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⠀⠀⠀⠀⠀ ♯04 ━ un visitante。

ϙᴜᴀᴛʀᴇ
   
      

Takeshi observa a su hijastro caminar emocionado entre los pasillos de la tienda, eligiendo pequeños accesorios para su pecera, todos relacionados a los piratas.
    
      

Aunque le gusta verlo feliz, no puede evitar preocuparse por su frente moreteada. Es evidente que su primer día no fue el mejor, y sumado a que ______________ salió lo más rápido que pudo de la escuela, como si estuviese huyendo de algo, se encontró en una situación tensa.
    
      

El joven alcanza un esqueleto decorativo en miniatura, y sus mangas se remueven lo suficiente para que se pueda ver la marca del agarre en su muñeca. Su padrastro no puede pasarlo por alto, y lo toma del hombro mientras caminan hacia la caja para pagar.
     
      

_______________, ¿cómo te fue hoy en la escuela? ─esta era su tercera vez preguntando, pues en las otras dos no recibió respuesta.
      
      

El jovencito mantiene un largo silencio, no quiere causarle problemas a Takeshi, pero desea contarle como fue su día, quizá él pueda ayudarlo a entender porque todos lo odian.
    
     

─Los pescadores no me dejan en paz... Me cazan y luego me tiran al mar... Los turistas me temen y me tratan como juguete... ¿Quién soy? ─susurra, tomando un juguete de tiburón blanco, que hacía un extraño sonido al apretarlo.
     
     

─Eres el tiburón blanco ─menciona suavemente, y lleva su mano hacia su cabeza, para llenarla de palmadas y caricias─. ¿Quieres que te cambie de escuela?
    
     

Esas muestras de cariño resultan reconfortantes, son la batería para continuar con el día de mañana. Takeshi le agrada, aunque sea demasiado tímido para decirle.
     
     

Niega con la cabeza, nadar y viajar para alejarse de los pescadores es como ir a ningún lado, ellos están en todos lados, no hay lugar al que pueda escapar.
     
     

─Ahh... _____________, eres un niño tan valiente ─suspira, pagando con el precio de los nuevos accesorios del chico en efectivo.
     
      

─¿Cómo un poecilia reticulata? ─pregunta en voz baja, llevando sus ojos hacia arriba para alcanzar la mirada del japonés.
     
      

Recibe una sonrisa amable, y luego finge pensar muy profundamente su respuesta, para darle una gran palmada en la espalda.
     
      

─Mmm, yo creo que eres más una nutria ─medita, saliendo de la tienda, y yendo directo a su motocicleta.
      
      

________________ frunce el ceño, ¿tiene cara de nutria? Pide explicaciones con la expresión de su rostro, luciendo como un minino que sisea con extrañeza.
     
     

─Las nutrias son adorables, como tú, y a ambos les gusta el salmón ─afirmó el de cabellos negros, dándole su casco a ________________, mientras él se ponía el suyo.
     
      

Adorable, piensa extrañado. La palabra le resulta desconocida y extravagante, no entiende que quiere decir, nadie le había dicho esa palabra antes... ¿Cierto?
    
       

Su mente se pierde en el pasado, donde escucha las palabras de su padre biológico invadir su solitario corazón. Piensa en cómo él solía tomar su mano, y lo acompañaba por el acuario, la felicidad que se asoma cuando puede ver las estrellas de mar, causan las risas del hombre, y la palabra desconocida es mencionada, «Eres adorable».
    
     

Por seguridad debe sostenerse de Takeshi para no tener un accidente, por lo que rodea al mayor como koala.
      
       

Takeshi piensa mucho en lo que dijo hace unos momentos, _______________ siempre ha sido un niño solitario, lo conoció cuando este apenas cumplía once años, durante ese tiempo, aquel niño solía hacerle la ley del hielo, como si estuviese enojado con él.
     
