nada, le señalo con el dedo y le interrumpo —: Ni se te ocurra decirlo. Tu eres el más romántico de todos, así que no te rías de mí, gilipollas.
—¿Yo? ¿Reírme? Qué barbaridad —finge estar ofendido. Cuando dejamos de reírnos, Aaron se pone serio y me pregunta que es lo que siento por esta chica —En serio, nunca te he visto tan embobado ni con las películas esas que ves.
—Ni yo. Es como si desde el primer minuto que la vi tirada en el suelo, me atrajera como un imán.
—Y luego soy yo el romántico —bromea este, burlándose de mí. Al terminar de reírse, cambiamos de tema y este me pregunta por la fiesta de mis hermanos y si a estos les gustó el concierto que les dimos en privado (menos mal que no fue delante de mi viejo). Yo asiento y Aaron sonríe, diciendo lo siguiente —: Tus hermanos son maravillosos, tío. No sé cómo te aguantan la verdad.
Le tiro el cojín de Simba dándole en toda la napia y este se ríe recogiéndolo del suelo para ponerlo en la cama. Si, mis hermanos son lo más valioso que puedo tener en mi vida. Acabo agradeciéndole a este por haber aceptado darles ese regalo a mis hermanos junto a mí, aunque Jupiter en todo el concierto estuvo pendiente de Ian más que en su propio hermano.
Aaron me da dos golpes en el hombro y sonríe antes de decir:
—Tío, esos pequeños son también como nuestros hermanos, bueno, aunque uno de nosotros le guste más —rio. Se refiere a Ian y el amor que le tiene mi hermana. Luego, cuando Aaron se levanta de allí, este me invita a comer algo fuera. Al principio no me apetece mucho, pero abro los ojos cuando ofrece el siguiente lugar —: Podemos comer en Bob's.
Me levanto casi de un salto al escuchar el lugar de trabajo de la sirenita y mientras este sale del cuarto riéndose por mi actitud de niño pequeño, yo me visto decente, pues tengo unas pintas asquerosas. Me decido por una camiseta blanca debajo de una sudadera gris y unos pantalones vaqueros con algún roto en las rodillas. Como empieza a hacer frío, acabo poniéndome una chaqueta vaquera que no es muy gorda y saco la capucha de la sudadera por fuera de la chaqueta. Las converses blancas me las ato enseguida. En cuanto alcanzo a coger el móvil, salgo y estos ya me están esperando. Ian es el primero en hablar solo para burlarse de mí y maldigo a Aaron, aunque de broma.
—Y mira que te advertí que alejarás tu lengua de su boca, capullo —Se lleva un puñetazo en el brazo y ambos salimos detrás del pelirrojo y del «tonto» al que le he contado lo que pasó ayer; hago énfasis en tonto.
Hoy Bob's está bastante atestado de gente. Cuando entramos en la cafetería, nos cuesta un poco entrar al principio, pero al final lo conseguimos. No entendemos cómo es que hay tanta gente este día. Un hombre con una barriga protuberante y bastante fuerte, se le ve al fondo entrando en la cocina. Cada que vamos acercándonos hasta la barra, con alguna parada entre medias por alguna foto o autógrafo que nos piden cuando nos reconocen, al fin llegamos al mostrador. Mi mirada se posa en la sirenita y no puedo evitar sonreír de medio lado hasta que esa misma sonrisa desaparece cuando escucha de lo que hablan.
—Mane, ¿se puede saber dónde está Greene? ¡Hace más de dos horas que lo estoy llamando! —El hombre no baja el tono de voz y Mane parece sentirse abrumada por lo que parece ser una "regañina" de su ¿jefe? —¿Has visto como está el local? Vas a tener que quedarte hasta muy tarde.
—Le he llamado hace cinco minutos y Noah dice que viene en su moto, pero que ha pillado un atasco, Bob —Aprieta el teléfono entre sus manos que hasta ahora no me he dado cuenta que lo tenía. En ese momento, gira su mirada como si sintiera a alguien mirándola y nuestras miradas se encuentran, pero la aparta de inmediato, volviendo a hablar con Bob —Volveré a llamarle, pero no creo que me lo coja ya. Además, no quiero que tenga un accidente por mi culpa.
