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20. Ángel de la muerte

Hoy ha terminado su turno, por ahora se dedicará a descansar en su departamento. Después de salir de la sala del té, va directo a su hogar -si es que puede llamarlo así-. Lleva una vida vacía, rutinaria y aburrida; leer un poco en las mañanas, tomar el té con los muertos. Algo de todos los días.

Pero hoy es diferente.

—Quiero el combo All Might —señala al sujeto que le atiende del otro lado del mostrador, este le da indicaciones que le espere un momento y se queda mirando la televisión.

Hoy han dejado la programación de las ocho del canal 22, al menos podría terminar de ver su telenovela ahí y no tener que ir a su casa.

—Aquí tiene, muchas gracias por su compra.

No puede evitar paralizarse. No lo sabe, pero siente que ha visto ese rostro anteriormente. Su sonrisa es amable al igual que sus movimientos dulces, sus ojos son verdes, cálidos como el sol, brillantes como la esmeralda. Pecoso, infinitamente pecoso. Él también lo observa, asombrado.

—Sí, gracias —toma su bandeja y va directo a la mesa. No entiende lo que acaba de pasar. Vuelve a mirar al trabajador y este le dedica una sonrisa, dejándolo ligeramente sonrojado.

Mierda, le gusta.

—Hola, bienvenido.

Es una bendita suerte de que aquel que le despacha sea el mismo chico pecoso. Esta vez le preguntará su nombre, no por nada cenará lo mismo como viene haciendo desde hace una semana para volver a verlo.

—Hola —saluda de vuelta mientras mira las opciones de comida.

—¿Es un cliente regular?

—¿Perdona?

—¡Oh! Es que noté que ha venido diariamente, si sigue de esa manera podemos darle un descuento en una bebida de su preferencia.

—Me gustan sus sándwiches.

El pecoso sonríe nuevamente como la otra vez, revolviendo su corazón dejándolo inquieto.

—¿Qué bebida querrá?

—Quiero el combo All Might, el de siempre.

—Quizás debería probar el combo Dynamight, es delicioso.

—Nunca lo he probado.

—A esta hora casi nadie viene, si gusta, puedo sentarme con usted para decirle cómo comerlo adecuadamente.

—¿Trae instructivo? Entonces está bien, necesito que alguien me explique con detalle.

—Ya vuelvo —una sonrisa enseñando los dientes y el pecoso se devuelve a la cocina.

Le gusta mucho.

Es una pena que no pueda tomarle la mano sin tener que ver su vida pasada y besarlo porque se la revelaría de inmediato, pero no importa. Mientras pueda observarlo desde la lejanía está satisfecho.

—Aquí está la comida —aparece con la bandeja en las manos. Esta vez sale para poder sentarse con él en la misma mesa de siempre.

—No sabía que el combo Dynamight incluye dos sándwiches —declara mientras observa el par de emparedados, el bote de papas y los dos refrescos grandes.

—Es para parejas —sus mejillas están visiblemente rojas. El ángel de la muerte siente que puede morir de nuevo.

—¿Estás coqueteandome?

—Quizás.

—¿Cómo te llamas? —el pecoso le pega un mordisco al emparedado.

—Izuku Midoriya —menciona después de tragar—, ¿y tu?

—Katsuma Kashima —se sentía mal por usar un nombre aleatorio, pero no tiene nombre y no desea involucrarlo. No entiende porqué está haciendo las cosas de esa manera.

—Si lee las primeras dos letras de su nombre dice algo sumamente hermoso.

—Dicelo a los estreñidos.

—Entonces, Kacchan —lindo apodo—, ¿en qué trabaja?

—Me encargo de que la gente pase a mejor vida.

—¿Es un médico foráneo?

—Es forense y no.

—¿Abogado?

—Tampoco.

—¿Farmacéutico?

—No, no trabajo en algo de la salud.

—¿Es de esos que se encarga de desaparecer a la gente?

—Creo que te estás haciendo ideas extrañas.

—Eres extraño, no creí que me gustara un sicario.

—No soy un sicario —lo señala con una papa.

—¿Está seguro de eso?

—Sí, muy seguro —deja su emparedado por la mitad—, ¿eres estudiante?

—¿Qué te hace creer eso?

—Tu cabello es algo opaco y tus ojeras son pronunciadas, eres joven, así que pensé que seguramente vas a la universidad.

