Capítulo único
Su enojo e indignación se transformaron en lujuria.
Ver a Tony callado, con la boca abierta por haber roto un maldito en tronco en dos, y sentir su aroma llegarle por completo le prendió. Le prendió en lo absoluto. Por sus venas, recorría el deseo, el deseo que se mantuvo reprimido por tanto tiempo, el deseo que ya no podría ser controlado, el deseo que ahora reclamaba a Stark para sí, para sus propios propósitos.
Para joderlo duro.
Muy duro.
— ¿Quieres ver mi lado oscuro, Stark? —Gruñó Steve. — ¡Lo verás!
Antes de que Tony pudiera responderle, Steve lo tomó, lo cargó en sus hombros y lo llevó hasta el pequeño garaje que Barton tenía en su granja. Era consciente de que había una cama vieja y que no llegaba ningún ruido hasta la casa de Barton. Porque fue ahí en donde pasó la noche cuando le designaron habitación con Stark, fue ahí en donde se masturbó al toparse con un Stark vistiendo solo su bóxer cuando pasó a recoger su chaqueta en esa misma habitación que les designaron. Así que, serio y decidido, Rogers avanzó con pasos firmes, estando ligeramente satisfecho por cómo hizo callar esa boquita tan elocuente de Stark. Tal vez, fue la irrites en su voz o el modo tan abrupto por el que lo tomó. A Steve no le interesaba más, sino seguir su instinto, su maldito instinto que se apoderaba de él con un deseo que crecía a cada segundo. Por lo que, sintiéndose dueño y victorioso de ambos, Steve empujó la puerta del garaje con una patada y los adentró al garaje. Dejó a Stark en el piso, cerró la puerta y la atascó con un mueble que estaba cerca para seguido girarse. Mientras que, Stark aún se mantenía sorprendido y hasta congelado por la determinación de Rogers.
El genio jamás fue testigo de un verdadero enojo del Capitán que comenzaba a preocuparse, a arrepentirse por irritarlo, por cuestionarlo. Pero, el orgullo Stark no le permitiría pedir salir de este garaje, escapar del garaje como un cobarde. No sin antes descubrir hasta dónde podía llegar Rogers con esta trampa. Y el mismo Rogers lo sabía, él sabía que la curiosidad y el orgullo de Stark harían que se quedara, que aceptara lo que su mente socavada por el deseo quería hacerle. Preso a ese deseo, Rogers caminó hasta Stark, lo volvió a coger de la cintura y empezó a besar su cuello. A lo que Stark cerró los ojos confundido por lo que ocurría, por los besos que Rogers dejaba en su cuello, por cómo las manos de Rogers se enterraban en su cintura. Tanto Tony y Steve abandonaban a la vergüenza y al mismo miedo que antes les contuvo, que antes les obligaba a negar la tensión que había entre los dos. Sobre todo, Rogers dejaba sus principios y hasta su moral por asumir que esto sería incorrecto, que estaría tan mal cogerse a Stark en un garaje sucio.
Rogers se soltó de sus propias cadenas para someterse al deseo, para esclavizarse a su instinto y a único objetivo: cogerse duro a Tony Stark. Así que, llevando sus manos hacia la camisa que colgaba de la cintura de Stark, Rogers se detuvo, levantó su rostro y miró directamente a Tony. —Mi lado más oscuro es el que más reprimí por tu culpa, Tony Stark. —Susurró, a medida que desataba esa camisa, que la tiraba al suelo para luego llevar sus manos hacia el culo de Stark. Lo rozó lentamente hasta que terminó por apretarlo con dureza. A lo que Tony soltó un jadeo y se apegó más al cuerpo de Rogers, sintiéndose también preso por su propio deseo y curiosidad. — ¿Realmente, quieres conocerlo?
—S-Sí. —Tony tartamudeó.
Rogers le sonrió victorioso.
