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SEGUNDA PARTE: CRÍMENES REALES VII

Dos horas después Ayn despertó. Riliane se acercó al joven, quien todavía se encontraba medio adormilado. Abrió los ojos con lentitud, mirando con agudeza a la rubia.

—¿Papá?

Después de murmurar esa corta palabra, abrió los ojos por completo, mirando la habitación y a la chica que se encontraba frente a él.

—Lo siento, a veces hablo dormido.

Riliane asintió y se hizo a un lado para que Ayn se sentara a la orilla de la cama.

—¿Es muy tarde? —preguntó mientras se colocaba su saco.

—No. Son las cuatro de la madrugada.

—Ya veo.

—Continúa durmiendo. No ha pasado nada.

—Ya descansé lo suficiente.  Necesito hacer algo.

El joven se levantó y buscó su arma, que estaba en una cómoda al lado del sillón donde Riliane estaba sentada.

—¿Qué harás?

—Uno de los perros de "Primer Santa Claus" está aquí. Voy a ir por ese cretino ahora mismo.

—Escucha, debes calmar un rato tu ansiedad. No conseguirás nada si te alteras. Debes ir poco a poco. ¿Por qué mejor no duermes otro rato y esperas a que la niña despierte? Ella tiene información muy valiosa, incluso puede darte otra alternativa que simplemente hacerlo por un impulso.

Ayn suspiró, y frunció el ceño. Le molestaba porque sabía que en las palabras de la joven había algo de razón. Sin embargo, era muy terco para admitirlo.

—Tú no sabes qué es esto. Apenas eres una niña. Lo importante es actuar cuando se puede.

—Hazme caso. Debes pensar con claridad. ¿Qué tal si mueres y nos dejas solas a las dos?

El chico se dejó caer en el sillón al lado de la joven y suspiró.

—Por está vez tienes razón. Debería darte un premio por manipuladora.

—En ningún momento te manipulé, no seas tonto.

Pasaron los minutos en silencio. Riliane jugaba con sus manos, mientras que Ayn miraba a la nada, sumido en sus propios pensamientos. No se sentía incómodo, más bien era un ambiente extraño.

Por un lado, la rubia nunca se había encontrado en un escenario así. En la habitación de un hotel (es motel, aunque Riliane es muy inocente), al lado de un policía arrogante y una jovencita secuestrada.

Desde el punto de vista de Ayn, esto no significaba nada.

—Así que... —habló Riliane, mirando al muchacho— te graduaste de la Universidad Estatal de Evillious, ¿no?

—Sí, genia, te lo dije hace un rato.

—Bueno, solo quería conversar acerca de eso, pero no sabía cómo comenzar —dijo con enfado la joven. Después suspiró y bajó la mirada un rato—. Dime, Ayn.

—¿Qué ocurre?

—¿La universidad es divertida?

—Bueno, eso depende de la carrera que estudies, si es algo que te apasiona, supongo que será divertido.

—Supongo que te divertirste bastante, ¿cierto?

—Sí. Aunque no creas que es tan fácil. Incluso si es algo que te apasiona, debes mantener los pies en la tierra.

—Y es así como te convertiste en Policía. Que admirable. ¿Cuánto tiempo llevas trabajando de de eso?

—¿Me estás interrogando?

—Si lo quieres ver así, pues sí.

Él medio sonrió y se recargó en el respaldo del sofá.

—Apenas llevo dos años. No es por presumir, pero escalé muy rápido. Ahora soy un policía de rango 3.

—Wow, debió ser muy difícil.

—Sí, lo fue. Debo de decir que mi adicción al café nació de esa época.

Riliane se rió y volvió su mirada al suelo.

—¿Y tú? ¿No has pensado en alguna universidad?

—¿Hum? No, no lo creo —dijo ella entre risas—. Soy bastante tonta, así que no creo poder hacer algo así. Mis estudios terminaron en la secundaria. Pero de seguro ya sabes eso de mí.

—¿Tu padre permitió eso?  Quiero decir, no encaja eso con su perfil de antes.

—¿Su perfil? Ah, cierto, había olvidado que nos estuviste investigando. Bueno, en los estudios siempre fui demasiado tonta, a diferencia de mis otros hermanos que aprendían rápidamente. Por eso mi oportunidad de continuar mis estudios se fue trágicamente cuando yo tenía trece años. Mi padre me dijo que con mis vagas calificaciones no podría aspirar a entrar a una buena universidad, así que no me quedaba más que esperar a casarme con un hombre rico.

—¿Enserio? Y pensé que él quería que estudiaras.

—No realmente. Para todos siempre fui una fracasada. Fui la única de mi familia que no estudió, la única de mis hermanos que no se casó. Ellos son exitosos. Mi hermana Camila es abogada y mi hermano Carlos es profesor en la Universidad Nacional de Marlon. Y yo soy solo una costurera que vive en un departamento de tres por tres.

—No digas eso, todo trabajo sirve y es valioso siempre y cuando deje algo bueno en la sociedad.

—Sí, lo tengo bien claro.

—¿Y no has pensado en retomar tus estudios?

—Claro que sí. Me encanta la jardinería, y para mí sería un sueño dedicarme a la agricultura, o tener una florería. Sin embargo, estoy bien con mi vida actual. Tengo mi propio apartamento, tengo un trabajo y puedo hacer lo que yo quiero sin estar atada a nada más.

—Así que te gusta lo sencillo, me parece.

—Creo que sí. No te voy a negar que a veces odio la monotonía. Se podría decir que siempre estoy haciendo lo mismo, pero no tengo otra opción. Es eso o casarme.

—Creo que tenemos más en común de lo que pensaba.

—¿Tu vida es igual de repetitiva?

Ayn miró al suelo mientras jugaba con su placa de policía.

—Mi vida es totalmente opuesta a la tuya. Siempre viví en la ciudad, así que estoy muy acostumbrado al movimiento. Fui el único hijo que tuvieron mis padres, así que depositaron todas sus esperanzas en mí. Mi padre quería que fuera un abogado o algo así. Sin embargo, siempre quise ser policía. Mi madre siempre era más permisiva, así que nunca me obligó a ser nada. Mi padre era todo lo contrario.

—Te entiendo.

—Así que siempre fui impecable en todo, pues era mi única obligación como el único heredero de mi padre. Tuve muchos problemas para estudiar, mi padre quería que fuera periodista, así que estudié esa carrera solo un año. Con la ayuda de mi madre se podría decir que "escapé" y vine aquí, a Lucifenia a estudiar lo que realmente me gustaba. A mí padre no le gustó y me sacó totalmente de su vida. Ni siquiera me dejó usar su apellido, así que uso el de mi madre. Así fue hasta el día que murió.

Riliane se quedó callada ante las palabras de Ayn. Se oía dolido mientras decía eso, pero también con un deje de rencor.

—Lo lamento mucho.

—No es nada. Al fin y al cabo, así es la vida. Tienes que sacrificar algo para obtener otra cosa. Ahora estoy bien, soy feliz y tengo el trabajo que siempre quise, así que me siento bien.

Se quedaron un rato en silencio, Riliane bostezó y se recargó en el respaldo del sofá. Ayn solo se recorrió un poco, pensando que la chica se había quedado dormida.

—Mi madre murió cuando yo nací, así que comprendo el odio de mi familia hacia mí. Desde pequeña he estado sola, así que supongo que lo estaré para siempre. Al igual que tú...

—No me siento solo —interrumpió Ayn secamente—. Yo sé que no estoy solo.

—Tal vez es lo que crees. Yo lo admito, no hay ninguna esperanza para mí. Cuando mi abuela muera, habré perdido lo único de familia que me restaba. Nunca habrá nada especial en mí.

—No deberías decir eso, ten un poco de más confianza en ti... Ah, caíste rendida.

Riliane se quedó dormida El castaño la tomó en brazos y la dejó en la cama para que descansara.

Él lo sabía, que Riliane tenía más secretos de los que ella misma conocía.

Porque Ayn lo sabía TODO sobre ella.

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