Autofagia
Descansaba la madre, ahora delgada como un esqueleto con la barriga hinchada y las costillas marcadas.
Descansaba la madre con ojos moribundos con la barriga hinchada y las tetas caídas.
En un costado descansaba su cría, aun inocente y ciega; La madre le tomó entre sus huesudas manos.
Obediente niño fue, que se dejó llevar sin dejos de rebeldía.
Bocado a bocado arranco la piel y carne de quien fuese su hijo...
Sus ojitos cayeron a la mar cuando su lengua cayó en el amplio valle, entre el cerro y la montaña directo a la cordillera su sangre fue derramada tiñendo los Copihues.
Bocado a bocado avanzó y solo se escuchaba como roía cada hueso y cartílago.
Sus costillas alimentaron a las fieras.
Sus frágiles manos acariciaban que buscaban consuelo en un rostro empapado en hambre, solo encontraron una sonrisa cínica.
Sus caderas se perdieron entre la pampa, impregnándose de olor a salitre.
La cadavérica madre solo se detuvo al ver sus piececitos de niño; Ahora satisfecha con las mejillas rojas y la mirada extasiada, 20 metros los enterró, bajo tierra, bajo el desierto.
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