8 Cruce de caminos
Entro en el portal. La madera que revestía este, había perdido su lustre debido al paso del tiempo, y solo un ficus daba un poco de color a la sombría estancia.
Escucho a Manuela y a su perrito montar en el ascensor, un piso más arriba.
Manuela era una señora robusta, llevaba varios años viuda, y su único entretenimiento era pasear a su chihuahua y curiosear sobre la vida de los vecinos. Así que decido evitarla, subiendo las escaleras, lo mas rápido que puedo.
Quiero encerrarme en casa y no salir hasta el lunes. Las lágrimas empañan mis ojos, nunca me había sentido tan ridícula. Estoy tan absorta en mis pensamientos, que ni siquiera me doy cuenta que la amarillenta luz de la escalera se ha encendido, iluminando tenuemente los escalones de piedra.
- ¡Auri! ¿estas bien? - Pregunta Eli con voz dulce al cruzarme con él.
Ni siquiera me había percatado de su presencia. No me apetecía cruzarme con Manuela, pero darle explicaciones a Eli tampoco era algo que quisiera hacer en este momento.
- Si... Estoy bien. Solo que... No he tenido un buen día. - contesto intentando abrirme paso.
- Ya... Últimamente parece que nunca tienes un buen dia.
Intento sonreírle, pero mi sonrisa está tan apagada que no parece dispuesto a dejarme marchar sin que le cuente la razón. Al fin y al cabo, el siempre ha estado ahí.
- No te preocupes, estoy bien, solo que he discutido con Silvia y definitivamente, ya no somos amigas...
No es del todo cierto, pero contarle que estoy así por un macarra bipolar me parece lamentable.
- Pues siento que estés así por ella, pero me alegro que por fin te des cuenta de lo estúpida que es.
- Dice apoyando la bolsa de deporte en el suelo. No entiendo por qué dice eso, por qué apenas la conoce, pero ahora mismo creo que tiene razón.
- Gracias. - contesto abriéndome paso al fin. Solo subo un par de escalones, cuando se para a habla de nuevo.
- Y ahora... Quiero decir...¿Tienes más amigos no? - pregunta, recordando que nunca me ve con nadie más.
- Eh... Si, claro.-
Miento, no quiero que se de cuenta de lo realmente patética que soy, aunque no sé si he conseguido que se trague la enorme trola que le he contado.
- Ok. Aunque, no sé, quizá un día de estos, te apetezca dejarles tirados y quedar con nosotros ¡caíste muy bien a mis colegas!
Sonrío.
- Si, claro. quizá un día - contesto dándole la espalda, concentrándome de nuevo en alcanzar el último trecho que me separa de casa.
- Quien dice un día, dice esta noche.
-¿Esta noche? - me volteo de nuevo a mirarle. - Creo que no. Quizá otro dia... - le digo negando con la cabeza. - No tengo muchas ganas hoy de salir.
Arquea una ceja. Siempre me hizo gracia esa cara entre incredulidad y locura que pone.
-¿Que no te apetece salir? ¿Un viernes? ¿Pero de dónde te has escapado? - sube de nuevo los dos escalones que nos distancian de una sola zancada y cogiéndome de los hombros me zarandea, como si quisiera sacarme de un trance -Tu no eres Auri, ¿Que has hecho con mi amiga?
Oírle llamandome amiga, apesar de todo el tiempo que a pasado, se siente como una pequeña tirita en mi corazón roto.
- ¡Venga animate! - dice sintiendo.
- En serio... No creo que... No estoy hoy de humor y ¿ que pinto ahi con tus amigos? Me lo pasé muy bien pero...
Me mira con cara de cordero degollado. Y suspira poniendo morritos.
- Pues mi plan no era ir a pintar nada, pero si te apetece, te llevo un librito de esos de colorear. - Se rie.
- ¡Si¡ por fa. ¡Uno de princesitas! - aplaudo como si estuviera realmente emocionada.
No puedo evitar soltar una risotada al verme hacer el tonto de esa manera.
- De verdad, lo pasé muy bien. Tus amigos son geniales, pero hoy no tengo muchas ganas de salir y ademas... creo que a alguna no la hizo mucha gracia que te acaparara toda la noche. - digo refiriéndome a la pelirroja que no le quitaba ojo.
- ¿Lo dices por Alba?- hace una pausa.- Ella es así siempre. No le des importancia. Pero si lo prefieres, paso yo también de ellos y salimos a tomar algo tú y yo.
Sonrío al recordar aquellas tardes en las dábamos esquinazo a los chicos de la plaza, solo por que yo no quería jugar a fútbol, y terminábamos jugando a superhéroes, o atiborrándonos a chuches mientras jugábamos a la consola.
- ¡Venga! Déjame tu móvil. Te doy mi número y si te animas... Me escribes ¿Vale? - dice guiñándo un ojo.
- Vale...- le digo solo con intención de que me deje ya. Le entrego el móvil, teclea el número, y me lo devuelve rápidamente.
- ¡Me voy! ¡Se me hace tarde! Tengo que ir a clase y después al gym...- anuncia como dándome explicaciones, mientras baja de dos en dos los escalones. - ¡Como no me llames, te saco de casa de los pelos! - añade ya casi en el portal.
Me siento mejor después de ver Eli, siempre me hace sonreír. Puede que tenga razón, debería salir, llevo tiempo sin hacerlo. Seguro que es hora de dejar de lloriquear, olvidarme de todos por un día e intentar divertirme. Pero no creo que hoy pueda hacerlo.
Recobro la compostura, sabiendo que mi madre hoy se encuentra en casa, no quiero que empiece con sus absurdas preguntas, de como estoy, que me pasa y termine regañándome, diciendome que no puedo ahogarme en un vaso de agua, y escondiendome cada vez que un niño me llame fea. Como si ese continuara siendo el problema.
-Hola mamá,- saludo dándola un beso al entrar en la cocina donde está atareada. Dándome rápido la vuelta para que no note que he estado llorando.
- ¿Que tal has pasado la mañana, cariño? ¿Mejor?
- Si mamá estupendamente.
- Ha llamado tu hermana hace un rato, vendrán mañana a comer. Así que recoge, por favor, tu habitación. No quiero que su novio piense que eres un desastre.
Odio cuando viene Shara. Cuando ella está, da igual lo que yo haga, que ella siempre lo hace mejor que yo. Más guapa, más lista, más simpática... y su novio, un informático con complejo de cómico, que me trata como a un bebé, y se cuela en mi habitación a instalarme programas en el ordenador, que ni le pido, ni se para que sirven.
- Ok mamá. Ahora mismo me pongo a ello. - acepto, teniendo la escusa perfecta para encerrarme en mi cuarto
- La comida estará en cinco minutos. Así que cambiate, ya lo harás después.
Entro en mi cuarto, más enfadada que triste. Frustrada, con ganas de atrincherarme sola entre estas cuatro paredes y no salir de aquí hasta el lunes, pero como siempre, tiene razón mi madre, este cuarto parece una leonera, desordenado como mi cabeza.
«Esta bien recógeme luego 😜 » tecleo al rato, esperando que Eli, venga a rescatarme, como príncipe en su caballo blanco.
No espero contestación tan rápido, así que dejo el móvil en la mesa de noche, y me cambio. Llevo días, que la comida me da asco, pero me obligo a probar el guiso de carne con verduras, que mi madre acaba de preparar. Me fuerzo a ingerir, cada trocito hasta que, el que era un humeante plato se queda frío y no puedo continuar. Mzi madre cansada de repetirme mil veces que coma, se da por vencida y me hace recoger la mesa. Después de hacer todas las tareas encomendadas, me recuesto en el sofá, y con el mando de la tele en la mano, me quedo dormida.
Bip.
« 👍 te recojo a las 9 h. Dame un toque cuando estes y bajo»
Aún no son ni las siete, tengo tiempo de sobra para ducharme, y arreglarme. Abro el armario y busco algo decente. No pienso renunciar a mis vaqueros, así que saco los elásticos negros y un top rojo, que hace meses que no me pongo. Solía ser uno de mis básicos, pero ahora me resultaba demasiado escotado. Pero estoy decidida a salir, a divertirme, a sentirme nuevamente sexi y recuperar mi vida, aunque sólo sea por una noche.