Antes siquiera que el hombre diga nada más, la voz del rubio se oye desde detrás y ellos, hasta yo, nos volvemos para ver que, efectivamente, Noah viene deprisa y se mete por una puerta trasera con el casco de la moto en la mano, que supongo será el almacén; recordándome el día que me colé aquí y pillé a Mane en sujetador. Vuelvo a mirar al frente y me fijo en que Mane suspira aliviada al ver a su amigo llegar. El hombre serio y grande ha desaparecido.
En el momento que Noah sale ya con el uniforme puesto, estos se ponen en la barra para atender a los clientes. Mientras tanto hablan entre ellos. Puedo escuchar un poco de su conservación mientras nosotros esperamos nuestro turno, hasta que, por fin, nos toca. Quedo delante de ella y lo único que nos separa es la maldita barra. Cuando gira hacia mi dirección, se queda paralizada y mira a Noah como pidiendo que sea él quien nos atienda, pero este está con otro cliente y no la ve.
Mane se pone seria y nos pregunta que es lo que vamos a querer y no parece recordar lo que pasó ayer, —o no quiere recordarlo—. Me apoyo en la encimera con los brazos y me divierto un poco.
—No dejo de pensar en nuestro beso, sirenita —le susurro y puedo ver un atisbo de vergüenza en sus mejillas, pero lo disimula.
—No sé de qué hablas, idiota —Apunta en la pantalla táctil lo que mis compañeros le van diciendo y de vez en cuando, estos nos echan una mirada de diversión a los dos —¿Qué vas a querer? Como ves, estamos llenos.
—¿Qué te ha pedido estos? —cuando em dice sus pedidos, al llegar a lo que ha pedido Ian, le digo que me dé lo mismo, pero antes de que apunte, le pido otra cosa —: Pero si puede ser, quítame la cebolla y los pepinillos.
Esta levanta una ceja y asiente pulsando unas teclas de la pantalla. Ian y yo hemos cogido una hamburguesa, aunque yo sin esos ingredientes, mientras que Seth y Aaron se han pillado unos nachos con queso para compartir pues deben haber cogido el tamaño gigante. Seth es quien va a pillar una mesa libre y por suerte, en ese momento, una pareja con hijos se levanta para irse, así que no le cuesta nada buscar. Ian va con él y nosotros dos, nos quedamos en la barra esperando el pedido. En ese instante, me suena el teléfono y cuando lo saco del bolsillo, siento la rabia subiéndome por el cuerpo.
Mi padre al teléfono.
Se lo cojo, pues puede ser por mis hermanos, ya que él solo me llama si ha ocurrido algo con Jupiter y Acer o si tiene que ver con ellos. Le aviso a Aaron que salgo después de enseñarle la pantalla del móvil y antes de abrir la puerta, ya tengo el móvil en la oreja, pero no me da tiempo a pisar fuera, cuando las palabras que más temo salen de la boca de mi padre.
—Jupiter te necesita. Sus ataques han vuelto, pero parecen ser peores...
No me da tiempo a oír nada más cuando mi teléfono acaba en el suelo haciéndose añicos del golpe, pero eso es lo que menos me importa ahora. Corro hacia Aaron con la cara pálida y cuando paso al lado de la mesa donde están Ian y Seth, saben que sucede algo y se levantan de allí. ¡Mierda! ¡Joder! ¿Por qué tiene que pasarle esto? Puedo sentir que Mane me observa de perfil, pero ahora mismo solo puedo pensar en mi hermana y cuando se lo cuento a los chicos, se ponen en alerta. Me está costando respirar, así que ocupo una banqueta para sentarme y tranquilizarme, —pero porque mis amigos me obligan a hacerlo—, porque yo solo quiero salir corriendo y conducir con mi hermana. Escucho la voz de Aaron pidiendo un vaso de agua y ella, Mane, me lo tiende sin entender nada.
—Voy a por el coche. Cálmate y ahora nos vamos, no vas a conducir así de nervioso —menciona Aaron y sale sin más tardar a mi Mustang, porque encima hemos venido andando hasta aquí.
Ian gruñe por lo bajo y Seth se toca el pelo, desesperado. Bebo un poco del agua que me han traído y mientras espero a que Aaron llegue, siento las lágrimas agolpándose en los bordes de los ojos, porque lo único que quiero es estar con mi hermana en estos momentos. Doy con el puño en la encimera llamando la atención de estos y de Mane. Cuando alzo la vista, esta me está mirando y nuestros ojos se encuentran y, para que mentiros: su mirada ha conseguido calmarme un poco.
