Hoy era el día en que nos mudaríamos a la nueva casa. Investigué un poco sobre el pueblo en el que nos sentaríamos: Arcadia estaba rodeada de bosque(que definitivamente necesitaba explorar) y no estaba muy poblada. Por lo que ví, era una ciudad muy segura.

—Esta es la última—dije para mí misma sacando la última caja de mi habitación.

Salí de casa e intenté subir la caja al auto, pero Corgy comenzó a dar vueltas alrededor de mi.

—¡Corgy!—me quejé riendo.

El ladró y yo seguí mi camino hasta dejar la caja en el auto.

Entré de nuevo a mi hogar y me senté en las escaleras. Corgy repitió mi acción.

—Te entiendo Corgy, también extrañaré aquí—hablé después de que él ladrara repetidas veces.

—¡Morgana cariño, tenemos que irnos!—gritó mamá desde afuera; salí con Corgy pisándome los talones y cerré la puerta detrás de mi. Subí en asiento detrás del conductor y mi perro se sentó en mi regazo.

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—Morgana, Morgana cariño—escuché decir a mamá—Morgana ya llegamos—abrí poco a poco los ojos, observando el que sería mi nuevo hogar.

Me levanté y salí del auto. La casa era de 2 pisos, la entrada tenia 2 escalones que llevaban a un pequeño balcón, la puerta principal estaba justo subiendo takes escaleras con macetas a los lados.

Subimos los escalones y mamá se adelantó para abrir la puerta. Cuando la abrió, pude ver que la casa era muy parecida a la que teníamos en Los Ángeles. Entrabas y lo primero que veías eran las blancas escaleras que conectaban con la sala al lado izquierdo; al lado derecho estaban la cocina y el comedor.

—¿Qué te parece?—preguntó mamá detrás de mi.

—Es lindo—exclamé—Y se parece mucho a la antigua—voltee a verla y puse mis manos en forma de jarra—Me gusta.

—Es bueno saberlo—ella entró y Corgy comenzó a ladrar feliz—¿Por qué no van a su habitación? ¿Quieres bajar las cajas?—preguntó.

—Claro, vamos Gie—dije antes de salir de casa directo al auto donde estaban las cajas que tenían mis decoraciones.

Entre a mi nueva habitación con la caja en manos y la dejé en mi cama, la cual tenía una hermosa colcha con tonalidades gises degradadas, las almohadas eran negras, además de un cojín en forma de estrella.

A los lados de mi cama había dos mesitas de noche, una de ellas tenia mi alarma y la otra tenía uno de mis libros favoritos: Heist

En la esquina, estaba el escritorio de madera, éste tenía un corcho pegado a la pared, una silla blanca y algunos lapiceros.

Frente a mi cama, estaba otro escritorio con cajones, muchos compartimientos y una lámpara. 

La habitación tenía dos puertas blancas; una que era la de entrada con un espejo pegado en la parte de atrás, y la que daba al baño, con una zapatera colgada. 

—Es bonito—dije antes de salir con Corgy siguiéndome.

Me detuve en la puerta justo al lado de mi habitación. Esta también era blanca con una puertita con la que Corgy podía entrar y salir; de echo, todas las puertas –menos las que daban a la calle– tenían esas puertas.

Entramos y lo primero que ví fue lo colorido en las paredes, diferentes tonalidades pastel en forma de manchas de pintura cubrían las paredes y el suelo estaba lleno de tapetes de esos que encuentras en un Jardín de Niños. 

En la esquina había una cama para perro color cian con un colchón blanco.

En la esquina de a lado, había dos recipientes, de lo que supongo eran comida.

El lado opuesto de la cama tenía muchos juguetes para Corgy; algunos nuevos y otros viejos

—¿Te gusta?—pregunté a Corgy, el cual ladró repetidas veces.

—Bien, te dejo que te acomodes, ¿si?—dije y me fui a mi habitación; claro después de recibir otro ladrido. 

Entré a mi habitación y me dirigí a mi cama para sacar una bola de cristal de la caja y ponerla en el primer escritorio. La habíamos comprado en Canadá cuando fuimos a visitar a mis tíos.

De otra caja saque una carpeta con notas, dibujos y bocetos. Los colgué en el corcho con ayuda de unos pinchos y proseguí a seguir sacando y acomodando cosas en mi nueva habitación.