¡-2!
—Perdoname, perdona mi estupidez es solo que no puedo evitarlo, soy un idiota —gimió alguien en su oído.
Es que ya ni de morir en paz podía uno darse el lujo. Estaba molesta de que le lloraran sobre el rostro pero había un color extraño en esa voz, sonaba a.... ¡Diego! Trato de aspirar hondo pero el agua se lo impidió así que exhalo con fuerza, por instinto, y tosió. Escupió el agua y volvió a toser repitiendo el proceso hasta sentir que respiraba, así que o estaba fuera del agua o ya de plano se había vuelto pez; eso si no es que la había succionado el túnel de la muerte muy a pesar de que no había seguido la Luz al final del mismo.
—¿Diego? —logro decir casi sin aire— este transformó su gesto de preocupación en uno de alegría y recobro su mirada el brillo de mil estrellas que la caracterizaban —deja de llorarme en el rostro
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