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Bailee Madison como Mane en multimedia
Capítulo 16| Unpaquete misterioso, un enfado y una "invitación" de los más cómoda
Mane
—Entonces... ¿Qué te pondrás? —pregunta Noah, mostrándome varios modelitos de la tienda.
Desde que le dije que había aceptado la invitación de Riley, mis dos mejores amigos que están como una cabra, no han parado de repetirme que tengo que ir perfecta aun yo diciéndoles que no pienso arreglarme para ver al baterista. Si, hombre, y seguro que se pensaría que me he arreglado para verle.
Camino por la tienda mientras voy observando las distintas prendas con el simple hecho de pasar de él, pero no funciona cuando me lo encuentro de nuevo a mi lado.
—Noah, ya os he dicho que con un vaquero y una sudadera voy perfecta. No pienso arreglarme para él —le digo por cuarta vez y como las demás veces, estos me miran como si estuviese loca.
—A ver, a ver, ¿Qué es lo que siempre te digo? —Noah me mira como si estuviese enfadado conmigo al decir aquello.
Suelto un suspiro, ruedo los ojos y contesto a su pregunta:
—Que, si me arreglo, es solo para mí.
—Y... —me obliga a seguir con un movimiento de la mano —¿Qué más?
—Para verme cañón en el espejo y sentirme la dueña de mi cuerpo.
—Bueno, yo te diría: "la puta dueña de tu cuerpo", pero así también me vale —me lo da por bueno y yo intento evitar reírme por su actitud. Noah mira a todos lados y luego pone una muesca rara como si no encontrara a alguien —Oye, ¿y Blancanieves?
Busco a nuestra amiga que hace dos segundos estaba danzando cerca de nosotros y que ahora, efectivamente, ha desaparecido sin dejar rastro. Dejo las prendas que tengo en la mano donde las he encontrado y con Noah, nos ponemos a buscarla. Cuando decidimos ir al mostrador para preguntar a la dependienta si la ha visto, Soph aparece de la nada dándonos un susto a ambos. Esta nos mira como si fuésemos dos locos mientras sigue mirando como si no hubiera estado perdida por algún rincón de la tienda.
Soph coge una blusa rosa palo y la coloca entre toda la ropa que lleva en la mano, que como siga así, al final no se le va a ver la cara. En ese momento, mi teléfono empieza a sonar y cuando lo saco del bolso, veo que es Rosa. Solo rezo porque no haya pasado nada con Eliot.
Contesta nada más ponérmelo en la oreja:
—Mane, cielo, ¿has comprado algo por internet estos días? —empieza sin tapujos y yo me confundo con lo que dice. ¿Comprar por internet? No, es más, llevo sin comprar por ahí mucho tiempo para no gastar. Cuando se da cuenta que no ha saludado, lo hace a continuación —: Ay, perdona. Hola, cielo, ¿Qué tal lo estas pasando?
—Muy bien la verdad, aunque habíamos perdido a Soph por la tienda —le echo una mirada a mi amiga que se ha girado repentinamente al oír su nombre y me enarca una ceja sin entenderme.
—Esa amiga tuya está muy loca.
—¿Solo ella? Creo que Noah le quita el puesto de loco —contesto en alto para que me escuchen.
—¡Oye! —exclaman al unísono y Rosa se ríe a través de la línea.
Me aparto solo un poco y sigo hablando. Le digo que no, que no he comprado por internet y que porque me lo pregunta. Cuando esta me comenta que acaba de llegar un pequeño paquete de correos a mi nombre, frunzo el ceño, sin entender nada. ¿Un paquete? Le digo que me dé más explicaciones, sin embargo, solo me dice que es cuadrado y que está envuelto en papel de regalo de Lilo & Stitch. Cada palabra que va diciendo, me quedo aún más atónita.
—Bueno, déjalo por ahí y cuando llegue lo veré. Quizá se hayan equivocado —intento encontrar alguna lógica.