—¿Qué pasa? —pregunta ella con un tono de ¿preocupación?, en la voz y yo intento sonreír, inútilmente.
—Mi hermana tiene ataques de pánico. Le empezó a venir un día y no sé el motivo, pero hacía mucho que no los tenía hasta hace poco menos de un mes... y solo se calma conmigo.
—Lo siento...
Me encojo de hombros y bajo la vista al suelo, pero cuando siento una mano sobre la mía, me sorprendo al levantar de nuevo la mirada y ver que es ella. No parece ser consciente de lo que hace, pero en ese momento, me siento mejor. Por fin llega Aaron, pero justo cuando me voy a levantar de la silla, al hacerlo tan deprisa, me mareo obligándome a sentarme de nuevo. He podido notar la preocupación de esta cuando me he mareado, pero yo me olvido de mí, y vuelvo a levantarme, (despacio), para salir corriendo del local. Estos me siguen.
Me monto en mi coche, cuando de repente y antes de arrancar, escucho su armoniosa voz gritar mi nombre y, aunque al principio pienso que son imaginaciones mías, esta aparece en mi ventanilla confirmándome que es real. Se apoya en esta y me mira y, al igual que yo, no entiende porque ha corrido hasta aquí.
—Que se recupere tu hermana —Eso no es lo que quiere decir en realidad, pero creo que ni ella lo sabe. Asiento con una débil sonrisa y cuando creo que se va a marchar, se detiene y vuelve a venir hacia mi venta, sorprendiéndome y a los chicos igual —Conduce con cuidado, idiota. Necesito a alguien con quien meterme.
Mane me da un beso en la mejilla. Se separa cuando se da cuenta lo que ha hecho y se va antes de que pueda decirle nada. Yo me toco aquella parte y, pasando de las risotadas de estos, salgo corriendo hacia la casa de mis padres.
Y encima con la banda.
Mi padre iba a flipar cuando viera la banda por la que dejé los estudios de Derecho, pero ahora solo me importa Jupiter.
🎧🎧🎧
—Gracias a dios has llegado —Julia me recibe con lágrimas en los ojos en la entrada de casa y me da un fuerte abrazo para después soltarme y dejar que entre en casa. Se que también abraza a los chicos.
Corro por las escaleras hasta la habitación de mi hermana, pero me extraña cuando no la veo allí. Salgo de la habitación cuando escucho una voz de niña en la planta de abajo y salto los escalones de dos en dos para llegar más rápido. Viene del cuarto de baño que tenemos abajo y cuando entro, no parece uno de los ataques normales que suele tener Jupiter. Es más, esto no parece un ataque de pánico, o bueno sí, pero es peor. Mi hermana se encuentra en una esquina del gran baño, con las manos en la cabeza y moviéndose hacia delante y atrás, repetidas veces, nerviosa. Grita cosas como que «no puede respirar», «me muero», pero lo que más me impacta son sus muñecas. No. Tiene algo rojo en estas, pero me niego a creer que sea eso, aunque mis sospechas se confirman cuando en el suelo veo algunas gotas rojo carmín y salgo corriendo al lado de mi hermana.
Me siento a su lado sin hacer ruido para no asustarla y con cuidado, intento apartarle las manos de los mechones que está tirando con fuerza. Toco su corazón y este late con fuerza. Hiperventila sin detenerse. Cuando me fijo en los cortes de su muñeca, empiezo a llorar de verdad, pues esto nunca lo ha hecho. ¡Dios, si solo es una niña! Mis ojos se posan en la cuchilla que hay en el suelo, cerca de la papelera.
—Pequeña, ¿Qué has hecho? Por favor, hermanita —Consigo levantarla un poco para acunarla entre mis brazos y en aquella posición, la sangre de sus muñecas le brotan más, así que no dudo ni un minuto más y me levanto de allí con ella en brazos. Jupiter tiembla muchísimo y sigue gritando cuando salimos y los chicos la oyen que se giran a mirarnos. Les pido que abran el coche, pues le he dado las llaves a Aaron y es este quien conducirá ahora —Por favor, Jupiter. Mira quien ha venido, es Ian.
El susodicho se acerca para cogerme a la niña en brazos y yo entrar dentro de nuevo para avisar a mis padres de que tenemos que ir al hospital. Mi padre sale de su despacho y se acerca mi madre para abrazarla entre sus brazos. Mi madre esta despeinada y es la primera vez que no parece importarle el aspecto que pueda tener, cuando coge el abrigo de Gucci y se lo pone para decirme que se va en su coche y que yo vaya en él mío con mi hermana. Esta tiene síntomas de haber llorado, pues, aunque tampoco me llevo bien con ella por el tema de los estudios, sé que le importan los mellizos mucho. Aunque mi padre sigue teniendo esa cara de asesino en serie y su porte de hombre de negocios, en el fondo sé que le importa su hija Jupiter; porque sí, puede que nos odiemos, pero cuando algo les pasa a mis hermanos..., se preocupa, aunque no lo aparente. Julia se queda cuidando de Acer.
Padre coge su chaqueta de, aproximadamente mil euros o más, y sale junto a su mujer; aunque a este parece que le pesa el culo de lo lento que va. Yo no me quedo ni un segundo más observándolo, y salgo con los chicos para montarme detrás, con Jupiter e Ian. Adelante están Seth y Aaron conduciendo.
—Hey, princesa. No te vas a librar de deberme un baile —Intento reírme con las palabras de Ian, pero lo único que consigo es hacer una mueca parecida a una sonrisa y vuelvo a bajar la vista a Jupiter. Esta se encuentra tumbada entre nosotros dos.
Echo un vistazo atrás y compruebo que el coche de mi padre se encuentra cogiéndonos los talones. Un Rolls Royce azul metálico. Vuelvo la vista adelante y pido a Aaron que acelere con un nudo en la garganta que me impide hablar bien.
Este lo hace y por suerte conseguimos llegar pronto al hospital más cercano de Millburn. Nos atienden enseguida en cuanto la ven.
—¿Diga?
Oír su voz me consigue olvidarme de donde estoy. Mane no sabe que soy yo y que le estoy llamando con el teléfono de Aaron, —menos mal que memorice su número—, ya que mi móvil se me cayó en su cafetería cuando mi padre me llamó para contármelo.
—Sirenita —No hace falta decir nada más para que sepa que soy yo. No sé porque he querido llamarla a ella primero, pero cuando antes de irme de Bob's me dijo esas últimas palabras, sentí como si pudiera contar con ella, aunque parezca que me odia —Quería... solo te he llamado para... Mi hermana está en el hospital.
¿Por qué se lo estoy contando? Ni idea, pero siento que con ella puedo desahogarme con mis problemas. Puedo oír como suelta una exclamación y de fondo, escucho que le dice algo a Noah para acto seguido escuchar como si dejara un vaso sobre una mesa. Supongo que se ha sentado porque escucho algo arrastrándose por el suelo.
—Lo siento, idiota... ¿Qué puedo hacer por ti? —Lo pregunta de verdad y sin querer, suelto lo más estúpido sabiendo su respuesta.
—Estar a mi lado.
—Yo... —No sabe bien que decir y la verdad es que la entiendo, pues como ella ha dicho, no tiene ningún trato con mi familia, pero es que, siento que, si la tengo cerca, me siento mejor —No creo que sea lo correcto, idiota. Además, yo solo estorbaré allí.
«Tú nunca estorbas, sirenita», pienso para mí.
—Si, tienes razón. Siento haberte molestado y no trabajes mucho, sirenita —intento que lo último suene con tono de burla o diversión, pero por el suspiro que hace, siento que no ha sido así —Bueno, dile al rubio que no te moleste demasiado y este es el número de Aaron para que lo sepas. Ahí viene el doctor, te dejo sirenita.
Antes de que me dé tiempo a colgar, esta me suelta lo siguiente, dejándome perplejo:
—En que hospital estas.
Lo prometido es deuda y como he puesto en Instagram, 3/09 nuevo capítulo. Lovers!, espero que lo disfrutéis y os encante el capítulo. No olvidéis darme voto, comentarme y compartir para llegar a más personas y que mi historia crezca en la plataforma
Para los nuevos que vayan uniéndose a la familia, tengo dos grupos de wasap y telegram donde hablar, comentar y fangirlear sobre mis historias por si quieren unirse; tienen los links en mi perfil o también pueden pedírmelos en privado :)
Instagram: carlusky_01 y sagaalover (wattpad)
Preguntas: ¿os ha gustado su primer beso? ¿Crees que Jupiter oculta algo por los ataques, o simplemente le salen sin motivos? Espero que os esté gustando y quiero saber vuestra opinión.
DEDICATORIAS:
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