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1: [La dicha de recordar]

Finalmente, volvió a casa, luego de lo que pudieron haber sido los tres días más locos de su vida. Si no contamos lo que vivio hace unos años cuando se mudo a San Francisco.

De cualquier forma, la experiencia había sido interesante y emocionante, algo que sin duda fue de vital importancia para que pueda madurar un poco más, dentro de lo que cabe al ser una niña de trece años.

Sus padres actuaban inquietos con ella cuando recibieron su respuesta de cómo le había ido en el campamento, siendo que Riley, solo respondió diciendo: "estuvo bien", dejando tanto a la madre como al padre con la duda de que habrá vivido su hija en esos días, aunque cada uno sabía disimular su intriga a su manera para no incomodar a su hija.

Luego de una charla más ligera, Riley terminó de cenar, agradeció a sus padres por la comida, llevo su plato a lavar y se retiro a su habitación con una sensación agradable brotando en su interior.

Una vez en su habitación, se despojo de su ropa y se puso una nueva, ordenó su cama lo más que pudo y se dejó caer a la misma, expresando por fin lo terriblemente cansada que se sentía, tanto física como mentalmente.

Ni siquiera el hecho de sentirse relajada por alguna razón hacia que su pesar se disipe.

Era casi como si... ella sintiera una cosa... mientras que su cabeza siente otra.

Curiosamente, también le dolía muchola cabeza, pero no un dolor habitual, más bien como un ardor, como una comezón interna dentro de su cráneo. Si bien, esto era molesto, Riley no tenía fuerzas para nada más, ni siquiera para ponerse a reflexionar sobre cierta persona y sobre ciertos sentimientos que comenzaba a experimentar por ella, así que solo cerro sus ojos, y en menos tiempo de lo esperado, quedó profundamente dormida.

"..."

"Entramos al sueño profundo..." Expresó Alegría, manteniendo su actitud positiva como siempre, pero con algo de inseguridad siendo notada por sus compañeros "Normalmente debería ser furia a quien le toque supervisar los sueños, pero-"

"Pero ya que ustedes son nuevos aquí deberían hacerlo" Señaló Furia, terminando de decir lo que Alegría tenía en mente. Mientras que Alegría, en el fondo, quería ser quien supervisará los sueños, solo dijo lo anterior porque se imagino que Furia tendría problemas con eso.

"¿Así es como tratan a los recién llegados?, ya entiendo porque no han llegado emociones nuevas..." Expresó Ennui con frialdad, mientras no despegaba la vista de su teléfono.

"No digas eso Ennui, ¡yo quisiera ser de los nuevos para que me toque supervisar también!" Exclamó Envidia con cierta... envidia, por los dichosos afortunados.

"Uh, tú eres de los nuevos, Envidia" Recalco Desagrado con su actitud de siempre, pero algo más relajada que de costumbre.

Envidia inmediatamente reacciono de lo más contenta, pero antes de que pudiera decir algo, fue interrumpida abruptamente.

"Pero Alegría, ella es muy pequeña para hacer esto" Afirmó Ansiedad, tomando en brazos a Envidia como si fuera una bebé, la misma Envidia parecía tan inocente en los brazos de la pelinaranja "Literalmente es muy pequeña, no puede alcanzar el panel de control"

"¡Oye!" Exclamó molesta Envidia, haciendo una rabieta típica de un infante.

"Eso no es un problema realmente, siempre podríamos conseguir una silla más grande para ella y..." Alegría noto que se estaba desviando, retomando lo que quería decir en verdad "Olvida eso... mejor... yo cubrire a Furia esta noche, ustedes vayan a descansar, se que han tenido unos días difíciles... sobretodo el de hoy" Concluyó la de piel brillante, con una sonrisa inocente y amable que convencía a sus compañeros de obedecerla.

De igual forma, aunque algunos querían objetar algo, nadie tenía las fuerzas suficientes para hacerlo, todos se sentían realmente cansados. Cada uno se fue retirando a sus habitaciones, intercambio algunas pocas palabras con Alegría antes de irse cada uno por su lado.

La emoción líder de felicidad emanaba una actitud segura y optimista, mientras que, muy en el fondo, comenzaba a arrepentirse de esto, pues a ella misma el cansancio le estaba cobrando caro.

Por más que quería, deseaba continuar así, no podía mantenerse feliz por siempre, aún si la felicidad es lo que conforma todo su ser.

Simplemente, hay días donde el sonreír es difícil, y llorar es más sencillo.

Y justo este día, Alegría no tenía ánimos para ninguna de las dos cosas.

Solo quería centrarse en su objetivo, en su tarea que por suerte, no era nuy laboriosa, solo requería que ella supervise el sueño de Riley en todo momento en caso de que haya algo... extraño.

Si bien, nadie, nunca, jamás le había pedido que haga eso, ni venía escrito en un libro de reglas o indicaciones, a la chica de cabello azulado le gustaba hacerlo, disfrutaba de cuidar a su pequeña Riley, aún si está misma cada día se hacía más distante de su emoción principal.

Antes de hacer algo más, Alegría se aseguró de que no hubiera nadie más a su alrededor, una vez que tuvo certeza de ello, mandó todos los pensamientos del día a largo plazo, tomo una silla que tenía en una esquina del cuartel y tomo asiento delante del "escritorio" con múltiples funcionalidades.

Una vez ahí, no dijo ni una sola palabra, solo se detuvo a esperar, a pensar, a ver el tiempo pasar mientras que el sueño no se hacia presente.