—No creo, cielo. En el papel pone: «Para Mane».
—Qué raro —repito. Miro a mis amigos que intentan entender la conversación mientras esperan a que la acabe para que se lo cuente —Vale, pues ahora veré lo que es. Te quiero y ¿cómo esta Eliot?
—Sigue sin salir de la habitación, pero no me ha hecho nada si es lo que preguntas.
—Okay. Ten cuidado.
—Tranquila, Mane —Se que intenta que me calme y disfrute de la mañana, pero pensar en mi hermano me lo complica un poco. —Tu diviértete. Te quiero y ahora nos vemos.
Es ella quien corta la llamada. Guardo el móvil pensando en el misterioso paquete que ha llegado a mi casa para mí y del que no sé nada. Miro a mis amigos, expectantes. Me río de sus caras, pues ahora mismo son como dos viejas cotillas esperan los cotilleos frescos de la semana. Noah es el primero en preguntar, pero cuando suelto las primeras palabras, su actitud cambia drásticamente a una un poco sospechosa.
—Rosa me ha dicho que he recibido un paquete pequeño y cuadrado, pero yo no he pedido nada.
—A lo mejor se han equivocado —habla Sophia.
—Eso he pensado, pero Rosa dice que pone: "Para Mane", como si la persona ya me conociera quien lo haya enviado a mi casa —digo, porque estoy segura de que alguien ha sido que no soy yo. Soph y yo miramos al rubio que está demasiado callado para ser él —Noah... ¿Por qué tan callado? ¿Ocultas algo?
Empieza a balbucear cosas sin sentidos poniéndose cada vez más nervioso. Va caminando hacia el mostrador con la ropa que ha cogido mientras nosotras seguimos observándole como si estuviese loco; aunque ahora mismo me confirma que de verdad lo está. ¿Por qué siento que mi amigo tiene algo que ver con el paquete? Como si Soph me hubiese leído la mente, esta dice exactamente lo mismo, pero, con otras palabras:
—Creo que este sabe algo, amiga.
—Y que lo digas —corroboro a sus palabras —¿Nos vamos?
Esta asiente y nos encaminamos a pagar lo suyo, pues yo no estoy como para gastar más dinero. Aún tenía muchas cosas que pagar y aún quedaba unas semanas para que Bob nos pagara el siguiente sueldo.
Cuando llego a casa, aviso a Rosa que esta sale enseguida de la cocina para darme un abrazo. Al separarse, esta se limpia las manos en el delantal que se había puesto y que no puedo evitar reírme por el dibujito que tenía dibujado: un cerdo con una sartén en la pata y la frase de «Hoy cochino yo», debajo. Dejo el bolso en el recibidor y las zapatillas en el armario que allí había para guardar los calzados y subo a mi habitación. Olía riquísimo. Rosa es una grandísima cocinera sin duda.
Intento no mirar la puerta de Eliot, porque sé que, si lo hago, me derrumbaré y había venido contenta del centro comercial como para ponerme a llorar en cualquier momento. Así que entro en mi cuarto sin pensar. Voy hacia mi armario, acerco el baúl que tengo a los pies de mi cama y lo coloco lo más cerca posible de este para subirme con cuidado encima para coger el bote del dinero que guardo en lo alto del armario. Saco el dinero que me ha sobrado de estos días atrás del bolsillo y lo hecho en el frasco. Una vez está bien cerrado, me bajo de nuevo con cuidado de no resbalar y dejo el baúl en su sitio.
Rosa me llama desde abajo y yo me cambio rápidamente de ropa, escogiendo lo que suelo usar de pijama. Una camiseta roñosa de color blanco, —aunque ya no parece ni blanca—, y unos pantalones de pijama finos y largos con estampado de piñas. En cuanto estoy lista, me miro una última vez en el espejo que tengo allí de cuerpo entero detrás de la puerta y salgo de allí.
