~|CAPÍTULO 32|~
OMNISCIENTE.
Cuando Celestia hincó una rodilla en las ruinas de su hogar fue el momento más difícil de su vida. Hace dos años, la última vez que estuvo aquí, era un lugar vívido y lleno de colores. Ahora solo se veían ruinas de ese reino llamado Olimpus. Ahora ella se sentía rota.
Celestia Harries había vuelto para ver a sus padres y a su hermano y se había enterado en el puerto de que los tres habían muerto.
Estaba devastada.
Cuando se fue de Modiclort hacía tanto tiempo jamás esperó que algo así pasara. No esperó que aquel día que cruzó el mar sería el último día que vería a sus padres y a su hermano.
Lo peor es que ni siquiera los habían enterrado en Olimpus. Los habían enterrado en lo que había sido Glosard, como a toda la realeza que murió, según sus fuentes.
Ella se acomodó el cabello y se tapó la cara de nuevo y se movió por Olimpus. Aunque algunos la miraron raro, nadie pareció notar que se trataba de la princesa. Eso le dolió.
La capa se le arrastraba y a veces quedaba atorada entre los escombros de casas que habían perecido. La escena era desgarradora. Habían familias en la calle, enteras, desde niños hasta ancianos. Habían personas que lloraban abiertamente en el medio de la calle. Habían algunos lugares donde aún no se había apagado el fuego del todo y el humo salía. Celestia vio a un hombre anciano tratando de cargar un cubo de agua para apagar el fuego que se apoderaba de su carreta y se acercó a él ayudándolo.
Tomó el cubo y lo tiró por él.
Él sonrió, agradecido cuando el fuego se apagó. Ella se despidió de él con la mano y siguió su camino. Otra persona que la viera caminando desde Olimpus hasta Glosard diría que ella estaba loca, pero tenía tanta rabia contenida...que si no caminaba pondría a arder el palacio.
Recordaba al príncipe Guillermo —ahora rey— de los años que había estado en Lonkred. Ella era un par de años mayor que Darikson, su hermano.
Celestia caminó por horas , había dejado Olimpus a media mañana y ya el sol estaba ocultándose.
Una carreta caminó a su lado con un matrimonio de campesinos que le dijeron que iban a Glosard a comprobar el estado de unos parientes, y le preguntaron que si quería que la llevaran. Ella , resignada, había asentido.
Ahora estaban de camino.
—Así que...¿Sabéis algo de ese pariente suyo?
Ellos se miraron.
—Nos envío una carta hace unas semanas. Pero sabe que no tenemos mucha comunicación entre reinos. Esperamos que ahora que se unieron todos esto cambie.
—¿Se unieron todos?
Ellos volvieron a mirarse.
—¿No lo sabe?—le preguntaron, extrañados.
Se encogió de hombros.
—Estaba fuera de Modiclort y...
—No digas Modiclort, al menos no cerca del rey. Ha prohibido ese nombre y todos los antiguos que habían.
—¿En serio? ¿Y cómo se supone que se llama esta nación ahora?
—Glodark.
Ella levantó las cejas.
—Que poco original ...—murmuró, cansada.
Celestia estaba demasiado cansada. Cada cosa que descubría sobre el nuevo orden que había puesto el tirano de Guillermo la llevaba a creer que todo esto era ... tan jodido.
—La cosa es que ya hay rumores— le comentó la mujer a su marido en voz baja , haciendo a Celestia fuera de la conversación. Ella escuchaba perfectamente.
—¿De qué?—preguntó el marido.
—De la boda — comentó la mujer. — Recuerda que el rey y la princesa Antonella se comprometieron y se iban a casar. Luego el rey Guillermo dio el golpe de estado y estaba todo en "veremos" , pero escuché a uno de sus guardias hablando sobre la cita con el sastre para recoger los modelos para que la futura reina escogiera el que quería.
El marido hizo un sonido de asombro.
—No entiendo al rey. Mordark era un reino increíble, mira que no conformarte con eso y encima conquistar los otros cuatro...Está un poco enfermo.
La mujer le golpeó el hombro.
