50. Especial navideño.
Advertencia. Omegaverse, omega x alfa, dominación, sexo, felación, piratas. Me gusta leer sus comentarios, así que espero que puedan hacerlo.
***
A sus pies, el polizón se escurre en el piso tras ser arrojado por Kirishima, su mano derecha. Vaya. ¿Quién en su sano juicio decide meterse en su barco? Hay que tener la cabeza bien jodida como para pensar que era buena idea. El olor que emite no es agradable, manotea, ignorando que es un alfa quien tiene delante.
—Eres un alfa, ¿no? —Su aroma es débil, debe de tratarse de uno de esos defectuosos, no le extraña con esa cara tan patética. Pecas en un rostro común, cabello verde como sus ojos. Es feo con ganas.
—Lo siento... No tenía de otra, mi esposa... —Excusas, excusas, que su esposa la tienen en otro continente, que va a buscarla, puaj, quién cree eso.
Quiere pisarlo, tenerlo bajo su pie suplicando como al resto de alfas que se creen que podrán doblegarlo porque es un omega. Ilusos. Un dominante jamás se sometería a un alfa tan penoso como un recesivo, un alfa que puede pasar por beta por un pito disfuncional, para su género, son una desgracia.
Presiona con su pie su hombro, se hunde ligeramente y luego, lo aparta en una patada, para luego presionar su entrepierna, machacándola.
—¿Esposa, polizón? Eres un idiota por creer que podrías poner tu voluntad en mí, creyendo que voy a comerme tu estúpida mentira cuando conozco a los de tu tipo. —Está colérico, le da la espalda mientras avanza hacia su asiento, algo que no logra realizar porque siente el tirón de su ropa hacia atrás.
—Puedo complacerte... Eres un omega, ¿no? Por esas vendas... Fuiste marcado y despreciado por un alfa, ¿verdad? —escucha su voz contra su oído, restregándose contra su trasero incesantemente, golpeando su entrepierna para que pueda sentir su dureza—. Sólo... Déjame llegar... Necesito estar aquí.
Suspira, lo aparta con la zurda sin problema, es un perdedor, ni siquiera necesita que esté amarrado para poder ganarle. Desabotona su pantalón, lo hace para abajo y apenas empieza a mostrar algo de piel, el alfa se le abalanza tal como un perro olisqueando a una perra en celo, frotándose para restregarle su olor.
—Uuugh. —Cierra los ojos, vuelve a apartarlo en un empujón, seguido lo patea para tenerlo en el suelo nuevamente—. Imbécil, dijiste que me complacerías, no que harías tu voluntad.
—Eres un omega, ¿de qué otra manera vas a tener placer? —habla el pecoso, bajando su pantalón dejando a la vista su erección—. Ah, quieres montarme, ¿es eso?
—¿Con esa miseria piensas darme placer? Hombre, el mío es más grande. —No puede evitar burlarse, enseñando su miembro que se equipara al contrario aun sin estar erecto, aunque poco a poco empieza a tomar valentía—. Te recomiendo, polizón, que si vas a dar placer que sea a través de un sustituto como los dildos que están saliendo para las señoras de la alta alcurnia. —Se arrodilla, sujetando sus piernas para arrebatarle los pantalones, de tironear la ropa interior y poder meterse, aplastando el cuerpo que tiene debajo sin importarle algo de cuidado.
—¡Uuugh... usted... no debería...! —jadea, pero poco le importa porque empieza a expandir su interior mediante embestidas, jodiendo todo a su paso para evitar que siga hablando, apresándolo sin cuidado.
—¿No debería? —Aplasta su cuerpo, haciendo que el polizón alce los brazos, tratando de atrapar su cabeza con estos. Siente los tirones de cabello, algo que le incomoda y por ello, aumenta el flujo de las embestidas, haciéndolo quejarse en voz alta.