Paso sin mirar su puerta como he hecho al principio y bajo los escalones de dos en dos, agarrada a la barandilla.
Dos platos de sopa me reciben en la mesa del salón. Justo cuando termino de bajar el último peldaño, veo a Rosa saliendo de la cocina con las manos ocupadas. Le quito los vasos para ayudarla entretanto ella lleva el pan y la botella de agua. Nos sentamos en las sillas para comer, pues venía muerta de hambre. Hablamos de cosas triviales y me comenta que el paquete que ha llegado lo ha dejado en la isleta de la cocina. Asiento mientras bebo de mi vaso y cuando lo dejo de nuevo en la mesa, le digo que ahora lo veré.
—Estoy pensando en buscar trabajo. No puedes trabajar solo tú, Mane —expone metiéndose una cucharada de sopa en la boca.
—Rosa, da igual.
—No, Mane —Niega con la cabeza apartando su plato de enfrente cuando ya ha terminado y agarra su yogurt de soja —Ya me cuesta verte trabajando y estudiando a la vez, pero sé que no vas a querer centrarte solo en los estudios y dejarme solo a mí trabajar, ¿verdad?
Tiene razón. Se que hay veces que siento que no me puedo hacer las dos cosas y mucho menos, cuando tengo el turno después de la universidad que ni paso por casa, pero necesitaba el dinero para la casa, sobre todo. Termino de comer, pero no me levanto de la mesa todavía.
—Pues al menos si trabajamos las dos, tendremos más dinero para el alquiler y la compra.
—Vale —acepto su propuesta y cuando esta se acaba su yogurt, entre las dos empezamos a recoger la mesa. Metemos las cosas en el lavavajillas y nos sentamos en el sofá para reposar la comida. —Por cierto, ¿Sabes algo de Cookie?
Cookie es su perrita.
—La está cuidando Mike —expresa con un tono afligido. Cookie lo es todo para Rosa y el hecho de que no la dejaran traerla en el avión, le ponía triste —Y siempre me manda una foto o un mensaje contándome todo lo que pasa con ella.
—Me gustaría verla de nuevo.
Y es verdad. Esa perrita era la cosa más tierna del mundo y cuando Eliot era más pequeño, nos encantaba jugar con ella, aunque la diversión de mi hermano se basaba en tirarle del rabo... lo que implicaba a veces que se llevara algún mordisco por parte del animal; pero hay que reconocer que Cookie es bastante masoquista, pues siempre volvía a Eliot aun sabiendo lo que le caería encima.
—Y ella a vosotros. Sobre todo, a Eliot, aunque le tire del rabo —nos reímos.
Luego, encendemos la televisión y abrimos Netflix para elegir una serie para ver. Entre tantas no sabemos que escoger, pero al final nos decidimos por Friends. Esa serie nos encanta a las dos y ya hemos perdido la cuenta de las veces que la hemos podido llegar a ver. Rosa agarra la manta gris que hay en el brazo del sofá de su lado y nos tapamos con ella para disfrutar de los capítulos.
🎧🎧🎧
La nueva canción de NeverLand me encanta.
Se llama Falling for you y creo que es de mis favoritas que han hecho nuevas. Mi parte favorita es el estribillo, aunque es demasiado cursi e irreal para mí. Dice así:
«Y cuando sientas que no puedes más
Llámame
Porque, aunque sientas que estás sola,
yo siempre estaré ahí
Porque voy enamorándome de ti».
Me quito los auriculares cuando llego a mi parada y me bajo nada más detenerse el bus en este misma. Ya llego demasiado tarde a la primera clase, y para colmo me toca con Harold, así que no voy a poder entrar en el aula. Camino dirección a la biblioteca de la universidad, pues solo llevo dinero para el bus de vuelta a casa y si lo gasto, tendría que pedírselo a mis amigos; cosa que no quiero hacer. No entiendo porque no me ha sonado la alarma esta mañana si yo siempre soy muy meticulosa con esas cosas para que no me pasara nada de esto.