—¡Cierra la boca, Ambrosio! ¿Acaso quieres que nos ejecuten?
El marido se encogió de hombros.
—La cosa es esta, Denice, el rey es un psicópata y la reina otra si se casa con él. Además...dicen que tienen dos hijos y no se han casado¿ Dónde ha quedado el respeto por la corona?
Eso alarmó de forma positiva a Celestia. ¿Dos hijos? ¿Dos herederos? ¿Dos debilidades para el hombre que quería destruir por venganza?
La vida se lo estaba poniendo demasiado fácil.
Ella sonrió y se mantuvo en silencio mientras la pareja debatía sus cosas y ella veía su venganza en su cabeza.
—...y ellos están en el palacio. —dijo la mujer— Ahí hay algo, el rey planea algo.
—Después de saber que él tenía dos hijos con la princesa y nadie lo sabía...espero cualquier cosa.
Ella suspiró.
—Yo creo que hizo, bien, Ambrosio. ¿Has visto tú al rey? Es el hombre más apuesto de la nación, es tan...varonil...—el marido la fulminó con la mirada — Ese no es el punto. Te decía...Damon Subak y los hermanos Diangell están quedándose allá. Seguro que casan a el caballero ese con la chica Diangell y le consiguen esposa al príncipe Marcos. Solo para tener a los monarcas que quedan vivos en la familia, ya me entiendes.
Celestia miró la ventana. Recordaba a Marcos Diangell, claro que sí. Pasó toda su adolescencia enamorada de él por las fotos del período y lo conoció en persona en Lonkred cuando estudió allá. Suspiró. Si era verdad la teoría de la señora, Celestia tendría un pase de oro a palacio. Sería la pretendiente de Marcos y entraría como su esposa, destruiría a los herederos de Guillermo y luego al mismo Guillermo.
—Yo sigo creyendo que hay fe. A lo mejor con la mano dura de Guillermo el reino prospera.
Celestia volteó los ojos.
—Yo creo que Guillermo oculta algo más— siguió el marido.
—¿Sabías que Francisco sobrevivió?— preguntó la esposa , emocionada de traer "la última". — Sí, dicen que no tuvo corazón para matar a su hermano pequeño, pero que se vio envuelto en el tiroteo y que está en cama.
Celestia levantó las cejas.
¿Qué demonios había pasado en todo este lugar tras su partida?
Cuando vio los muros de Glosard, o lo que quedaba de ellos, suspiró. La carreta avanzó hasta que el caballo no pudo más por la distancia y el marido le dijo a la esposa que debían caminar , que la comida del animal estaba a precios enormes y que no podía pasarse con el trabajo.
Ella bufó pero caminó.
—Muchas gracias por el enorme aventón — dijo Celestia, agradecida con el cielo. Esa mujer tenía más información de la realeza que los mismos consejeros. Le iría genial si montara un periódico...
—No hay de qué, jovencita—dijo, la mujer tenía unos cuarenta y tantos, el marido parecía mayor.
—Cuidado por ahí, la calle anda como loca tras la guerra — le dijo el marido a Celestia.
—Muchas gracias, buen día... Ojalá todo esté bien con su pariente— la pareja agradeció sus palabras y cada cual tomó su camino.
Celestia contrastaba con el lugar. Su capa y vestidos eran rojo sangre y todo el lugar estaba sumido en gris y colores tristes.
Ella vio su objetivo a lo lejos y caminó hasta allá. Algunos la veían rato por ir al cementerio vestida de rojo. Pero ella no se detuvo.
Cuando vio la lápida con el letrero HARRIES se desplomó de rodillas. No estaba lista para ver eso. No estaba lista para perder a su familia.
Jamás lo estuvo.
Ella apretó los labios mirando la lápida con tres montículos de tierra llenos de flores. Ella acarició la enorme lápida.
Observó el cielo y dejó que una lágrima, una sola, recorriera su mejilla. Volvió la vista a la lápida y se secó el resto. Se volvió a tapar la cara y dijo :
—No te preocupes, Darikson, por ti y por nuestros padres...Juro que me vengaré.
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