SEGUNDA PARTE: CRÍMENES REALES IV
Silencio. Ayn se quedó de pie, totalmente asustado. Por otra parte, Riliane casi quería desaparecer.
-El oficial Ayn Anchor, veintiún años, egresado de la Universidad Estatal de Evillious. Llevas tres años trabajando para la Policía Neutral como detective... Y te haces pasar como periodista. Que patético.
Al hombre de cabello azul parecía divertirle mucho la situación.
Por otro lado, Ayn tomó los papeles que había dejado en la mesa y se los entregó a Riliane. Ella estaba muy asustada. Asustada y confundida. No entendía nada de lo que estaba sucediendo, solo tenía claro que se había metido en graves problema. Tragó saliva con fuerza. Quería ponerse a llorar, quería salir corriendo. Ayn colocó su mano en su hombro de nuevo, lo que la tranquilizó un poco.
-Parece que no lo sabías, ¿Verdad, mocosa?
El hombre peliazul se levantó de su silla y caminó hasta un estante. Ahí había un montón de armas.
-Escucha, te doy dos opciones -dijo el peliazul, dirigiéndose a Ayn-: los mato aquí mismo a ambos y le mando un pequeño susto a tu madre por paquetería.
A pesar de la amenaza del peliazul, Ayn mantuvo su rostro serio.
-¿Y cuál es la segunda?
En la estantería, de entre todas las armas había algo que destacaba por salirse de contexto: una muñeca de porcelana. Esta lucía un hermoso vestido dorado. Sus ojos eran azules como el cielo y su pelo era rubio.
-Esta muñeca es hermosa. ¿Sabías que era de la princesa Rilliane? Se dice que su prometido se la regaló cuando tenía diez años. Preciosa, ¿no lo creen? Igual que ella.
Miró con una sonrisa sádica a Riliane y dejó la muñeca en el escritorio.
-Justo ahora estoy falto de muñequitas en mi negocio. Necesito una joven y rubia como esta -dijo, apuntando la muñeca-. Si me das una muñeca para mí colección, Ayn, prometo que te dejaré ir. Esto solo será una advertencia pequeñita.
Él volvió a dejar la muñeca en la estantería y miró a Ayn y Riliane. Ella estaba totalmente pálida. Su corazón comenzó a latir con rapidez.
-Solo necesito una muñeca, eso es todo.
Ayn soltó levemente los hombros de Riliane.
-Está bien.
Riliane abrió sus ojos a la máxima capacidad. Los hombres que tenían armas la sujetaron de los brazos, mientras ella trataba de forcejear. Miraba a Ayn con odio y traición. Después de todo, solo estuvo en su plan sacrificarla.
-Hiciste un buen trato, Ayn. Ahora, no vuelvas a poner tu trasero aquí. Para la próxima, no tendré piedad.
La joven comenzó a llorar, todavía tratando de soltarse.
-Por favor, no me hagas esto -le suplicó Riliane.
Ayn cerró los ojos con melancolía y se acercó con lentitud a dónde estaba Riliane.
-Lo siento mucho.
Acto seguido, él la abrazo con firmeza. Ella le gritó al oído que no la dejara.
-Lo siento, camaradas.
Con una rapidez enorme, Ayn sacó del interior de su chaqueta una pistola y golpeó con esta a los dos hombres, quienes cayeron al suelo. De inmediato, él jaló a Riliane del brazo y salieron corriendo con los otros hombres siguiéndolos.
-¡Malditos imbéciles! -gritó el peliazul mientras los perseguía.
Salieron a gran velocidad de la pequeña oficina, recorrieron casi todo el club, extrañando a los clientes. Pronto, los hombres que los seguían comenzaron a disparar sus armas.
Riliane y Ayn salieron a toda velocidad del club secreto, encontrándose de nuevo en el restaurante-fachada.
-¡Por aquí!
Los hombres comenzaron a disparar sus armas, a lo que Ayn no tuvo más remedio que hacer lo mismo contra ellos mientras trataba de cubrir a Riliane haciéndose pasar por escudo humano. Se escuchaban gritos generalizados de la gente.
Para mala suerte de Ayn, una de las balas rozo su brazo izquierdo. Aún así no se detuvo hasta llegar a la puerta del lugar.
Finalmente lograron salir del restaurante y se subieron al automóvil tan rápido como pudieron.
-Uff... Eso estuvo cerca.
Riliane se recargo en el auto, suspirando con fuerza.
-¿¡Que diablos fue todo eso!? -exclamó alterada.
Ayn siguió conduciendo con tranquilidad, con la pistola todavía en su mano. A pesar de la conmoción reciente, no parecía estar alterado.
-Creo que me debes una explicación -dijo furiosa Riliane.
Ayn arqueó un ceja y miró a la chica.
-¿Estas segura de que solo yo debo explicaciones? ¿Que hay de ti, señorita "prometida de Rogzé"?
Riliane abrió sus ojos confundida.
-¿Lo... Sabías?
-Por supuesto. Soy un detective después de todo.
La joven se quedó un rato mirando a la nada. Después de unos segundos procedió a abofetear a Ayn.
-¿¡Me estás diciendo que sabías quién era yo desde el principio!?
-Oye, eso dolió... -murmuró Ayn agarrando su mejilla.
-¿Yo estaba en tu plan desde el comienzo? ¡¿Es eso?!
Cuando manejó lo suficiente, Ayn decidió detener el auto en la carretera.
-Escucha, lamento haberte metido en todo esto, pero primero que todo, quiero que sepas que nunca estuviste en mi plan, yo sabía quién eras pero encontrarte en la posada fue pura casualidad.
-¿Y por qué sabías quién era yo? -preguntó todavía enojada.
-Porque Rogzé estaba interesado en ti, lo que te convertía en una de las personas cercanas a él.
-¿Qué tiene que ver Rogzé?
-Es sospechoso de ser miembro de Perè Nöel.
Ella desvío la mirada y se recargó en el asiento sin compostura.
-No parece muy afectada con la noticia de que su prometido es corrupto, ¿verdad, señorita Riliane?
Ayn sacó una cajetilla de cigarrillos y se puso a fumar.
-¡De todas maneras yo tengo más razones para estar enfadada! Me dijiste que eras un simple periodista, y me vengo enterando de que eres un detective de la Policía Mundial y que no conforme con eso, conocías datos aterradores sobre mí.
Él se rió con algo de ironía mientras le daba una calada a su cigarro.
-¿Y tú crees que yo no? Por si no lo recuerdas tu dijiste que eras la prometida de Rogzé, y encima de eso cambiaste tu nombre. Tú fuiste la mentirosa en primer lugar. Además, ¿con que dinero pensabas pagarme? No eres pobre, pero no tienes mucho dinero.
-De acuerdo, de acuerdo, tienes razón. Pero quiero que sepas que no tenía mala intención. Además, claro que iba a pagarte -se excuso la joven.
Él suspiro y apagó su cigarrillo en la palma de su mano.
-Lo siento por no haberte contado que soy policía. Nunca habrías venido conmigo si hubieses sabido eso, así que debí mencionarlo.
-¿¡Algo más que quieras mencionar!? -alegó la joven.
-Sí. Bueno, aquí termina todo. Mañana en la mañana pasa un autobús por aquí. Toma esto -Ayn le dio unas monedas a la chica-. Se una buena niña y regresa a casa.
Riliane miró confundida el dinero.
-¿Que?
-Esta misión es de alto riesgo. Por si no lo sabías, hace rato estuvimos a punto de morirq, así que no quiero ponerte en peligro. El trabajo de un policía es proteger la integridad de los ciudadanos, así que si te sucede algo, no podré perdonármelo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro