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15 Excusas

El maldito zumbido vuelve a sonar, resopló y estiro mi entumecido cuerpo para apagar la condenada alarma del teléfono. Me revuelvo entre las sábanas, mientras busco inútilmente, una sola razón para levantarme. No tengo fuerzas ni esperanzas, para esperar que ocurra un milagro. Hoy solo quiero dormir, quizá no volver a despertar.

Mis pies pesados como plomo, luchan por deshacerse de las aplastantes mantas. Soy un robot, vacia, sin sentimientos, automatizando los pasos hasta lograr llegar a la ducha.

El agua tibia, recorre mi cuerpo, igual que su pensamiento mi mente. Intento sacarlo de la cabeza pero creo que me llevará un tiempo.

No creo que Noah sea un monstruo, pero Rosalía tiene razón, tiene demasiados demonios. Estaba demasiado colocado el sábado, y solo buscaba consuelo, o alguna pava con la que pasar el tiempo.

No debería hacerme ilusiones con él, no puedo salvarle de su dolor, ni debo permitir que me utilice y me rompa a mi también. No creo si quiera que se diera cuenta de que me había marchado. Tardaría menos de cinco minutos en bajar y buscar a otra idiota.

Alargo la ducha todo lo que puedo, sintiéndome bien ahí, en mi zona de confort. Pensar más en ello es una perdida de tiempo. Así que, saco fuerzas de flaqueza y salgo obligada de la ducha. Me seco el pelo, dejando que el aire caliente del secador, ocupe todo mi pensamiento.

Salgo a la calle y aún es de noche. El viento azota los árboles desnudos y mi abrigo no parece suficiente para protegerme del frío. Me pongo los cascos y subo mi capucha, aislandome de lo que sucede a mi alrededor, hasta llegar a mi particular cárcel.

Atravieso la puerta del aula, y Noah ya está allí, sentado apoyando su cuerpo sobre el pupitre, como si estuviera a punto de quedarse dormido.

- Buenas - saludo sin demasuado ánimo.

- Hi. - pronuncia dejando un incómodo silencio.

Dejo la mochila en el respaldo del asiento, alargando ese momento todo lo que puedo, mientras él, mira esperando alguna palabra.

- ¿Hablaste con Elías?

- No, no quiso escucharme y Dani huyó según me vio acercarme.

- Lo siento.- responde sin inmutarse demasiado.

- Te estuve esperando. No volviste. - apunta.

Yo solo pongo una mueca, y me encojo de hombros a modo de disculpa.

- Hablé con Rosalía... Me dijo que estuvisteis juntos. - comento como si fuera algo casual, arrepintiéndome en el momento.

- Nos enrollamos un par de veces ¿Y?

- Nada. Solo era un comentario. - respondo molesta. No sé por qué una parte de mi, esperaba que me lo negara, y que no fuera cierto.

- y ese comentario ¿Tiene algo que ver con que te fueras sin decir nada? - pregunta sin saber a cuánto de que le digo eso.

Niego con la cabeza, bajando la cabeza y jugueteo con el cuaderno de espirales, que reposa sobre la mesa. El me mira atónito. No entiende por que ahora estoy a la defensiva cuando hace un par de días casi nos besabamos.

- ¿Que cojones pasa? -.Dice ahora el también a la defensiva.

- Nada. - mantengo como si fuera cierto.

Él frunce el ceño, y clava su mirada en mi, intentando buscar razones. Yo me mantengo en silencio cruzando los dedos esperando que tenga decirme lo que quiera y deje de mirarme para no flaquear y caer en sus brazos.

- ¿que te pasa?

No quiero mirarle. Solo se me escapa una sonrisa sarcástica.

- ¿Se puede saber que te he hecho? - exige confundido

Le miro directamente a los ojos, esperando una respuesta a una pregunta que no he formulado. Por mucho que me duela, no tengo derecho a reclamarle.

Simulando aburrimiento por la espera, apoya su cuerpo contra el respaldo de la silla, cruza los brazos y bosteza mira al cielo.

El reloj parece pararse, haciendo que esos segundos parezcan lentas horas.

- Nada, no me has hecho nada. Me duele la cabeza - Contesto sin tener derecho ni razón para decirle lo contrario.

- ¿me dejas tirado el sábado y encima eres tú la ofendida? Muy normal todo. ¿No? -acerca su cara a la mía, exigente.

- Noah... eh...

No se muy bien que decirle, no quiero hacer el ridículo pidiendo esplicaciones, así que vuelvo a cerrar la boca y me mantengo en silencio.

-Noah ... ¿Que? ¿Que cojones tiene que ver Rosalía?

Me siento sin ganas, ni fuerzas ni armas para discutir así que decido ser sincera y soltarle lo que pienso sin darle más vueltas.

- Noah, me da igual que te hayas liado con Rosalía y con medio pueblo, pero yo no voy a ser otra idiota.

- ¿Que? ¿A cuento de qué me dices eso?

- Me esperabas para enrollaros ¿No? Pues eso no va suceder nunca así que era absurdo volver ¿No crees? Para que hacerte perder el tiempo habiendo tanta chica disponible.