—¡Des... desgraciado... cuando me escuchen... cuando me escuchen... a-ah...! —Lo ve echar la cabeza hacia atrás, acalorado, temblando, sintiendo su trasero contraerse que lo hace salir para poder observar el orgasmo que está teniendo ese alfa tras haber sido ultrajado por su ano.
Quiere reírse—. ¿Hablas de mi tripulación? Imbécil, si pudiera, todos ellos estarían cargando a mis hijos.
El polizón se ahoga con su propia saliva, de otra manera no se explica que esté tosiendo tan ruidosamente. Sea como sea, él no está satisfecho. Se levanta sólo para ir a su asiento, de tomar un cigarrillo y llevárselo a la boca, aun sabiendo que usarlo puede provocarle disfunción erectil. Igual es como dice el alfa recesivo, en algún punto tendrá que sucumbir a su segundo género y dejar preñarse.
Sea como sea, ese día no es hoy.
—¿Ter... terminaste? —pregunta tras recuperar el aliento, tratando de sentarse cosa que no logra completar.
—¿Qué te hace pensar que terminé? —Apunta a su miembro, meneándolo por echar la cadera hacia el frente—. Tienes trabajo, bastardo pito chico.
El alfa se arrastra hacia él hasta quedar delante suyo, de poner las manos en su cadera para tomarse su tiempo admirando su pene. No puede creerlo, ¿de verdad está lidiando con un hetero con problemas de identidad sexual o será que hace eso solamente por quedarse? No. Alguien que hace algo por compromiso no disfruta el viaje. Sea como sea, parece por fin decidirse, acaparando con cuidado su virilidad, succionando como si se tratara de quién sabe qué, pero hasta eso, los tipos más heteros lo hacen mejor, aunque no puede negar que esa expresión inexperta es justamente gratificante. No está mal para un alfa recesivo, pero no es lo mejor, así que le indica el ritmo a dos manos para que entienda que la mandíbula se le debe de desencajar porque para lamiditas inexpertas ni que fuera un helado. Esas perras roñadas qué.
Mierda, está pensativo y así no puede concentrarse, tampoco le resulta atractivo verlo lloriquear, rojo hasta las orejas sin poder determinar si es por la vergüenza o por otra cosa porque hetero no lo cree tanto. Decide comprobar. Investiga con el pie, presiona contra su entrepierna y la descubre nuevamente erecta. Genial, un bastardo masoquista, eso sí le agrada. Agarra sus cabellos y lo tira al suelo, acomodándose para sujetarlo de las caderas y meterse nuevamente en su agujero flojo. No es sorprendente, pero está bien, no puede pensar que sea lo mismo para el polizón que ahora es más honesto con sus jadeos, casi gritando mientras tiene espasmos por todo su cuerpo. Tal parece que de los dos es él quien más lo disfruta, qué pena por su esposa, su marido es un gay reprimido que gusta de succionar penes por el culo, un desperdicio que haya buscado a una mujer. Seguramente habría tenido suerte siendo un omega, ser un alfa vino mal para un pobre homosexual pasivo que está temeroso, al menos ahora es terriblemente honesto y eso, sin duda, lo hace reír.
La mano la pone en su espalda, presiona para que se pegue al suelo, sostiene su trasero mientras lo amasa, atrayéndolo contra su entrepierna, cadereando incesante hasta vaciarse en su interior, haciendo que el nuevo pasivo llegado al mundo explote casi al instante junto a un grito que lo dejó algo sordo.
Aun si el sexo no fue la octava maravilla del mundo, no puede negar que está impresionado por sus reacciones. Son chistosas.
Vuelve a ponerse de pie, sacudiéndola mientras aparta su semen de su miembro, arrojándolo a la cara del alfa que sigue procesando lo que acaba de ocurrir tras girar el rostro para verlo.
—Esto... ¿debo de hacerlo para poder quedarme?
Esos ojos brillantes lo hacen sonreír.
—Tienes que dar lo mejor de ti, pecas.
***
Muchas gracias por leer. Probablemente escriba un poco más de ellos (de esta trama en específico) por aquí.
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