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SEGUNDA PARTE: CRÍMENES REALES V

Riliane miró a Ayn con enfado. Luego cruzó los brazos con brusquedad y empujó su mano.

—Por supuesto que esto no se ha terminado. Tu y yo hicimos un trato.

Ayn se rió con algo de ironía. Sacó otro cigarrillo de la guantera del auto y lo encendió.

—No estás hecha para un viaje como este. No estamos hablando de una aventura o una excursión. Soy un policía después de todo, nada bueno resultará en esto.

—Pues no me importa —exclamó Riliane—. Yo soy una mujer de palabra, y espero que usted sea un hombre de palabra también. Le prometí que le pagaría todo y pienso cumplirlo. Ahora usted cumpla con todo lo que dijo.

—¿Estás segura de lo que dices? Podríamos morir en cualquier momento.

Riliane suspiro y miró el cielo con melancolía.

—No soy alguien que le tenga miedo a la muerte.

Riliane volvió su mirada hacia Ayn y se dio cuenta de que él sonreía con melancolía.

—Bueno, si eso quieres —Ayn le dio una calada a su cigarro y suspiró—. Esta bien. Vendrás conmigo. Pero con una condición.

—¿Cuál?

—No volverás a mentirme.

—¿En serio? ¿Con qué derecho lo dices tú? —Riliane rió con sarcasmo—. Todavía ni siquiera estoy cien por ciento segura de que seas policía.

—Mira, si no estás segura aquí está mi placa —Ayn le mostró una placa de policía a Riliane, quien la miró con detenimiento—. También tengo mi certificado de la universidad por si quieres verlo —. Él también le mostró el papel.

—Te graduaste con honores... Increíble —dijo Riliane, fascinada —. Fuiste el número uno de tu clase.

—Sí, ajá. En todo caso, ya está. Soy un profesional en esto, así que será mejor que no me estorbes mucho —dijo con orgullo Ayn, arrebatándole los papeles a la chica.

Riliane sonrió con alegría y le dedico una mirada dulce a Ayn. Este desvió la mirada un tanto apenado y suspiró.

—Creo que tendremos que descansar aquí aunque sea por esta noche.

Riliane miró el brazo de Ayn y se alarmó.

—¡Tu brazo! ¡¿Estás bien?!

—Estoy bien, estoy bien —dijo Ayn restándole importancia. Luego señaló una caja debajo del asiento—. ¿Puedes pasarme eso? Es un botiquín de primeros auxilios.

La chica asintió y le pasó la caja al muchacho con rapidez, quien la abrió. Aparentemente el "botiquín de primeros auxilios" solo estaba conformado por una venda, una caja de pastillas para el dolor y desinfectante.

Él tomó un pedazo de algodón y lo remojó en el desinfectante.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó Riliane sintiéndose inútil al no poder ayudarlo.

—Puedo hacerlo solo.

Ayn limpió la herida con el desinfectante soltando un gruñido por el dolor. Por suerte no se había desangrado. Después trató de atar la venda a su brazo, pero al no poder comenzó a desesperarse a lo que la joven a su lado trato de tranquilizarlo.

—Ayn —dijo ella, con tranquilidad.

—¿¡Qué!? —gritó con enfado, soltando la venda.

—Puedes comenzar soltando la pistola —murmuró Riliane al sentirse amenazada por la reacción del joven.

Al darse cuenta de que todavía tenía su revólver en mano, Ayn lo puso a un lado y respiró con cansancio.

—Déjame ayudarte —Riliane agarro la venda y la acomodó poco a poco correctamente para cubrir la herida de Ayn—. Si vamos a estar en esto juntos será mejor que me dejes ayudarte. Sé que para un policía una chica como yo es más una carga, pero a veces puedo servir para algo.

Cuando terminó de poner la venda, Riliane, todavía sonriendo, guardó las cosas correctamente en el "botiquín de primeros auxilios" y la dejo donde estaba.

Al ver la tranquilidad en la chica, el policía se pudo relajar un poco.

—Los policías no recibimos ayuda —murmuró por lo bajo el castaño, recargándose en el respaldo del asiento.

Parecía que Riliane no lo había escuchado.

—Podemos ir con un médico después —dijo la muchacha con preocupación.

—No es nada grave. Solo fue un roce.

A restarle importancia, Ayn se levantó con rapidez. Estaba cansado pero no podía darse el lujo de descansar en ese momento.  Los criminales podían seguir buscándolos, así que tenían que pasar desapercibidos.

Como habían manejado por más de siete horas el cielo ya comenzaba a oscurecerse y los niveles de gasolina ya estaban a punto de agotarse.

En el lugar donde Ayn había estacionado el auto había algo así como un casino. Al lado habían varios locales, pero la mayoría ya estaban cerrando.

—Maldita sea —maldijo Ayn por lo bajo.

—¿Qué pasa? —preguntó Riliane, acomodándose su saco.

—Tendremos que pasar la noche aquí. No hay otro lado donde descansar.

—¿Un casino? ¿Tienen algún hotel ahí?

La pregunta inocente de Riliane hizo que Ayn se sonrojara un poco y a la vez sonriera.

—Algo parecido —atinó a decir el joven—. El problema es que no tengo dinero. ¿Tu tienes algo?

Riliane usmeó en su bolsillo y sacó unos billetes.

—Solo tengo 45 evs. No sé si nos pueda alcanzar con esto.

—Bueno, al menos intentemos pedir la habitación más barata.

Bajaron del vehículo y caminaron a dónde estaba el gran casino.

—No tenía ni idea de que había un casino aquí. Probablemente es nuevo.

Cuando entraron las luces casi les cegaron los ojos. En la entrada un hombre los recibió y los condujo por todo el lugar. Habían un buen de máquinas, mesas de billar, y cualquier juego que pudieras imaginar. Habían un montón de personas bebiendo alcohol y divirtiéndose.

Finalmente llegaron a la recepción encargada del motel. Una señorita les pregunto qué deseaban.

—Solo una habitación, por favor.  De preferencia con dos camas —pidió el joven con amabilidad.

—Por supuesto —la señorita miró en su libreta por un rato y dirigió su mirada a los jóvenes—. Lo siento, solo me quedan habitaciones individuales por ahora.

—Entonces está bien. Por favor, que sea la más económica que tengas.

—Bien. Serían cuarenta evs —dijo la recepcionista—. ¿Va a querer un servicio especial?

—¿Especial? ¿Que tipo de serv-

—No, gracias. Solo me gustaría que no molestaran —interrumpió Ayn a Riliane.

Él le dio a la señorita el dinero con una mirada de tacaño y después recibió las llaves de su cuarto. El número 201.

Luego los chicos anotaron sus nombres (obviamente falsos).

—Su cuarto está ubicado en el décimo tercer piso. Disfruten su visita.

Riliane y Ayn se dirigieron a su pieza en silencio.

—Oye, ¿qué era eso de "servicio especial"? —preguntó en voz baja la joven.

—No era nada...

—Claro, y por eso me interrumpiste, ¿verdad?

Ayn supiro con pesadez y miró irónicamente a la chica.

—Suficiente, me parece que eres muy inocente pero tampoco eres una niña.

—Sí, ¿y?

—Esto no es un hotel. Es un motel de lujo. ¿Sabes lo que es un motel, no?

Riliane se quedó pensando un poco hasta que sus mejillas comenzaron a tornarse en rojo.

—Obviamente no vamos a hacer nada.

—¡Si te atreves voy a matarte! —exclamó Riliane todavía sonrojada.

—Ya lo sé. No sé por qué asumes que soy esa clase de hombre —exclamó a la defensiva Ayn.

—Bueno, una siempre debe de estar prevenida.






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