Daniel
—Lorena dice que su mamá se despierta muy tarde, así que no habrá problema cuando la recojamos —dijo Araceli mientras conducía hacia la casa de Andrés.
Araceli y Lorena se habían conocido gracias a Andrés y Daniel. Aunque su amistad era reciente, ya había surgido un vínculo sólido entre ellas. La iglesia de los padres de Araceli y Daniel había sido quien las había terminado de juntar: Araceli era la candidata perfecta para pasar tiempo con las hermanas de Andres mientras sus papas estaban ocupados con la búsqueda del chico. En pocos meses, Araceli había pasado horas compartiendo momentos con las hermanas de Andrés, fortaleciendo su conexión. Daniel había notado la química entre Araceli y Lorena y la había convencido de invitarla a una salida al parque. La amistad florecía rápidamente, y Araceli estaba emocionada de tener una amiga como Lorena. Daniel no quería usar a su hermana para acercarse a Lorena y obtener información de Andres pero...a falta de otra opción segura...
—Mira Daniel—le dijo Araceli a su hermano—Me llevo muy bien con Lorena. Es igual de fanática que yo de los Jonas Brothers. Yo quería llevar las cosas lentamente para que me tuviera mas confianza y podamos llegar a ser mejores amigas, así que te lo advierto: no quieras sacarle información a fuerzas. Ya te dije que, como sus hermanas, ella no esta obligada a decirte nada sobre Andres, ¿Entendido? No quiero que arruines nada de lo que he intentado construir.
—Ya se Araceli, ya se, no te preocupes—dijo Daniel mientras acomodaba a su perrito Onyx en sus piernas. El cachorro era un bichon frise con el pelaje blanco muy bien cuidado y esponjoso. Tenía su collar negro y brillante con su nombre grabado, el número de teléfono de Daniel y las "firmas" de los tres mejores amigos de Daniel: Raul, Carlos y Andres—Sabes que no conseguí información de parte de Ana Delia. El señor Manuel casi nunca esta, la señora Adela no me dirá nada y sus hermanitas creo que tampoco. La mejor opción es Lorena, y aunque yo me llevó bien con ella...es mejor que una amiga la invite afuera, y así podamos sacarle algo. Se lo preguntare rápido, y no insistiré si no quiere decirme nada, te lo juro.
Araceli lo vio con una cara que se leía como: "más te vale".
Eran pasadas las 7 de la mañana. La luz del fin del verano ya estaba en lo alto. La ciudad despertaba con un cielo radiante, sin una nube en el horizonte. El sol, ya alto en el cielo, brillaba con intensidad, bañando todo en una luz dorada y cálida. El aire estaba lleno de vida, con el canto de los pájaros y el zumbido de los insectos que comenzaban su día.
Cuando Araceli estaciono su coche delante de la acera de la casa de Lorena, la chica ya estaba afuera, sentada en la banqueta: vestía un conjunto deportivo: una camiseta técnica de manga corta de un suave color pastel, unos pantalones cortos de running del mismo color, unos tenis de correr blancos y unos calcetines claros, largos y poco ajustados.
—Hola Lore, ven sube. Corre—le grito Araceli en cuanto freno el coche.
Lorena era una chica de piel morena. Tenía un cabello negro como la noche, largo y sedoso. Su rostro era cuadrado, con unos pómulos prominentes y un mentón definido y angular. En general sus rasgos eran fuertes y bien definidos, pero igual, tenía una sonrisa enorme y roja que hacía que confiaras en ella.
—Buenos días Araceli—dijo Lorena mientras saludaba con un beso en la mejilla.
—Buenos días. Oye, me da gusto que me dijeras que si a esta salida—dijo Araceli mientras veía que Lorena cerraba la puerta del copiloto y se sentaba poniéndose el cinturón de seguridad—No sabía si aceptarías, como es muy temprano. Lo bueno que vi tu WhatsApp hace rato, perdona que no vi que me contestabas, es que me quede dormida.
—No te preocupes, yo a veces también me quedo dormida y no me fijo que me contestan, a veces tampoco contesto yo. De lo de la salida...yo salgo a correr todas las mañanas a las 6 de la mañana, así que...solo fue cambiar de horario—terminó Lorena con una sonrisa.
—Hola, buenos días también—dijo Daniel arrastrando un poco las palabras, no quería que su presencia fuera casi pasada inadvertida.
—Daniel, buenos días—dijo Lorena un tanto extrañada—Pensé que era una broma eso de que venías. Juraba que eras como Andres. A Andres no le gustaba...gusta...madrugar—Lorena fue muy rápida al corregir. siempre se avergonzaba de hablar en pasado con cosas relacionadas a Andres. Prefería hablar en presente.
—Es que estoy sacando a pasear a Onyx una vez por semana. Como Araceli sale también acorrer temprano pues...tampoco es algo que me guste mucho. Y no lo voy a repetir mañana, si no hasta la otra semana. Tampoco es que este tan loco como ustedes, para hacerlo todos los días.
—Ya entiendo—dijo Lorena—No sabia que corrías todas las mañanas, Araceli, ¿en donde?
—En el Parque de los Héroes. Normalmente me voy caminando pero como ya estamos un poco lejos...
—Yo corro en la plaza que esta aquí a tras pero ese parque no suena mal...
Daniel se limito a escuchar la platica de las chicas sobre correr, hacer ejercicio y estar delgadas. Fueron un poco más de 15 minutos aburridos. Daniel se tentó a hacerle la pregunta a Lorena para recibir la información y que Araceli lo dejará en casa para que regresara a dormir...pero no quería interrumpir a la joven. Deseaba ser lo más respetuoso que pudiera con ella para que siempre le dijera todo lo que sabía sobre Andres.
Cuando llegaron al parque unos señores trabajadores apenas se estaban retirando de limpiar el lugar. La brisa suave y tibia acariciaba la piel, llevando consigo el aroma de las flores y el frescor de la hierba recién cortada. El calor del sol ya se empezaba a sentir, pero aún era soportable, invitando a disfrutar del día que comenzaba. En el horizonte, el cielo se fundía en tonos de azul claro y rosado, creando un paisaje impresionante. La luz del sol iluminaba cada rincón, haciendo que todo pareciera vibrante y lleno de energía. Era una mañana perfecta para empezar el día, con la promesa de un día lleno de sol, calor y buenas nuevas.
Las chicas comenzaron a calentar los músculos inmediatamente después de salir del coche. Daniel estaba somnoliento y comenzó a mirarlas con el rostro arrugado y la boca levantada en un gesto de impaciencia. "Debería ser delito despertarse temprano para correr, ¿estar tan enamorado hace que hagas este tipo de cosas siempre? Bueno, si Andres me pidiera salir a las 4 de la mañana a correr lo haría, pero ellas..." pensó Daniel un tanto aburrido.
—Oigan, parece que tienen un gran entusiasmo por echarse a correr pero a mi la hueva me acaba de pegar un putazo, así que las esperare en esta banca. Tomen, llévense a Onyx. Dicen que los perros se parecen a su dueño, así que probablemente tengan que cargarlo de regreso—dijo Daniel sentándose en una banca negra del parque después de pasarle la correa del perrito a su hermana. El animal movía lentamente la cola y miraba por todos lados, el parque le encantaba pero sus movimientos te decían que no tenía muchas ganas de hacer demasiado ejercicio.
—No entiendo como alguien tan perezoso como tú, que a demás come como cerdo, esta delgado—le dijo Araceli sujetando la correa de Onyx—Yo dejo de hacer ejercicio 2 semanas, solamente respiro, y ya subí 7 kilos. Tu ni ejercicio haces.
—¿Que? Pero si juego voleibol. Es el único ejercicio que hago, pero lo hago. Ya deja de envidiar mi metabolismo, y vete a torturar, mosquito. Las espero aquí, tampoco se tarden mucho ehh—termino Daniel recargando su espalda en el respaldo de la banca y cerrando los ojos.
—¿Mosquito?—le pregunto Lorena a Araceli riendo mientras comenzaban a correr.
—Es un idiota, no le hagas caso—dijo Araceli alejándose. Onyx las seguía con las patitas moviéndose rápidamente. De vez en cuando volteaba a ver hacía atrás como si quisiera que su dueño lo rescatara de la actividad física.
Daniel se quedo con los ojos cerrados un largo rato. La quietud del parque, el sonido de los pájaros y la brisa poco fresca de la mañana lo hacía tener más sueño. En esos momentos de quietud era cuando más pensaba en Andres. Desde que se había dado cuenta de que lo quería más como amigo, el chico se pasaba todo el día en su cabeza. Las fantasías que creaba en su mente lo hacían sonrojarse a cada rato y a veces eso no le gustaba. Le seguía incomodando que le gustara un chico. Pensaba que obviamente tenía que acostumbrarse. Y la acostumbrada era demasiado rápida. De repente incluso las chicas ya no le parecían atractivas y cuando caminaba por las calles y veía chicos guapos, cuando miraba una serie que tenía actores lindos o veía publicaciones de hombres semidesnudos en instagram el corazón se le aceleraba y comenzaban a sudarle las manos...ni hablar de lo que pasaba debajo de sus pantalones. "No puedo creer que me jure hetero toda mi vida. No se si ya era gay antes, según yo no, nunca tuve problemas en reconocer que un wey era guapo, incluso sensual, pero juraba que era porque no tenía masculinidad frágil. ¿A caso Andres tiene el poder de convertir a heteros en gays? si ese es el caso me tocaría cuidarlo mucho. -Perra vida-, si al menos no fuera demasiado celoso". Pensó Daniel mientras su vocecita interior arrastraba las palabras. Daniel incluso se sentía mal por considerar a otros chavos atractivos. Pensaba que de cierta manera le era infiel a Andres. Pero luego se decía que Andres no era su novio. Ni siquiera estaba seguro que Andres le correspondería el amor, todavía quedaba una enorme posibilidad de que eso no pasará. Las escenas fantasiosas y exageradas en su cabeza de Andres terminando su relación de amistad porque Daniel era gay le hacían morirse de miedo. El sabía que si en todo caso Andres lo aceptaba como amigo gay (que era probable porque Andres no era de los que juzgaba) y no como novio, tenía que vivir fingiendo. Le daban arcadas pensando en que tendría que buscarse un novio para reemplazar a Andres, entraría en una relación toxica basada en las comparaciones, o en todo caso, lo que sería a un peor, le diría a Andres que estaba de broma, que no era gay, fingiría ser hetero, se casaría con una mujer, tendría 2 hijos, y viviría amargado toda su vida fantaseando con comerse a besos a su mejor amigo. Las opciones de vida futura que tenía eran desalentadoras.
Daniel se quedo ensimismado en la banca, con los ojos cerrados y los pensamientos volando en su cabeza. Supuso que se había quedado dormido porque de repente, como si una descarga eléctrica le hubiera traspasado todo el cuerpo, abrió los ojos. El sol que le pegaba directo en la cara lo hacía sudar a chorros. Se limpió el sudor al mismo tiempo que se ponía de pie y vio como de todos lados la gente comenzaba a llegar al parque. Encendió su teléfono y la hora marcaba las 8:00 a.m. Daniel se pregunto cual seria la enfermedad mental de todas esas personas para estar ahí a esa hora. "Deben estar locos como para estar en el parque a las 8 de la madrugada" pensó rodando los ojos.
Con la mirada comenzó a buscar señales de Araceli y Lorena y al no divisarlas por ningún lado comenzó una búsqueda lenta y perezosa. Arrastrando los pies y casi media hora después las encontró en una mesa de picnic de bajo de un enorme árbol. Estaban sentadas con las piernas cruzadas una frente a la otra. Su conversación parecía estar plagada de risa y diversión.
—...y también por eso yo ahorita no tengo novio—platicaba Araceli—Mi ex es un idiota. Él me ligo usando a los Jonas Broters de tapadera. Según era super fanático, una joya perdida a quien no le importaban las burlas que le hacían por ser un hombre al que le gustaba la música de los Jonas. Luego poco a poco me fui dando cuenta que fingía muy bien y que solo quería acostarse conmigo.
Daniel se sentó junto a Araceli con los ojos cruzados y la cara de pocos amigos. Las chicas apenas y lo voltearon a ver.
—Típico. Yo también era de las que caía en esas cosas. Y es que si sabes que a un chico que le gusta algo que a ti, te gusta casi en automático. Lo bueno que ya me di cuenta de esas formas de conquista que usan los chicos. Es mejor que te guste alguien con diferentes gustos. Mi novio por ejemplo, odia a los Jonas Brothers pero no tengo problemas con ello, me gusta que sea sincero y no pretenda que le gustan mis cosas solo para mantenerme "contenta".
—¿Tienes novio? No tenía idea.
—Bueno, realmente no somos novios, no aún—dijo Lorena encogiéndose de hombros—Tenemos las cosas en secreto. Espero que no cuenten nada.
—No tranquila—dijo Araceli con una sonrisa.
—Veras. Federico es cuatro años mayor que yo, casi va a cumplir los 23. Tiene trabajo, estudia diseño grafico, le encanta el metal y el rock y esta tatuado, en casi todo su cuerpo. Por eso no creo que sea prudente que andemos en publico, al menos por un tiempo.
—Ya, ¿no te gustan los rockeros tatuados?
—Me encantan Araceli. De hecho Fede me gusta mucho, me siento muy bien saliendo con él.
—Entonces no entiendo, si te gusta tanto, ¿por que mantener las cosas en secreto?
—Es por mi mamá—dijo Lorena poniéndose un tanto triste—Federico tiene muchas cosas que mi mamá no aprueba. Antes ella no era así. Si lo hubiera conocido antes de que Andres desapareciera ella lo aceptaría...de hecho se lo iba a presentar pero me vi muy lenta. Y ya cuando casi me decidí a hacerlo, paso lo que paso. Mi mamá se encerró en su iglesia, le cambiaron la cabeza y ahora todo gira en lo que en su congregación consideran que esta mal y que esta bien. Un chico tatuado, mayor que yo, al que le gusta el metal...no es alguien que ella quisiera como yerno. La verdad es que realmente no me importa si a mi mamá le gusta o no, pero no quiero presentárselo ahora que sufre tanto. Ahorita incluso tenemos una muy mala relación porque hay cosas con las que no estoy de acuerdo con ella...no quiero empeorar las cosas entre nosotros sacando a la luz a Federico.
—Entiendo—dijo Araceli mirando a Lorena a los ojos y dedicándole una sonrisa—Es lo que haría yo. Espero que cuando estes lista para contárselo todo te vaya bien.
El sueño de Daniel se esfumo cuando escucho el nombre de Andres en la conversación. El chico si que sentía empatía por lo que Lorena pasaba pero en ese momento solo veía el momento ideal para preguntar sobre Andres directamente.
—Lorena, ahora que hablas sobre Andres—dijo Daniel sintiendo como sus manos comenzaban a sudar—¿Puedes decirme como van las cosas?
Lorena soltó un suspiro largo y bajo la mirada.
—Las cosas están igual Daniel. Según tenían más o menos el lugar en donde podría estar. Pero no nos han dicho más. Mi padre dice que nos dijeron eso solo para tranquilizarnos. Han pasado 7 meses y el avance no a sido suficiente.
—¿En serio podrían haber encontrado el lugar donde están?—pregunto Daniel con el corazón acelerado.
—No te entusiasmes demasiado. Eso nos paso a nosotros pero al pasar de los días nos dimos cuenta que parece que no están tan cerca de encontrarlo como en el principio.
—No es lo mejor que uno podría escuchar—dijo Daniel susurrando.
—Yo también quisiera que las cosas fueran mejorando—dijo Lorena en voz baja—Quisiera estar equivocada pero parece que las esperanzas se van haciendo más chiquitas. Anoche mi papá estaba muy nervioso. Lo vi entrar en la habitación de Andres. Luego tuvo una llamada y se fue rápido, quién sabe a donde. Cuando nos vinimos todavía no había regresado. Quiero pensar que las noticias que le están dando a papá son buenas, pero me asusta pensar que le puedan llegar a decir que...todo se a ido a la mierda.
Daniel comenzó a sentirse desesperado. Lorena le había dicho que las cosas no habían avanzado pero el hecho de que su papá se desapareciera en medio de la noche le parecía una información muy valiosa. Podría en esos momentos el señor Manuel estar recibiendo la ubicación exacta de los chicos. También el señor podría estar recibiendo las peores noticias, si. Pero Daniel prefería ser positivo. Pensar en lo malo le hacía querer llorar.
—Bueno, solo esperemos que tu papá traiga buenas noticias—dijo Araceli con la voz baja—Bueno, me dijiste que tenías CDS de los Jonas y posters autografiados—menciono Araceli obviamente tratando de cambiar de tema. Daniel no dijo nada. Ya había recibido algo de información sobre Andres, no era necesario que siguieran hablando de algo que hacía sentir mal a Lorena.
—Si—dijo Lorena sonriente limpiándose los ojos—Me encanta hablar sobre esto con alguien. Las fanáticas de los Jonas estamos en peligro de extinción. Oye, fui a 5 conciertos aquí en mi ciudad y en otros lugares. Yo creo que vamos a hacer muy buenas amigas, Ara, así que, si tu quieres te puedo regalar un poster y un disco.
—¿De verdad?—dijo Araceli emocionada.
—Yo no suelo escuchar tanto los discos para no rayarlos. La mayoría de veces los escucho en YouTube Music. Pero...creo que la sensación de escucharlos en disco es más...linda. Diferente.
—Deben ser genial escucharlos en disco. Si, estaría encantada si me haces esos regalos. Te juro que te amaré para siempre.
Lorena sonrió ampliamente.
—Lo que estoy haciendo prácticamente podría considerarse como una petición de mejores amigas—dijo Lorena con un gesto divertido.
—Pues si es eso, acepto hermana—le dijo Araceli riendo.
Araceli se puso de pie encima de la banca y se subió a la mesa de madera.
—Abrázame mejor amiga—dijo Araceli sobre la mesa y abriendo los brazos.
Lorena rio con los ojos entrecerrados y de un brinco se subió a la mesa y abrazo a Araceli.
—Esto merece una buena foto—dijo Araceli contenta—Daniel, toma—continuo mientras se agachaba para darle su teléfono a su hermano.
Daniel sonriendo se puso enfrente de la mesa y tomo unas cuantas fotografías mientras las chicas hacían diferentes poses.
—Déjame ver como salieron—le dijo Araceli .
—No se deben preocupar wey, pudieron haber salido peor—bromeo Daniel.
Lorena se carcajeo y Araceli respondió al chiste con una sonrisa irónica.
—Ja ja, transpiras ingenio, gusanito—le dijo.
Los siguientes minutos Araceli y Lorena estuvieron escogiendo las mejores fotos para subirlas a Instagram. Daniel empezaba a sentir hambre. La hora del desayuno se sentía más cerca así que esperaba que ya se fueran a su casa. Pero las chicas tenían otros planes en mente. En cuanto dejaron el parque tuvieron la grandísima idea de ir a comprar ropa. Daniel enojado las siguió por todos lados en el centro comercial junto con un Onyx cansado y hambriento. Para matar el aburrimiento Daniel entro a una tienda de ropa de hombre y se compro un par de camisetas negras, Araceli le había dado dinero para que dejara de quejarse. Estaba viendo unos pantaloncillos rojos brutales, pero las empleadas se dieron cuenta del perrito y prácticamente lo echaron. El resto del tiempo decidió esperarlas en las bancas de la plaza, estaba aburrido y hambriento y su mascota lloraba de impaciencia.
Al filo de las 10 de la mañana al final las chicas regresaron con sus bolsillas de compras y después de desayunar en un restaurante pet friendly al final volvieron al coche y se dirigieron a la casa de Lorena.
—Bueno, nada más pasamos, te doy tus cosas y listo—dijo Lorena radiante cuando se estacionaron al frente de su casa.
—¿Vamos a pasar?—pregunto Araceli confundida—¿No vamos a tener problemas con tu mamá?
—No, mi mamá ya no debe estar en la casa. Igual, ¿por que lo dices?
—Por la misma razón del porque te pregunte por WhatsApp si no tendríamos problemas con ella.
—No te preocupes, ya te dije, no creo que este en la casa. Además tiene el sueño muy profundo, no se despierta tan rápido, si esta no es probable que la despertemos.
—Bueno, le verdad no me refería a despertarla.
—¿Entonces?
—Creí que tu mamá no quería que nos acercáramos a ustedes, como se lo dijo a mi papá.
—¿Se lo dijo?—pregunto Lorena con la confusión llenando cada palabra.
—Si, le prohibió a nuestra familia acercarse a ustedes—Contesto Araceli arrugando la nariz.
—Mi mamá a dicho muchas cosas estos meses. Tal vez tu papá entendió mal.
—Yo creo que lo dijo muy claro Lorena. Yo solo espero que nos deje seguir siendo mejores amigas.
—Sinceramente no creo que mi mamá haya dicho eso. Bueno, de todas maneras ella no me puede prohibir tenerlos de amigos. Así que...hablare con ella y aclararemos esto. Pero ustedes entraran a mi casa si o si, cada vez que quieran. Vamos. Daniel puedes traer a Onyx puede que a mis hermanitas les guste volver a ver al perrito.
Los tres bajaron del coche un tanto divertidos. Lorena caminaba con grandes zanjadas mientras movía las bolsas de sus compras de un lado a otro con las manos.
Daniel sentía una rara mezcla entre emoción y miedo. Hacía demasiado tiempo que no entraba a la casa de Andres. Cuando iba a preguntar sobre el chico y los avances de su búsqueda, quienes les contestaban (normalmente el señor Manuel o alguna de las chicas) le decían todo desde el umbral de su puerta. La familia no tenía tiempo de platicar mucho con Daniel y Daniel entendía que a veces no tuvieran muchas ganas de contarle algo. Pero de todas maneras siempre se notaban algo dispuestos a decirle algo, fuera como fuera, Daniel era uno de los mejores amigos de Andres.
Cuando Daniel entró a la casa la sintió extraña. Parecía que la ausencia de Andres la hacía diferente: más oscura, más fría y más pequeña. Como que el peso de las paredes te aplastaba. Daniel sentía sus pies pesados, parecía que el piso tenía una extraña fuerza que hacía que sus tenis se pegaran al suelo. La casa Daniel la conocía muy bien, antes del secuestro de Andres había pasado demasiado tiempo en ese lugar; ahí había comido con sus amigos, había hecho pijamadas, fiestas y reuniones, trabajos de la escuela y experimentos que veían en YouTube, estar en la casa de Andres era de lo mejor. La señora Adela siempre era una anfitriona excelente: siempre alegre, entusiasta. Ahora todo había cambiado.
Daniel caminaba un tanto distraído contemplando la casa y recordando buenos momentos que había pasado allí. Llevaba la bolsa de su compra amarrada en la muñeca derecha. El plástico le quitaba un poco la circulación pero aún así apenas y se daba cuenta.
—Bueno, henos aquí. No escucho nada de nada, estoy segura que mis hermanas están dormidas y que mi mamá ya no esta en la casa, ella normalmente se va a la iglesia a eso de las 9. Daniel, mientras llevo a Araceli a mi habitación, ¿me haces un favor?
—¿Que?—respondió Daniel distraído—Ah, si, si lo que quieras—respondió con una sonrisa.
—Mis discos los puse en el estante alto de la habitación de Andres. Hace un par de meses los puse ahí porque no tenía mucho espacio en mis cajones, ¿puedes traerlos por mi mientras le digo algo a Araceli? tu conoces bien la habitación de mi hermano, fuera de eso el cuarto esta intacto, no hemos movido nada, esta como él la había dejado.
—Si claro, ya los traigo—Daniel había esperado sentarse en la sala a esperar a su hermana, no se le había pasado por la cabeza que iba a poder entrar en la habitación de Andres. Con los pies como de plomo se dirigió al último cuarto de la casa: hasta donde estaba la puerta blanca de la habitación de Andres.
Sudando puso su mano en el pomo de la puerta y la abrió lentamente y después la cerro cuidadosamente, procurando no hacer ruido. .
La habitación de Andres se extendía delante de él. Siempre le había gustado mucho el cuarto de su mejor amigo. La alfombra que se acostaba en sus pies era de un azul. En las paredes se veían muchas imágenes: algunos personajes que le gustaban a Andres como: Harry Potter, Robb Stark, Daenerys Targaryen, Katniss Everdeen, Gandalf, Grindelwald, Sherlock Holmes y Geralt de Rivia entre otros. Los posters series como Juego de Tronos, The Walking Dead, The Good Doctor, Bates Motel, Naruto y One Piece entre otros, se miraban a la vista invitándote a conocer más de los personajes. A pesar de que el cuarto estaba cargado imágenes, dibujos y frases la habitación estaba muy ordenada, Andres así era. El olor del desodorante que Andres usaba se sentía por todos lados aunque no nada más ese olor se percibía. Los otros olores estaban un poco más escondidos pero estaban: el perfume que usaba Andres: una fragancia muy sutil pero que olía muy rico una vez que lo identificabas; el olor del chicle favorito de Andres: uva. Andres escondía sus paquetes de chicles en el último cajón donde tenía sus calcetines y ropa interior.
Daniel se sentía embriagado por los recuerdos felices y por el deseo de tener a Andres a su lado. Las lágrimas le salían de la nada, sin poderlas contener, la respiración la sentía agitada, pero al mismo tiempo que se sentía triste y desesperado también se sentía lleno de vida por estar en la habitación de Andres.
Daniel miro a la puerta de la habitación. Esperando que nadie se asomara se tumbo en la cama y acaricio la colcha negra afelpada que siempre usaba Andres para dormir. Daniel también sentía la almohada en su cabeza y también otro sutil olor le trajo recuerdos: era el champú que usaba Daniel: un aroma a pino y madera. Daniel beso la almohada por un momento y pudo sentir un calor que se extendía por su cuerpo.
Pensando que el tiempo pasaba Daniel tuvo que obligarse a ponerse de pie. Deseaba poder quedarse en ese lugar hasta que Andres regresará.
De repente tuvo el impulso de tomar una prenda de Andres antes de irse de la habitación, quería sentirla en sus manos. Pero sabía que Andres tenía la ropa muy bien acomodada y que sería muy obvio que Daniel la hubiera registrado.
Luego Daniel tuvo la idea de mirar a una esquina: en donde Andres tenía el cesto de su ropa sucia. Pensando que era muy probable que Andres no hubiera dejado ropa para lavar se acerco al pequeño contenedor. Pero si había ropa usada en él. Una camiseta que Daniel reconoció como la que traía un día antes de su desaparición, una playera tirahuesos y unos boxers negros. No sabía de donde había salido el impulso pero lo hizo. Se desamarro la bolsa que tenía sus camisetas nuevas y rápidamente hecho la ropa sucia de Andres en ella, procurando que las prendas nuevas fueran las únicas visibles. Mirando a todos lados y sintiendo que cometía una crimen grave se apresuro a ir directo al estante alto de Andres donde tenía sus cosas de la escuela, tomo los discos que estaban encima y salió casi volando fuera de la habitación.
Cuando corría por el pasillo Daniel comenzó a escuchar voces airadas que venían desde la sala. Confundido Daniel se dirigió hasta ese lugar de la casa. La puerta principal del hogar estaba abierta de par en par. Araceli estaba apartada en un rincón de la habitación mientras veía como la señora Adela ponía su teléfono celular frente a sus hijas. Las chicas estaban haciendo un coro frente al aparato.
—¡Vamos Manuel, di ya por favor que me estas matando! ¿¡Que es eso que solo puedes decirme frente a nuestras hijas!?—Decía la señora Adela casi histérica.
—Mi amor, mis amores, esto se acabo—decía la voz del señor Manuel desde la bocina del móvil. Su voz se escuchaba entrecortada como si el llanto y la emoción le suprimieran las palabras.
Manuel lloraba de vez en cuando y al final lo que decía se entendió a pesar de la rapidez y lo burdo de la voz:
—Los chicos y...Andres fue rescatado. Ya lo tienen en un lugar seguro. Se acabo la pesadilla. Andres volverá a casa.
Adela lanzó un grito al aire y comenzó a llorar. Las hermanas lanzaban gritos de alegría mientras se abrazaban con fuerzas y se desbordaban de emoción dejando caer unas lágrimas de mucha dicha.
Daniel se tambaleo por la noticia y estuvo a punto de caerse. Araceli llegó para sostenerlo y después lo abrazo fuertemente. Daniel sentía como si un liquido caliente le recorría el cuerpo. Se sentía mareado y le costaba respirar. Sus esperanzas se hacían realidad, así que tuvo que llorar.
Volvería a ver a Daniel.
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