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SEGUNDA PARTE: CRÍMENES REALES II

El viaje en automóvil resultó ser muy relajante para ambos. Cabe resaltar que el día era caluroso, así que sentir el viento en la cara era muy refrescante.

Riliane se sentía un poco extraña, ya que nunca había hecho un viaje tan largo en automóvil. Llevaban dos horas en la carretera, y casi no habían cruzado palabra.

Para no ser realmente un estorbo para el joven, ella se puso a ordenar los papeles que tenía desorganizados por el orden que él necesitaba. Después de eso se encontró con un saco que tenía una manga descosida en el maletero, así que decidió remendarlo para distraerse.

—¿Te dedicas a la costura?

Después de estar todo el viaje en silencio, Ayn finalmente decidió hablar con Riliane.

—Sí. Hago vestidos.

—¿Enserio?

—Ajá.

—Vaya, eso es sorprendente —declaró él, sin despegar la vista del volante.

—¿Por qué es tan sorprendente? —. Riliane dejó de coser para mirar el perfil del hombre.

—Nunca pensé que Presi se fijaría en una costurera. Sin ofender.

—Me estás subestimando demasiado, ¿sabes? —dijo Riliane ofendida.

—No es eso, me refiero a que me es muy sorprendente que siendo una persona tan refinada, Rogzé se halla fijado en una chica humilde como tú —. Al darse cuenta de que probablemente había dicho algo imprudente, rápidamente trató de arreglarlo—. Bueno, no me refiero a que seas fea o algo así, eres muy bonita, si me lo preguntas, entiendo por qué se fijó en ti...

—Pues ya ves, así son las cosas.

Él le dirigió una mirada de reojo a la joven y notó que estaba un poco sonrojada.

Para Riliane, era la primera vez que un hombre relativamente de su edad le decía que era una chica bonita. Aunque se puso más nerviosa al recordar que era incluso la primera vez que salía sola en compañía de un hombre que no fuera su padre o su hermano.

—Hablando de Presi... Dime, ¿por qué estás haciendo esto? Quiero decir, estás comprometida con un hombre millonario que fácilmente puede comprarte ese anillo y llevarte a buscarlo. Pero en lugar de eso, estás con un extraño en la carretera.

—Es solo por diversión, señor Ayn —respondió con credibilidad Riliane—. Esta será probablemente la última vez que salga de casa y pueda hacer lo que yo quiera. Después de mi boda, tal vez solo podré salir en compañía de mi marido.

—Entonces, si no estás lista para casarte, ¿por qué motivo continúas con su compromiso?

Esa pregunta por parte de Ayn le cayó como balde de agua fría a Riliane. No podía continuar todo el teatro que había iniciado hacía apenas unas horas, pero necesitaba hacerlo. Era por su abuela, ¿verdad?

—Bueno, algún día tendría que casarme. Una mujer sola es mal vista entre más vieja sea, además, no tengo otra opción.

—Pero eres joven. No te ves de más de 20 años.

—Tengo 19.

—¿Ves? Todavía estás a tiempo para relacionarte con alguien que de verdad te agrade.

La conversación se estaba volviendo muy personal, así que el ambiente se tensó.

—Solo es lo que pienso. De cualquier forma, casarse no es a lo único que las personas pueden aspirar en su vida.

Después de lanzar esas palabras un poco extrañas para Riliane, Aún se decidió a detenerse en una pequeña fonda al lado de la carretera.

—Escucha —dijo, estacionando el auto—. Si mi investigación no falla, es aquí donde podemos encontrar a un allegado a Perè Noël, así que debo de recordarte un par de detalles primero.

Ella asintió y miró a Ayn con seriedad y atención.

—Primero, necesito que te mantengas cerca de mí todo el tiempo y que solo hagas lo que yo te diga. Si alguien te pregunta algo, no respondas o sígueme la corriente. Tampoco te pido que literalmente estés pegada a mí como chicle, pero lo suficiente sin que parezca raro.

Riliane volvió a asentir en silencio.

—Y segundo, mantén un perfil muy bajo. No quiero asustarte, pero estamos en un lugar donde todos son potencialmente peligrosos. De seguro hay gente de élite aquí, así como pervertidos que te quieran tocar el trasero. Si llega a ser necesario, tal vez iniciaremos una pelea, así que si eso sucede no te preocupes por mí y escapa.

—Entiendo.

—Bueno, vamos. Por ahora, diremos que eres mi dama de compañía.

—Está bien.

Bajaron del automóvil e ingresaron a la fonda con cautela. Dentro todo parecía estar normal. Había gente comiendo y música sonando en el tocadiscos. Las camareras se paseaban de un lado a otro y se escuchaban las pláticas que tenían los comensales.

Los dos tomaron asiento en una mesa con naturalidad y esperaron hasta que una camarera se les acercara.

—¿Puedo tomar su orden? —preguntó la mesera con amabilidad.

—Sí. Por favor, necesito que me traiga una tumba de sangre —dijo Ayn, con una sonrisa de cortesía, casi coqueteándole a la mesera.

—De acuerdo, ¿y a la señorita?

—A mí puede traerme solo un vaso de agua, por favor.

—¿Eso sería todo?

La mesera miró a Ayn y le giño el ojo, a lo que él simplemente le respondió el gesto con una sonrisa avergonzada.

—Me gustaría pedirle la bebida de primera santa claus —susurró de forma silenciosa el joven.

Al escuchar eso, la mesera dejó de coquetear con Ayn y se fue sin decir nada.

—¿Qué era eso de bebida de Santa Claus? —preguntó Riliane con discreción.

—Te lo explicaré después. Por ahora prepárate porque estaremos frente a alguien importante.

—¿Y qué haré?

—Lo que te dije, quedarte callada y seguirme la corriente en caso de que debas hablar.

Riliane decidió dejar de preguntar y se quedó en silencio, mirando las paredes marrones del local. Le parecieron un poco siniestras, tal vez por el tono apagado o la impresión tan pequeña y apretada del lugar.

Su inspección fue detenida por Ayn, quien sacó de su bolsillo unas gafas demasiado grandes y se las dio.

—Póntelas. Si eres la prometida de Rogzé, cabe la posibilidad que te reconozcan. Amárrate el cabello.

Ella hizo lo que le indicó Ayn y se miró en el reflejo del jarrón de cristal. Se veía como una anciana. Incluso notó que habían arrugas en su cara, y que su cabello estaba un poco canoso. Todo esto, acompañado a su ropa pasada de moda, la hacían ver como una mujer en sus cuarenta años (como mínimo).

Segundos después, la mesera regresó con un par de anillos rojos y se los entregó a los chicos.

—Vengan conmigo.

La mesera los escoltó a una puerta alejada de la vista del público y la abrió con cuidado de que nadie pudiera darse cuenta de que siquiera había sido abierta.

—Disfruten de su estadía.

Acto seguido, entraron en la puerta, que inmediatamente se cerró. Caminaron en silencio hasta llegar a un salón donde se oía música elegante.

Ahí habían muchas personas, todos vestidos con ropa de la más alta calidad.

—Vaya, debí traerme el saco que remendaste —declaró en silencio Ayn, mirando a Riliane, quien se veía un poco incómoda—. Será mejor apresurarnos.

El ambiente olía a alcohol, tabaco y sudor mezclados. Las luces eran muy tenues, por lo que apenas y se alcanzaba a ver un pequeño escenario al fondo de toda la sala. Los nobles hablaban con risas, e incluso pudo ver a un par de mujeres que parecían ser prostitutas.

—Esta es una de las llamadas "casas de fortuna" de las que tanto habla la policía —le dijo al oído Ayn a Riliane—. Vamos, por aquí.

Ambos se sentaron en una de las mesas desocupadas, sin siquiera decir palabra. Riliane estaba segura de que algo extraño sucedería.

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