~|CAPÍTULO 16|~
CAPÍTULO 16
Guillermo.
Saludo a los guardias del palacio de Mordark con una reverencia y ellos asienten con la cabeza.
—El rey lo espera , alteza.
—Dígale a mi padre que no estoy de humor.
—Pero, alteza...
No le doy tiempo de decir nada más , solo salgo caminando y subo atropelladamente las escaleras hacia mi alcoba. En cuanto cierro la puerta mi cabeza está pensando a toda velocidad. Necesito encontrar la manera de colarme en el palacio de Glosard. Necesito ver la forma en la que puedo escapar con Antonella, pero sé que ella jamás dejaría a su padre por más hijo de puta que sea. Me paso las manos por el cabello quitándome la corona y la coloco en su vitrina cerrando la cerradura de esta. Me quito la capa de los hombros y me siento en el sofá de mi cuarto con gesto pensativo.
Unos toques en la puerta me hacen levantarme.
—¿Qué haces aquí?
Francisco me mira con hastío.
—Estaba a nada de preguntarte lo mismo. En cuanto te dan el bate vienes a mi castillo como si tuvieras algún derecho aquí.
Casi me río en su cara.
—Te recuerdo , hermano , que hagas lo que hagas yo sigo siendo el heredero legítimo al trono. Me da igual que estés deprimido y que los tarros que tienes en la cabeza no te dejen entrar por la puerta. Solamente deja de hacerte el niño pequeño y basta de una vez con tus berrinches. Eres demasiado imbécil y ñoño para gobernar la capital de la guerra , acéptalo de una vez. Maldición.
Su mandíbula se tensa y me da una mirada de puro odio.
—Me alegra de que Antonella sepa que eres un monstruo.
—Antonella sabe que soy un monstruo, pero eso es precisamente lo que hace que ella me ame a mí y no a ti. Es la clase de princesa de cuento que se enamora del villano , eso es precisamente por lo que sé que es la mujer para mí . Así que créeme, Francisco , no dejaré que ni tú ni nadie me alejen de Antonella .
Él evalúa mis palabras en silencio. No reconozco a mi hermano en los últimos días.
—Eso ya lo veremos , Guillermo.
—Espero tu ataque con ansias , Francisco.
Amber.
Golpear el saco con fuerza me hace relajarme. Saco la espada de la vaina a mi cadera y ataco el maniquí con destreza. Estoy agotada , pero debo perfeccionar mis habilidades.
—¿Qué demonios haces?
La voz de mi padre mi padre me hace tener ganas de gritar. No entiendo que hace aquí. Él no me dijo nunca que me visitaría.
Me ha pillado haciendo justamente lo que me hizo prometer que no volvería a hacer jamás.
—Estaba ....ah...eh...yo es que...
—¡Solo cierra la boca! —grita de repente — ¿Cuántas veces debo decirte que eres una princesa no un caballero? ¡No debes estar haciendo esto! ¡Ni siquiera deberías saber usar una espada o golpear! ¿Qué quieres, EH? ¿A caso quieres acabar con el prestigio de nuestro reino?
Cierro la boca , indignada. El vestido es corto , al principio no lo nota , pero luego... cuando sus ojos viajan por mis pantorrillas con ira total entro en pánico.
—¿Y encima te vistes...así? —su voz sale tan despectiva y asqueada que me siento incómoda. —¿Qué eres ahora? ¿Una cortesana, EH? ¿Eso es lo que quieres, Amber ? ¿Provocar a los hombres?
Me encogo en mi lugar cuando se inclina hacia mí.
—Eres una puta como tu madre.
Las lágrimas se me escapan antes de que pueda alejarlas de mis ojos.
Poca gente sabe que mis vínculos filiales son con el rey porque mi madre no era la reina , si no una cortesana con la que el rey le fue infiel a su esposa. La reina le obligó a adoptarme cuando mi madre murió y una vez esta también murió él comenzó a tartarme como lo que era en su castillo: la bastarda.
Una bastarda que se parece más a él que su hijo legítimo con la reina.
—Basta , padre.
No me doy cuenta de lo afectada que estoy hasta que hablo y la voz me sale aguda y ahogada.
Él se aparta de mí y se acomoda la corona que se le había corrido hacia delante.
—Espero que te metas en la cabeza de una vez , Amber que eres una mujer. Las mujeres solo sirven para parir , y tener esas coronas que le compramos a nuestro lado. Lo de ser caballero déjaselo a los hombres y verás que todo estará bien. Eres una princesa , compórtate como tal , porque jamás serás un caballero.
Este sale caminando por el pasillo y me paso las manos por la cara quitando las lágrimas.
Eso ya lo veremos , padre.
Antonella
Cuando caigo en mi cama en la habitación del palacio no puedo evitar romper en llanto. Los ojos me arden . He llorado como nunca mientras mi padre me obligaba a venir a palacio. Los guardias más fuertes custodian la puerta de mi habitación como si de una fugitiva se tratara.
—¿Alteza?
La voz de mi ama de llaves , Lessa , es como música para mis oídos.
