CAPÍTULO 21

Amber.

—La semana entrante cumples veintidós.

—Mhm.

—Marcos, deberías estar contento.

—No puedo.

—¿Y eso por qué ?— me acomodo el vestido. Mi hermano y yo hemos quedado para charlar en la zona de la piscina.

—Leila está rara estos días —me tenso— , no...no sé explicarlo. Es como si...

—Marcos , nunca has sido de los que detiene su vida por una chica , no empieces ahora.

—No sé... Intento hacer las cosas bien. No quiero que lo que me sucedió con Antonella me suceda otra vez.

—Antonella y Leila no son nada parecidas.

—Exacto. Por eso trato de sobrellevar todo pero...No lo sé. Me siento raro , como si de repente no la conociera.

—Leila es complicada.

—Creí que no se llevaban.

—Y no...no nos llevamos.  Pero conozco lo suficiente de ambas como para poder decirte que no se parecen en nada.

Marcos asiente.

—Me encantaría seguir debatiendo esto contigo , Amber...pero tengo que arreglar algunas cosas para la fiesta.

—Ve , anda.

—Adiós.

Marcos se levanta de mi lado y suelto el aire que tenía en los pulmones. Desde lo que pasó en aquel salón tengo una rara necesidad de...sentir eso de nuevo. No me refiero a lo sexual, sino a esa sensación de .... libertad. Desde aquel día Leila y yo no hemos compartido palabras. La quiero muchísimo pero...después de probar con un hombre y sin sentirme obligada como me pasaba con Guillermo, me doy cuenta de que...es lo mío. Y sí, siempre le tendré cariño a ella , fue mi primera experiencia sexual , de aventura y de romance...pero , de dónde yo vengo, hasta los mejores cuentos tienen un final.

Necesito....encontrar a un hombre con el que explorarme al máximo.

Pero no ahora.

Ahora me toca a mí sola.

Antonella.

Mordark es justamente como lo describen físicamente en los libros de historia de Glosard : moderno, gótico y ...serio. Es como un enoooooooorme campamento militar.

Veo soldados de acá para allá por todas partes mientras recorro el lugar con Guillermo. Sujeto a Rodrigo y Evelyn con fuerza y les cubro ligeramente la cabeza para evitar que les de la brisa. Rodrigo murmura algo y el gesto le causa gracia a Evelyn porque sonríe. La escena es desgarradramente bella.

—¿A dónde vamos?—le pregunto a Guillermo en el oído.

—A una mansión que tengo en una zona del reino a la que los militares tienen el paso prohibido porque es propiedad real.

—Ya veo....

—No es que no quiera llevarte al palacio, princesa... solamente no quiero que el monstruo de mi padre esté cerca de mis hijos...¿Entiendes?

—Claro, Guillermo .... No pienso obligarte a llevarme al palacio. Voy a ser feliz en cualquier lugar donde los tenga a vosotros.

Él sonríe y el caballo sigue el trote. Nos vamos adentrando más en el reino. Mordark es bello , pero está demasiado...triste. «Es un reino que nació para estar en guerra» solía decir mi escritor favorito en los libros de historia.

Al cabo de un rato llegamos a un portón que es abierto por unos guardias. La casa que nos recibe es majestuosa. Es como un palacio en miniatura. Sonrío mirando a mi alrededor. 

—Llegamos —anuncia Guillermo.

Saco las tiras de mi torso con cuidado y sujeto a los niños. Para bajarme no los puedo tener encima así que me giro hacia Guillermo.

—¿Los sujetas?— pregunto en un susurro.

Guillermo.

Trago saliva.

Aún me cuesta creer que tengo dos hijos. 

Asiento , me giro un poco y Antonella me pasa a el  niño primero, luego a la niña. No me pasa desapercibido que son la mezcla perfecta de nosotros.

Ella baja , pero sigo tenso. Observo a los niños con las manos temblorosas.

Tengo a dos herederos.

Dos herederos para imperio que crearé después de la guerra oscura.

—¿Estás bien?—pregunta Antonella —¿Quieres que los cargue para que te bajes?

Asiento. Le tiendo uno antes y el otro después con cuidado y luego bajo del caballo. Suspiro. Mierda. Demasiadas emociones en un día , pero al menos mi mujer y mis hijos están conmigo ahora.

Sonrío abajo. Ella me da al niño y lo sostengo de un lado. Sus ojos celestes me observan con curiosidad , en silencio.

—Tengo una amiga llamada Najarid—le cuento a Antonella caminando hacia la casa— , me cuidó mucho mientras crecía aunque no era mucho mayor que yo. Es una de las pocas personas en las que confío. Ella va a cuidar a los niños cuando tengamos que irnos a algún sitio.

Ella asiente.

—Me parece bien, si tú dices que es de fiar...

—Lo es —aseguro. — De todas formas ella va a venir en la noche para conocerte a ti y a los niños.

