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⠀⠀⠀⠀⠀ ♯06 ━ dilema。

sɪx
    
       

La diminuta joven de cabellera purpúrea contempla con serenidad las páginas de su cuaderno, inmersa en la extrañeza de la conversación de sus compañeros acerca de su reciente acercamiento a ________________.
    
       

─Violeta, chica, escucha mi consejo, él te está engañando totalmente con esa cara inocente, ¡es una mala persona! ─insiste Alexy, abrazando a la más baja como si él mismo fuese su padre, que estaba preocupado por su cría.
      
       

Ella experimenta un sobresalto repentino al notar el rubor que tiñe sus mejillas, y aunque consciente de que la posibilidad de un romance con Alexy es una pura ilusión, su corazón, que es rebelde e incorregible, aún así se atreve a latir con rapidez. Por otro lado, a pesar de las advertencias de Alexy sobre el estudiante en cuestión, Violeta vacila en depositar por completo su confianza en esa perspectiva.
    
       

Iris fue de las precursoras en alertarle sobre el acosador, pero entre sus amigas, ninguna se atribuye la posesión de tal información, y las respuestas convergen mayormente hacia Sucrette, quien fue la primera en difundir las noticias del recién llegado. Aunque Violeta no siente ninguna clase de odio o desagrado hacia la castaña, y la considera una buena persona hasta cierto punto, Sucrette ha evidenciado que actúa por interés propio, ignorando los sentimientos ajenos para mantener una imagen pública que, según sus propios principios, roza lo decente. Violeta estaba segura de que Sucrette adoptó la actitud más despreciable de la joven Debrah, su obsesión por una reputación de Santa; sin duda tenían mucho en común.
     
        

Si en algo peca, es en dejar que su conducta se rija por la brújula de su curiosidad. Desde el instante en que la joven ingresó a Sweet Amoris, rara vez ha habido un conflicto en el que no se haya visto envuelta, incluso si es algo irrelevante. Desde su primer día, demostró que no retrocedería ante las desafiantes actitudes de chicas malcriadas como Ámber y sus amigas, un rasgo que, paradójicamente, es admirable. Su inquebrantable carácter genera en las demás estudiantes la confianza de buscar su apoyo en medio de cualquier adversidad.
     
        

Pero había un gigantesco problema, y tenía nombre: Peggy.
    
       

Sucrette y Peggy eran como uña y mugre, no se separan bajo ninguna circunstancia. Sucrette representando la hermosa uña, y Peggy evidentemente siendo la mugre que mancha la reputación de la castaña.
    
       

Aunque nadie le reprochaba a Sucrette su controversial amistad con la reportera escolar, conocían su innata amabilidad, como si fuera una sacerdotisa comprometida con un estilo de vida destinado a brindar amor y gentileza a cada ser humano. A pesar de este hecho, no podían evitar experimentar una cierta incomodidad al verlas juntas. Peggy, portadora de conflictos, cuyos artículos rayan en el sensacionalismo, son reconocidos por todos, y solo aquellos que estaban al tanto de su comportamiento conocían la falsedad subyacente en dichas escrituras.
     
        

Violeta se encontraba envuelta en una sensación de culpa al resistirse a involucrarse con Sucrette; creía fervientemente que su actitud era egoísta, incluso si las razones de Violeta eran innegablemente válidas. La joven podría haber sido considerada una amiga más dentro del círculo de la hermosa castaña; sin embargo, la llegada de los gemelos al instituto transformó su mundo en una explosión repentina de colores vivientes.
     
        

Tras haber considerado la idea como imposible, finalmente, el amor floreció en su corazón. Alexy se destacaba entre todos los jóvenes que había conocido; amable y perspicaz, irradiaba alegría, como una estrella errante vestida con colores encantadores. Era comparable a una flor primaveral con un aroma irresistiblemente atractivo, que provocaba sonrisas inevitables en su presencia. Sin embargo, como toda flor, él estaba regido por sus propias leyes naturales.
    