Entro en la gran sala repleta de estanterías con libros y mesas por casi todo el lugar. Busco la primera que este libre, —al fondo del todo—, y cuando llego a ella, abro la mochila para sacar algunos libros y el archivador para ponerme a repasar para los exámenes. Nunca he sido de esas que se pasan las horas en su habitación haciendo apuntes bonitos con colores y demás, pero sí que me gusta tener unos apuntes cuidados. Mi letra es redonda y pequeña, cosa que me encanta porque a la hora de estudiar, se ve todo limpio. Eso sí, si tuviese que escoger una letra, creo que escojo la de Noah; ese sí que tenía los mejores apuntes..., bueno, y los de Susan.
De Sophia no digo nada, pues ella prefiere escribir todo en digital, por eso siempre lleva su iPad en el bolso de la universidad.
Dejo de pensar en esas cosas y me pongo a terminar algunos apuntes mientras voy leyendo el temario que hemos dado hasta ahora en Psicología Social. No obstante, como me aburro, siempre acabo distrayéndome, jugando con el bolígrafo entre los dedos hasta que decido volver a sacar los auriculares y poner de nuevo a NeverLand, a ver si así puedo estudiar mejor. Cuando cojo el móvil para enchufar estos, veo una notificación de la red social Instagram y por curiosidad, la abro cuando mis ojos se abren al ver que se trata de una solicitud de seguimiento de... ¡¿Riley Steele?! Pero... ¿a este que le pasaba? Miro sin poder apartar la mirada, su perfil y su nombre de usuario. Tiene la verificación de "famoso" que muchos tienen ahí. Para mi mala suerte, yo ya lo sigo de antes de saber lo muy idiota que era. Cuando no tenía ni idea de mi existencia. Remuevo los pensamientos y hago desaparecer la estúpida sonrisilla que me ha aparecido sin yo ser consciente y guardo el móvil sin siquiera importarme que me haya seguido.
"Ya quisieras tú que no te importara, guapita"
Oh, cállate y no empieces.
"Admite que te atrae un poco"
¡Que no me atrae nada! Ahora, déjame seguir estudiando, por favor.
"Lo que tu digas, guapa"
Aparto mi monólogo interno a un lado y me concentro en los apuntes después de guardar el móvil. Se me han quitado las ganas de escuchar música en estos momentos. Antes de guardar el móvil, le mandó un mensaje a Noah, —aunque está en clase—, para decirle donde me encuentro y no me esté buscando al salir.
—Eres mala amiga. Me has dejado sola con Harold y me aburría como una ostra —se queja Noah, sentándose en la silla de enfrente mía.
Me rio en bajo mientras niego con la cabeza. Aun sigo en la biblioteca desde que Noah ha visto mi mensaje nada más salir de la clase y venir hacía aquí. Este me fulmina con la mirada dejando su mochila sobre la mesa, en el extremo. Yo guardo los apuntes en la mía y cuando la cierro, la pongo sobre la suya. Puedo aprovechar y preguntarle porque ayer estaba tan raro cuando le hablé de que alguien había dejado un paquete en mi casa... y eso es lo que hago tomándole por sorpresa.
Mi mejor amigo se vuelve a poner nervioso tal y como estaba ayer antes de cambiar de pronto su actitud y contestar lo primero que se le viene a la cabeza fingiendo estar seguro de su respuesta:
—Es que, pedí una cosa y puse tu dirección porque en mi piso paso menos tiempo, Madame.
Si se cree que me lo voy a creer, está muy equivocado. Le digo que aún no lo he abierto, por lo que no sé lo que es, porque se me olvidó hacerlo anoche, pero que tengo intención de abrirlo hoy sin falta.