—Sí, asisto a la UA.

—Dicen que es una buena escuela.

—¿No fue ahí, Kacchan?

—Estudié en el extranjero.

¿Cómo podía decir tantas mentiras?

—¡Woah, eso es genial, Kacchan!

—Lo sé.

—¿Qué estudiaste?

Mierda.

Termina de comerse su emparedado y, de un sorbo, se acaba su bebida.

—Mañana vendré a cenar más tarde para que vuelvas a acompañarme, si aún tienes preguntas, las contestaré mañana.

—¿Es una cita?

—Es tu descanso.

¡Mierda, ¿cómo dijo que se llamaba?! Maldita sea, su mala memoria de verdad es tan pésima. ¿Katsuma dijo? Bueno, da igual, espera que le siga llamando con ese apodo, que le siga llamando Kacchan. No entiende el porqué, pero su corazón se siente cálido al recordar ese apodo salir de los labios del pecoso.

Le gusta mucho, mañana le preguntará si puede darle su número, no por nada se compró un celular con el dinero que le dejan a los muertos durante los funerales, después de todo, no lo necesitan.

—¡Kacchan, bienvenido! —exclama Izuku desde el mostrador, el rubio le saluda con la mano mientras entra al local.

No hay clientes, están solos.

—¿Hoy qué te gustaría cenar?

—Me gusta mucho el combo Dynamight, pero no he probado el combo Endeavor.

—¿También es de parejas?

—No, pero puedo hacer un emparedado extra para usted —levanta el dedo índice y corazón frente a su rostro mientras le guiña el ojo.

—¿Por qué para mi?

—Porque dijo que cenaríamos juntos, el del combo será para mi.

—Eres un chico malo, Deku.

—Quizás debería castigarme.

—¿Y tus compañeros?

—Los martes me dejan encargado de cerrar, así que ya se fueron.

—Dejarle todo a un estudiante, es el peor error del mundo.

—¿Por qué, Kacchan? ¿No confía en mi?

—Lo digo por mi.

Mientras no besara sus labios...

Mientras no tocara sus manos...

¿Por qué tuvo que ser un ángel de la muerte?

—Kacchan, quiero acabar —susurra el pecoso mientras se aferra al espejo del baño.

—Yo también —susurra contra su oído, haciendo estremecer al pecoso.

Dos embestidas más y ha acabado. El pecoso se escurre entre sus brazos, cansado.

—Debe de pensar que soy un pervertido por dejar hacérmelo en el baño del trabajo.

—¿Bromeas? Es la mejor segunda cita.

—¿Ha tenido citas así antes?

—No, ¿tú?

—Tampoco, Kacchan.

—¡Hola, bienvenidos! —exclama Izuku desde el mostrador bastante sonriente.

—Hola, quiero el combo Dynamight —señala el rubio mientras que su acompañante se sienta en alguna mesa.

—¿Estás saliendo con alguien, Kacchan? —susurra el pecoso algo irritado.

—Es una compañera del trabajo, mi cita es a las 10, ¿lo olvidas? —murmura de vuelta. Izuku hace un puchero.

—Por eso tomé el turno de la tarde hoy, ya no quiero sólo comer emparedados —se cruza de brazos.

—Yo tampoco, hace unos días comí Deku y tengo muchas ganas de volver a probarlo.

Las mejillas de Izuku enrojecen—. Usted es un pervertido, por Dios.

—No tanto como el joven universitario —el rubio acaricia su mejilla, meloso.

—Su acompañante puede darse cuenta de lo que pasa entre nosotros.

—Es del trabajo, mi cita es mi prioridad.

—Aún no son las diez y todavía no me ha besado. Ni siquiera nos hemos tomado de la mano.

—¿Acaso lo necesitas? Ya pasamos al tercer nivel.

—También me gusta el romance, Kacchan.

—¿Te parece si vamos al cine?

—De eso hablo, me encantaría.

—Ahora que lo pienso, ¿qué clase de apodo es Deku? —comenta Izuku saliendo del cine para después beber algo de refresco.

—Tú empezaste hablándome de caca, así que aguantate.

—Eres cruel, Kacchan —reclama Izuku dandole un codazo—, me debe un primer beso.

—¿Ah? —el rubio se sonroja—, ya tuvimos nuestra primera vez, no seas tan exigente.

—Lo hicimos al revés, siquiera tome mi mano —alza su derecha agitandola frente a su rostro. El rubio suspira y lo toma de la muñeca—, así no, quiero que nuestros dedos se unan.

—¿Has visto A todos los chicos de los que me enamoré?

—Creo que sí.

—Entonces hagamos lo mismo que en esa película, mete tu mano en mi bolsillo trasero y yo haré lo mismo.

—Está bien... Espere, ese no es mi bolsillo.

—Lo sé.

—¡Kacchan, tonto!

—Nunca había patinado en mi vida —declara Izuku sonriente mientras se aferra al brazo del rubio. Ha vivido tanto, así que tiene bastante experiencia en el hielo.

—Yo tampoco, bueno, acompañado —le sonríe al pecoso.

—Usted es muy solitario, ¿verdad?

—Después del trabajo veo algo de televisión, de ahí salgo contigo.

—Eso suena a rutina.

—Eres parte de mi día a día.

—Después de la universidad voy al trabajo y de ahí voy con usted a comer algo.

—¿Quieres que vaya a recogerte al salir de la universidad? Puedo dejarte en el trabajo.

—Usted no tiene coche, Kacchan.

—Pero podemos ir caminando, platicando, metiéndote mano.

—Kacchan, pervertido.

—Kacchan, por favor, beseme —Izuku suspira entre sus brazos mientras que el rubio lame su cuello y clavícula.

Están en el departamento del rubio.

—¿Qué dices? —se hace el sordo, aprieta un poco la entrepierna del pecoso erectandolo al instante.

—¡Oooh, Kacchan! —se mueve ligeramente contra su mano—, por favor, continúe.

—No pensaba detenerme, igualmente.

—¿Te gustan? —el pecoso sonríe bastante contento. El rubio no duda en atraparlo entre sus brazos mientras que el menor no cabe en su propia alegría.

—¡Me encantan! Ahora serán mis favoritas —se quita sus usuales zapatos para ponerse los tennis rojos.

Otra vez ese extraño sentimiento doloroso.

—Quería darte algo para que dijeras que te lo ha dado tu novio.

—¿Novio?

—Deku, te he alimentado todos los días, no me vengas con que no eres mi novio.

—Es que no me lo ha pedido.

—Si me dices que has estado saliendo con alguien más —las risas de Izuku son bastante ruidosas.

—Claro que no, bobo, sólo te quiero a ti.

—¿Dices que tu nombre te lo dieron porque era el de un tío tuyo? —pregunta el rubio sin poder creer esa historia.

—¡Sip! Mi mamá me contó que mi hexa tatara tío abuelo se llamaba Izuku Midoriya, fue una casualidad que mi madre se uniera a esa familia nuevamente, así que me puso ese nombre.

El pinchazo en el corazón nuevamente se hace presente, pero el rubio no quiere incomodar al pecoso.

—¿Y qué fue de él?

—Oh, murió tras caerse de la azotea de su escuela, él junto con otro compañero, un tal Katsuki Bakugō..., ¿Kacchan? ¿Por qué estás llorando?

—Kacchan...

Izuku deja las maletas en el suelo para correr a sus brazos. El rubio lo rodea, apretándolo contra su cuerpo. El pecoso solloza en su hombro.

—¿Qué pasa, Izu?

—Mis padres me corrieron de la casa...

Acaricia sus cabellos y besa su frente. Izuku se desvanece entre sus brazos entre sollozos, el rubio no puede hacer más que aceptarlo en su hogar.

—¿Por qué hicieron eso?

—Les hablé de ti... Me corrieron por ser gay.

El sentimiento de culpa combinado con una vieja emoción son lo que atormentan ahora mismo al rubio. Izuku lo mira detenidamente, tomando su mano.

Queda paralizado un par de segundos.

Unos tortuosos segundos.

Izuku, en su antigua vida, murió tras ser arrojado a la calle.

Izuku, en su antigua vida, murió al caer de la azotea de la escuela.

Izuku, en su antigua vida, murió a manos del ser que más amaba.

Izuku, en su antigua vida, era gay igual que ahora.

Izuku, en su antigua vida, era gay y fue repudiado por sus padres.

Izuku, en su antigua vida, era gay y fue repudiado por el ser que más amaba.

Izuku, en su antigua vida, adoraba a esa persona con todo su ser.

Puede sentir su amor, su devoción y su entera adoración.

Puede ver sus lágrimas resbalar por ser el blanco incesante de las burlas, de los malos tratos y de los abusos del ser que más ama.

Puede ver el calvario que lo hizo tener el ser que más amaba tras besar sus labios, tras confesarse de su amor pecaminoso.

Lo escucha claramente.

El tierno apodo de su verdugo.

—¡Oh, Kacchan!

La sonrisa tierna.

Sus ojos esperanzadores.

Las golpizas.

La violación.

El tierno primer beso.

Su vocación.

Izuku murió por haber amado a un hombre y ese hombre también lo amaba, pero no podía vivir en una relación homosexual con él debido al qué dirán.

Lo mató por el qué dirán.

—Deku, hazte un favor y muerete.

Esa voz...

—¿Kacchan? —el Izuku de ahora se le queda mirando bastante confundido.

—Lo siento —susurra el rubio sin poder evitar el llanto—, lo siento...

—¿Kacchan? —vuelve a preguntar mientras que el rubio se derrumba, abrazando sus piernas.

—Perdoname.

—¿Por qué dices eso?

—Yo lo hice...

—Has estado muy triste, así que te compré una camisa —declara Izuku sonriente extendiéndole aquella prenda oscura con estampado de una banda que ambos escuchan.

—Me encanta, Izu —el rubio le sonríe mientras palmea su cabellera.

—Kacchan, hemos vivido juntos un par de veces, sumándole al tiempo que llevamos saliendo, va más de medio año sin que me beses.

No puede hacerlo, no puede mostrarle su pasado, no puede revelarle la verdad de su muerte de su antigua vida.

—Tengo un fuego.

—Estás loco, no hay nada.

—Tengo mal aliento.

—Siempre te cepillas los dientes y eres muy cauteloso con eso.

—¿Me apestan las axilas?

—Kacchan, nos bañamos juntos, no digas tonterías, ¿por qué no quieres besarme?

—Tengo que ir a trabajar.

El rubio de inmediato abre la puerta dispuesto a marcharse, el pecoso de inmediato lo abraza por la espalda.

—Por favor, no escapes de mi.

—No lo hago.

—¿Por qué eres tan solitario? Soy tu novio y nos casaremos.

—No te he pedido matrimonio.

—Dije que nos casaremos —siente que pega su rostro en su espalda.

—Si te dijera la verdad, no querrías volver a verme.

—Eso es imposible.

—¿Por qué? —se da la vuelta, Izuku se hace un poco para atrás para mirarlo frente a frente.

—Porque siempre quiero ver a Kacchan.

—Dudo que sabiendo la verdad sigas con ese deseo.

—¿Por qué dice eso?

—Izu, ¿crees en los fantasmas?

—Claro que no y no viene a tema.

—¿Crees en la reencarnación?

—No, sabes bien que soy ateo.

—Izu, yo no soy quien crees.

—Claro que sí sé quién es usted; es un adicto a los sándwich, le gustan los Kdramas, adora el Kpop, siempre viste de negro porque es un sicario y sé que soy el amor de su vida.

—Lo siento..., pero no eres el amor de mi vida.

—¿De qué hablas, Kacchan? Vivimos juntos, nos entregamos todos los días y siempre se porta tan amable conmigo, usted es quien seca mis lágrimas y es el mismo con quien tengo placeres, siempre comemos juntos, tenemos citas, nos bañamos juntos para evitar gastar mucha agua, siempre se queda en las noches observándome mientras cree que duermo y acaricia mis labios tan ansioso, Kacchan, usted me ama y lo sé por cómo se porta conmigo.

Izuku trata de mantener su mirada sobre la del rubio, queriendo evitar el llanto, suprimiendo ese dolor que le produce decir cada palabra. Ama a su rubio, lo adora con todo su ser.

—Eso no...

—¡Usted se sabe mi horario de la universidad mejor que yo! —interrumpe el pecoso—. Me lleva a comer cosas que me gustan, a veces me trae el almuerzo, le gusta tomarme fotos distraído, siempre le baja el sonido a la televisión si escucha que estoy hablando, siempre me tapa con las sábanas para que duerma en sus brazos.

La primera lágrima caída es del propio rubio.

—Izu...

—Usted me tiene en un pedestal y yo no puedo pedir más ante eso, me tiene en sus manos, Kacchan.

Entonces comete el mayor error de todos. Tras correr a su pecoso necesitado de un abrazo, ha pegado sus labios contra los suyos sin poderlo evitar. Adora tanto a su pecoso, pero no puede hacerlo vivir una mentira.

Ya no puede seguir ocultando su verdad.

—Kacchan, ¿está bien pedir esto? —susurra Izuku mientras es abrazado el rubio, quien trae el pecho descubierto, después de todo, han tenido sexo. Están en la azotea de la escuela, el único lugar donde sus compañeros no van ya que es el santuario del bully.

Katsuki Bakugō tiene aterrorizada a media escuela, sus políticas no admiten a aquellos que no sean normales, como él.

Porque, entre sus brazos, el motivo de su desespero está ahí, tan contento tras entregar su cuerpo y alma a él.

—Te amo tanto, Deku, me vuelves loco, nunca podría odiarte.

—Eres cruel, Kacchan, si yo te gusto, ¿por qué me golpeas?

—La homosexualidad no está bien, eso es de desviados.

—Pero nos amamos.

—¡Sigue estando mal! Tú y yo no debimos.

—Dijiste que no podrías odiarme...

—Deku, tú y yo no podemos estar juntos, somos hombres, al crecer nos casaremos con mujeres y tendremos hijos.

—Yo no aspiro a casarme con ninguna mujer porque sólo las caricias de Kacchan se sienten tan bien.

—¡Cállate, cállate!

Tras empujarlo, sólo puede ver el débil cuerpo salir por los aires mientras cae a su inminente destino.

Cuando se asoma, ese cuerpo es tan diminuto, el rastro de sangre es notorio.

Lo ha matado.

Lo ha matado.

—Lo siento...

Sus últimas palabras después de lanzarse de aquella azotea.

—Kacchan —susurra Izuku sin poder creerlo—, ¿qué acabo de ver?

El rubio desvía la mirada, sollozando—. Al besar a la muerte, los recuerdos de tu antigua vida son revelados.

—¿Qué estás...?

—Soy un ángel de la muerte, Izuku —el pecoso se queda quieto—, una persona se vuelve un ángel de la muerte después de haber hecho algo muy grave y el castigo es ayudar a las personas a pasar a mejor vida con el vacío de no saber quien eres.

—¿Entonces yo...?

—Tu hexa tatara tío abuelo eras tú.

—¿Qué...?

—Soy un ángel de la muerte, yo no tengo nombre, pero antes de ser lo que soy sí que tenía uno —Izuku no puede evitar derramar más lágrimas—; yo soy Katsuki Bakugō, yo fui quien te lanzó de la azotea de la escuela.

Mierda.

Ha dejado aquel papel de la próxima alma con quien tomar el té en el suelo. Está muerto, sí, pero siente como si fuera a morir. No puede dejar que suceda, así que se dedica a buscarlo por todas partes. No podía creer que el caso no haya llegado directamente a él, todo por un problema de papeleo por casi no se entera.

No está en el departamento, no está en el local de sándwiches, tampoco está en donde patinaron por primera vez ni mucho menos en el cine donde van cada semana.

Faltan aproximadamente dos minutos para que lo inevitable suceda, no le importa romper las reglas, ya fue castigado como un ángel de la muerte, no le importa cualquier otro castigo. No puede permitir que su querido Izuku Midoriya muera, otra vez.

A un minuto, el recuerdo de esa azotea le invade la mente, no duda en aparecerse allá.

Trae el sombrero puesto, Izuku no puede verlo aunque esté mirando hacia él, dándole la espalda a la inminente caída.

Y, antes de que pueda acercarse, se ha dejado caer.

Katsuki corre hacia él, saltando nuevamente de aquella azotea.

El sombrero se le ha caído y el pecoso no puede ante la sorpresa. Sus lágrimas no dudan en aparecer al igual que las del rubio. No puede detenerlo, ya no puede, así que se acerca a su cuerpo y lo abraza en los últimos instantes, pegando sus labios a los suyos en el último suspiro.

—Entonces aquí trabajas —susurra Izuku viendo la mesa delante de él, la taza que parece romperse en cualquier momento y la bebida de la tetera a un lado.

