CUARTA PARTE: VERDAD I
El canto de los pájaros y el sonido del río al fluir la despertó. Abrió sus ojos lentamente, con ese toque somnoliento típico de quien ha dormido demasiado.
Miró a su alrededor con lentitud, percatándose de la presencia de su hermana, profundamente dormida en un sofá rojo.
Riliane se sentó en la cama. Miró su cuerpo de arriba a abajo. Tenía un par de vendas en las piernas y algunos rasguños en los brazos. También llevaba un vestido suelto de color azul marino, muy diferente al que tenía la última vez que estuvo consciente.
-No te levantes tan rápido -. Su hermana Camila se despertó. Se acercó a Riliane-. Estuviste mucho tiempo dormida, podrías caerte.
-¿Exactamente cuánto tiempo estuve dormida? -preguntó Riliane. Miró por la ventana, había un pequeño pájaro amarillo.
-Tres días. Felicidades, lograste preocupar a toda la familia -dijo Camila. Aunque sonaba como un reproche, a Riliane le dio gusto que se preocuparon aunque sea un poco por ella, y le dio más gusto al ver el rostro preocupado de su hermana.
-Perdón. Y gracias por cuidar de mí, Diana.
Su hermana le frunció en ceño y se dio la vuelta. Riliane sonrió y siguió evaluando la habitación. Estaba en la cabaña, sin duda. Era el cuarto de su tía Lily Rosé.
-¿Cómo llegué aquí? -preguntó.
-Larga historia. Será mejor que salgas y lo veas por tu cuenta. Pero mejor que sea más tarde, descansa un poco más -le dijo su hermana-. Te traeré sopa, espérame.
Camila salió de la habitación.
Riliane se asomó por la ventana y pudo ver más de cerca el río. El pájaro amarillo bebía agua, emitiendo un dulce canto. Los ojos de Riliane desviaron su camino al ver un automóvil estacionado al lado del árbol. Era el de Ayn.
Rápidamente se puso los zapatos y salió de la habitación. Y lo que vió, hizo que se quedara con la boca abierta.
En la sala de estar habían varias personas. Su hermano y tía, hablando con dos muchachos. Sus sobrinos Ren y Lin jugando con una niña de coletas rizadas. Su tía Lily Rosé, sirviendo sopa en varios tazones con la ayuda de la señora Scarlet y su hermana. Gumillia admirando las flores amarillas y su padre sentado en el sillón mientras hablaba con Ayn.
Cuando se dieron cuenta de la presencia de Riliane, todos se quedaron en silencio.
La joven rubia caminó lentamente hasta quedar al centro de la sala.
-Mi querida Rin... ¡Mi niñita! ¡Estás bien! -exclamó Lily Rosé, corriendo a abrazar a Riliane-. ¡Nos tenías tan preocupados! ¡No vuelvas a irte así!
Lily Rosé abrazó con fuerza a Riliane, llorando lágrimas de felicidad y repartiendo besitos en las mejillas de su sobrina recién llegada.
Riliane sonrió y también abrazó a su tía con gusto. Cuando por fin la soltó, Riliane caminó hasta donde sé hallaban su padre y Ayn. El castaño se levantó con rapidez.
-Señorita Riliane -dijo él, formal-. Me alegro de que esté bien.
Riliane sonrió, le daba gracia que Ayn se dirigiera a ella como si fuese una princesa. Por otro lado, miró a su padre, quien tenía su rostro serio como de costumbre. De inmediato la sonrisa se borró del rostro de Riliane y se convirtió en una mueca de tristeza.
-Ven conmigo, Riliane -le dijo su padre. Él se levantó y caminó hacia la salida, ante la mirada espectante de todos. Riliane le siguió.
Su padre se sentó debajo de un roble, e invitó a Riliane para que se sentara a su lado.
-Me dijiste que no volviera, así que me iré. Solo vengo a ver a mi abuela -habló Riliane con rapidez.
Para sorpresa de Riliane, el rostro de su padre ya no se mostró tan duro.
-Estuvimos preocupados. Todos. Incluyéndome.
Su padre se acomodó las gafas y cerró los ojos.
Riliane, por su parte, no daba crédito a lo que estaba escuchando. Nunca en su vida había recibido el mínimo de atención de su padre.
-Para ser honesto, pensé que te darías la vuelta y vendrías a pedirme perdón y me rogarías que no te echara.
Su padre suspiró.
-Pero está vez te fuiste enserio. Pensé que no volvería a verte.
Riliane desvío la mirada. Durante su viaje, imaginó muchas cosas. Su padre estaría celebrando. Su familia ni se molestaría en buscarla. Ahora se sentía mal consigo misma al haber dudado de ellos.
-Lo lamento -dijo Riliane.
Su padre se movió un poco, hasta quedar un poco más junto que su hija.
-Ya sé toda la verdad que necesitaba saber -dijo Riliane-. Sé que soy una hija indeseada, sé que mi abuela era la princesa de Lucifenia.
-No eres indeseada -respondió su padre.
-Eso fue lo que me hiciste pensar por diecinueve años.
Riliane miró a su padre con todo el rencor acumulado en su pecho y en su rostro.
-Nunca me mostraste ni una sobra de orgullo. Sé perfectamente que por mi culpa murió mi madre, cuando me tuvo. Sé que no soy ni siquiera la mitad de exitosa o inteligente que mis hermanos, pero... Por lo menos, lo único que quería era una pequeña pizca de amor de tu parte. Y ahora... Ya he pasado por los momentos en los que te necesité y no estuviste... Y creéme que estoy en un momento en el que tus palabras de afecto ya no son necesarias.
Las lágrimas amenazaron con salir de los ojos de Riliane. Se había guardado esas palabras por tantos años que finalmente sacarlas se sentía liberador.
-Siempre estuve orgulloso de ti, Riliane. Aunque no lo creas.
-Pues no lo parece -exclamó Riliane-. Si era así, ¿por qué me despreciabas? ¿Por qué ni una sola vez me diste un poco de tu atención? Ni siquiera me diste alguna palabra de aliento. Por eso no siquiera te creo que estuvieras preocupado por mí...
Todo el rencor salió de su corazón. Las espesas lágrimas invadieron sus ojos, y eso hacia que se sintiera impotente. No quería mostrarse como una mocosa débil frente a su padre, pero era inevitable.
Riliane simplemente le dio la espalda a su padre. Se seco las lágrimas del rostro y se levantó. Regresó a la cabaña, donde había un contraste muy fuerte. Todos estaban alegres y hablaban. Riliane se sintió un poco contenta.
Observó a todos, familiares y gente a la que no conocía. Ayn se acercó a ella, posponiendo su plática con Camila.
-¿Estás bien? -le preguntó él. Se veía preocupado-. ¿Le dijiste lo que sucedió a tu padre?
Riliane miró al suelo, con los ojos rojos por haber estado llorando.
-Él ya no es mi padre.
Ayn sujetó una mano de Riliane. Estaban un poco apartados de los demás, así que nadie les prestó atención.
-No digas eso de tu propio padre -acarició la mano de la joven-. Tal vez cometió un error, pero tienes que perdonarlo.
-He soportado 19 años de su indiferencia. Me he cansado de rogar por una migaja del amor que le da a mis hermanos. Pero no obtuve nada. Toleré sus insultos hacia la dirección que estaba tomando mi vida. Me aguanté las lágrimas cuando me decía que yo no era nada más que una decepción. Por eso, por ahora, no puedo perdonarlo.
Ayn abrazó a Riliane con cuidado. Ella solo recargó su cabeza en su pecho.
-¿Te sientes mejor? -le preguntó él a ella, acariciando la cabeza de la joven.
-Creo que sí -contestó ella.
-¡Riliane, mi niña! -su tía Lily Rosé llegó, haciendo que los dos jóvenes se separaran con rapidez-. Discúlpenme, ¿los interrumpí?
-No, tía, ¿necesitas algo? -preguntó Riliane, para después carraspear.
-Necesitaba ayuda para llevarle una sopa a tu abuela, pensé que querías verla de una vez -dijo amablemente Lily Rosé.
-Claro tía, voy enseguida.
-Está bien. Tu novio puede quedarse en la sala.
Riliane asintió y caminó detrás de su tía, quien se dirigía a la cocina con dos platos de sopa.
-¿Enserio necesitabas ayuda solo para llevar sopa? -le preguntó la rubia a su tía.
-No, solo quería que vieras a alguien importante -dijo Lily Rosé. Después sonrió con orgullo-. Mi querida sobrina ya es toda una adulta. Nunca creí que te vería así con alguien.
-¿Así cómo?
-Enamorada.
Riliane no pudo protestar, porque inmediatamente entró en la habitación de su abuela.
La anciana estaba recostada en la cama, tenía los ojos cansados y se veía más pálida que de costumbre.
Riliane dejó el plato en la mesa e inmediatamente corrió a abrazar a su abuela.
-¿Mi Riliane? ¿Eres tú? -dijo la anciana, correspondiendo el abrazo de la joven-. Ya no puedo ver...
Riliane soltó varias lágrimas al escuchar a su abuela decir eso. Abrazó delicadamente a su abuela. Se sentía más delgada.
-Regresé, abuelita. Perdóname. Te fallé.
La anciana esbosó una sonrisa. Acarició los cabellos de su nieta y besó su mejilla.
-Te extrañé, mi niña. Lo que me importa es que estás bien, cariño. Me preocupé cuando llegaste lastimada. Lo bueno es que ese policía te trajo a salvo. Deberías agradecerle.
-Lo haré, abuelita.
Riliane se separó lentamente de su abuela. No quería hacerlo, tenía ganas de quedarse en sus brazos para siempre, pero sabía que eso no era posible. Ahora más que nunca, quería que ella supiera que la amaba. Después de haber despreciado tanto el origen de su nombre, pensaba que le debía una disculpa a esa mujer.
-Mi niña, hay alguien a quien quiero que conozcas.
Riliane volteó atrás de sí misma y vio a una anciana sentada en una silla de ruedas. Su pelo encanecido y sus ojos oscuros se le hacían familiares. Llevaba un vestido rojo, y una espada en la cintura.
-Ella es Germanie Avadonia, la hermana de tu abuelo. Y también la mía.
Riliane nunca pensó encontrarse con la líder de la revolución. Pensó que ella yacía en una tumba desde hace más de cincuenta años. Pero ahora estaba frente a ella.
-Es un gusto conocerte, jovencita -habló con dificultad la anciana-. Había querido visitarte desde hace mucho, pero no podía.
-Sabía que ese viaje te haría conocer la verdad -dijo la abuela-. No me equivoqué al respecto. Invité a Germanie aquí para pasar mis últimos momentos con las personas con las que no pude reunir e por tanto tiempo. Pero incluso algunas de esas personas ya no están en este mundo.
Riliane se sentó en la orilla de la cama donde yacía su abuela.
-Sacarlet está aquí. La nieta de Chartette, Zaru, también vino. Mariana y Gaku están aquí. Gaku es nieto de Elluka Clockworker y Gast Venom. Y Mariana es nieta de Mariam. Los reuní a todos para despedirme apropiadamente de mi pasado. Ya me he despedido de ellos.
-No digas que te irás, abuela.
-Llegará mi tiempo, cariño. Es tiempo de que me reúna con mis amigos, con Clara, tu madre. Y con mi amado Allen.
-No quiero que me dejes, abuela. No tengo a nadie... Más que a ti. Eres lo que más quiero en el mundo, si te vas estaré sola...
-No estás sola. No lo estarás de ahora en adelante, Riliane.
La puerta se abrió y entraron el padre, las tías, primos y los hermanos de Riliane. Germanie, por su parte se acercó a la anciana.
-Ha sido bueno vete después de tantos años, Germanie -dijo la abuela-. Gracias por todo lo que hiciste por nosotros, estaré agradecida eternamente.
-Yo te agradezco a ti por haber hecho feliz a mi hermano hasta el último día de su vida -. Germanie sonrió y avanzó en su silla de ruedas-. Gracias, Riliane. Me alegro tanto de que tú vida fuera tan maravillosa.
Germanie salió y, finalmente quedó la familia reunida. Todos rodearon la cama de la ex princesa, con los rostros tristes.
-Jhon, Cris, Lily Rosé. Mis queridos hijos, estoy tan orgullosa de ustedes y de los maravillosos hijos que criaron. Ustedes fueron mi verdadero tesoro -. La abuela miró a sus nietos, los cinco estaban mirando con profundo cariño a su abuela, con lágrimas en los ojos-. Ren, Lin, pequeños, conviértanse en lo que amen, y no se olviden de que los estaré observando desde el cielo -. Ambos niños besaron a su abuela en la frente-. Carlos, no seas tan duro contigo mismo y disfruta de tu libertad. Camila, no tengas miedo a expresar tus sentimientos de ahora en adelante, no trates de callarte solo por ser feliz -. Camila lloró con fuerza al escuchar a su abuela-. Y tú, Riliane, no te aferres al pasado. Sigue tu vida, no vivas con ese peso.
Toda la familia se quedó hablando el resto del día. Los invitados también, todos estuvieron felices.
Así fue, como en media noche, la ex princesa Rilliane Lucifen D'Autriche, dejó este mundo.
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