—Noah, ¿Qué ocultas? —intento que me cuente algo más, pero este se libra por la campana que suena en ese momento. Veo a Noah suspirando mientras se levanta con la mochila en un hombro y yo hago lo mismo para irnos juntos a la siguiente clase —Por esta te has salvado, amigo, pero la próxima no te salvarás,
—Venga, Madame, que llegamos tarde —cambia de tema y empieza a correr para desaparecer de la biblioteca.
Yo ruedo los ojos caminando con tranquilidad, aunque si es verdad que acelero un poco el paso, pues no quiero perder la siguiente clase. Las demás clases pasan volando, excepto la última que se trata de Historia de la Psicología y, aunque no me cuesta tanto como otras, se me ha hecho eterna la clase que cuando ha sonado el timbre para irnos a nuestras casas, no he dudado ni un segundo y junto a Noah, hemos recogido velozmente para irnos cuanto antes.
Nos encaminamos hacia la entrada y allí esperamos a Soph que no debe quedarle mucho en acabar. Me siento en las escaleras en un rincón para no estorbar a los estudiantes que también salen mientras saco el dinero que me queda para el autobús. Puedo sentir la mirada de mi amigo encima de mí y la verdad es que me hace sentir un poco nerviosa; además, de vergüenza. Noah se sienta a mi lado y pasa su brazo por detrás de mis hombros. Se lo que me va a ofrecer ahora y antes de que se atreva a decirlo, niego con la cabeza. No quiero dinero. Mientras que tenga para volver a casa, es lo que importa. Este suspira por lo cabezota que soy y me aprieta más fuerte dándome una muestra de cariño con el brazo. En ese momento, Soph aparece dándonos un susto por detrás que Noah no puede evitar gritar de todo al tiempo que se levanta súbitamente.
—¡La madre que te parió, Blancanieves! ¿Quieres que me dé un infarto un día de estos? —se lleva las manos al pecho. Ambas nos reímos de nuestro loco amigo, cosa que nos llevamos una mirada furibunda de este —: Muy bonito. Yo aquí muriéndome, y vosotras divirtiéndoos con mi desgracia. ¡Ya me echareis de menos cuando me vaya!
—No seas exagerado, Greene.
—¿Exagerado? Madame, tócame el pecho —se infla cuando se acerca a mí y me coge la mano para ponerla sobre su pecho por encima de la camiseta. La verdad sí que late frenéticamente —¿Ves? Esta malvada rubia se quiere librar de mí.
—Thor, si quiero librarme de ti, ya sé cómo hacerlo —Sophia se burla un par de minutos de nuestro amigo y sin verlo venir, empiezan los dos con sus pullas de siempre.
Cuando les digo que al final perderemos el autobús, estos deciden terminan su guerra y comenzamos a caminar hacia la parada del autobús. No tarda mucho en llegar cuando nos sentamos en un asiento de cuatro: Soph y yo frente a Noah. Mis dos mejores amigos se autoinvitan a mi casa para comer, así que tendré que aguantarlos otro rato más. En cuanto le doy al botón para parar en la siguiente parada, —la mía—, ellos dejan de hacer el tonto y comportarse como críos, y nos vamos levantando con cuidado de no caernos cuando frene. Dos minutos después, bajamos del transporte y caminos un par de calles hasta llegar a casa donde me espera Rosa con la comida hecha; lo malo, es que no esperaba que vinieran mis amigos y, aunque tenemos suerte que Rosa suele preparar de más, porque prefiere que sobre antes que falte, me ha reprochado por no avisarla antes. ¡Si se han autoinvitado ellos, yo que sabía!
Comemos mientras hablamos de las clases con Rosa que nos pregunta de todo, y es que, aunque solo ha pasado un mes desde que la vi por sorpresa en la puerta de mi piso, se lleva de fábula con Noah y Sophia. Luego subimos a mi cuarto para estudiar y estas juntos un rato. La compañía de mis amigos me hacen bastante bien, pues siempre que estoy con ellos, no pienso tanto en que Eliot está encerrado en su cuarto a saber haciendo el que.