        

Las mariposas revoloteaban en su estómago, cautivadas por la hermosa flor que personificaba Alexy. Un año entero permaneció ilusionada, hasta que la fantasía se despedazó en incontables fragmentos cuando Kim reveló la verdad. "Alexy es gay, Sucrette nos pidió mantenerlo en secreto, porque temía que salieras herida", confesó Kim, siendo la única en desafiar la sugerencia de la joven. Las demás, ciegamente obedientes, no contemplaron el impacto emocional que se desencadenaría cuando, inevitablemente, la verdad saliera a la luz. Al parecer, todas habían estado al tanto de la orientación sexual de Alexy desde el primer día que lo vieron cruzar las puertas.
    
       

No es necesario mencionar que lloró durante el resto de la tarde, oculta entre las suaves almohadas de su habitación. ¿Por qué decidió ocultarle la verdad? Al cuestionar a Sucrette sobre ello, simplemente respondió: "No quería lastimarte, pero sabía que si te lo decían vivirías retrocediendo todo el tiempo con el miedo a ser rechazada. Lo hice pensando que iba a ser lo mejor para tí. Eres demasiado tímida, eventualmente tendrías que lidiar con el rechazo, y eso te haría crecer como persona".
     
       

¿Por qué Sucrette pensaría semejante cosa? Había subestimado por completo a Violeta debido a su naturaleza tímida. ¿Acaso la capacidad de crecer no estaba reservada para ella, solo por mantener la mirada abajo entre las páginas de su cuaderno de dibujos? La sensación de disgusto se apoderaba de ella. Sucrette, al sugerir que su desarrollo personal dependía enteramente de su decisión, como si el tiempo no fuera suficiente para brindarle ese precioso crecimiento, o como si ella no pudiese lograrlo como una persona independiente, perdió sin darse cuenta, la confianza entera de Violeta.
     
         

En ese momento descubriría que Sucrette tiene una palabra que la define muy bien: arrogancia. Sucrette es sin duda arrogante.
    
       

Violeta enfrentaba los conflictos a su manera, poseyendo algo único que las demás chicas no compartían: nunca fue, ni será complaciente. Aunque su timidez y nerviosismo eran evidentes, su fortaleza se manifestaba en la capacidad de rechazar lo que no le agradaba. Aunque muchos interpretaban esta actitud como mero reflejo de su timidez, derivada del temor a experimentar lo desconocido, la realidad distaba de esa interpretación superficial.
       
         

Ella estaba convencida de que _______________ Ruiz era como un eco de su propia esencia; dos almas malinterpretadas. A pesar de irradiar una bondad auténtica, un solo error que fue malentendido lo condenó a ser abandonado por el resto del mundo.
       
         

Estuvo pensando en él durante todo el día, al punto que su bloc se llenó de imágenes de su rostro.
    
        

─Yo creo que Violeta es una salvaje que finge ser débil para que en el capítulo final demuestre su verdadera fuerza y nos salve a todos del Rey Demonio ─suelta Armin después de permanecer el resto del camino en silencio; se hallaba leyendo un libro, que provenía de un videojuego, claramente.
     
        

Violeta y Alexy dirigen sus miradas al chico de cabellos oscuros como si estuviera loco, y rápidamente una imagen de Violeta como una delincuente juvenil se forja en sus mentes. La idea parece absurda, totalmente opuesta a la esencia misma de la joven.
    
        

─Armin... ¡Deja de comparar a Violeta con tus personajes raros! ─pide enfadado, atreviéndose a darle un golpecito en la espalda─. Dios, ¿no sabes que decir esas cosas puede ser ofensivo?
     
        

─¿Cómo es eso ofensivo? Para mí sería halago ─comentó, y luego se cruzó de brazos─. Ofensivo es golpear a tu hermano frente a la casa de tu amor platónico... Violeta, vámonos, no hay que juntarnos con este ser repleto de homosexualidad, nos podría contagiar ─dijo con un tono de ofendido, abrazando a Violeta por los hombros, como si fuese su amigo de toda la vida.
    
        

─Yo lo que veo en ti son síntomas de envidia ─acusó el de cabellos celestes con ceño fruncido.
     