—Aquí estoy—la voz me sale quebrada.
Ella azoma la cabeza. Sus cabellos castaños y sus enormes ojos negros me escrutan con lástima. Aprieto los labios cuando mi cuerpo quiere volver a sollozar y ella se acerca corriendo y me abraza.
Ella ha estado conmigo desde que éramos niñas , su madre trabajaba para mi madre y era mi única amiga en la soledad del palacio.
—Me he enterado de lo que ha pasado , ¿Cómo lo llevas?—preguntó entrando a la habitación.
De repente , me derrumbé.
Toda la impotencia que sentía me hizo soltar un suspiro antes de romper en llanto.
—¿Por qué? —pregunté entre sollozos , alterada . — Nosotros nos... sentimos bien entre nosotros y ... queremos estar juntos. ¿Qué demonios le importa al mundo cómo estemos? Yo... Mierda, no entiendo nada. Me siento frustrada , impotente , yo...
Ella me acaricia el cabello.
—Ya... Tranquila. Oye...debo contártelo ¿vale? Los chicos de la cocina estaban cuchicheando y me he enterado de que han desterrado a Guillermo de este reino.
Me quedo en shock. Mis ojos se cristalizan. ¿Cómo carajos lo veré ahora? Mordark es un imperio militar impenetrable , después de lo que ha pasado dudo que a mi se me permita la entrada al reino.
—Pero...
—Antonella,... Necesitas estar fuerte , ¿vale? Esta tarde iremos a Jerdan .
Levanto la vista , pasmada. Dudo que mi padre me deje volver a ese sitio ahora que estoy castigada. Dudo que me deje volver a ver a la mayor razón por la que casi destruyo el mundo en secreto una vez.
Dudo que me deje ver aquello que considero mi mayor tesoro y a la vez , mi mayor secreto.
— ¿Hoy?¿Qué hay de mi padre? Y...¿Y si decide usarlos para castigarme? No puedo arriesgarlos así... Yo...
Me pongo a llorar otra vez.
—Haremos lo posible por ser discretas ¿vale? Calma... Date una ducha y ponte mucho más hermosa , verás que podrás superarlo. Nunca vi a alguien tan joven pasar por tanto y ser tan fuerte , y tú lo has sido. Tienes mis respetos .
Nadie en toda mi vida había valorado las cosas que yo había hecho y las cosas que había pasado , así que verla a ella mirándome como si realmente me admirara es un gran alivio.
—Gracias , Lessa.
Salimos del castillo por la puerta de empleados. Nos aseguramos de que ningún guardia nos siga antes de subirnos a uno de los carruajes. Jerdan es un lugar aislado de Glosard donde está escondido el mayor de mis tesoros como princesa y como mujer. El recuerdo de todo lo que pasé para que esos tesoros siguieran intactos es lo que me hace levantarme cada día con la frente en alto.
—Hemos llegado.
—Vamos entonces.
—Espere—me toma del brazo. —Debo hablar con las monjas a ver si podemos verlos ahora. Además , sabe que siempre le apartan una sala para usted.
—Cierto...
—Espéreme aquí.
Lessa se baja del coche con cierto sigilo que no sé de donde sacó y se acerca a la puerta. Una de las monjas sale y se ponen a hablar. Noto que una de ellas dice algo y ambas voltean la cabeza ligeramente hacia mí y bajo la mirada para no resultar indiscreta. Llevo un enorme chal tapándome la gran mayoría del rostro para evitar ser reconocida.
Una vez ambas asienten Lessa se acerca de nuevo al carruaje y se sienta a mi lado.
—Debemos entrar por el ala oeste.
Asiento y guiamos al cochero de confianza de Lessa por el camino que nos ha indicado la monja.
Al bajarnos me acerco a la puerta.
La monja me observa con recelo , como si aún después de las veces que he venido no se creyera que soy tan joven.
—Alteza.
—Madre superiora —hago una ligera reverencia.
—Adelante.
Ella se aparta dejándome seguir por el pasillo y haciendo que el pecho se me encoja de anticipación. No puedo creer que vaya a volver a verlos. Mi luz al final del túnel que me rodea...
Ellos.
Simplemente, ellos.
—Los hemos reacomodado. Ahora ambos están en una habitación especial para ellos por obvias razones.
—Lo entiendo. No se preocupe. Solo quiero su bienestar.
Lessa me da una sonrisa triste.
—Últimamente han llorado mucho.
Levanto la mirada , angustiada.
—¿Y eso por qué?
—Tienen dos años , alteza. Es normal , y disculpéme que le diga esto así , pero necesitan a su madre.
En ese momento abre la puerta y los veo allí. Ambos tienen el cabello negro y unos enormes ojos azules . Él está acostado jugando con una pelota entre sus manitos mientras ella pasa la mano por el pelo de una muñeca de colores llamativos que parece llamarle la atención.
La monja se para frente a mí y dice :
—Rodrigo, Evelyn , su madre ha venido a visitarlos , pequeños gemelos...
Es ahí cuando no puedo aguantarme y empiezo a llorar.
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