SEGUNDA PARTE: CRÍMENES REALES VI
La habitación era terriblemente grande. A pesar de ser la más barata, tenía una cama considerablemente grande, una sala de estar, un tocadiscos, y una bella ventana con un vistoso balcón.
-¿Quieres comer algo?
Ayn se sentó en el sillón mientras le preguntaba a Riliane.
-No tenemos dinero. Apuesto a que la comida será muy cara -respondió Riliane.
Ella decidió sentarse en el sofá frente a Ayn y solo se recargó en el respaldo.
-Pregunté si querías comer algo.
Ayn se levantó de un salto y caminó a la puerta.
-¿A dónde vas? -preguntó la joven, poniéndose en pie.
-Voy a buscar de comer. Espera aquí.
-¿No es peligroso?
-Por eso mismo te dejo aquí -respondió un poco aturdido-. Toma.
Ayn le entregó la pistola a Riliane con algo de cautela.
-Oficialmente acabo de romper las reglas -murmuró el joven-. Si se enteraran de que te di esto, sería despedido sin duda.
Riliane solo se quedó confundida viendo la pesada arma entre sus manos.
-¿Por qué me das esto?
-Es solo por protección. Dudo mucho que tengas que usarla. En todo caso, si alguien toca la puerta ni se te ocurra abrir. Pedí que no molestaran y eso significa que no puede venir nadie, ni siquiera personal del hotel. Cuando yo llegue simplemente abriré la puerta con la llave.
Dicho eso, el muchacho salió de la habitación y dejo ahí a Riliane.
-¿Me dejarás encerrada?
Fue lo último que alcanzó a escuchar Ayn antes de cerrar la puerta.
Caminó por los pasillos del hotel con cuidado, mirando a su alrededor. Nadie los estaba siguiendo, y al parecer a esas horas todo el mundo estaba el el área del casino o en sus habitaciones teniendo sexo.
En todo caso, Ayn llegó sin problemas al restaurante del motel y ordenó algo de comer para él y Riliane.
-Dos cafés y dos sandwiches, por favor -pidió a mesera con amabilidad.
-Enseguida sale su orden -dijo la señorita, caminando de forma seductora ante Ayn. Sin embargo, él la ignoró.
Ayn tomó asiento, escuchando la música de Chopin que el pianista tocaba.
En su juventud él quiso tocar el piano, pero había sufrido muchos accidentes en las manos, por lo que incluso agarrar un pincel o teclear en la maquina de escribir eran cosas muy difíciles. Afortunadamente podía agarrar el arma, y había demostrado ser bueno en combate, lo que hizo que no lo echaran de la academia de policía.
-Aquí está su orden señor -. La mesera puso el pedido en la mesa y se acercó más al muchacho-. ¿Se le ofrece algo más?
La mujer tenía una mirada coqueta en el rostro. Instintivamente el joven bajó la mirada. No habían muchas personas en el restaurante, y además ya estaban borrachas o haciendo otras cosas.
-Por el momento no. Gracias.
Ayn dejó el dinero en la mesa (20 evs, todo aquí es caro) y se levantó de su asiento con la comida.
Sin embargo, la mujer no se quitaba del camino. Ayn observó su cuerpo de arriba a abajo.
-Con que eso es lo que quieres, ¿eh?
-Oh, por supuesto que sí -dijo Ayn, apegándose más a la mesera.
-¿Ya estás duro? La tienes grande -. La mesera tocó encima de pantalón de Ayn.
-Sí, el tamaño de mi arma es grande -. Cuando dijo eso, Ayn desfundó su pistola y discretamente la recargó en el abdomen de la mesera-. Y veo que la tuya también.
Aún miró la entrepierna de la mesera, dándose cuenta de que había un bulto ahí. Muchos pensaron que era un depravado, pero en realidad solo se dio cuenta de que la mujer estaba armada y de que ocultaba su arma debajo de su falda, una forma novata de esconderla.
-Creo que te atrapé.
Ayn conocía mucho está práctica, eran mujeres (regularmente meseras o prostitutas) que solían seducir a hombres hasta que estos las llevaban a su casa, y ahí aprovechaban para robar las pertenencias de sus desafortunadas víctimas.
-Escucha, sé muy bien el truco básico que usan todas las de tu tipo -. El castaño sacó su placa de la Policía Mundial y se la enseñó a la mesera-. Puedo arrestarte ahora mismo.
La cara de la joven había cambiado radicalmente. Ahora solo parecía una niña asustada.
-Espere, por favor, no lo haga. Yo no soy la que quiere hacer este trabajo, ellos me obligan.
-¿Ellos? ¿Quiénes son ellos?
-Me tienen secuestrada desde hace tres meses. Me obligan a seducir hombres y sacarles el dinero.
Ayn se sorprendió mucho al escuchar eso. Si la tenían secuestrada aquí, entonces debían de estar vigilándola.
-¿Quiénes son ellos?
-No lo sé. Yo solo he visto a un hombre.. Es un pervertido -dijo la mesera, con los ojos llenos de lágrimas-. Lo llaman "Segundo Comerciante".