Un completo silencio reinaba en el cuartel, junto a una poca iluminación, siendo el brillo de Alegría lo único que dejaba ver una pequeña luz en el lugar, aunque ella misma sentía como su brillo comenzaba a hacerse cada vez más opaco desde el momento en el que su inocencia y la de su pequeña Riley fueron destruidas por la cruda realidad del mundo que las rodea.

Como forma de jugar consigo misma, Alegría se puso a contar hasta donde sus conocimientos le permitan.

Comenzó con uno, dos, tres, no había novedadad.

Cuatro, cinco, seis, nada aparecía.

Siete, ocho, nueve, se estaba aburriendo.

Diez... once... doce...

Su interior... se estaba rompiendo...

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En un abrir y cerrar, la cuenta paso.

El tiempo avanzaba, el viento llegaba, enfriando la habitación, dejando una sensación inquietante el el ambiente.

Una molestia en su pecho, un dolor en su trasero, un ruido a su izquierda, una presencia a su derecha.

Una sola salida, una sola habitación, una sola risa, una sola víctima.

Ella no espero olvidarlo... espero que siga con ella, por más duro que haya sido.

En ese momento, nadie estuvo con ella.

Mamá...

Papá...

Ni sus emociones la acompañaron.

La alegría de su ser estaba ausente.

La furia del momento reprimida por el miedo.

El desagrado de la acción oculta por la inquietud.

La tristeza era lo único que reinaba en perfecta armonía junto a la peor sensación de todas.

El miedo, era el rey en esta situación, donde no había nadie para ella.

Estaba sola, po su cuenta.

En un mundo donde todos ven por sus propios intereses, en lugar de... solo, sentarse y tomar el té como hijos de Dios.

Bueno, a fin de cuentas, ¿que puede hacer un indefenso saco de carne como ella cuando es empujado hacia delante una y otra vez?.

Sin sus emociones, sin una salida clara, sumergida en la oscuridad, la única opción que tenía en su mente era escapar.

Cuando ves algo que te da miedo, te asustas.

Cuando ese algo se acerca a ti, te asusas aún más.

Cuando ese algo... te tiene en sus garras, intentas correr, pero, ya es muy tarde.

Ese algo ahora forma parte de tu vida.

De tu realidad.

Pero si mantienes tu determinación, por más pequeña que sea, una pizca de esperanza puede sobrevivir.

Extender tus alas puede ayudarte a escapar.

Pero si tropiezas en el intento, condenada estas a arrastrarte por el suelo, intentando gritar por ayuda, pero un pañuelo en tu boca fue suficiente para dejarte sin alma.

Y sin esperanzas también.

Con una sensación de completa relajación en su interior, su mente ceso, toda su actividad cerebral se paralizó.

Y el atacante, tuvo total libertad de divertirse como siempre lo quiso, desde que desperdició seis años de su vida para este momento.

Solto una leve risa, y una sonrisa al ver sus pantalones abajo.

Observo a la pequeña, durmiendo plácidamente, el mismo sabía que era su turno de estar alegre.

Antes de comenzar, se preparo como pudo, las ansias de comenzar lo indebido nublaban su razón.

Teniendo a la pequeñita alegre delante suyo, solo pudo entender una cosa.

Por fin había encontrado a la cumpleañera que tanto estuvo buscando.

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Alegría despertó de forma abrupta y aterrada.

Su respiracion era aterradora para cualquiera que la escuche o la sienta.

Le faltaba el aire, le faltaban los sentidos.

Le faltaba su característico brillo de siempre.

O al menos... eso parecía...

Las lágrimas no tardaron en salir de sus ojos, mientras se esforzaba por no gritar con todas sus fuerzas, ansiando despertar y que esto, no sea más que una pesadilla hecha realidad.

Como pudo, vio de frente a su visión del mundo a través de los ojos de su niña, notando que la misma seguía durmiendo tranquilamente, como si nada hubiera pasado.

Esto hizo que Alegría puede calmarse un poco, pensando que tenía razón al pensar que solo fue un sueño de ella misma, pareciendole raro porque nunca antes había soñado.

Sin embargo, encontrarse con la presencia de Nostalgia a su costado desencadenó un rompimiento en su forma de pensar, quebrantando aún más su optimismo.

Peor fue su pesar cuando Nostalgia, con todo el dolor del mundo, coloco su mano en el pecho de Alegría, haciendo que un aura de color marrón fluya por todo su cuerpo, terminando por desvanecerse en la punta de su cabeza.

Finalmente, se le había revelado, el May secreto de su vida, aquello que fue tan traumatico para todos, que fue encarcelado en lo más profundo del subconsciente.

"Aqui yace... el secreto más oscuro de Riley..."

"Quien se fue con una expresión decaída... deseando ojalá... haberse ido a la tumba con ese secreto... para dejar a su pequeña vivir en paz..."

Alegría era consciente de todo eso, consciente de que aquel grandulon había desaparecido, consciente de todo lo que pasó ese día que su pequeñita Riley decidió seguir a ese hombre al sótano.

Pero también... era consciente, de algo malo para ella, malo para su mente y malo para la de su niña.

No solo por sentir algo en si misma desvanecerse, sino también, por ver como sus manos se oscurecian de forma lenta e incesante.

Incluso Nostalgia se dio cuenta, quien... no pudo evitar llorar entristecida, al haber cumplido con su deber.

Con lo que ella pensó, era lo mejor para Riley.

"Alegría... querida... estas perdiendo tu brillo..." Expresó la dichosa emoción, tomando la mano de Alegría con suma calidez, antes de que la misma dicha de la esperanza, desaparezca en sus brazos.

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