Pasamos tus últimos días en la ciudad, aprovechándolos lo mejor posible, pues no sabíamos con certeza cuándo sería la próxima vez que nos reuniríamos.

Ese último día, permanecí con el pecho comprimido, la tristeza y la incertidumbre formaban una prensa que me ahogaba, pero intenté parecer entusiasta.

Charlie, empezarías un nuevo camino, y juro por Dios, que estaba contenta por ti. Me sentía orgullosa de estar a lado de una persona que luchaba por lo que quería.

Tu tenacidad solo logro que me enamorara aún  más, si es que eso era posible.

Me despedí de ti. De tu cuerpo y tu aroma. De tus caricias y besos.

Oh Charlie, la agonia aún no comenzaba y ya me sentía desfallecer. Tenía que ser fuerte, tu igual necesitarías que yo lo fuera para no dejarte caer.

Ahora más que nunca necesitaríamos el uno del otro, y yo daba por hecho que estaríamos ahí para sostenernos en nuestro peores momentos; pues así debía ser.