Entro en la ducha, y vuelvo a replantearme si es buena idea salir. Me miro en el espejo, decidida a encontrar a la chica segura que era antes y recuerdo todo ese ritual de belleza que hacía a diario. Me aliso el pelo y doy mil vueltas al peinado que me debería hacer, saco las brochas y me maquillo con aún más paciencia de la que solía tener. Quiero estar guapa, quiero sentirme guapa, no es que quiera que me miren, solo que quiero enterrar por una noche, a la chica tonta de gafas, ojerosa, demacrada, y demasiado gorda y pálida como para gustar a alguien. Solo tengo ganas de llorar y volver a tumbarme en el sofá, pero conozco a Eli y no lo permitirá.
-¿Vas a salir? - pregunta mi madre, sorprendida, al verme saliendo de baño, después de dos días sin salir del cuarto.
- Eh... Si. Vi a Eli antes y... He quedado con él, ahora.
- Ah ¿si? - Ahora si que esta sorprendida. - Hacia mucho que no quedabais. ¿No? Te has puesto muy guapa... ¿vosotros dos estáis... ?
- Eh... No... ¡Mama por dios! - La respondo.- ¡Eso seria incesto o algo así! - la miro como si hubiera dicho una locura.
-No es tu hermano- se ríe. - y no creo que él te vea como tal.
-¡Como si lo fuera! - la interrumpo.
- mama, ¡hemos dormido juntos mis veces! ¡Me ha visto desnuda! ¡Por Dios no digas eso!
- Si, y ¿que años tenias? ¿5...6? Te aseguro que ahora no te dejaría subir a su casa a dormir como lo hacíais antes. Pero bueno, si tú dices que no hay nada, no me meto. ¡pasarlo bien!
Volteo los ojos y me meto en el cuarto. Creo que el siempre me vio como una niña, su hermanita pequeña a la que había que proteger, por mucho que yo hubiera intentado hacia años que me viera de otra manera. Por mucho que yo hubiera fantaseado con el, estaba segura que yo no había ocupado su imaginación ninguna noche solitaria. No, eso era imposible.
Me tumbo en la cama cogiendo el móvil para escribirle.
«¡hola! Cuando quieras. Ya estoy lista»
«¡Hi! Sorry, me lie en el gimnasio. Sube y te tomas algo, mientras me visto»
«Ok»
Me incorporo de la cama de un salto, me pongo las botas negras, y salgo de casa despidiéndome de mi madre. Subo las escaleras de la planta que nos separa.
Cojo aire, cogiendo fuerzas también para no volver a bajar las escaleras y encerrarme de nuevo en el cuarto. Me acerco a su puerta de madera y llamo al timbre.
- ¡Un minuto! - vocifera al otro lado.
Momentos después, Eli abre la puerta ocultando medio cuerpo detrás de esta.
- ¡Pasa!- pide, cerrándola tras de mí. Esta descalzo, sin camiseta, y aun abrochándose los vaqueros. Su pelo luce húmedo y despeinado como cuando era un crio. Imagino que cuando le escribí estaría en calzoncillos o ...ni eso.
- Perdona me pillaste saliendo de la ducha. - se disculpa sin darle importancia a su apariencia, ni a la imagen que estaba poniendo en mi mente.
Definitivamente él me veia aún como una hermana, seguro que su hubiera sido otra chica, no se habría comportado con esa naturalidad.
Su cuerpo esta mas musculado de lo que me había parecido en la escalera. No, definitivamente ya no era el niño pecoso y enano que recordaba. Era todo un hombre, y ¡vaya hombre!
- ¡Wow! Estás impresionante- dice Eli mirándome de arriba a bajo. - No sé si ha sido buena idea invitarte a salir. Creo que me pasaré la noche espantando moscones.- dice moviendo los brazos como si tuviera alguno a mi alrededor. Le doy un codazo y sonrío, sintiéndome bien con el piropo.
- Si ... Seguro. Y dime... ¿Cuando te han salido todos esos músculos? - bromeo burlándome de el, señalando todo su cuerpo, buscando alguna parte que no esté bien definida.
- ¿Cuanto hace que no me miras? Por qué llevo los tres últimos años machacándose en el gimnasio - Responde sacando músculo, haciéndose el ofendido.
- Si llego a saber esto, te abría espiado por la ventana, me abria apuntado a tu gimnasio y me habría hecho presidenta de tu club de fans . - digo consiguiendo que se ponga colorado.
- Serias la única componente del club, así que lo de ser presidenta no tiene ningún mérito.
- Ya, seguro que desde que vas al gym se han apuntado muchas más chicas. Y todas babeando viéndote levantar pesas. Y tu quitándote la camiseta para lucir abdominales -me rio imaginandolo, como en esas películas en las que sin venir a cuento, el guaperas de turno, se cambia de camisa o sale de la ducha, solo para atraer audiencia.
— Claro, teniendo en cuenta que apenas van chicas... Si... Seguro que todas van por mi.
— ¿Y por qué tanto gym? — pregunto notando que se lo toma demasiado en serio.
— Trabajo allí, y además me estoy preparando las oposiciones a bombero. ¿has visto a algun bombero barrigón?
— ¡Noooo! Pero cuando hagas uno de esos calendarios sexis, no dudes o ofrecermelo.
Eli se ríe dejándome por imposible y se pone rápidamente una camiseta blanca, para que deje de hablar.
Se me había olvidado que ese era su sueño de niño, pero nunca creí que lo siguiera tomando en serio de mayor. Mientras yo solo tengo claro que quiero estudiar fuera pero ni siquiera se el qué.
— ¿Una cerveza? - ofrece dándome la espalda de camino a la cocina.
— ¿No te dirán nada tus padres?
Me mira extrañado.
- Ya soy mayorcito... Soy mayor que tu ¿recuerdas? Puedo comprarme mi propia cerveza. - contesta presumido
-Ya... Se me había olvidado que ya tendrías los 18.
-19 al mes que viene. - apunta.
-Pues hablando de edad... Yo aún no tengo los 18 ... Así que si tienes planeado ir a una Disco ... - le recuerdo esperando no fastidiarle los planes.
-No te preocupes... Vamos a comer algo y después... pasando de Discos, Dani tampoco tiene edad. Además vienes conmigo, si pusieran alguna pega, pido por ti. - Parece satisfecho de hacer una vez mas de salvador conmigo.
- ¿Recuerdas cuando eramos pequeños, y decíamos que eramos novios y que cuando fueramos mayores nos casaríamos? - le digo recordando cuando yo empezaba la primaria, y sentía que tener un novio en un curso superior era lo más. Y después, cuando él ya había pasado al instituto, yo desde el patio del colegio, le miraba embobada deseando que fuera cierto.
El me mira, con una expresión exagerada, como si de repente hubiera recordado algo importante.
- Nunca cortamos ¿verdad?
-Eh.... No... Supongo que no. Me debes muchos regalos de aniversario. - contesto entre risas sin saber muy bien a donde quiere llegar.
-Uff pues... Lo siento... Creo que te fui infiel... Unas cuantas veces - dice partiéndose de la risa.
-Ya... Vaya... No esperaba eso de ti. - digo simulando dolor en el pecho, propia de telenovela. - No sé si podré perdonarte algún dia. Tu siendome infiel y yo como una tonta guardando celibato. - digo arrepintiéndose después por haberle confesado que aún soy virgen. - Bueno va ... Da igual. Te perdono. - añado rápidamente, como si de verdad hubiera algo que perdonar, esperando que no se haya dado cuenta de la tontería que le he confesado.
- Ya... Celibato... Seguro. - dice desapareciendo en el baño.
Me quedo sola en el salón. Hacia varios años que no subía allí, pero poco habia cambiado. Quizá su madre, adicta a la jardineria y a la costura había cambiado las cortinas, o añadido alguna planta. Pero todo alli parecía igual, todo mantenía la misma esencia.
Unos minutos después, aparece de nuevo, peinado, vestido y listo para salir.
- No sabía que ahora te peinabas- le digo intentando inútilmente despeinarle.
Se ríe, apartando la cabeza. Coge las llaves del Citroën de su padre, y bajamos a la calle donde lo tiene aparcado. La verdad es que ni siquiera sabía que podía conducir.
Me colocó en el asiento de copiloto, dejándome llevar. Ya ha anochecido, pero la luna apenas se asoma, solo las farolas nos acompañan hasta nuestro destino.