🎧🎧🎧
Viernes por la tarde.
Hoy la cafetería esta más repleta de lo normal de personas. Limpio la barra hasta que llegue el siguiente cliente mientras siento que Noah me observa desde el otro extremo. No quiero hablarle. No, desde que abrí el dichoso paquete que "supuestamente" me había llegado antes de ayer y cuando vi lo que era, supe que Noah tuvo algo que ver.
El jueves intentó llamarme, pero ni le cogí el teléfono. En la universidad me senté dos filas más debajo de él para que no intentara ningún modo de hablarme. Aunque tengo que reconocer que me dolía no mencionarle palabra, sé que una parte de mí lo quiere mandar todo a la mierda y perdonarle, otra sabe que no. No está bien lo que hizo a mis espaldas.
Su voz suena más cerca y sé que se ha acercado a mí:
—Madame, ¿te va a durar mucho el enfado? —no contesto. Tampoco me doy la vuelta porque estoy segura de que ahora tiene esa cara de cachorro abandonado y no quiero que me dé pena —¡Oh, venga, Madame! Sé que estas deseando hablarme.
Dejo el trapo sobre el mostrador y me doy la vuelta, cabreada.
—¡Pues sí, Noah, estoy enfadada, joder! —cuando me doy cuenta de que he levantado la voz, intento calmarme y me meto en la cocina. Este me sigue por detrás. Distraigo a mis manos haciéndome un batido de chocolate mientras sigo hablando con Noah —Te dije que no quiero que me compréis los caprichos y que ya me lo compraría yo cuando tuviera dinero, además, solo es un disco.
—No es solo un disco y lo sabes —me señala con el dedo índice. Antes de que pueda responderle, me interrumpe —: Mira, Madame, sé que he hecho mal, pero te conozco y estabas deseando tenerlo desde que salió.
—Si, es verdad, pero... ¡quiero ganármelo yo, Noah! ¡No que me lo regalen! ¿Tú sabes lo que se siente no poder comprar algo por ti mismo porque tu hermano no sale de su habitación y tienes que pagar todo tu solo? ¿Qué, trabajas duro, pero sientes que no sirve para nada? Estoy harta, Noah. Harta de pediros dinero a Soph o a ti cuando no llego a fin de mes o, cuando me falta para la compra —maldigo cuando las lágrimas empiezan a aflorar de mis ojos, algunas caen dentro de mi batido. —Y encima, no es que lo hayas comprado tú, sino que has tenido que decírselo a el idiota de Riley y ahora sabrá que no puedo comprar nada. Odio dar pena, Noah. Odio mi puta vida.
—¡Hey! Ven aquí, Madame —este me coge de la muñeca para tirar de esta y acercarme a él y esta vez no me separo. Ojala no fuera tan fácil perdonar a Noah Greene —Tu vida a mí me encanta. Creo que eres la persona más madura e independiente que he conocido en toda mi vida. ¡Si yo apenas se hacer un huevo!
Esto sé que lo dice para hacerme reír y funciona durante cierto tiempo, pero luego recuerdo que estoy enfadada con él, —o estaba—, porque Noah Greene puede hacer que te desaparezca el cabreo con él en cualquier momento. Si, puede que ver el disco entre mis manos cuando quite el envoltorio me hiciera feliz, pero luego me cabreé cuando Noah contó todo lo que había hecho para lograrlo. Por eso estuvo tan raro aquellos días en Bob's y cuando Riley le gritó que ya lo tenía, en alto.
«Ya tengo eso, rubio».
El rubio me separa para mirarnos a los ojos. Sus manos descansan en mis mejillas y con sus pulgares traza pequeños círculos, quitando las lágrimas que todavía están por mi rostro.
