11. El papel.
Advertencia
Se habla mucho de la mierda. Si eres una persona que no tolera eso, no lo leas.
***
—Tenía tanto que habíamos comido mariscos —Katsuki cierra la puerta después de que su esposo entrara. Izuku, por su parte, deja su mochila en el piso del pasillo, estirándose.
—Ni que lo digas; comimos como cerdos —el rubio se quita el cubrebocas y lo deposita en el basurero de su casa, después va a la cocina y se limpia las manos con ayuda del agua y el jabón. Izuku hace lo mismo, pero un poco más calmado—. Oye, tranquilo, te arrancarás la piel.
Izuku le besa la mejilla ocasionando un ligero sonrojo en Katsuki.
—Odio los gérmenes y lo sabes —el pecoso se quita la chaqueta y lo deja en el perchero—. Oye, no antojes.
Izuku ríe—Sí, sí y aunque quisiéramos dudo mucho moverme porque siento que toco cama y quedo rendido.
—Bueno, siempre podemos estar de ladito —Bakugō deposita un beso en su frente. Tomados de la mano se sientan en el sofá de la sala—. O podemos hacerlo aquí, no tengo problema.
—¡Dios, Kacchan! —exclama Izuku cuando Katsuki le da de besos en la mejilla y cuello—. Sabes que tengo cosquiiiillas.
—Shh, anda, dame un beso —Izuku deja de forcejear tontamente y hace lo pedido por el otro. Un pequeño y casto beso—. Podría vivir con besitos tuyos así todos los días, ¿lo sabes?
—No, morirías de hambre —Izuku sujeta el borde de la playera de su pareja—. ¿Por qué no vas por el postre?
—Eres hasta el platillo gordo, Deku.
No duda en posicionarse entre las piernas de su pareja entre besos y caricias suaves. Izuku tampoco tarda en perder su camisa, mostrando su nada delicado cuerpo bien trabajado donde Katsuki no duda pasear su lengua por su abdomen de comercial deportivo.
—¿Quieres empezar? —Izuku se mordisquea los labios.
Podrían seguir, pero algo en Katsuki se lo impide. Una especie de gruñido en su estómago justo en esos momentos que le eriza la piel levantando cada vellito que podría tener.
—Mierda, esos estúpidos calamares ya me están haciendo digestión —el comentario hace que Izuku ría sonoramente.
—Ya vete a cagar antes de que me defeques encima.
—¡Cállate! —y anda corriendo al baño, con la única esperanza de hacer su deposito y regresar a terminar lo que recién había empezado.
Izuku mientras se recuesta. Saca su móvil y juguetea un poco con las aplicaciones para pasar el rato. Pudo estar cómodo haciendo eso, de no ser por el estruendo proveniente del cuarto.
—¡La puta madre!
—¿Qué pasa? —sigue Izuku con la plática desde la sala.
—¡Que no hay papel!
—¿Y qué no lo notaste al entrar?
—¡Me estaba cagando, no me iba a poner a buscar!
—Revisa, por ahí debe de haber.
—¡No voy a levantar el culo, los mariscos me hicieron daño!
—¿Dura o aguada?
—¡Si quieres me meto el dedo y me la pruebo para saber si sabe a mierda!
—Con que aguada.
—¡Mierda, deja de hablar de eso!
Izuku decide ir al lugar de los hechos y una vez dentro del baño encuentra a su pareja sentimental sentado en el retrete con los pantalones abajo, avergonzado hasta por las orejas.
—Ya, apurate, deja de estarme viendo.
—Dejame revisar —habla Izuku mientras busca en los cajones que están arriba del lavabo, a la izquierda de Katsuki—. Huele horrible.
—Son mariscos, huele como la mierda.
—¿No compramos recientemente papel de baño? No lo encuentro.
—¿Olvidas que ALGUIEN llevó nuestras reservas a una colecta? —aquella pregunta es tan venenosa por parte de Katsuki—. Te dije que lo repusieras, ahora lo necesito, necesito papel.
—¿Por qué no te lavas la-?
—¡Que no me quiero tocar la cola!
—¿Y si pones la rega-?
—¡Es casi líquida, de verdad! No quiero que se me resbale por las piernas.
—Ok... Tendré que ir a un combini, esperame.
—Sólo sentado puedo.
. . . .
. .
Izuku sale corriendo de su casa, claro, con sus medidas sanitarias. Llega al combini dispuesto a tlaquear a cualquiera que le impida comprar un paquete de papel higiénico para limpiar la colita de su hermoso Kacchan. Pasa al pasillo reservado para únicamente cosas de baño y nota el gran vacío. Oh, la hermosa cuarentena y la paranoia de comprar papel de baño dejando sin reservas a la tienda.
—Disculpe —Izuku se acerca al señor despachador—, ¿hay papel de baño en la bodega? Es que ya no hay en los estantes.
—No, se nos acabó hace poco.
—¿Y toallitas húmedas?
—Tambien se nos acabó.
—¿Y servilletas?
—Se acabaron.
—¿Tiene periódico?
—Hombre, que no. A duras penas estamos de pie gracias a los Ice que nadie se acaba.
Izuku sale derrotado de aquella tienda. ¿Cómo le diría a su amado que no ha conseguido algo tan sencillo como lo es el papel de baño?
Realiza una búsqueda extensa en cada maldita tienda de cada maldito rincón en su ciudad. A pie. Está que se lo lleva la chingada. Malditos idiotas, están en cuarentena, pueden salir a comprar lo indispensable, no tenían que llevarse todo.
Las calles están vacías y varios establecimientos están cerrando. Lleva más de una hora buscando, teme llamar a su casa y saber que sigue sentado en el retrete. Pero tiene que hacerlo.
—¿Kacchan?
—Mierda, ¿dónde estás? ¿saliste sin identificación?
—No, es que no hay papel en ningún lado.
—¿QUÉ? ¡A la mierda! Intenté llegar al lavamanos y me di cuenta que también olvidaste pagar el recibo de agua, nos la han cortado, ¡no puedo lavarme el trasero! Ya, listo, usare mis calcetines.
—Kacchan, no seas exagerado.
—¡Me estoy rozando! No sé si pueda esperar más.
—Deja llamo a Todoroki-san, él es rico, él debe de tener papel.
—Me conformo con periódico.
—Hasta eso que no hay.
—¡Mierda!
Izuku cuelga y llama a la velocidad de la luz a Shōto, su mejor amigo.
—Hola Midoriya, ¿qué sucede?
—¡¿Tienes papel de baño?!
. . . .
. .
Regresa a casa, derrotado. Shōto y él habían discutido del porqué ni de coña le daría papel de baño (Izuku jamás expuso la hermosa colita de Katsuki) y quizás hayan roto una hermosa amistad. Maldito papel higiénico.
—¿Deku? ¿Eres tú?
Su amorcito sigue en el baño. Santa mierda, lleva cuatro horas ahí. Izuku se siente culpable. Entra al baño y su pareja sigue ahí, en la misma posición donde lo vio por última vez.
—No tuve suerte, Kacchan.
Esas palabras sólo significaban una cosa así que Katsuki tuvo que hacer aquel sacrificio. Se quitó el calcetín delante de su novio, que, por alguna razón, lloraba de impotencia.
—Son las que te regalé en tu cumpleaños.
—Fue un regalo bien ojete de tu parte, lo olvidaste y apenas si me diste algo. Eres una mierdecilla.
Izuku no puede evitar reír mientras llora. Se da la vuelta tapandose los ojos.
—Ya, límpiate que no miraré.
—¿Deku?
—¿Qué pasa?
—¡TE DIJE QUE COMPRARAS PAPEL DE BAÑO EN SU MOMENTO!
—¡SE ME OLVIDÓ!
***
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