—Si por mi fuera, nunca te hubiera traído —contesta Katsuki de vuelta mirando, quizá, por última vez los ojos esmeralda de su pecoso.

El pecoso se sienta finalmente delante de él, admirando la taza, escuchando el golpeteo del viento contra la ventana y la respiración del rubio tan pausada.

—¿Qué es esto?

—Es un té, te lo has ganado por ser la persona más amable, carismática y fea de todo el mundo.

—¡Kacchan, no seas cruel! —Izuku hace un puchero, el rubio da una pequeña risilla lastimosa.

—¿Por qué lo hiciste?

—Pensé que si moría, tu castigo sería levantado —Izuku acaricia sus mejillas, borrando las lágrimas que caen a través de estas.

—Eso no lo sabes.

—Lo siento.

—Tenías tanto por vivir.

—¿Para qué es el té?

—Es para que puedas olvidar todo lo que viviste en esta vida —Izuku mira nuevamente su taza—, así, al reencarnar, no traerías amargos recuerdos.

—Antes de beber esto... ¿Podemos tener nuestro tercer y último beso? —pregunta, Katsuki asiente con la cabeza y no duda en besarle tanto como sus labios le permiten, sin importarle que tan doloridos queden, sin importar volver a poseer por última vez aquel delicado cuerpo contra la mesa para el té de los muertos.

Izuku lo es todo para él, la vida sin él no tiene sentido.

—Por favor, bebelo.

—¿Y después?

—Saldrás por la misma puerta por la que has entrado.

Izuku alza la taza frente a sus ojos y lo pone de cabeza, tirando su contenido.

—Si he de vivir nuevamente, quiero que sea recordando cada cosa de ti, si te levantan el castigo, no dudes en buscarme en nuestra próxima vida, te esperaré, Kacchan.

—¿Por qué hiciste eso?

—La vida es felicidad y dolor, no puedo gozar si no tengo de la otra, eras mi calvario, eres mi único amor y, quizá, seas mi salvación.

—Deku... —el pecoso abre la puerta.

Entonces se gira sobre sus talones, levanta el dedo índice y corazón frente a su rostro, sonriente.

—Kacchan, te amo, por favor, no me hagas esperar más por una respuesta.

La puerta se cierra.

—¡También te amo! —exclama mientras se deja caer al suelo entre lágrimas.

Si mil años dura más su castigo, serán mil años recordando el rostro de su pecoso, serán mil años ansiando volver a besar sus labios y serán mil años esperando su regreso.

—Hola, bienvenido —sonríe el sujeto que despacha.

Izuku ha reencarnado. Ahora tiene 22 años. Se la ha pasado buscando a su amor de toda su vida, aun si este siguiera en su castigo no dudaría en volver a besar a la muerte.

—Quiero el combo All Might, el de siempre.

—Quizás debería probar el combo Dynamight, es delicioso.

Esa voz...

Entonces, al voltear, no puede evitar empezar a llorar. Detrás de él está el causante de su asesinato, el ángel de la muerte y su único amor.

Katsuki Bakugō, de 22 años, ha sido perdonado.

Y esta vez, nada ni nadie lo separaría de su único amor, aún si tuviera que pelear con la misma muerte.

—Es para parejas —sonríe Izuku mientras su mano es tomada por el rubio.

—Eres el novio de la muerte, no lo olvides —Katsuki estampa sus labios contra los del pecoso después de tantos años.

—¡Prometido! Recuerda que nos casaremos —Izuku sonríe de vuelta al sujeto que los atiende, quien se ve visiblemente incómodo.

—¿Son gays?

—Ajá, ¿y? —responde de vuelta Katsuki mosqueado— Si tanta verga quieres, eso es lo que vas a valer.

—Un combo Dynamight para la pareja —huye el empleado.

—Kacchan, eso fue grosero —reprende Izuku para después volver ser besado por el rubio—. Podría acostumbrarme a esto.

—Esa vez no me diste tiempo, pero ya no puedo seguirlo callando.

—¿Qué cosa?

—Lo que me ha tomado muchísimos años decírtelo es que eres feo.

—¡Kacchan, tonto! —Izuku le golpea el hombro.

—Estoy bromeando —Katsuki toma su mano—. También te amo, Deku.

***
Capítulo inspirado en Goblin, específicamente en la pareja de el ángel de la muerte y Sunny.

Espero les haya gustado.

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