E, inmediatamente, Rogers agarró el rostro de Tony para besarlo. Intensamente. Movía su cabeza de un lado a otro, metía su lengua en la boca de Stark, exploraba cada rincón y jugueteaba con la propia lengua del genio. Tony trataba de jadear, pero Rogers se lo impedía. Rogers profundizaba el beso más y más. El rostro de Stark se ponía rojo y un enorme orgullo se asomó en Rogers. Stark podía ser un playboy, mas él sería el que someta al playboy más deseado y reconocido en el país. Lo haría hoy y ahora. Porque ese fue uno de sus deseos más oscuros desde que Stark se burló, desde que Stark lo consideró un pobre imbécil que no era capaz de tener sexo. Sí, Stark le dio en su orgullo, en su orgullo que no le perdonaría hasta que entendiera que su abstinencia no se debía a que le temía al sexo, sino que el amante al que deseaba era muy testarudo como para atraparlo, un amante que llevaba el nombre de Tony Stark. Así que, dispuesto a corroborar que tenía a Stark consigo, Rogers paró de besarlo, se puso a contemplar ese rostro que fue imagen de sus sueños más húmedos. Tony estaba rojo, muy rojo. Tony estaba con la respiración entrecortada y la mirada dilatada. Stark no tenía idea en dónde se metió ni a quién retó. Pues, en ese preciso momento, Rogers no era la persona que Tony creía, sino una bestia desatada por un oscuro deseo. Por lo que, al ser apegado con rudeza más al cuerpo de Rogers, Tony jadeó fuerte y más al sentir cómo Rogers le lamía el cuello, cómo mordía su piel, la estiraba y chupaba.
Rogers lo hacía tan bien, tan rico que las piernas de Stark temblaban. Mientras que, el cuello del mismo Stark se veía adornado por grandes chupetones que Rogers le dejaba y que Stark no sabría explicar. O, que quizás nadie le creería. Porque nadie aceptaría que el Capitán América fuera capaz de aquello, que el Capitán América tuviera una posesividad tan bien escondida que solo afloreció con Stark, con que todos verían a Stark con esos chupetones. Nadie le crearía y eso le divertía a Steve. Le divertía tanto que Rogers se volvía más y más sombrío al recordar que todos sabrían de esas marcas, que Stark fue suyo, que lo sometió y que incluso podía cogerse a Stark frente a ellos si así lo deseaba. Steve más y más se adentraba a ese lado oscuro, a ese lado que no le permitía pensar, que lo volvía una bestia presa de sus instintos y deseos. Era por ello que Steve se contenía, que reprimía de ese lado. Porque ahora solo pensaba que, con esas marcas que tanto disfrutaron Tony y el mismo Steve, nadie más se atrevería a mirar a Stark con deseo. No frente a él. Esos chupetones le servirían para alejar y devolver a Thor a su reino. Thor ya no sería un peligro. Tampoco, los otros. Pues, Stark no iba a ver a otro, no después de lo que le haría. Jodidamente, Rogers se sentía otro. No era el que acostumbraba, sino un lobo hambriento. Hambriento de Stark. No podía controlarlo más. Desde que lo vio, desde que lo desafió, desde que lo hechizó, deseó a Stark. No podía negarlo ni ocultarlo. No cuando por meses y hasta ayer se masturbaba, pensando en él, en esas indirectas que trataba de ignorar, en esos movimientos para nada discretos que le hacía al propósito. Lo tentó tanto hasta un punto en el que ya no podía resistir. Menos, un desafío que él mismo pidió.
Entre más besos, Steve llevó a Tony hasta la cama, lo empujó con cuidado y, teniéndolo ya echado, se colocó encima de Stark, orgulloso. Muy orgulloso. Stark no hablaba, solo respondía a sus besos, a sus caricias y a sus órdenes. Estaba más que claro: Lo quería a él y se lo daría. Alzándose un poco, tomó su polo y le sonrió. —Los troncos no son lo único que puedo romper. —Le murmuró soberbio. Seguido, Rogers tiró del polo con sus dos manos y lo rompió.
Tony jadeó por la confusión y sorpresa de lo que sucedía, del otro ser en que Rogers podía convertirse. — ¿Quién... eres? —Tony preguntó apenas, sintiéndose extraño y fuera de sí.