Al otro lado de la carretera, recoge a Dani y Alex, que no parecen sorprendidos de verme. Imagino, que ya les puso en aviso, para no hacerme sentir una extraña esta noche.
Se pone de nuevo en carretera, con la música de "twenty one pilots" a todo volumen, a la vez que, entre risas, desentonan al cantar.
Dani, es un poco más alto que yo, bastante delgado, pelo negro, y unos ojos verdes que destacan bastante en su tostada piel, pero lo que más llama mi atención es su risa, extremadamente contagiosa.
Alex es todo lo contrario. Grande con un peinado y una barba al más puro estilo vikingo que le proporciona cierto parecido a Ragnar Lodbrok. Parece mucho mas serio, aunque le sigue todas las bromas a Dani contra Eli, que amenaza con dejarles tirados en la cuneta.
Salimos del pueblo, por una calle oscura de un solo carril, lo que me inquieta y a la vez me relaja al saber que no será fácil encontrarme con Lucas ni con ninguno de sus amiguitos.
Eli abre las ventanas, y el sonido de las chicharras y el aroma de la hierba húmeda lo inunda todo. Cierro los ojos, dejando que la brisa acaricie mi cara.
Pocos kilómetros después, entramos en un pueblecito en el que no recordaba haber ido nunca. Aunque sus calles, al igual que las de la mayoría de los pueblos de la zona, eran estrechas, y de blancos edificios adornados por claveles y geranios.
Eli sigue conduciendo, pasando despacio por delante de algunas tiendas y bares, buscando un sitio donde aparcar.
-¡Justo enfrente! - anuncia Eli satisfecho con su suerte, aparcando en batería.
- Estoy muerto de hambre. - declara Dani entrando en la cafetería.
Miro las letras de neón que lucen en un brillante rosa chicle anunciando su nombre. "Grease".
Entro tras ellos en el local, que parece parte del decorado de una película americana de los años 50. Sofás y taburetes de cuero en blanco rojo, paredes adornadas con vinilos, banderas estadounidenses, rótulos antiguos, matrículas de coche y por supuesto, no podía faltar la chapa que anunciaba la ruta 66.
Elías se dirige hacia una de las pocas mesas de sillones, que aún permanece vacía, situada junto a una gramola que no parecía perder esplendor.
Una camarera al más puro estilo pin up, se acerca a nuestra mesa para tomar nota. Pero miro la carta, y hay demasiada variedad de hamburguesas, bocadillos y perritos que no se que elegir.Eli me recomienda una de las hamburguesa, a su parecer deliciosa, y el pide otra igual.
Minutos despues, la misma camarera, deja sobre la mesa una enorme bandeja con nuestro pedido. Veo imposible terminarme algo tan gigantesco.
Le meto un bocado, y me siento como si estuviera en uno de esos programas de crónicas carnívoras, donde retan a un tipo comer raciones imposibles de comida, hamburguesa de dos kilos o una ración de alitas picantes con chile fantasma.
Posiblemente está sea la hamburguesa más jugosa que he probado nunca, deja un ligero gusto picante, que armoniza perfectamente con el resto de los ingredientes. Sin embargo soy incapaz de terminarla y me rindo frente a ella.
- ¿En serio vas a dejar esa delicia? - pregunta Dani dando el último bacado a la suya.
- No puedo más- admito como si cometiera con ello un pecado.
Dani, la mira casi lascivamente, dejándome sorprendida por un momento.
- ¿La...quieres? - se la cedo pensando que será imposible que la acabe.
- ¡Este saco de pulgas no tiene fin! - Bromea Eli.- Si le pones otra más seguro que también se la come.
- A falta de comerme otra cosa... ¡bienvenida sea la carne! - responde atacando la amburguesa.
Alex se ríe, casi avergonzado.
- ¡Dani! ¡Compórtate! Todavía queda mucha noche para asustarla. - dice este, como si temiera lo que pudiera decir.
Sus amigos parecen divertidos, hace mucho que no estoy con gente que se ríe tanto y no es de mi.
- Creo que he comido suficiente por un mes.- digo sintiendome realmente pesada al salir de allí.
Cruzamos un par de calles y encontramos un bar, "La cueva", donde han quedado con el resto de la gente. Fuera hay un grupo de chicos fumando. Llevan en su mayoría el pelo largo, camisetas negras o de grupos heavis. Lo que me da una idea de dónde me estoy metiendo.
