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TERCERA PARTE: CONFRONTACIÓN I

El ambiente del lugar era muy elegante. Riliane nunca imaginó que algún vez pisaría un lugar así. Aunque después de haber pisado el palacio de Lucifenia, este lugar era mucho más trivial.

Ella se separó de Ayn, y se quedó sentada en una de las mesas. Se sentía nerviosa, esta vez ella se involucraría de una forma más personal en el plan. Riliane debía aceptar que esto la involucraba de esa forma, ya que sentía curiosidad.

Después de todo, estaban buscando al hombre con el que en el algún punto, ella se iba a casar. Nunca lo amó, pero le parecía muy inquietante todo el asunto, todavía no podía creer que el fuera así. Y, al mismo tiempo, ella quería probarse a sí misma que su decisión de no casarse había sido la mejor, al menos con el.

Los minutos pasaron, hasta que pudo ver su silueta frente a ella. Lo reconoció al instante.

—¿Riliane? ¿Señorita Riliane? —se dirigió él de manera cortes.

—La misma, señor Rogzé.

En otra parte del hotel, Ayn se encontraba hablando con una mujer elphe.

—Han pasado años, ¿verdad? Pero si solicitaste mi presencia aquí, no fue solo porque quisieras verme —dijo la mujer.

—Sí, a mí también me da gusto volver a verte —dijo con sarcasmo Ayn, ante la frialdad de la mujer.

La mujer suspiró y miró al suelo.

—Tal vez... No es demasiado tarde.

—¿Para qué cosa? —preguntó Ayn—. ¿Hablas del pasado?

—Hablo de nosotros —dijo ella, interrumpiendo al castaño—. Sé que esto lo haces por trabajo. Lo sé perfectamente, y aún así solo puedo pensar en lo idiota que fui en el pasado.

—Honestamente, quería verte —. Ayn miró—. Esa fue una de las razones por las cuales escogí tu unidad. Solo quería ver a mi vieja amiga.

—Después de lo  que pasó, no imaginé que querrías volver a verme en la vida. Y te entiendo. Solo quería pedirte perdón por aquella vez.

—¿Cuando fuiste mi prometida?

Matsumoto solo bajó la cabeza.

—Yo nunca debí de haberte lastimado de esa forma. Incluso ahora, mientras hablamos finges que no te duele, pero yo sé perfectamente que sufres.

—Sí, en su momento me dolió tu abandono. Pero ahora me alegro de que halla sido así. De no ser por ti, ambos habríamos terminado en un error, ¿verdad? Te agradezco que te hayas sincerado. E incluso te agradezco ahora, ya que a pesar de todo decidiste apoyarme a pesar de que ya no somos pareja.

Ayn recordó con pesar lo que había pasado con Gumillia. Llegó a estar realmente enamorado de ella. Tanto que pensó que ella sería su esposa algún día. Pero eso ya no está.

—Si no te incómoda, Ayn... Yo quisiera volver a estar contigo. Ha pasado tiempo y yo-

—No —.Ayn negó con la cabeza—. Gumillia, algo entre tú y yo —dijo el castaño, tomando la mano de Gumillia—, ya no es posible.

Ayn soltó las manos de la mujer, quien asintió.

—¿Qué ironía, no? Ahora eres tú el que me rechaza —dijo entre risas Gumillia—. Pero podremos seguir hablando, ¿no?

—... —Ayn se quedó en silencio un rato. Ese era otro de los motivos. Para decir adiós de una vez y cerrar todo su vínculo con Gumilia.

Ella asintió, aceptando lo que Ayn daba a entender.

—Entonces, está es la última vez que nos veremos ¿eh? Entonces disfrutemos nuestro trabajo, como en los viejos tiempos —. Gumilia sonrió y ambos oficiales tomaron asiento en una de las mesas del restaurante.

Ayn miró discretamente a Riliane hablando con es hombre.

—Riliane, ¿qué haces aquí? —preguntó Rogzé. Este tomó asiento frente a Riliane, aún sin ser invitado por ella—. Te vez muy bien.

Riliane sonrió y le dio un sorbo a su bebida.

—Solo vine a divertirme un rato.

—¿A este lugar? ¿Vienes con alguien? —preguntó el hombre elphe, acomodando su perfecto cabello.

—Me temo que no. Vengo sola.

—Vienes a buscar hombres, entonces —dijo Rogzé, sacando un cigarrillo de su bolso, comenzando a fumar.

—No des eso por sentado.

—¿Quieres que te ordene alguna bebida?

—No, estoy bien así.

Él ignoró totalmente la respuesta de la joven y llamó a uno de los meseros.

—Trae el mejor vino que tengas.

—Sí, señor. Enseguida.

El mesero se retiró. Riliane frunció el seño. Ese era otro de los motivos por los que había rechazado su propuesta de matrimonio.

—¿Y tú estás aquí por mujeres, señor
Rogzé?

—Antes de verte, no.

Riliane lo maldijo mentalmente. «Es un soberbio», pensó.

—Eres lo más sorprendente que me ha pasado en todo el día. Nunca imaginé verte sola por aquí. Tampoco pensé que fueras tan ruda como para escaparte de casa.

—No me escapé en realidad.

El mesero llegó con el vino, traía consigo dos copas.

—Sírvele primero a la dama —habló de forma fría Rogzé.

El mesero sirvió a ambos tal y como había pedido el elphe y se fue.

—Disfruten su velada —dijo el joven mesero antes de retirarse.

Riliane contempló el líquido carmesí frente a ella.

—Todavía no puedo olvidar tu rechazo —habló Rogzé—. Jamás pensé que me rechazarías.

—Mi familia tampoco lo creyó.

Después de eso, el chico elphe sacó una chequera de su abrigo junto a una pluma.

—¿Cuánto quieres?

Riliane lo miró incrédula.

—¿Disculpe?

—Incluso ahora, puedo ignorar tu rechazo anterior. Estoy dispuesto a darte una segunda oportunidad.

La joven rubia se rió.

—Dime la cantidad que quieras y te la daré. Tendrás más cuando te conviertas en mi esposa.

—Creo que usted malinterpretó las cosas, señor Rogzé.

—No he malinterpretado nada, Riliane. Tan solo mírate, ¿por qué otro motivo vendrías a este lugar? Vestida así..

Riliane miró su hermoso vestido rojo. Sí, era un poco entallado y escotado, pero no llevaba nada revelador. Pero luego recordó que se trataba de un pervertido del que estábamos hablando.

—Creo que me está faltando al respeto.

—Es que solo mírate. Llevas ese color tan llamativo y  ese escote tan... La verdad te vez muy bien, pero no entiendo porqué otro motivo lo harías.

—Por favor, deje de hablar de esa forma de mi cuerpo. Me está incomodando —. Riliane frunció el seño y cruzó los brazos.

Nunca había tenido que lidiar con una situación así, en donde un hombre la tratara de esa forma.

—Has cambiado. La verdad te vez mejor —Rogzé trató de tomar la mano de Riliane, pero ella la retiró rapidamente—. Te haces la difícil solo para que yo te siga insistiendo, ¿verdad?

Riliane tomó la copa y se la terminó rapidamente, tratando de pensar con la cabeza fría. No podía irse, se estaba sintiendo incómoda, pero el plan era mantenerlo el mayor tiempo posible ahí.

—No todas las mujeres sentimos atracción hacia usted.

—Pero yo sí por ti. Incluso siendo solo una pueblerina, me has enamorado. Eres realmente hermosa —Rogzé se movió hasta quedar al lado de Riliane—. La verdad tienes un rostro muy lindo y... Bueno, ahora en ese vestido apretado... No dejas nada a mi imaginación.

Riliane movió su asiento un poco. No quería estar cerca de ese parásito, pero tampoco quería hacer algo que alertara a Ayn. No quería frustrar sus planes.

—Te pido que te abstengas de hablar de mí de esa forma —dijo Riliane, enfadada.

—¿Cómo puedes hablarme de esa forma tú a mí? —. El señor Rogzé colocó una de las manos en el hombro de la joven y se acercó a su oído—. Me hablas así para provocarme.

—No me toque —. Riliane se separó de su agarre, esta vez siendo más agresiva.

—Vamos, esto te gusta. ¿Por qué otro motivo actuarías así conmigo?

Rogzé volvió a posicionar sus manos a como estaban anteriormente, pero esta vez bajó su otra mano a la pierna de Riliane, tocándola con descaro.

Ella quería salir corriendo. Se sentía realmente acosada y asustada, pero no iba a fracasar en el plan. Solo se limitó a tratar de mantener la calma y a quitar la mano de Rogzé con discreción.

—Lindas piernas...

De un momento a otro, la joven comenzó a sentirse muy mareada. La cabeza comenzó a darle vueltas, no podía pensar con claridad.