—Soy el Rogers que siempre has deseado en la cama. —Steve respondió cerca del oído de Stark para luego ir bajando hasta su pecho, detenerse ahí y dejar que sus manos rozaran los pezones de Stark, pezones que estaban a su merced.
Tony preso por el mismo cuerpo de Rogers sentía que su cuerpo le traicionaba, que se entregaba al que tomaba por un desconocido. Tony estaba sorprendido y muy excitado. Una exquisita combinación que le llevó a cerrar los ojos, a morderse los labios y a arquear la espalda. Hasta que un fuerte gemido lo hizo caer rendido por la culpa de Rogers, por la culpa de ese desgraciado que comenzó a lamer uno de sus pezones y a pellizcar otro con una rudeza que lo desencajaba. Demasiado. — ¡Ahhh! ¡Joder! ¡Ste... Cap... ¡Ahhh!
Admirado y perverso, Rogers continuó lamiendo el pezón izquierdo de Stark hasta que con su boca la tomó por completo. Rogers estaba loco y cegado por el deseo que chupaba el pezón de Stark al punto de compararse a un bebé, a un bebé muy hambriento. Porque cada vez Rogers chupaba más y más rápido. Mientras que, su otra mano pellizcaba el otro pezón y subía el calor. También, el deseo. Su deseo. Tony no dejaba de gemir, de moverse hacia adelante, de rogar que parara y de aferrarse a la cama. Podía sentirlo. Rogers podía sentirlo. Tony, su Tony, iba a correrse. Estirando el pezón izquierdo, Rogers le dio otra chupada más para ir hacia el otro pezón y morderlo. Era incapaz de parar. Le fascinaba ver cómo se ponían duros y muy dilatados. ¡Joder! Jamás imaginó tener a Stark así. Estaba al borde del clímax. Y le encantaba. Él, y solo él, era el causante.
— ¡Ahhh... ¡Cielos, Rogers! —Gritó Tony para correrse y ser atrapado por la boca de Steve. Rogers lo besaba, atrapaba cada jadeo suyo y lo enloquecía. Era muy bueno. No, era genial y no podía hacer más que disfrutarlo. Sí, disfrutar cómo el gran Capitán América se descontrolaba con él y por él. —Este...
— ¡Shh! —Rogers lo calló con un beso. —No gastes energías que nos falta mucho, que me falta mucho para demostrarte.
Tony asintió, obediente y expectante.
Las manos de Rogers fueron al pantalón de Stark, se metieron debajo y, con cierto descaro, fueron acercándose al miembro del genio quien por la sorpresa llevó sus propias manos al rostro para cubrirse. Con la espalda arqueada, la respiración entrecortada, el cuello y pecho lleno de chupetones, Stark se veía tan follable que Rogers admiraba su resistencia. De ser otro, ya lo habría tomado. Pero, no. Rogers quería ser inolvidable para Stark porque quería que el mismo genio petulante que se robaba sus propios gemidos fuera él que lo buscara. Así que, iba a resistir por él. Tomando el miembro de Stark con una mano, Steve comenzó a masturbarlo. Tal como había aprendido y se hacía. Mas, el pantalón le estorbaba. Sin dudarlo más, Rogers le bajó el pantalón junto con el calzoncillo, dejando a Stark completamente desnudo. Se había deshecho también de las zapatillas. Ahora, sí se veía el doble de follable, listo para ser tomado por él, para que lo jodan duro. Él lo iba hacer. Rogers sujetó el miembro de Stark otra vez, lo frotó de arriba hacia abajo, desde la punta hasta lo más bajo de su tronco. Mientras lo hacía, Rogers se apegó a él, le robaba besos, metía su lengua hasta lo fondo de la boca de Stark y se apropiaba de sus jadeos. Esos jadeos que se hacían adictivos como masturbarlo. Rogers se sentía poderoso, muy poderoso. El poder que el propio cuerpo de Stark le entregaba lo embriagaba. Y mucho. Más rápido lo frotaba, el presemen de Tony comenzaba a salir, a manchar su vientre desnudo y sus manos.