- Lo flipo.¿A qué coño viene está escenita de celos ?

Cierto, le estoy montando una escena de celos y no puedo parar. Me muerdo el labio inferior tratando de cerrar mi bocaza. Pero me resulta imposible no soltar todo ese veneno.

- ¿Celos? ¡Vete a la mierda Noah! Primero amenazas a Dani, para que me traiga, después me vienes como un cachorrito herido al que nadie quiere y después me entero de que has estado con la mitad de las chicas que estaban en tu casa. No, no
son celos. Solo que me enerva que te intentes reír de mí

El me mira como si no se creyera mis palabras..

- Auri, no se que cojones te habrá contado Rosalía, pero yo no me he reído de nadie. Me he enrollado con alguna y... ¿Que?

- Y ... Nada. No estoy pidiendo explicaciones, de a quien te follas. Solo te pido que te olvides de mi.

- ¡Auri!

- ¡Vete a la mierda Noah! Te lo he dicho por las buenas. ¡Fóllate a quien te salga de los cojones! Solo te aviso de que no intentes nada conmigo, por qué yo no voy a caer en tu jueguecito.

Noah aprieta la mandíbula, exasperado. Echa la cabeza hacia atrás y bufa.

-Ok. ¡Pues estupendo! ahora también soy un cabrón con las tías.

Aparta la mirada y se recuesta de nuevo sobre la silla ignorandome. Y como una losa que cae sobre mi, empiezan a pesarme todas las palabras que le he dicho.

- ¿Y no lo eres? Dime qué es mentira que has estado con una y con otra, y que pasas de todas cuando te aburren, o aparece cualquier otra.- Ahora si que empiezo a sonar como una tóxica celosa, pero ya me da igual.

- ¡Eres alucinante¡ ¿Acaso alguna era mi novia? ¿Lo mismo estaba comprometido con Rosalía y no me he enterado?

- Eres... Imbécil.

- ¿Imbécil? Mira, no se qué paja mental se haría, pero eso no es así.

- Me da igual como haya sido. No me interesa.

- Si se hizo ilusiónes no es culpa mía. Creo que era bastante consciente a lo que iba y yo no la conté ningún cuento ni la emborrache para convencerla de hacer nada.

- Mira dejalo. Esto es absurdo.

- Si ... Bastante. - dice quedándose en silencio unos segundos. - Me gustas ¿Vale? Pregúntale a ella o a cualquier otra se les he dicho eso a ellas alguna vez.

Me quedo desarmada, y él lo sabe. Y dejo por zanjada la conversación cuando la clase comienza. No sé si creerle, ni si quiera sé si quiero hacerlo. Ni que significa para el, que yo le guste. Mi vida ya era suficientemente complicada antes de conocerlo a él, y no quiero complicarme más.

Las miradas de Noah se clavan en mi una y otra vez. Yo intento ignorarle ignorarle, aunque empieza a desesperarme y apenas puedo concentrarme en lo que dice el profesor.

Termina la clase. Guardo los libros, con intención a dirigirme al laboratorio, para la clase de física. Noah me sigue, sin pronunciar palabra, esperando que sea yo la que le diga algo, pero no lo hago. Está buscando el modo de volver a hablar de ello, pero yo no quiero hacerlo

- Se que he cometido errores, pero esta vez te equivocas, ni tengo la culpa de que Elías se haya enfadado contigo, ni de que Rosalía o cualquier otra pensara lo que no es.

- Cierto, tu no tienes la culpa de nada de eso. Pero yo tampoco tengo ganas de ser otra mas, de hoy te gusto y mañana me ignoras. Así que por favor, no me busques. Solo te pido eso.- pido de la mejor forma posible.

- Dime qué no te merece la pena perder a Eli por andar conmigo. O ....que yo no te gusto y te dejaré en paz. Pero no me digas chorradas - exige.

- ¿Chorradas? ¿Para ti es una chorrada?

- Si. Lo es. Por qué no tiene sentido. ¡Ningún sentido! - dice dejándome atras y entrando en el laboratorio.

- Así que ¿soy una loca, que dice cosas sin sentido? - digo poniéndome a su lado.

- Pues... Tengo dos teorias. O estás loca ... O estás celosa. Tú decides. - dice ocupando su mesa en el laboratorio.

- No estoy celosa.

- Pues entonces estás loca. Una loca preciosa, pero loca. - dice con voz queda, haciéndome sonreír, jugueteando con el boli.

- Ok. Estaré loca entonces.-digo no queriendo admitir que de verdad sentí celos, mientras cojo apuntes de las instrucciones que nos da el profesor.

Se queda callado, sonriendo, sabiendo que ha conseguido quebrar ligeramente el muro que había levantado está mañana.

- Aún estoy esperando. - anuncia mientras ajusta el portaobjetos en la pletina del microscopio.

- ¿El que? - pregunto intentando recordar si me ha pedido algo.

- Que me pongas otra escusa.

- No pienso ponerte escusas.

- Entonces no dejaré de buscarte.- afirma apuntando algo en la libreta.

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