"Segundo Comerciante" era el nombre clave de un miembro de Peré Nöel, y si ese hombre estaba aquí, significaba que podía conseguir el paradero de el jefe de toda la organización.
-Escuche, venga conmigo. Trataré de ayudarla, pero si es como dice, deben estar observándonos en este momento.
Ambos se dirigieron a la habitación de Ayn aparentando naturalidad. Al llegar al cuarto, Rilliane se había quedado dormida con el arma en la mano, pero al escuchar la puerta cerrarse despertó de inmediato.
-¿Quién es esa chica, Ayn? -preguntó Riliane.
-Tenemos que salvarla.
Riliane vio la cara llorosa de la chica y le ofreció sentarse en el sillón donde antes dormía. Ayn se sentó en el sofá enfrente de la chica, quien seguía llorando.
-Por favor, cuéntame todo.
El castaño tenía una grabadora, la cuál encendió. También agarró una libretita y un bolígrafo.
-Yo soy la hija de un granjero y una costurera. Tengo cuatro hermanas y vivimos muy humildemente. Sin embargo, hace tres meses, mientras salía a comprar harina, varios hombres me secuestraron y me llevaron en barco hasta aquí. En el barco no solo éramos mujeres, también habían niños y adolescentes.
La joven siguió llorando, por lo que Riliane le ofreció un pañuelo.
-Gracias -Riliane asintió en respuesta-. Durante un mes estuve encerrada en un sótano oscuro con varias chicas. Éramos cuatro en total, pero no podíamos hablar porque teníamos la boca amarrada. Solo nos desataban para comer. Un día escuché que nuestro destino sería la prostitución... Cada día desde entonces, se llevaban a una de nosotras. Todo el tiempo llorábamos porque ninguna quería terminar así. Y como si fuera una lenta tortura, yo fui la que quedó hasta el final. Me desnudaron y me llevaron con Segundo Comerciante... Un hombre asqueroso y repugnante. Me veía como un animal. Cuando iban a llevarme al prostíbulo, le rogué al Segundo Comerciante que no me llevara. Que hiciera otra cosa conmigo, pero que no quería ser prostituta. No quería perder mi dignidad así. Incluso le dije que prefería la muerte.
La joven lloró un poco más al recordar eso. Riliane tomó su mano y le acarició la espalda para reconfortarla.
-Él estaba muy divertido con mi reacción y solo dijo: "Está bien, desde ahora serás una zorra"... Me puso a seducir hombres y robarles. Me quitaba el dinero y disfrutaba mucho de tocar mi cuerpo o de hacerme verlo haciéndose cosas asquerosas...
-¿Cuánto tiempo llevas en este negocio?
-Como dos meses.
-¿Puedo saber tu nombre y tu edad?
-Soy Anna Stefani, tengo 16.
Riliane quería llorar cuando escuchó un la edad de esa jovencita. Era más joven que ella y tenía que estar viviendo esa atrocidad. Por su cabello y ojos verdes, se notaba claramente que ella era de Elphegort.
-Te ayudaré a escapar, ¿está bien? Vas a estar bien.
La chica asintió y se secó las lágrimas. Riliane acercó uno de los cafés y un sándwich y se lo dio a la joven.
-Cómelo. Necesitas fuerzas -dijo con dulzura.
-Gracias.
Riliane se levantó y observó que Ayn estaba sentado en la orilla de la cama, con las manos en la cabeza.
-¿Estás cansado?
-Mentiría si te digo que no -murmuró con una sonrisa-. ¿Tienes hambre? Puedo ir por más comida.
-Estoy bien. Tu eres el que no lo está. Anda, come esto.
-¿Segura que no quieres?
-Solo cómelo y ya.
Ayn tomó el café y el sándwich y se los empezó a comer. Riliane decidió dejarlo solo en lo que iba a hacerle compañía a la joven mesera. Ella se había quedado dormida.
Riliane quitó medio sándwich que se había quedado en el regazo de la muchacha y llamó a Ayn para que la llevara a recostarse.
-La pobre debe estar muy cansada -Riliane se quedó sentada en el sillón.
-Estos son los tipos de negocios que hace Segundo Comerciante -murmuró Ayn-mañana la llevaremos a casa.
El castaño soltó un bostezo.
-Supongo que no has estado durmiendo -dijo Riliane.
-No he dormido en dos días. Estaba muy concentrado en mi investigación. Pero bueno, yo vigilaré. Tu duerme.
Riliane se acercó a Ayn y le arrebató el arma de las manos.
-Yo me quedaré despierta. No estoy cansada.
-¿Qué pasa si llega alguien?
-Simplemente te despertaré. Vamos, estás muy cansado. No va a pasar nada malo.
Ayn no se lo pensó mucho. Realmente se sentía muy cansado y fatigado. Solo se recostó en la cama, al lado de la chica y murmuró algo.
-Gracias, Riliane.
Después de eso se quedó profundamente dormido. Parecía como si ese hombre nunca hubiese descansado en su vida.
Riliane sacó una frasada y la colocó encima de Ayn.
-Descansa, Ayn.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro