Han pasado diez meses desde que supe de ti. No hace mucho me enteré que ya salías con alguien más, y aunque al principio se me estrujó el pecho y luego creí que no lo merecías, lo acepté.

Finalmente era libre. No me pasó por la mente entrometerme. No quise dañarte. Estaba tranquila.

Ya no hay rastros del monstruo que yo misma creé. Ya no hay odio ni rencor.

Acepté mi parte de responsabilidad y dejé de culparte por todo.

Comencé a reír y a ver la vida desde otro punto de vista. Uno más optimista.

Aún me pregunto muchas cosas. Aún no entiendo por qué me trataste como lo hiciste, pero supongo que nunca lo haré; sin embargo, esos cuestionamientos no me atormentan como antes.

Estaba a dispuesta a continuar sin tu presencia rondándome.

Mi tranquilidad y mi estabilidad, valían más la pena que tú.