—No le conté nada a Riley. Ni que vives con el dinero gusto ni nada de tu hermano, madame. Nunca contaría nada que tú no quieras, zorra —Asiento, intentando calmarme. Hace un rato me he liberado al soltar todo aquello y ahora mismo me encuentro más libre por dentro —Es más, me inventé que los precios que pusieron fueron muy elevados y que nuestro jefe no nos paga tan rápido como queremos.
—De todos modos, se lo devolveré, Noah.
—Madame... Soph y yo ya te hemos dicho que, si tenemos que prestarte un millón de dólares, lo haremos encantada. No pienses en devolver por eso —Niego, dejándolo confundido.
—No es solo por eso, Noah —me apoyo contra el mostrador que tenemos dentro de la cocina para preparar las cosas que es de metal o algo parecido. —No quiero tener nada de él, Noah; y quiero comprarlo yo, no que me lo regalen. Sabes que lo odio.
—Bueno, sé que no puedo hacerte cambiar de opinión, pero sé que en el fondo estas deseando escucharlo y que tampoco te cae tan mal ese chico, ¿Verdad?
Ruedo los ojos. Cuando me doy la vuelta para terminar mi batido, porque paso de tirarlo solo porque hayan caído unas lágrimas, (no me gusta tirar comida), Noah me pregunta cuando había quedado con Riley. Le digo que mañana y abre los ojos de asombro preguntándome lo que me voy a poner. Se ríe y se sorprende cuando le digo que voy a ir lo más cómoda posible. Noah pone el último detalle a mi batido: una sombrilla verde de papel como adorno. Doy el primer trago mientras escucho a mi amigo.
Pongo mi cabeza sobre su hombro y escucho que se carcajea de mí seguramente.
—Ya estamos bien, ¿me parece?
—Quiero seguir enfadada, pero odio cuando pones tus caritas de cachorro.
—Es mi arma mortal —contraataca, bromeando —¿Lo devolverás? Porque has sido la única que lo tiene firmado, Zorra.
—Mañana se lo daré y puede meterse su pena donde quiera.
—Cabezota...
No puede seguir hablando cuando un cliente nuevo aparece en el mostrador esperando ser atendido. Yo le miro con una sonrisa divertida y muestro mi batido para darle a entender que le toca a él trabajar. Este resopla y mientras yo disfruto de mi batido, este se pone a atender a la persona.
Bajo la mirada al vaso de cristal y juego con la pajita. Remuevo como si fuera lo más interesante y me la llevo a la boca para dar otro sorbo. Mi cabeza solo podía pensar en el dichoso disco nuevo de NeverLand dándole la razón a Noah: una parte de mí sí que se había puesto contenta al tenerlo.
Maldito Noah Greene.
🎧🎧🎧
Me miro en el espejo de cuerpo entero de mi habitación y repaso todo mi conjunto. Ya estamos a sábado. Hoy es el día que iba a quedar con el baterista de NeverLand, alias: idiota maleducado. Sigo sin creerme que haya aceptado la estúpida invitación de Riley Steele, y aunque muchas chicas ahora mismo estarían gritando como loca, yo no. Le odiaba y preferiría mil veces que hubiera sido Ian.
Unos vaqueros, una sudadera corta de Mickey Mouse de color rojo y unas Vans, ha sido el conjunto escogido para la ocasión; ya le advertí que no pensaba arreglarme.
—¿Te da tiempo a cambiar los pantalones por este vestido? —Noah entra en mi cuarto con un minivestido rojo pasión con tirantes. Cuando ve mi cara de espanto, aunque la verdad que si es bonito (para fiestas), este lo deja en la silla del escritorio —Vale, vale. Pillada tu indirecta.
—Así me gusta, Greene.
Termino los últimos detalles cuando este se pone detrás de mí y comienza a hacer experimentos con mi mini moño bien hecho. Empieza a dar ideas para ver si quiero que me haga algún peinado bonito y "sexi", según él, pero yo muevo las manos por encima de mi cabeza para espantarle y que deje de imaginar cosas. Voy a ir lo más natural y cómoda posible, pues lo último que quiero es que se piense que me he arreglado para él, porque ni en sueños va a ser así.