       

─¿Envidia? ¿De qué? ─indagó Armin como si fuese algo ridículo.
    
        

─De que yo sí pueda tener contacto con gente real y tú solo imágenes en una pantalla. ─Y así Alexy invirtió la situación.
     
     

Armin en su mente solo pudo escuchar una voz que le susurraba: «Fatality».
     
       

Violeta contuvo una risita, y ambos hermanos lo notaron instantáneamente. Alexy sonrió de oreja a oreja, y Armin se sintió peor.
     
        

─Ok, ustedes ganan, yo solito me lo busqué ─cedió Armin, sonriendo junto a su hermano y a su pequeña amiga.
     
      

Por otro lado, se encuentran entre las proximidades de la morada de Kentin, aguardan con la intención de acompañarlo rumbo a la escuela. La jornada escolar empieza tardía, por lo que aprovecharían el momento para desayunar en una cafetería cercana. No obstante, antes de que puedan siquiera rozar la puerta de la vivienda del joven, él se les adelanta abriendo la puerta de su casa de portazo, portando una expresión irritada, como si su día hubiera comenzado de manera desastrosa. No dijo una sola palabra, solo se alejó lo más posible de su casa, y se detuvo un momento para esperar a sus amigos.
     
         

─Oh, buenos días, niños, gracias por venir a recoger a mí querido Ken ─dijo la madre de Kentin, sonriendo con tal pureza que los corazones de los tres jóvenes quedaban conmovidos.
     
        

─Buenos días, señora Manon ─saluda Alexy con una sonrisa, siempre buscando caerle bien a su futura suegra─. No hay de qué, Kentin es nuestro amigo, para eso estamos.
     
         

─Pero que buen chico, muchas gracias por cuidar tanto a mi bebé ─dijo muy amorosa, como si corazones revolotearan a su alrededor cuando hablaba de su hijo─. Ya no los interrumpo, que tengan un buen día, niños. ¡Ken, hijo, no olvides lo que te pedí!
      
          

─Ugh... No, mamá, no lo olvidaré ─respondió molesto, pero aún así actuó educadamente con su madre.
       
        

Con un alegre gesto de despedida, ella cierra la puerta, retornando a la acogedora atmósfera de su hogar. Tras este afectuoso intercambio, el grupo prosiguió su trayecto por la acera. Aún persiste en sus memorias el momento en que Armin le preguntó a Kentin si aquella encantadora dama era su hermana, seguido le pidió que se la presentara mientras levantaba sus cejas repetidas veces, lo que derivó en un golpe que lo dejó sin aliento. Después se supo la verdad, Manon era su madre. Por otro lado, el grupo actualmente desconocía la razón del mal humor de Kentin.
      
        

─Hey, Armin, ¿no vas a saludar a tu novia y a tu hijo? ─la odiosa voz de Castiel detrás de aquel chico causa en él un terrible disgusto.
    
       

Un rubor adorna sus mejillas, ese instante cargado de vergüenza despierta en él la urgencia de escapar. Su siguiente intento se traduce en un golpe dirigido hacia Castiel, con la esperanza de impedir que esas verdades incómodas contaminen las memorias de sus apreciados amigos. Castiel, afortunadamente, se salva de ser escuchado por Kentin, quien, de haberlo hecho, también se habría sentido profundamente molesto por tales bromas acerca de su madre. Mientras tanto, Lysandro, ajeno al comportamiento infantil de sus compañeros, esboza una sonrisa y se pierde entre las aves que deleitan sus oídos con sus melodías en esa mañana soleada.
    
      

─Buenos días, Violeta ─saluda cortésmente aquel albino, para desviar la mirada hacia ella.
   
       

─Hola Violeta ─lo acompaña Sucrette, a quien se le veía contenta.
    
       

─Buenos días ─responde suave, bajando su tono de voz adrede, ocultando su actitud recelosa, que era similar a un ratoncito aterrado.
    