Pero entonces su memoria le gritó algo muy fuerte: el vino. Lo había bebido. Debía ser eso. De seguro el pervertido le había puesto algo. ¿Cómo? No sabía, pero para este punto, Riliane se había percatado que Rogzé no le había dado ni un sorbo a su copa.

—Eres un maldito —dijo Riliane, sobándose la sien, comenzando a sentir sus párpados muy pesados.

Después de unos segundos, Riliane cayó profundamente dormida.

Rogzé sonrió y la sujetó de la cintura para después comenzar a caminar hacia el fondo del restaurante. Ahí había una puerta a la que fácilmente accedió.

Había un largo pasillo con varias puertas, Rogzé con dificultad abrió una de ellas. Detrás de la puerta se encontraba una lujosa habitación con una gran cama matrimonial. A su izquierda había una gran ventana que permitía ver la luz de la luna.

Rogzé acostó a Riliane en la cama, quien seguía inconsciente. El hombre comenzó a quitarle el bonito vestido a Riliane, hasta que quedó desnuda de la cintura para arriba. Él se subió encima de ella y comenzó a tocarla y besarla.

Hasta que sintió algo detrás de su cabeza. Se levantó lentamente, alzando las manos en el proceso, sin voltear aún.

—Quítale las manos de encima.

Fue lo único que escuchó. Todavía sin voltear, se bajó de la cama.

—Escucha: si volteas te mataré.

—Sí, señor —respondió Rogzé con la voz temblorosa.

—Te pediré varias cosas. Si te niegas a hacerlo te dispararé. Si volteas, también lo haré.

—De acuerdo, señor.

—Bien. Primero, viste a esa niña.

Rogzé se arrodilló y comenzó a poner el vestido a Riliane nuevamente. Cuando al fin estuvo se levantó. Tragó saliva al escuchar un suspiro pesado de la persona detrás de él.

—Eres una escoria. ¿Cómo puedes ser capaz de tocar a una mujer sin su consentimiento? Me das asco.

—Lo siento, señor.

—Bien, ahora levántate y sin voltear dirígete al teléfono y llama a los tuyos. Diles que vengan este restaurante.

—¿Para qué?

—Esl es tu problema. Tienes que hacer que suene natural, si titubeas, te mataré.

—Está bien, está bien.

—Diles que tienen que estar aquí a las 12 en punto. Si no te aseguras de que lleguen... Ya sabes lo que te pasará.

—Sí, señor.

Rogzé llamó a cada uno de los asociados a Peré Nöel, diciendo que haría una fiesta en media hora.

Cuando terminó, Ya había pasado un largo tiempo. Rogzé seguía temblando de miedo, pero aún así no doblegaba la cabeza.

—Parece que tengo que perdonarte la vida. Has hecho todo perfectamente. Ahora, me largaré de la habitación y no vas a voltear hasta que hayas escuchado que la puerta se cierra.

El chico elphe asintió, mirando a la pared.

Después de todo, le plan de Ayn había funcionado. Pero a un costo que nunca creyó que llegaría.

Ayn bajó la cabeza y observó a Riliane, quien seguía dormida. Se lamentó por lo bajo, pensó que todo iría normal... Nunca pensó que Rogzé trataría de violarla.

Al menos había llegado a tiempo, aunque había hecho una carnicería para lograrlo. Desde que vió que Riliane no podía caminar, se levantó y los siguió, teniendo que eliminar a algunos cuantos en el proceso.

Él cargó a la chica en brazos, examinando que no tuviera alguna herida en el cuerpo que indicara algo... Por suerte no había nada.

No pudo negar que por primera vez en su vida estaba verdaderamente asustado. No porque algo fuera a sucederle, sino porque esta vez había puesto en peligro a alguien más.

Abrazó el cuerpo de la chica y se dispuso a salir del lugar. De seguro cuando ella despertara, haría muchas preguntas. Preguntas que él no estaba dispuesto a responder.

Antes de salir se quedó pensando un rato, frente a la puerta. ¿Valía la pena perdonarle la vida a una bestia así?

A pesar de todo, Rogzé era joven. Solo tenía 22. Tenía la vida por delante. Y, al menos se había disculpado.

Ayn se dispuso a abrir la puerta. Pero, después de poner la mano en el pomo, este se dio la vuelta.

—Pero por supuesto que no.

Sin darle más rodeos al asunto, le disparó a Rogzé en la cabeza. Este ni siquiera tuvo tiempo de voltear. Solo se desplomó en el suelo.

El ya había visto estos casos. Hombres así, nunca cambian.

Simplemente salió de la habitación.








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