Me quedo de piedra cuando el niño recuesta su cabeza en mi pecho con total tranquilidad como si lo hubiera hecho miles de veces .

Antonella me mira y sonríe.

—Les mostré algunas de tus fotos— me cuenta en un susurro— como las que salían en los periódicos y revistas. Les hablé de ti. Saben que eres su padre , solo que...les cuesta mucho adaptarse a la idea de que ...

—¿Has...hablado de ellos con alguien más?

—No—asegura—. Me aterraba que les pasara algo malo. Quería hablar contigo en Lonkred pero nunca tuve la oportunidad.

—Antonella.... quiero que hablemos seriamente. Tengo que contarte algo y necesito que no ...me odies , ¿Vale? Solo escúchame.

Ella frunce el ceño.

—Vale... Voy a acostar a los bebés y luego hablamos.

Asiento. Le muestro la casa y subimos a las habitaciones y le enseño dos de ellas que son las mejores y ella toma la más pequeña para los niños. Tiene dos camas , casualmente. Recuesto a Rodrigo en la cama que lleva medio dormido en mi brazo varios minutos y su sueño se sella en cuanto su pequeño rostro toca la almohada. Antonella acaricia a Evelyn para que se duerma y esta cae unos minutos después, víctima del cansancio del viaje a caballo.

Tomo aire cuando Antonella se acerca a mí y me toma del brazo y salimos del cuarto juntos cerrando la puerta con cuidado.

—¿Qué querías decirme?

—Antonella...llevo meses preparando algo.

—¿A qué te refieres?

—No puedo hablarte de ello ahora pero deberás esperar al día de la coronación. Lo que te iba a decir es que tenemos que ir a Lonkred el día del cumpleaños de Marcos. Debemos.... ratificar que no estamos destruidos.

—Guillermo, estás desterrado de Glosard. Si mi padre se entera de que estás allá ....

—Estaremos en la fiesta y en cuanto parezca que se irá todo a la mierda nos piramos y ya. Llevaré a mis mejores hombres en el carruaje. Verás que nos sale bien. Solo debemos hacer acto de presencia y ya.

—Vale...Dios, esto es una locura.

—Locura tendrán todos cuando te corone como mi reina.

Ella sonríe y me sujeta de la solapa del traje pegándome a su boca.

Darikson.

No. Puede. Ser.

Me paso las manos por el pelo. No puede ser posible. No pueden poner a Damon Subak como mi tutor de Historia. No justo ahora que debo pasar la materia. No justo ahora que quiero mantenerme a mil kilómetros de él.

Maldición.

Me pongo la corona y bajo los escalones ganándome un par de miradas de la gente del pasillo cuando me paro junto a Damon.

—Has sido tú.

Él se gira.

—¿Eh?

—Has sido tú , Damon. Tú has hablado con el profesor de Historia para ser mi tutor del trabajo final. Te has aprovechado de lo mal que me va en la asignatura para salirte con la tuya. ¿No vas a aprender nunca o debo ser más cortante?

Él sonríe y abro los ojos de par en par cuando se acerca a mí de más.

—¿Y si he sido yo qué?— susurra— ¿Qué piensas hacer al respecto si he hecho eso? Quizá solamente me apetecía pasar horas extra contigo.

Me quedo sin aire.

—E...h....yo....

—¿Qué ? ¿Y toda tu valentía, Darikson Harries? ¿Te comió la lengua el gato?— susurra lentamente— ¿O prefieres que te la coma yo?

Ni sé cómo todavía estoy de pie. Me tiembla el cuerpo entero. Quiero salir corriendo. Pero también quiero seguirle el juego y ver qué tan lejos piensa llegar.

Pero me aterra que luego la realidad me caiga encima como un cubo de agua fría y que las cosas no sean como yo las veía.

—¿No vas a decir nada?—pregunta , aún cerca de mí.

Noto varios pares de ojos encima de nosotros y me confundo en sobremanera. ¿A qué está jugando? ¿Esta es su rara manera de admitir lo que siente en público?

—No sé qué quieres que diga—digo. Maldigo cuando mis ojos rebeldes bajan a sus labios. Él lo nota y sonríe.

—Tu boca no debe decir nada , tus ojos hablan solos.

Aplano los labios.

—Basta de jugar , Damon. Esto no tiene gracia.

—Te aseguro que si fueras un juego para mí me encantaría jugar partidas infinitas.

Mi shock solo va en incremento.

—¿Qué quieres?

—Quiero que seas mi pareja en la fiesta de Marcos. Quiero que vayas de mi brazo como habría llevado a cualquier chica. Quiero que este mundo de mierda sepa que he dejado de ser un imbécil y he admitido que me gustas.

Entonces , en medio de todo el pasillo y entre miles de jadeos y exclamaciones de sorpresa, Damon Subak me besa.

En público.

Sin miedo a qué dirán los demás.