Cruzamos el umbral de la puerta. Suena una vieja canción de ACDC, que Alex canturrea intentando imitar la voz de Brian Johnson. Pasando un pequeño rellano, hay unas escaleras que bajan a algo que parece un oscuro sótano. Es bastante grande, realmente parece una cueva.
Eli y Alex se acercan a la barra, abriéndose paso entre la multitud, que baila dando botes y codazos, Dani y yo les seguimos, intentando aprovechar el hueco que nos van dejando. Alex llega a la barra, y saluda a un chico bastante parecido a él. De pelo largo digno de un anuncio de champú y enormes brazos tatuados. Dani se apoya en sus amigos, poniéndose casi de puntillas para ser visto por este y también lo saluda y yo me quedo atras.
-¿Que tomas, morena? - Eso sí, bebetelo tu y no tu camiseta - pregunta Dani bromeando a mi oído para que lo escuché.
- Un... No sé, ¿Que bebés tu?
- Tequila. - responde Dani encogiéndose de hombros, como si hubiera que saberlo.
- Tequila... Ok. Pues...¿otro para mí?
Dani me sonríe mostrándome el pulgar hacia arriba como si hubiera tomado la mejor de las elecciones.
- ¡Otro para la morena! - pide Dani a Álex que continúa hablando con el camarero.
Después me tiende la copa y me obliga a bailar, mientras Eli y su amigo, se quedan sentados en la barra animándome a hacerlo.
- ¡Vamos morena! ¡Mueve ese culo! ¡Que sepan todos quien manda aqui! -Grita Dani, moviéndose a mi alrededor.
Elías y Alex no se pierden el espectáculo que estamos dando, animando a Dani a seguir "bailando" aunque yo me estoy muriendo de la vergüenza.
Al poco rato, entra una pareja y otros cuántos chicos y chicas que estaban con ellos la vez anterior. Dani se convierte en mi anfitrión y me recuerda sus nombres.
Rosalía y Alba, se unen a bailar con nosotros. Dani nos abandona entonces, pasando el relevo a Eli que me acerca con otra copa, y se para ha hablar con nosotras.
La noche promete, los pies se me mueven al ritmo de la música. Nunca me habría imaginado bailando algo así.
No estoy acostumbrada a beber demasiado. Y después de beberme dos tequilas con limón, me siento un poco mareada. Dani, mareado como yo, vuelve conmigo decide ser mi mejor amigo esa noche y no me suelta. No deja de hablar, pero no consigo oírle bien, y no sé ni qué me está contando. Pero no puedo parar de reir.
- ¡Ni caso me has hecho esta noche! - Se queja mi amigo, al dejar a los otros dos en sus casas y quedarnos solos de nuevo.
-¿Estas celoso?- pregunto, a sabiendas de que no.
- Un poco. Yo que te había sacado por pena, y termino yo tirado como una colilla. - se ríe
- ¿Tirado? Lo dudo. Te has pasado toda la noche tonteando con Alba .
- ¿Tonteando? ¿Estas segura de que eso es lo que has visto? - responde como si yo tuviera alucinaciones.
- Ademas, Dani es más divertido que tú y no está nada mal. - Añado queriéndole poner celoso.
- ¡Pues olvídate de él, por qué es gay!- me quedo sorprendida, la verdad es que no lo habría imaginado nunca.
- ¿En serio?
- Si. ¿No te has fijado como mira a Alex? Lleva enamorado de él años. Pero Alex no es gay.
-uff. Pobre. ¿Y Alex lo sabe?
Se ríe.
- ¡pues claro! Pero ¿que va a hacer? Son amigos. Dani sabe que no tiene la más mínima oportunidad y para Alex la amistad está por encima de eso... Así que...
Sonrío, quedándome sin palabras, debe ser bonita una amistad así, que este por encima de todo.
- Bueno, pues me olvidaré de Dani. - pronuncio con falsa decepción, bajándome del coche.
- Entonces ¿tú y...Alba? - pregunto intentando indagar.
- Yo y Albita... Nada. ¿Repetimos mañana? - propone zanjando ese tema en la puerta de mi casa
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