       

El grupo es testigo de como Castiel logra someter a Armin con facilidad, y juegan midiendo sus fuerzas en una batalla, como si Armin estuviese realmente en el mismo nivel. Los tres sienten que una gota de sudor baja por sus frentes, parece que Castiel tiene cierta inclinación a molestar a Armin adrede.
    
        

Está claro por esa sonrisa de oreja a oreja que se está divirtiendo.
    
        

─Castiel, vamos, deja de molestar al pobre ─le pide la de ojos verdes, acercando sus manos con la delicadeza de una princesa que gusta de acariciar a sus mascotas.
       
        

Antes de que una conversación que gire en torno a Sucrette, la protagonista del cuento de hadas, tenga la oportunidad de iniciarse, Kentin acelera el paso con una indignación incontenible. Aprieta con fuerza el asa de su mochila, que pende de uno de sus hombros, obstaculizando eficazmente el habitual proceso de autopromoción de Sucrette. Ese entrecejo fruncido sin duda causa preocupación, y no pasa mucho tiempo para que Alexy lo persiga en busca de respuestas.
    
        

─¿Kentin? ¡Kentin! ¿Qué sucede? ─cuestiona el joven, buscando apaciguar su notable ira haciéndolo confesar.
    
        

El resto se dirige hacia él, con un extraño presentimiento que les remueve las entrañas. Hubo un tiempo en que Kentin, siendo un joven sensible, resguardaba sus emociones negativas con recelo, temeroso de que su vulnerabilidad pudiera alejar a quienes le eran cercanos. Sin embargo, tras su paso por la escuela militar, esa cautela desapareció.
          
         

Chasquea la lengua mientras lleva su mano a sus cabellos, los cuales son peinados hacia atrás con lentitud. Sus pasos se detienen frente a una casa no muy lejana a la suya, y antes de poder adentrarse a un hogar desconocido, decide advertir a sus amigos al respecto.
      
       

─Castiel, si te portas como un mono salvaje ahora, te juro que voy a hacer lo posible para que Nathaniel no te deje en paz por el resto del semestre ─gruñe el castaño, dedicándole una mirada fulminante.
       
       

─Mono salvaje... Amanecimos bravas, ¿verdad, Kentin? ─responde el pelirrojo altivamente.
     
      

─Está enojado, igual a Castiel cuando ve a Nina acercarse para molestar a Lysandro ─comparó Armin─. Quizá su madre le consiguió novia.
      
         

Alexy siente que se le va el aire, ¿Kentin emparejado con alguien que no es él? Esa posibilidad le hiela la sangre.
    
        

─Ugh, ¿saben qué? Vayan ustedes primero... Los alcanzo después ─pidió Kentin, llevando sus manos al puente de su nariz.
      
       

Sucrette mordió su labio inferior, ¿qué es eso tan importante que debía hacer Kentin que le obstaculizaba ir con ella? Es decir, con ellos, por supuesto. Ella no era estúpida, paseó su mirada por la casa, y luego notó la motocicleta que estaba estacionada. Reconoció la motocicleta, y luego se dio cuenta de la mirada de Violeta, ella sonreía gentilmente mientras veía el llavero que colgaba en uno de los espejos; un pulpo azulado. Violeta sabía, y no estaba diciendo absolutamente nada.
      
       

─No te preocupes, Kentin... Podemos esperarte, para eso son los amigos ─le dijo la castaña, acercando sus dedos sutilmente a la mano de Kentin─. Estoy aquí para ti, para lo que necesites.
     
        

Las mejillas de Kentin enrojecieron, y no pudo evitar sonreír ante Sucrette. Ojalá todos fueran como la dulce e inocente Sucrette, pensaba Kentin, ingenuo como nunca.
      
         

Iba a responder, pero Violeta interrumpió repentinamente.
     
        

─Sucrette, si me permites, creo que deberíamos respetar las decisiones de nuestro amigo... Él tiene algo que hacer, algo que no es de la incumbencia de los demás ─comentó suavemente, pero sin sonreír, solo para mirarla fijarme─. Incluso de los "amigos".
     
        

La cara de Sucrette solo pudo ser observada por Violeta, porque el resto solo podía mirarla a ella. Acaba de hacer una mueca, y sus ojos se volvieron fríos, como si esa personalidad de niña angelical nunca hubiese existido. Violeta sintió escalofríos, ni siquiera supo porqué decidió opinar al respecto, pero temía que el resto del grupo reaccionara mal ante ________________, y quería proteger su privacidad ante todos ellos, sobre todo de Sucrette; seguramente ella le contaría a Peggy tan pronto se enterara.
      
        

Pero incluso si la intención de Violeta era proteger a su nuevo amigo, desafiar a Sucrette fue un error. Ella igualmente iba a responder, pero Lysandro posó sus manos sobre los hombros de la castaña, y con una sonrisa suave indicó que estaba de acuerdo con Violeta.
     
        

─Estoy de acuerdo... Kentin, te veremos después, trata de no tardar ─pidió con una actitud serena, y procedió a forzar a Sucrette a caminar sin ser brusco, siendo gentil y divirtiéndose en el camino.
     
        

─E-Eh, pero ─murmuró la chica.
     
       

─Gracias chicos, nos vemos después ─suspiró Kentin, aunque le hacía ilusión que Sucrette lo apoyara, Violeta tenía razón, ninguno podría soportar la presencia de ______________, y él debía encargarse de esto.
     
        

─Si te tardas empezamos a comer sin ti, muero de hambre ─comenta Castiel, llevando sus manos a su nuca.
      
        

─Vámonos, Alex ─dijo Armin, jalando a su hermano que también quería esperar a Kentin.
     
         

Violeta los acompañó, y confió plenamente en que Kentin iba a comportarse con educación.
        
        

Kentin, definitivamente se sintió aliviado cuando sus amigos se fueron. Finalmente, ejerce presión a fuerza bruta sobre el botón del timbre una vez que alcanza la puerta principal, y en breve, esta se despliega de par en par. Su anfitrión, su vecino, le recibe con una sonrisa que se ensancha al reconocer el rostro del adolescente.
    
       

─Buenos días, Kentin, gracias por venir a recoger a ______________, me disculpo por las molestias ─habla el japonés cordialmente.
     
         

─Ni lo mencione, señor Takeshi, gracias a usted por ser tan amable con nosotros... Eh... ─trata de responder, pero su mirada se clava en lo que se halla oculto detrás de su vecino.
       
        

La mirada ________ del amante de la biología marina se oculta tras los hombros de Takeshi. Sus manos se aferran a su brazo, aunque está consciente de la necesidad de retirarse para no llegar tarde. Los nervios que le provoca esa mirada esmeralda, comparable a la de un pastor alemán, parecen ansiosos por devorar a un gatito indefenso como ______________, intensificando así su temor.
    
        

─______________, vamos, lo practicamos toda la mañana ─susurra, dándole ánimos para hablar con Kentin.
      
       

Se sobresalta ligeramente, y camina obedientemente hacia el castaño. Respira con gran profundidad, y no tarda en inclinarse justo como Takeshi le había enseñado.
    
        

─M-Muchas gracias... Kentin ─murmura.
    
     

Inclinó su cuerpo tan exageradamente que su mochila se deslizó de sus hombros. Tras este desafortunado incidente, donde su mochila con la peculiar forma de un pingüino fue víctima del contacto brusco con el suelo, la acción mal ejecutada desencadenó en él un torrente de frustración, y el pobre sintió unas inmensas ganas de llorar de vergüenza. A pesar de haber dedicado una hora a la práctica junto a Takeshi, no pudo realizar una reverencia adecuada. Fallé, acabo de defraudar a Takeshi, pensaba, para después mirarlo con los ojos cristalizados, con la esperanza de que no lo regañara.
    
        

─T-Takeshi ─balbucea apenado, bajando la mirada nuevamente.
    
       

─¡Te salió muy bien! Vamos, quita esa cara de pingüinito viudo ─le dice, sin ocultar su emoción tras la tierna respuesta de su hijastro, para envolver su rostro con sus manos, y limpiar las lágrimas que amenazaban con salir.
    
       

«¿Cara de pingüinito viudo?» No puede verlo, pero esa actitud tan adorable que solo ciertas personas pueden ver, causa una inevitable curiosidad que invade el corazón del joven Kentin.
     
       

La expresión del menor cambia solo con esas palabras, y asiente varias veces para empezar su día con ánimos, a pesar de que ese chico hace unos momentos se estaría riendo de él a escondidas tras ver su mochila caer.
     
       

─Bueno, que les vaya bien, niños ─se despidió, para cerrar la puerta, ya que debía limpiar la casa cuanto antes.
     
        

Kentin suspira, y se agacha para tomar la mochila del más bajo, dicha acción guiada por la inercia. Claro que, sus manos se rozan solo por un momento. Suave, pensaría él tras recibir una pequeña caricia que no fue intencional.
     
         

Esa mirada llena de confusión en el rostro ajeno, y la capacidad de ver esos ojos que lo tenían intrigado, generan que se quede pasmado. Sus labios entreabiertos por la sorpresa, tenían un brillo peculiar, ¿era eso labial? Su flequillo no estaba cubriendo su cara esta vez, y él no estaba realmente cuerdo cuando pensó que sus ojos eran realmente lindos. No poseía ojeras como mencionó Nathaniel, ese día parecía que habían desaparecido.
      
        

─¿K-Ken? ─murmura, llevaba tiempo jalando su mochila, queriendo que el otro la soltara.
    
        

─Es Kentin, llámame Kentin ─aclaró con el ceño fruncido.
      
       

Permaneció agachado por un lapso prolongado, inmerso en el afán de analizar aquel semblante que apenas reconocía. _______________ había sufrido una transformación evidente; en sus memorias, se veía como una figura imponente y de estatura considerable, mas ahora se presentaba tímido, como si él mismo ignorara todo lo que lo envolvía. Su estatura ya no era la de alguien con gran altura, sino más bien las de alguien menudo y esbelto. Pacientemente, aguardó a que el otro ajustara su mochila, decidido a esperar a pesar de que su semblante reflejaba el enredo de sus propias emociones. ¿Es debido a que Violeta se ha vuelto su amigo que comienza a creer en su cambio? ¿O son las propias acciones incoherentes del chico las que causan el descarte de todo mal juicio?
     
       

Kentin ofreció su mano en un gesto cordial de ayuda, dispuesto a asistirlo para levantarse, pero el joven lo contempló con desconcierto. En cambio, optó por entrelazar sus dedos en un apretón suave, para entrelazarla con la de Kentin, agitándola con una gracia sutil.
      
        

─Tú Kentin, yo ________________ ─susurró suavemente, dedicándole una sonrisa tan inocente, que solo eso bastó para que Kentin se retractara de su propia actitud hostil.
      
          

Sus mejillas enrojecen. Él no puede ser el mismo de antes, Violeta quizás..., pensaba, pero luego recordó las palabras de la sabia Sucrette: "Las personas pueden pretender... Seguramente él pretende ser tímido para llamar la atención". Kentin creyó que casi se dejaba engañar por las mentiras del joven Ruiz, y no pudo evitar chasquear la lengua.
     
        

─Camina rápido, o te dejaré ─suelta repentinamente.
    
       

A pesar de la hostilidad evidente, Kentin se vio a sí mismo realizando un acto inesperado, sorprendiéndose al tomar su mano con firmeza. Lo ayudó a levantarse y lo condujo con rapidez hacia la acera, reanudando su camino hacia la escuela.
     
       

________________ se sintió extraño, era la segunda vez que un estudiante tomaba su mano. Recordó a Violeta, su primera conocida del Instituto.
      
       

─A-Ah... Sí, camino rápido... Veloz como un tiburón Mako ─responde el joven, rodeando con su mano algunos dedos de Kentin.
    
        

El corazón de Kentin latía con rapidez, una sensación inusual revolvía su estómago. No eran náuseas derivadas de sostener la mano del más bajo, sino una suerte de sentimientos, semejantes a aquellos que desencadenaba la sonrisa de Sucrette. Sin embargo, esta emoción poseía matices distintos. Su mente albergaba pensamientos contradictorios, mientras su cuerpo cedía ante la ternura con la que sus manos se entrelazaban, provocando un ceño fruncido que revelaba la complejidad de sus emociones. ¿Por qué su cuerpo reaccionaba así? Su mente le decía que estaba mal, y aún así se sentía... Extraño.
      
       

─¿¡Kentin?! ─exclamó Sucrette, interrumpiendo el dilema del chico mientras se levantaba de su asiento.
    
       

Inadvertidamente, se encontraron frente a la acogedora cafetería, mientras las miradas atónitas de los demás chicos reflejaban su incredulidad al observar a Kentin tomar la mano de ________________ sin titubeos. Un rubor tenue tiñó las mejillas de Kentin al bajar la mirada, deteniéndose pausadamente sobre ese contacto lleno de significado. ¿Qué le estaba sucediendo?
     
       

─¡_______________! ─dijo Violeta, con una sonrisa llena de alegría y gentileza.
      
        

En la acogedora cafetería con mesas al aire libre, los jóvenes optaron por compartir una mesa común, a excepción de Violeta. Inicialmente, la elección de mantener su propia mesa parecía natural, pues creían que anhelaba un lugar libre para colocar su libreta, y plasmar sus dibujos sin interrupciones. No obstante, con la llegada inesperada de Kentin y _______________, se reveló que ella había anticipado lo que acontecería. En lugar de parecer ajena, su decisión de ocupar otra mesa adquirió una belleza discreta al reservar un lugar especial para su nuevo amigo.
       
       

La expresión del de cabellos _________ cambió de temerosa a la de un cachorro emocionado. Como si su rostro brillara por sí solo.
     
       

─Violeta ─pronunció alegremente, e intentó ir junto a ella.
   
      

Intentó, porque Kentin no soltaba su mano.
    
      

Él se sobresaltó, y miró fijamente el agarre del más alto.
    
       

─Kentin... Mi mano... ─le dijo en un murmullo.
    
        

En ese instante, el joven se hallaba inmerso en un dilema. La mirada incrédula de Sucrette y los ceños fruncidos de sus amigos pintaban un cuadro complejo. Aunque podría optar por la rutina de unirse a ellos como siempre, su cuerpo anhelaba acompañar a _______________ y a Violeta.
     
        

¿Qué elección debería tomar?
    
        

¿Debería elegir a la bella y dulce Sucrette?
    
       

¿O debería seguir sus instintos y elegir a _______________?
    
     

Antes de darse cuenta, ya sabía su respuesta.

4205palabras

Y su decisión la veremos
en el siguiente capítulo,
ho ho ho 🤗

¿Les gustó? Espero que sí ✨

¿Vieron faltas de ortografía
o redacción? Díganme
en los comentarios cualquier
cosa <3

Ya tenía tiempo que no actualizaba
esta historia, una disculpa por
la demora 😭

En fin, se nos está volteando
el Kentin, ese wey siempre me
gustó 🤌

Ay, pero así como amo a Kentin
y a la bellísima Violeta, tenía
q venir Sucrette a cagarlo todo.
Joe, es q no la soporto, me puse
a jugar el juego otra vez, q pinche
actitud tan de la brga

Alch sí es bien arrogante la morra,
tmb en el cdm universidad

Hay un capítulo donde la vieja por
sus huevos anda queriendo meterse
en los problemas privados (digo,
como en todos los capítulos) del Nath
y el Castiel, y todavía cuando le dicen
q no se meta, se hace la víctima y
sale llorando de allí, para después
soñar q tiene un trío con los dos 🤡

Pinche Sucrette, está sobrevalorada 😡

Y quien piense lo contrario, pues
unos madrazos afuera del Aurrerá,
¿cómo ven? 🕴

No es cierto, nada de madrazos,
abrazos no balazos 😘

En fin, muchas gracias por
apoyar tanto esta historia,
los quiero muxo ❤

Nos vemos en la próxima 💕🌹

ATTE⨾ La 02 ~

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