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SEGUNDA PARTE: CRÍMENES REALES III

No llevaban ni cinco minutos sentados y la incomodidad ya estaba comenzando a manifestarse. Riliane sentía que se ahogaba por el olor tan fuerte a tabaco, aunque Ayn parecía estar tranquilo.

«Por supuesto, el suele salir de fiesta», pensó ella.

-Mira, este es el plan -susurró el chico, tratando de que nadie lo escuchara-: yo fingiré ser un abogado exitoso de nombre Bobby.

Riliane ahogó una risita.

-¿Por qué "Bobby"? -preguntó entre risas la chica.

-Guarda silencio. Fue lo primero que se me ocurrió -. Ayn se rascó la cabeza-. El punto es que me llamaré Bobby Robinson y tú serás Hanna Hanafeloz, mi asistente.

-Bueno.

Luego de una pausa, Ayn se puso el anillo en el dedo. Riliane también lo hizo, ya que creyó que era necesario.

-Yo voy a tratar de convencer a uno de los líderes del club para que den más pistas. Mientras, tú te encargarás de hablar con las personas de aquí para sacar información.

—Dijiste que no hablara hace rato —murmuró Riliane, suspirando.

—Y no me gustaría que lo hagas, pero sería mejor averiguar más cosas sobre todo esto. Este club ni siquiera es legal.

Ella asintió, a lo que Ayn se levantó de la silla y caminó a lo profundo del salón.

Al verse en soledad, Riliane decidió quedarse un rato sentada, escuchando la música del tocadiscos. Era muy elegante, y las personas a su alrededor parecían no darse cuenta de su presencia.

Se iba a levantar para buscar un vaso de agua, cuando una extraña mujer de cabello morado se le acercó. Ella tenía un hermoso vestido algo revelador que parecía ser demasiado costoso, quien desencajaba con Riliane.

-¿Tú hombre se fue, linda? -preguntó la mujer, tomando asiento al lado de la joven.

-No es "mi hombre". Solo soy su asistente —respondió con calma la rubia.

La pelimorada rió y agachó la cabeza.

-¿En serio? Pensé que sí lo era. Ustedes dos tienen mucha tensión sexual, ¿lo sabes?

-Puede ser. Realmente solo soy su asistente.

La mujer miró a su alrededor y señaló un par de hombres que tenían a una mujer sentada sobre sus piernas, mientras se reían.

-Esa chica no sabe lo que le espera al enrroyarse con mafiosos. Lo mismo deberías tomar en cuenta tú, querida -murmuró la mujer-. Cuando te metes con la mafia, ya no hay forma de salir.

-Como se lo he dicho, no tengo nada que ver con mi jefe. Puede ver usted que soy una mujer mayor, por lo que mi aspecto es desagradable para él.

Riliane desvío la mirada y miró a los hombres que tenían a la joven en el regazo. Se dio cuenta que la chica comenzaba a besar el cuello de uno de ellos.

—No pareces ser vieja —volvió a insistir la mujer, manteniendo su sonrisa dominante—. Más bien, me atrevo a decir que no pasas de veinte años.

Ambas volvieron a mirar a los hombres con la jovencita. Ella se levantaba de las piernas del hombre al que le besó el cuello.

—Este lugar siempre me pareció de muy mal gusto —dijo la mujer—. No debo ni mencionar por qué. ¿Sabes? Esa chica a la que acabas de ver, no es en realidad una mala persona.

Riliane vio cómo la joven tomaba la mano de uno de los hombres mientras lo guiaba a un punto oscuro del salón.

—Ella es una chica a la que secuestraron.

Los ojos de Riliane se abrieron a su máxima capacidad. Miró a la mujer frente suyo, con total confusión.

—No debe tener más de quince años, y ya ha dormido con más hombres de los que puedo contar con las dos palmas de mis manos. Es lamentable.

La joven rubia bajó la mirada, sintiendo pena por la pobre chica, una niña que era obligada a vender su cuerpo a hombres depravados.

—Este lugar es una porquería. Todo esté maldito negocio es una porquería. Si hubiera sabido de esto, nunca me había metido con PN.

—¿PN?

—¿No lo sabes? Me refiero a Perè Noël. Tal vez no lo sepas, al Primer Santa Claus se le ocurrió cambiar el nombre hace poco.

Riliane fingió estar de acuerdo, ignorando las palabras raras de la mujer, quien sólo llamó un mesero y pidió dos copas de vino.

—No, gracias. Yo no bebo —aclaró la joven, rechazando la copa de vino "Tumba de Sangre".

—Deberías probarlo. Este vino es tan bueno que hasta la Hija del Mal fue fanática de él.

La mujer pelimorada levantó la copa en señal de brindis, a lo que Riliane no tuvo más remedio que hacerlo también.

Sorbió el líquido con cuidado. Se asqueó un poco por el sabor amargo que le ardía en la garganta. No le había gustado en lo más mínimo.

—Hana —la voz de Ayn la sacó de su trance—, necesito que vengas, por favor.

Ella se levantó y dejó la copa casi llena en la mesa.

—Claro, señor —respondió en su papel—. Con permiso.

Riliane se alejó de la mesa tomada del guante por Ayn. Él se veía un tanto nervioso, aunque trataba de ocultarlo con una sonrisa extraña.

—¿Qué pasa? —preguntó Riliane, avanzando con lentitud.

—Pasa que de todas las personas con las que pudiste haber hablado, elegiste a la peor —murmuró Ayn, en tono tranquilo—. No es tu culpa, yo no debí dejarte ahí.

Riliane se mantuvo callada hasta llegar a una habitación, en donde ambos entraron.

—Regresó, señor Bobby —habló un hombre de mediana edad de pelo azul—. ¿Es esta su asistente?

—Así es —respondió con seguridad Ayn, abriéndole paso a Riliane para que se sentará en una silla—. Preséntate, por favor —le pidió a Riliane.

—Soy Hana Hanafeloz, es un gusto.

El hombre de cabello azul besó con delicadeza la mano de Riliane.

—Que mujer más hermosa. ¿Es su amante, señor Bobby? —preguntó con impertinencia el peliazul, tocando la mano de la joven.

—No, mi señor. Ella es simplemente mi asistente.

Riliane, quien ya se sentía incómoda del tacto de las manos del tipo, las alejó con rapidez, fulminado con la mirada al hombre.

—Lo siento si la molesté, Madamme, me encantan las mujeres maduras como usted.

—Bueno, señor, me temo que nuestra plática se está desviando un poco —interrumpió Ayn con algo de irritación—. Cómo le decía antes de la llegada de mi asistente, si mis cálculos no fallan, la asociación de la Policía Mundial ha reconocido a cierto benefactor. Lo conocen como "El Primer Santa Claus". Todo el mundo cree que estaba de nuestro lado, pero la traición puede ceder en cualquier momento.

Ayn sacó un par de papeles del interior de su abrigo y se los presentó al peliazul.

—Con la ayuda de Hana, realicé una estimación de los benefactores del fraude del lavado de dinero que ocurrió hace unas semanas. También decidimos hacer el balance económico y todo apunta a que tanto la Policía Mundial como los allegados más fuertes del PN salen ganando.

Ayn tomó asiento confiado al lado de Riliane. Ella, por otro lado, se veía algo asustada, ya que detrás del peliazul habían dos hombres con armas de fuego.

—Me ofrezco voluntariamente para asesorarlo, si me lo permite, en el manejo potencial de las ventas asociadas a PN. Yo, señor, he trabajado para la Policía Mundial. Ellos podrán pasar por simples policías, pero realmente son una bola de criminales.

Al hombre peliazul sonrió con satisfacción. Luego de eso, dirigió su mirada a la asustada Riliane, quien trataba de mantenerse lo más tranquila posible.

—Acepto.

Ante la respuesta del hombre, Ayn se quedó totalmente sorprendido. No esperaba ganarse la confianza del tipo tan rápido, todo lo contrario, creía incluso que las cosas se saldrían de control.

—Pero la quiero a ella.

El peliazul tomó la mano de Riliane de nuevo, pero Ayn se interpuso.

—Eso es algo que no le puedo permitir, señor Bruno —confesó Ayn, alejando la mano del tipo—. Está mujer está comprometida con alguien muy importante.

El tipo se rió y miró directamente a Ayn. Él mantenía la mirada firme y un tanto fría. Riliane se asustó más, ya que sabía que si provocaba al hombre las cosas no terminarían bien.

—¿Ah, si? ¿Con quién? —preguntó inquisitoramente el peliazul.

Ayn sonrió por lo bajo.

—Conmigo —el castaño tocó los hombros de Riliane con delicadeza, pero tratando de ser obvio ante Bruno—, así que tendré que darle otra cosa. Mi prometida es lo más importante para mí, por lo que no puedo dejar que otro hombre la toque.

Al peliazul rió por lo bajo.

—Está bien, señor Bobby.

Bruno sonrió de forma aterradora, retando a los dos jóvenes.

—¿O sería mejor llamarte... Ayn Anchor?

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