       

El tiempo pasó, y pudo comprender la razón. _______________ tenía miedo de Takeshi, lo que significaba su aparición en aquella casa para él, era devastador. Tener que olvidar a su padre, para que un desconocido lo reemplazara.
     
        

Pero él supo como hablarle, supo alcanzar su corazón, no como su verdadero padre, pero como su padrastro.
      
      

«Nunca me voy a convertir en un reemplazo de tu papá, no voy a obligarte a que me llames "papá" tampoco, pero quiero que sepas que estaré ahí para ti siempre, puedes confiar en mí»
      
        

Las palabras de Takeshi también permanecen en su mente, cuando él llegó, nunca lo obligó a hacer nada que no quisiera, pero igualmente estuvo presente en su vida. Ayudándolo con su tarea, escuchándolo, llevándolo al cine para ver la película de Nemo, e incluso siendo el único que apoyó su interés respecto a la Universidad donde quería estudiar.
      
      

Pasaban mucho tiempo juntos, a diferencia de su madre, que las pocas veces que la veía solo terminaban en peleas. Takeshi no comprendía este rechazo por parte de Helen hacia su propio hijo, pero lo atribuía a su parecido con su exesposo.
      
        

Llegan pronto a su casa, y justo al bajar de la moto, un pastor alemán se detiene frente a su casa. ______________ lo mira con nerviosismo, no le gustan los perros, y los gatos mucho menos, las mascotas, a excepción de los peces, le parecen aterradores.
      
      

─Oh, buenos tardes, vecina ─saluda el hombre, acercándose a la mujer con alegría.
     
      

─Ah, vaya, vecino, buenas tardes ─su voz es sumamente dulce, una mujer de gafas enormes y una gentil sonrisa.
      
       

Por desgracia, ______________ ya había ingresado a su casa debido al miedo que le tenía al cachorro de la vecina, por lo que no alcanzó a ver que justo a lado de esa mujer, se encontraba su hijo, el mismo que ya había visto en el Instituto.
     
      

¿Quién habría pensado que esos dos eran vecinos? Es más, ¿cómo nunca se percató que vivían tan cerca, a tan solo cuatro casas de distancia? Quizá nunca habían tenido la oportunidad de coincidir.
     
      

El joven de cabellos _________ no tiene que preocuparse por la aparición de su madre a esta hora del día, pues normalmente llega en la noche.
       
     

Toma una llave de su bolsillo, y abre la puerta de su habitación. Entra tan rápido como puede, y cierra su puerta nuevamente, colocando distintos candados e incluso una cadena. Es muy precavido, ni siquiera se podría ingresar por la ventana de su habitación, con un cristal bastante duro que consiguió ahorrando durante un mes, y una fuerte cerradura.
     
     

Deja caer su mochila sobre su cama, y lo primero que sus ojos buscan es a su pecera. Revisa que no haya ninguna imperfección, y puede saludar finalmente a sus peces.
     
     

─Estoy en casa ─avisa en un susurro, y sus peces nadan con esa alegría que tanto emociona a ______________.
     
     

Estaba decidido, hoy iba a cambiar su pecera.
    
      

Tener una pecera es una tarea difícil, se necesita de mucha paciencia y tiempo, sobre todo un gran sentido de la responsabilidad. Se requiere limpiar la pecera como mínimo cada quince días, pero él realizaba ciertas preparaciones antes. Debía revisar que la calidad de todos sus productos aún fuese buena, de lo contrario, lo mejor sería reemplazarlos para evitar una posible contaminación del agua, o peor, algo que pudiese causar la intoxicación de los peces.
       
        

Pero había algo mucho más importante, las plantas en la pecera. La importancia de tener plantas reales, cae en que las de plástico además de ser horribles, no aportan absolutamente nada más que ser parte de la estética. Los beneficios que pueden traer tener plantas naturales en un acuario, es que al momento de colocarlas, forman colonias biológicas que ayudan a implantar parte de la filtración que es imprescindible para el ecosistema.
       
        

Ayudan a la absorción de complejos nitrogenados. A través de sus raíces y hojas se aprovechan de todos los nutrientes para crecer, y por último pero no menos importante, dan cobijo a los peces.
       
        

Incluso pueden ser una fuente de alimento, lo que supone una gran ventaja si se considera que los tipos de plantas que se pueden obtener, son fáciles de conseguir, y son abundantes.
       
        

Saca una de sus libretas, donde posee todas sus anotaciones sobre distintas especies de peces, la mejor estrategia para diferentes estéticas en su pecera, e incluso los sitios donde puede encontrar plantas, o animales para que sus peces puedan tener una dieta variada. Le gustaría poder hacer dibujos bien hechos, pero su habilidad para el arte es terrible, por lo que dejó espacios en blanco donde podría colocar recortes de imágenes impresas, solo que siempre olvida hacer dichos recortes.
       
        

Comienza a revisar sus productos, anotando así un título en una nueva página: «Barco pirata en las profundidades».
       
        

Deja de escribir por unos segundos, para sonrojarse por el increíble título que se le acaba de ocurrir. Le parece tan emocionante, que no puede evitar esconder su rostro en su libreta, para soltar el chillido más silencioso que pudo salir de su boca.
       
        

Sus peces lo miran, y uno de ellos sale para escupirle un poco de agua. Ese fue Astro, piensa, y al voltear lo confirma.
       
        

Deja sus anotaciones de lado para alimentarlos, Astro tiene la costumbre de escupir cinco minutos antes del horario de comidas. Esta vez decide que sería buena idea darles aquellos insectos que congeló en el refrigerador, les vendría bien para su nutrición.
       
        

─Ahora vengo ─dice cerca de su pecera, para abrir nuevamente todos los seguros.
       
        

Justo en ese momento preciso cuando decide abrir la puerta, se encuentra a alguien aterrador a un paso de su habitación. Un chico castaño, que tenía el puño alzado justo para tocar la puerta, lo mira desde arriba con esa mirada fría.
       
        

Se petrifica completamente, y su corazón comienza a latir. Entonces cierra la puerta lentamente, pero el pie del chico se interpone en el camino. Aquel no tenía intenciones de entrar a su habitación, solamente deseaba que su voz fuese escuchada, probablemente el chico no lo haría si le cerraba la puerta, tendría que levantar la voz, y no quería llamar la atención.
       
        

─Oye, si estoy aquí es por algo, el señor Takeshi dice que bajes ─gruñe evidentemente disgustado.
       
        

Ese es Kentin, quien se halla igual de sorprendido que el pobre amante de los peces. Su madre siempre habló bien de aquel vecino, la familia entera lo conocía porque era una excelente persona, ¿quién adivinaría que ese es el progenitor del bully?
       
        

_______________ tiembla, se da cuenta que ya no podrá darle insectos a sus peces, tendrá que limitarse a darles ese alimento genérico que venden en las tiendas.
       
        

Y para empeorar las cosas, un ladrido cercano lo hace sudar frío.
       
        

─B-Bajo... M-Minuto... ─susurra, obligado a contestarle a pesar de estar casi muerto de nerviosismo.
       
        

Aquel castaño no sabe ni porque esta situación le causó tanta gracia, por lo que se ríe del aterrado chico. No es tan peligroso cuando se le acorrala, y dudaba que hiciese algo maleducado frente al señor Takeshi, viendo que él hablaba maravillas de _______________.
       
        

─Bien ─se limita a decir el adolescente, bajando las escaleras junto a su fiel can.
       
        

Procede a cerrar la puerta, y mira a sus peces que lo observan extrañados. Obviamente no se siente cómodo con la presencia de desconocidos en su propia casa, bueno, nunca se siente cómodo en su propia casa con la presencia de su madre de todos modos.
       
        

Toma el bote de comida, y decide dejar caer la suficiente para que se llenen, pero tampoco para que se enfermen. Guarda su llave en un collar, así sería imposible de perder. Entonces se atreve a salir de su habitación, y no abandona el segundo piso hasta cerrar con llave.
       
        

Ahora un nuevo problema, ¿cómo baja las escaleras sin llamar la atención del perro?
       
        

Mira sus pies, olvidó quitarse los zapatos antes de entrar a la casa, por lo que aprovechando la oportunidad, deja que sus pies desnudos amortigüen el sonido que causarían sus pasos.
       
        

Se encuentra a unos pasos de la entrada, las escaleras son cerradas debido a los muros que hay en ambos lados, por lo que nadie lo ve actuar como un espía de una caricatura. Deja sus tenis en un mueble específico para sus zapatos, es bastante alto y posee unos seis cajones en la zona inferior, pero en la parte superior hay un tubo de madera donde pueden guardarse chaquetas, suéteres, e incluso bufandas.
       
        

Del otro lado, hay una pequeña mesita donde pueden guardar las llaves en diferentes compartimentos, y en la parte superior como adorno poseen un jarrón en miniatura con unas extrañas plantas artificiales, que presumen un olor extraño a madera quemada.
       
        

Abajo de esa mesita, había un cajón más, donde se guardaban pantuflas para los invitados.
       
        

Esa zona de entrada era bastante amplia, por lo que no habría ningún inconveniente en que varias personas se cambiaran los zapatos al mismo tiempo. Como decorativo que añadió _______________, había una linda alfombra, tanto en la parte de afuera como en la de adentro. La de afuera simplemente daba una cálida bienvenida, la de adentro... Bueno, era un pulpo pidiendo que te quitaras los zapatos.
       
        

Era increíble lo que se podía encontrar en la teletienda.
       
        

A lado de ese mueble, había un perchero de madera, que tenía un chal, los dos cascos para la moto de Takeshi, y un abrigo.
       
        

_______________ toma sus pantuflas, tenía tres pares, unas de tiburón, unas de pulpo (una de las tres razones por las cuales Takeshi lo llama así), y unas de cocodrilo.
       
        

Dos de ellas daban la ilusión de que los depredadores se estaban comiendo sus pies, era absolutamente adorable. Tiene que decidir rápido, ¿qué par se pondrá el día de hoy?
       
        

El par número uno, aquellas pantuflas de pulpo, esconden sus pies en la cabeza de este animal, y sus tentáculos se extienden sin dirección alguna, resultan ser los favoritos de Takeshi, y tienen un color rojo, que no es precisamente su favorito, pero le gusta la cara adorable del pulpo.
       
        

El par número dos, aquellos de cocodrilo, igualmente debes meter tus pies en su boca, pero esto no resulta intimidante en lo absoluto, esos cocodrilos protegen sus pies en su acolchonado estómago, y tienen una chancla por debajo para evitar que resbales.
       
        

Finalmente, el par número tres, es aquel de tiburón, con una galante sonrisa y esos dientes afilados que de cierta forma le causan cosquillas, son acogedores y muy cómodos, tiene dos características que parecen ser la suma de los dos pares anteriores, una plataforma para no resbalar, y una cara adorable que se come sus pies.
       
        

¿A cuál debería elegir? ¿El par número uno? ¿El par número dos? ¿O el par número tres?
       
        

En su mente estaba haciendo un desfile de modas, y frunce el ceño porque le resulta difícil escoger sus pantuflas. Escucha un ladrido, y por inercia toma las pantuflas de tiburón. Así es, escogió el par número tres.
       
        

Se pone sus pantuflas, y mira hacia toda dirección buscando a la amenaza. No encuentra al perro, y sabe que se tiene que dirigir a la sala de su casa, donde posiblemente estén los invitados.
       
        

Da un paso lento, y temiendo que el perro lo escuchara, al confirmar que no estaba cerca, tiene la confianza de dar más pasos. Así continúa hasta llegar a una esquina, había un marco que llevaba a la cocina, otro en el medio que daba a la mesa, y uno frente a la cocina que daba justo a la sala. Los tres se conectaban entre sí con otros marcos, y la única zona que daba al patio era la sala, que tenía una puerta de cristal.
       
        

Deseaba que el perro estuviese jugando afuera, o haciendo esas cosas que le gustan a los perros. Sus manos se deslizan al marco, y se logran ver fácilmente, luego asoma su cara con lentitud, y puede ver a ese chico, a su madre, y a Takeshi. Cada uno sentado en un sillón diferente, él en uno individual, la mujer en uno doble, y él adolescente en uno extendido, el más grande le daba la espalda, el doble continuaba ligeramente inclinado, y el individual del otro lado, todos apuntando a la televisión. Era una sala medianamente elegante, con muebles de madera, pero decoraciones de blancos, negros y plateados.
       
        

─Ah, ______________, que bueno que llegas, nunca han tenido la oportunidad de coincidir, pero ella es la señora Manon, es nuestra vecina, y él es su hijo, Kentin, él va en tu mismo salón ─comenta su padrastro.
       
        

La mujer saluda con una alegría, y Kentin solo voltea la cabeza con el ceño fruncido.
       
        

Antes de que pudiese saludar, un ladrido peligrosamente cercano lo hace palidecer. Voltea con una lentitud nerviosa, y a su lado halla el canino que todo este tiempo estuvo detrás de él, siguiendo sus pasos como son estuviese invitándolo a jugar con él.
       
        

─Ah, él es Cookie, muy lindo, ¿cierto? ─continúa la conversación, y luego mira el terror en la cara de su hijastro, este corre con rapidez a su lado, y se esconde detrás del sillón de aquel perro.
       
        

El pastor alemán ladra, y lo persigue del otro lado, causando que tenga que regresar sobre sus pasos casi gateando. Se sube al sillón, y se sienta a un metro de Kentin en posición fetal, ahí es donde pueden ver sus adorables pantuflas.
       
        

─Ah, ¿te dan miedo los perros? Tranquilo, Cookie no hace nada, es un buen chico ─asegura Manon─. ¿Verdad, Ken?
       
        

Ken, piensa el asustadizo aprendiz, al ver a la madre del adolescente, y luego desviar la mirada hacia él, pudo ver en sus recuerdos al chico de gafas.
       
        

─Es Kentin ─corrige el castaño.
       
        

─¿K-Ken... G-Gafotas...? ─susurra, ese era el apodo que le dio hace muchos años, cuando era inmaduro.
       
        

Kentin siente que la sangre le hierve, entonces el perro se sube, y tumba al pobre chico. Cookie es aterrador, y cuando su lengua pasa por su mejilla, el chico siente que es su último día con vida.
       
        

─Oh vaya, parece que le agradas ─comenta, y los adultos se pierden en una conversación distinta, mientras ignoran a los adolescentes.
       
        

─Los animalitos saben cosas, estoy seguro ─le dice Takeshi a Manon, y ella asiente varias veces.
       
        

─Ay, claro que sí, ¿usted tiene un animal espiritual, señor Takeshi? ─Ahí es cuando se perdieron de los alrededores, y se encerraron en su burbuja de brillo, flores y muchos colores.
       
        

─Cookie, déjalo, te vas a enfermar por lamer a ese chico ─pide el castaño, tratando de alejar a su cachorro del peli-________.
       
        

Cookie gruñe cuando Kentin trata de alejarlo de su nuevo amigo, esa actitud nunca la había mostrado, era la primera vez. Aquel cachorro se acuesta sobre ______________, rueda y luego llega hasta su rostro, el cual comienza a lamer mientras zarandeaba su cola de un lado a otro, esta impactaba contra el suelo, y causaba un curioso sonido.
       
        

El perro ladra, quiere ser acariciado por ese chico, tiene un olor muy agradable.
       
        

Él trata de retroceder, y el perro se levanta junto a él. Aquel mira al dueño del perro, y lo señala con el dedo tembloroso.
       
        

─V-Vete... Y-Yo... S-Soy una... ¿Basura? ─No supo exactamente que decirle, pero quería explicarle al animal que su sabor era malo, así no se lo iba a comer.
       
        

Kentin se queda quieto mientras lo observa, él simplemente se insultó a sí mismo. Exhala unas risas fuertes, que no se pueden detener por nada en el mundo, al punto que se tiene que agachar porque el oxígeno se escapa a carcajadas.
       
        

¿Por qué se ríe? No entiendo.
       
        

El día terminaría allí, todo fue demasiado confuso, y ocurrieron cosas con demasiada rapidez.
       
        

Pero hubo algo que pasó por alto, olvidó disculparse con Kentin.
       
        

¿Pero por qué tendría que disculparse? Sencillo, él recordaba bien lo que pasó hace tanto tiempo, y ahora que había encontrado al chico de las gafas, le gustaría pedirle perdón.
       
        

Solo que... ¿Cómo se acercaba a él sin que sus amigos se le vinieran encima?
       
        

Regresa a su habitación, con sus pantuflas llenas de pelo y saliva de perro, con la cara sucia por los cariñitos del mismo, y con el cuerpo lleno de moretones por todos los golpes que se dio tratando de escapar del animal.
       
        

─Gracias por pasar la tarde con nosotros, señora Manon ─dijo el de cabellera negra, estrechando su mano con la contraria.
       
        

─No hay de que, es bueno ver que mi Ken tenga nuevos amigos, ¿sabe? Él tuvo muchos problemas con sus compañeritos antes... Ahh, no se porque esos niños se portaban tan mal con él, pero desde que regresó de la escuela militar, temo que no se pueda adaptar ─comenta, teniendo al chico detrás, que por poco se cae al escuchar lo que dice su madre.
       
        

Tal parece que Kentin olvidó hablarle a su propia madre sobre su nueva vida escolar. Iba a voltearse para corregirla, queriendo calmar a ambos adultos, pero puede ver la expresión de comprensión de su vecino.
       
        

_______________ es igual... Siempre ha tenido problemas para comunicarse, es muy tímido, pero no es un mal chico... Solo que... Los demás no entienden eso. ─Sonaba casi triste, realmente le dolía que su hijastro sufriera en la escuela─. Ahhh, pero bueno, joyas como su hijo no se encuentran en todas partes, ¿verdad, señora Manon? ─Cambia su expresión preocupada a una alegre.
       
        

Manon siente un gran alivio al encontrar a un chico de la edad de su hijo que podría convertirse en su futuro amigo.
       
        

─Oh, mi casa siempre tendrá las puertas para ustedes, mi Ken y ______________ podrían ser grandes amigos ─responde la alegre mujer.
       
        

─Lo mismo digo, mi casa es su casa.
       
        

Ahí termina la conversación, no sin antes intercambiar números, creían que era buena idea tener cierta comunicación ahora que sabían que sus hijos eran compañeros de clase.
       
        

Que día, piensan los adolescentes con cansancio.

3657palabras

Pónganle condón a
mis actualizaciones
porque se vienen 😈

¿Les gustó el capítulo?
Espero que sí.
Les agradezco mucho
el apoyo que le dan
a este, y a mis otros
fanfics, me hace feliz
saber que tanto este
como la mayoría de
estos tienen un espacio
chiquito en sus corazones.

En fin, dejando eso de
lado, ¿cómo están?
¿Ya comieron?

Les deseo éxito este
mes, en unos días
pasamos a 2023 😀🤙

Also, rayito cuando
llegó a la escuela ft
sus compañeros del
harem:

Valió verga, wuuuu

En fin, un beso en la
cola, los amo 💖

ATTE⨾ 02 ~

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