¿Recuerdas ese día en que, valientemente decidiste venir a mi casa para pedirle permiso a mis padres para que saliéramos?

Yo aún no lo olvido.

Un día antes me llamaste por teléfono con la clara intención de venir a visitarme , pero si lo hacías era con la condición de que fuera tu novia y que mis papás lo supieran.

Yo no podía estar más feliz por ello.

Los nervios me invadían, pero estaba segura de que quería intentarlo contigo.

Llegaste a mi casa, te presentaste con mi madre y mi padre, y aunque al principio parecía no agradarles la idea, me dejaron la última palabra solo a mí, pero tú, ya no tenías que preocuparte por eso.