Tony estaba loco del deseo. — ¡Mier-Mier...! Rogers... ¡Ahhh! —Nublado por el abrumador deseo que Rogers le entregaba, Tony volvió a correrse. Su cuerpo se rendía a las caricias de Rogers, a sus besos precisos y a su forma de tocarlo. Parecía un completo experto que ansiaba lo que venía con el alma. Stark tragó saliva y trató de mantener contacto con el rubio ardiente que yacía a su al frente. —Pretendes... someterme, ¿verdad? —Tony preguntó, muy agitado.
A lo que Rogers sonrió sombrío. —Ya te sometí, Stark. ¿Quieres comprobarlo? —Tony asintió, creyente a que no era cierto, a que él no se había doblegado por Rogers. Pero, al sentir cómo Rogers se alejaba, lo dejaba de tocar, Tony se desconcertó. —Si me quieres contigo, deberás llevarte dos dedos a tu boca. ¡Ahora! —Tony puso resistencia y negó. —Entonces, no tendrás a mi polla dentro de ti. —Rogers respondió tan sucio que Tony bajó su mirada hacia el miembro de Steve, pudo divisar cómo el miembro de Rogers estaba erecto y se volvía un gran bulto debajo del pantalón. Stark sabía que Rogers podía darle un clímax completo, que podría joderlo tan rico que negarse a una simple orden parecía ser tonto, comparado a lo que podía perder. Así que, tras relamerse los labios, Tony se odió, pero se llevó dos dedos a su boca. Tal como Rogers le había ordenado. — ¡Chúpalos! ¡Chúpalos bien! —Stark volvió a obedecer sonrojado y odiándose por ser débil, por dejar que su placer le ganara. Stark se chupaba los dedos tan bien que Rogers jadeó molesto porque su miembro exigía ser liberado, ser el que estuviera en esa boca tan exquisita de Stark, apareciendo otro deseo placentero. Sí, el de follarse la boca de Stark. Y eso haría, al final de joderlo. — ¡Suficiente! ¡Ahora, métetelos!
— ¿Qué? —Stark respondió apenas. — ¿Qu-Quieres que me los meta a...
—Sí. ¡Ahora!
—Co... Como ordene el Capitán Soberbia. —Tony le guiñó antes de obedecer.
Seguido, Tony se giró, se puso en cuatro y empezó a meter sus dedos a su entrada palpitante. Rogers se removió lleno de lujuria, mientras veía de cerca cómo la entrada de Stark se dilataba. Lo hacía más y más con los dedos del castaño. ¡Maldición! Era tan... Sumergido en el deseo, Rogers fue sacándose la ropa. Primero, las zapatillas. Luego, el polo y, cuando la entrada de Stark comenzaba a chorrear, se quitó los pantalones junto con su calzoncillo. No podía más. Los jadeos de Stark inundaban la habitación y las embestidas que se hacía lo enloquecía. Rogers necesitaba de él. Su miembro necesitaba de esa boca caliente que Tony tenía. Así que, Rogers se subió a la cama y fue hasta el rostro de Stark. Tony le sonrió victorioso por haber acabado con la resistencia de Rogers y abrió su boca. Ese era el genio que Rogers quería para sí, al que le quería follar la boca. Por lo que, con todo el descaro, Rogers metió su miembro en la boca de Tony. Éste comenzó a chuparlo y a llevarlo la gloria. Rogers cerró los ojos y jadeó fuerte. Stark era bueno, muy bueno. Con cada chupada que Tony le hacía tan rico, Rogers sentía cómo lo llevaba al clímax. Y nublado por esa sensación de querer más, de necesitar hundirse más al fondo, Rogers se inclinó hacia Stark y empezó a embestir contra su boca. Tony lo recibía gustoso; y por la comisura de su boca se escapaba el presemen de Rogers. Era demasiado. La boca ardiente de Tony y su cuerpo completamente desnudo para él le hicieron a Rogers correrse. Stark tragó todo lo que pudo y lo miró lujurioso. Rogers sacó su polla de su boca, se acercó a él y lo besó. Muy posesivo.
La propia lujuria de Rogers iba consumiéndolo. Entre beso y beso, Rogers le lanzaba suaves cachetadas que Tony disfrutaba, lo enloquecía. Rogers estaba siendo rudo y a la vez no con Stark. Tanto cómo Steve y Tony se querían, se deseaban. Así que, Rogers se movió hasta quedar entre las piernas de Tony. Las tomó y las alzó. No sin antes haberlas movido a un lado y nalguear ese perfecto culo que se jodería. Rogers le dio tres nalgadas y las dejó rojas, completamente rojas.
Tanto que sus ganas de hundirse en él crecieron en grande.
Lo haría.
Con las piernas de Tony bien abiertas, Steve lo embistió. Stark cerró los ojos y jadeó el doble de fuerte. — ¡Ahhh! ¡Mie...! ¡Ahhh... —La primera embestida fue ruda, muy ruda. La gran polla de Rogers entró en él y lo enloqueció. Tony podía sentir su posesividad, su lujuria y su perversidad. Era exquisito, demasiado. Rogers le soltó sus piernas y se apoyó en la cama. Se apegó al cuerpo de Stark por completo y comenzó a besarlo. Le acariciaba los cabellos, se aferraba a su cuello y a él, desencajándole totalmente. Con cada jadeo que Tony escuchaba, con cada roce que sentía, Tony perdía la razón y empezaba a balbucear. — ¡Ahhh! ¡Ro-Rog... —Las palabras de Tony quedaban en su garganta. No podían salir. Rogers lo estaba embistiendo frenético. Sus mulos y sus nalgas chocaban duro. Bastante duro. Todo el garaje se llenaba con sus aplausos y con sus jadeos. No podía ser cierto. Rogers lo estaba... — ¡Roge... ¡Ahhh!
— ¡Ohh! ¡Cielos, sí! —Steve jadeó entre los besos que le daba a Tony. No podía parar. Penetrarlo, sentir esa estrechez y ver a Tony todo un loco se lo impedía. Era demasiado. Su cuerpo no se cansaba. Tony parecía ser una adicción que acaba de probar y que no volvería a dejarla. Al punto de creer que quien cayó fue él y no Stark. — ¡Joder... Sí!
Steve terminó por correrse dentro de Stark, lo llenó, lo llenó con su semen, lo manchó tanto que Tony soltó un largo suspiro. Stark se notaba complacido. Mas, no quería que esto terminase, que Rogers acabase. Tampoco, el mismo Rogers. Saliendo de él, Rogers avanzó hasta el pecho de Stark. Con las piernas arrodilladas y teniéndolo debajo, Rogers le sonrió. Era perfecto y suyo. Jaló los cabellos de Stark, logrando que se alzara y llegara hasta su miembro. Tony lo recibió obediente, mientras él embestía contra su boca, su boca tan follable. Rogers estaba loco. Todos sus más ardientes sueños se cumplían, se estaba jodiendo a Stark por completo. Rogers volvió a jalar los cabellos de Tony, mas esta vez lo echó nuevamente. La linda boca de Stark también estaba manchada con su semen. La gloria de hace años no se comparaba a la de ahora. En lo absoluto. Rogers se inclinó a él y lo besó profundamente para seguido alejarse.
Tony se limpiaba y chupaba sus dedos. Mientras lo hacía, Rogers lo colocó de un lado. Stark sonrió y jadeó. Debía imaginárselo. Rogers no se cansaría tan rápido. Se apegó a la cama, escondió su rostro en ella y gimió fuerte. Rogers, de rodillas, lo empezó a penetrar. Igual de duro. Sus piernas juntas temblaban y su vientre era carcomido por el placer. Steve estaba tan... Lo embestía más y más. Raída y duro. Tan duro que no podía contenerse. — ¡Oh, Rogers! ¡Sí! ¡Ahhh... —Rogers le tomó del cabello y alzó su rostro. Los jadeos de Tony se hicieron más fuertes al sentir todo el cuerpo de Steve caer sobre él. El gran brazo de Steve lo ahorcaba y él solo era capaz de girarse y besarlo. —Rogers... ¡Cielos! Ya... no voy a dudar... de ti.
— ¡Jamás! —Steve habló para seguido tapar la boca de Tony con sus manos y ahogar sus jadeos, mientras lo seguía penetrando. Duro y duro. Desgarraba a Tony con placer, lo enloquecía y lo llevaba a otro orgasmo. El pequeño cuerpo de Rogers temblaba y le llenaban de lujuria. —Pero, no creas que acabé, Tony. —Rogers le advirtió. Saliendo de él, Rogers echó por completo a Tony boca abajo. Abrió bien sus piernas y se subió encima de ellas, dándole una total libertad de poder nalguear su precioso culo. Era redondo y perfecto. Le dio tres nalgadas más y las estrujó. Stark hundió su rostro en la cama y ahogó su jadeo. Tony estaba a su merced y lo disfrutaba tanto. Mientras, que Rogers comenzó a hundirse nuevamente en Tony, orgulloso de los gemidos que el genio soltaba. Gemidos fuertes y roncos. Tan roncos que parecían que desgarraban esa garganta que tanto se jodió. Steve iba embistiéndolo duro y rápido, mientras sujetaba los cabellos de Tony. —Eres... mío.
— ¡Ahhh! ¡S-si... Sí! ¡Soy... tuyo... ¡Ahhh! —Tony jadeaba más alto. Con todo el cuerpo de Rogers encima de él, hacía cada embestida más dura. Ya no podía, no podía. Su cuerpo iba a colapsar. Tony cerró los ojos y sintió cómo Rogers empezaba a besarle el cuello, mientras lo embestía. No necesitaba más, volvió a llegar al clímax. —Oh... St-Steve.
Steve, al borde de llegar a saciarse, se levantó y alzó el culo de Stark. Lo volvió a penetrar igual de duro. Tony se reincorporó y apoyó sus brazos en la cama débilmente. El placer que le daba era demasiado. Y Rogers lo sabía. Le rodeó el cuello con su brazo para sostenerlo, mientras se movía dentro de él en círculos. Tan lento se movía que Stark no podía más. No podía. Rogers le dio una última estocada y besó la nuca, corriéndose dentro él. —Mi... Tony. —Rogers gruñó.
Saliendo de él, Rogers terminó por recostarlo y echarse a su lado. Tony se giró y lo abrazó para seguido cerrar los ojos y suspirar. Tony estaba igual de cansado o más que él. Así que, Rogers no dejaría que nada ni nadie perturbara su sueño. Por lo que, enredándolo con sus piernas, Rogers depositó un beso en sus cabellos y acarició la espada desnuda de Tony, determinado a velar su sueño con recelo.
— ¿Volverá a ocurrir? —Tony soltó un bostezo para seguido mirarlo.
—Solo si vencemos a Ultron. —Steve respondió condicionante. A lo que Tony negó con una sonrisa de oreja a oreja, sabiendo que el antiguo y recto Steve parecía volver. Se veía tan hermoso y suyo. —Pero, si vuelve a ocurrir, me gustaría saber si seríamos exclusivos... O, tal vez, una pareja.
— ¿Tener sexo hasta enamorarnos? Me agrada la idea. —Tony besó a Steve, seguro de lo que acababa de sentenciar. Quería tanto el lado noble y el lado oscuro de Rogers para sí, solamente para sí.
Steve miró directamente hacia Tony y volvió a besarlo, convencido de que sucedería las dos cosas: sexo y amor. Total, los dos podían complementarse perfectamente. —No tanto como a mí.
Aquello fue lo último que selló la promesa de ambos, esa promesa que nacía de un sucio deseo solo con la intención de volver a aparecer, a repetirse.
Y, tal vez con la ilusión de que se complemente con la ilusión de un amor, de un tonto y noble amor.
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