Yo solo me arreglo para una persona: para mí misma.
Solo estamos Noah y yo en mi casa, pues Soph hoy tiene comida familiar y ayer llegó por fin a su casa donde nació: Miami. 1286 km de distancia con Manhattan y 3 horas en avión; al menos fue lista y no fue en coche. Así que ahora mismo ya estaría con sus padres.
Sobre las 17:45 salgo de casa junto a Noah y llego a Bob's en diez minutos cuando veo su coche parada frente y a Riley apoyado en este mismo. Cuando nos escucha acercarnos, levanta la cabeza y la misma sonrisa de pasárselo pipa, aparece en su rostro. Saluda a Noah y viceversa. Mi amigo comienza a hacer alguna de sus bromas pervertidas mientras yo muero de la vergüenza allí mismo. Cuando le pregunto, cuanto lleva esperando, pues si ya estaba aquí cuando he llegado, este me responde:
—No me gusta hacer esperar a las personas, bichito.
Frunzo el ceño. ¡Dichoso apodo!
—¿Podemos irnos? Cuanto antes empiece esta tortura, antes acaba —le doy una falsa sonrisa y este me repasa de arriba abajo. Antes de que pueda decir nada, yo hablo primero —: Te dije que no pensaba arreglarme.
—Y yo te dije que incluso una bolsa te quedaría bien —me susurra cuando me paso por su lado y me agarra de la muñeca para que no siguiera caminando. Un escalofrío me recorre el cuerpo sin motivo alguno. Luego, me suelto de su agarre y me meto en el coche sin mirar a nadie, despidiéndome de mi amigo —Adiós, rubio.
—¡Hasta luego! ¡Y usar protección, que soy muy joven para ser tío!
Me escurro en el asiento por la vergüenza. Ay, por favor, Noah. ¡Que bochorno! Me coloco rápidamente el cinturón cuando este se monta y antes de que arranque, le pego en el pecho con el disco, sin hacerle mucho daño. Este lo coge, me cruzo de brazos mirándolo y sin saber a qué viene esto, yo le respondo antes:
—Noah no ha debido de pedírtelo. No lo quiero.
—Oh, venga, bicho. Solo ha sido un regalo —intenta convencerme, pero cuando le digo que no quiero un regalo suyo, este se ríe mientras niega con la cabeza y llamándome cabezota, me dice que lo guarde en la guantera. —Tu amigo tiene razón: eres muy cabezota.
—No lo soy —no hay más conversación hasta el momento. Guardo el disco donde me ha dicho y este arranca el coche sin decirme a donde vamos, pues según Riley, es sorpresa.
«Que tío más insoportable, de verdad», pienso para mí.
Lovers! Aquí os traigo el segundo de la triple actualización. Espero que disfrutéis los tres capítulos tanto como yo al escribirlo y tened pañuelos para los siguientes, pues será entre romántico y triste a la vez. Me haría ilusión que me ayudéis votando, comentando y compartiendo para hacerme crecer.
Para los nuevos que se unan a la familia, tengo dos grupos (telegram y wasap) podéis hablarme por privado o en la descripción están los links. Son para hablar de mis libros, fangirlear y pasarlo bien y comentar los capítulos
Instagram: carlusky_01 y sagaalover (wattpad)
Preguntas: ¿Os parece bien que Noah le haya hecho ese regalo a Mane, o mal porque ella no quería? ¿Cuánto le dais a este? ¿Dónde creéis que la lleva Riley?
DEDICATORIA:
Athewatpadcat, SeirMayantigo, cristinazg_, NaykarenCorreaRodrg2, BURGUI92, LaChicaAnonima18, Naak26, desirealba, itxmakai, Titania2408, WattpadEspanol, WattpadRomanceES
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