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Parte 1

Estaba harta, muy harta, demasiado muy mucho muy harta... Suficientemente harta. Se arrojo al agua como queriendo quitarse la piel como deseando que el agua se transformara en ácido y le arrancara dolorosamente la vida. Quería sufrir, sabia que merecía sufrir pero aun así deseaba escaparse a como diera lugar del dolor.

De pronto ella se volvió agua, se volvió llanto... Se volvió dolor. Era tonto lo que estaba haciendo, en casa debían estar preocupados por ella pero eso no le importaba ahora, no podía pensar con claridad teniendo el corazón roto. De pronto recordó que no sabia nadar y se sintió ridícula ¡diablos! Vaya que se sentía estúpida, inconscientemente si tenia presente que no sabia nadar y quizá por ello salto al lago porque tenia ganas de morir antes de que el dolor la matase, ella sentía tanto pero tanto dolor que depurarlo con su llanto ya no bastaba, había llorado hasta que el agua se volvió salada y se estaba ahogando mas con su propio llanto que con el agua del lago que ya la cubría toda.

No se resistió, no luchó, y aunque lo hubiera hecho esto hubiese sido en vano ya que de todos modos no sabia nadar, visitaba ese lago desde que era pequeña con su familia, increíble es que no haya aprendido nunca a hacerlo. No aprendió a nadar porque no quiso, porque no pudo, porque el agua le daba miedo y porque no se sentía con la destreza suficiente para aprender el arte de los peces y las sirenas. Siempre que le preguntaban porque no nadaba ella decía que porque odiaba el agua, irónico que ahora moriría ahogada en un lago.

Se sintió empujada hacia el fondo y sin mas trago profundo, se trago su orgullo y admitió por fin que era débil, que tenia miedo y que no quería morir, no hoy y no ahora pero ya era tarde, el agua, odiosa e imprudente, se había abrazado a ella y la asfixiaba intento nadar pero no pudo, intento de nuevo pero no sabia como "¡mierda!" maldijo apretando los ojos. Busco en su memoria y se encontró con su padre diciéndole como se nadaba, dándole las primeras lecciones; busco mas y hayo a su madre sentada frente a ella en una tabla de surf en una playa en Hawai hablándole del mar y lo hermoso que era sumergirse en él. Busco y rebuscó pero por mas que lo intento no encontró por ningún lado la sensación de sus brazos contra el agua, la sensación maravillosa de sentirse pez de la que tanto hablaban sus padres porque ella odiaba el agua.

No sabia si habían pasado segundos, horas o días desde que se lanzo al agua pero de algo si estaba segura: se le estaba gastando la vida frente a sus ojos.

Saco del baúl de su memoria los recuerdos mas preciados de su existencia como tratando de saborearlos por ultima vez. En unos segundos estuvo en su casa sentada en la mesa de la cocina desayunado, su padre estaba leyendo una revista de economía y su madre le servía café mientras hablaba por teléfono, los gemelos estaban pintando su rostro con la comida, literalmente, y arcoiris estaba lamiéndose la cola con devoción ciega. Recordó a Aldo —Emil—, su hermano mayor quien se había ido a estudiar a la capital 2 años atrás, recordó como la hacia reír como loca y deseo reír, reír en su pecho y decirle que tenia ganas de llorar, que se sentía sola y que ya no podía mas; recordó a Teresa, su muy mejor amiga y con ella apareció el recuerdo de su hermano Diego, su guapo, divertido y atlético hermano Diego. Debió haberle dicho a Teresa que estaba mas que enamorada de su hermano, quizá y ella la hubiera ayudado o por lo menos le habría servido para contarle a alguien que se moría de amor.

Estaba harta de callarse lo que sentía, de guardarse el amor, de sentirse cobarde, de tener miedo, de sentirse sola, estaba harta de que no la entiendan... Estaba harta de todos y de todo, muy muy harta. Se sentía rebosada, como el vaso que se colmo y reventaba sin razón aparente. En la mañana había discutido horrible con su madre y se había sentado a la orilla del lago a llorar, a pensar, cuando se sintió mas calmada regreso a casa pero no había terminado de recomponerse cuando vio a Diego unido por los labios con Aurora, su prima la bonita, de tal forma que pareciera querían arrancarse las bocas a mordiscos. Por ellos corrió nuevamente al lago  de camino iba pensando en sentarse a la orilla y llorar las penas para levantarse y dar pelea como sin nada, como siempre lo había hecho pero no supo como ni cuando cambio el rumbo de sus planes y estando ya frente al lago se lanzo de golpe y se hundió voluntariamente hasta sentirse como la sirenita al final del cuento: sin familia ni amor y aferrada a la esperanza de que todos estarían mejor con ella convertida en una misera pompa de jabón.

Quiso escuchar la voz de Diego de nuevo, quiso verlo, deseo tenerlo cerca y abrazarlo, susurrarle al oído que le quería y que siempre le había querido pero  ya no podía. Repitió en su cabeza el sonido de su su voz y se sonrojo al recordar de que modo se lucia el léxico en la voz que afloraba de su garganta. Se sintió adormecida y no sabia explicar si aun estaba despierta o si se había dormido, se supo en su cama cubierta y protegida y culpo al sueño de jugarle una mala pasada cuando escucho la voz de aquel de ojos de cielo gritar su nombre.

No recordada mucho, se sentía inquieta y perdida. Vio una luz y asumió que era esa de la que todos hablaban, aun sin saber a ciencia cierta si de verdad existía, pero se negó a seguirla "quedate conmigo por favor" escucho a alguien suplicar, esta vez no culpo al sueño de su alucinación. Ya lo sabia, estaba muerta.

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