⠀⠀⠀⠀⠀ ♯01 ━ juventud。
ᴜɴ
El despertador suena, y no le molesta, pero no se confundan, no se trata de un estudiante anormal, al contrario.
Él es lo suficientemente normal para sentirse nervioso por su primer día de clases en una nueva escuela, por lo que dormir nunca fue una opción para su intranquilo corazón.
Sintiendo que el sueño crece tras el pasar de los minutos, deja de divagar por el bien de la puntualidad, y se levanta de la cama para caminar por una habitación a oscuras.
Sus manos buscan la pared, y cuando la yema de sus dedos la encuentra, se deslizan a lo largo y ancho de la misma, buscando un interrumptor específico de luz. Finalmente siente los botones, y los presiona sin miedo a cegarse por el cambio de iluminación, claro que el dolor en su visión aparece, por lo que apaga la misma y decide no volverla a encender.
Como todas las oscuras mañanas, lo primero en llamar su atención es un tanque de agua cristalina, de la cual emerge otra luz que ilumina de manera tenue la habitación. Voltea unos momentos para observar las paredes, y el reflejo del agua lo hace sentir bajo el océano por la ilusión óptica que causa la luz al pasar a través, y al instante, logra ver a sus pecesillos despertar de su sueño y nadar libremente.
Las sombras de aquellos lo hacen imaginar por unos momentos que existe una posibilidad de hundirse en la profundidad de los mares y jamás salir, nadar libremente y perderse entre el día y la noche.
Pero lo despierta la desagradable realidad, que viene con una ruidosa motocicleta de algún molesto vecino.
Suspira perezosamente, y se apresura para alimentar a sus peces antes de partir.
Admira con una sonrisa como sus seis pececillos se acercan a la superficie para devorar el alimento que reciben, dándoles una mezcla original creada por él mismo que les revuelve el estómago de exquisitez.
Tiene peces de distintas especies, tan coloridos y hermosos que hipnotizan al adolescente.
Poseía una pareja de damiselas, los cuales adoraban sobre todo las algas; una hembra de nombre «Angy», y un macho llamado «Astro». En general, esos dos eran unos amargados —debido a que son naturalmente territoriales—, pero no tenían problemas con sus otros compañeros peces gracias al tamaño grande de su pecera (que bien podría ser llamado acuario), llamaban la atención por sus colores azules y amarillos brillantes.
El siguiente, el único pez que consiguió de su tipo, un pez payaso, de colores brillantes y manchas adorables, al cual, por ese mismo aspecto, lo nombró «Manchas». Manchas era algo despistado, tanto que si se descuidaba le podían robar la comida.
Justo como ahora mismo ocurrió. El «Señor Fino» le robó la comida a «Manchas».
Su nombre tenía una explicación, y es que, el Sr. Fino es un tipo de pez que se le conoce como cardenal pijama, a simple vista parece que trae una pijama, y se imagina que de todos ellos es el más fino. Sus colores eran de algún tono amarillento y azul marino, mezclados con blancos y verdes.
Uno de sus mejores amigos de ese acuario, probablemente, era un gobio, un pez amigable de extraña pero intrigante inteligencia, de un hermoso color azul brillante. Su especie son peces limpiadores, por lo que le ahorra mucho trabajo su presencia. No obstante, también le gusta jugar a las escondidas, es un pez adorable, al cual le llamó «Timmy».
Y por último pero no menos importante, tenía una cromis azul, él era un pacifista, y le gustaba jugar con su dueño (no era el único, todos sus peces amaban jugar de diversas maneras). Su nombre era «Bleu», muy simple, pero le quedaba bien debido a sus colores.
La mayoría de sus peces eran omnívoros y de agua salada, sus cuidados y espacio estaban bien planeados para adaptarse a su habitación.
Su pecera era bastante grande para aquellos peces, y tenía una ambientación mixta de la cual cada pez se adueñó como si tuvieran su propia habitación. Por ejemplo, Timmy solía acobijarse debajo de las rocas o cuevas, mientras que algunos otros preferían juguetear hasta el fondo o por los arrecifes.
Manchas a veces era agresivo, especialmente cuando se trataba de llamar la atención de su dueño, quería toda su atención para él.
Usualmente, tiraba un anillo de plástico lo suficientemente grande para que ellos pasaran por ahí sin problemas, y de manera bastante tierna, lo recogían y lo lanzaban dentro de la pecera.
A veces era una pelotita de plástico, y otras pocas ocasiones, colocaba un cofre con burbujas, pero lo quitaba luego porque Astro y Angy se adueñaban de él y no querían compartir.
Podría hablar de sus peces todo el día, y nunca se cansaría, sabía todo sobre los animales marinos y las condiciones naturales en las que debían estar para tener una calidad de vida superior. Tenía un filtro de agua eficiente, y cada cierto tiempo de manera puntual limpiaba la pecera y cambiaba un poco la ambientación.
Él estaba seguro de lo que quería para el futuro, y es que, todo lo relacionado a los animales marinos lo apasionaba. Si tuviera la oportunidad, adoptaría un pulpo.
Su amor por la biología marina era tal, que sus cosas iban de eso mismo, solo tenía llaveros de animales marinos, mochilas con estampado de algún animal marino o flora, pijamas, o ropa de colores similares a corales, lapiceros con pulpos. Su habitación, decorada con pósters de universidades para estudiar Biología marina y Ciencias del mar, sin contar la exagerada cantidad de libros relacionados con el tema (que escondía en su armario por miedo a que su madre los quemara).
Tenía más libros que ropa, y eso era algo lamentable (para los demás).
Por supuesto, para un aficionado como él, la soledad era natural. La gente que se acercaba miraba con asco cada vez que se emocionaba al hablar del tema.
Para que comprendan mejor su gusto, todos los sábados del año se la pasaba yendo al acuario. No importa cuantas veces vaya, siempre le parecerá fascinante cada criatura marina, y jamás se cansaría de verlo.
Por supuesto, tenía sueños bastante claros, y no estaba dispuesto a renunciar, aunque no poseyera amigos de ningún tipo, y su madre y padrastro se lo reprocharan día a día.
Las cosquillas en sus dedos lo hacen sonreír, sus peces disfrutan del desayuno, y están agradecidos.
Él envuelve la pecera entre su otro brazo y su cuerpo, y con mucho amor, imaginando que puede trasmitir cualquier rayo de felicidad a sus amigos, suelta un pequeño chillido de alegría. Cierra los ojos, y sus nervios desaparecen, sus peces devuelven todo el amor jugueteando con su mano, son tan pequeños que la mayoría cabe en su palma.
─Me iré a la escuela, pero no se preocupen, volveré pronto ─aseguró en un susurro.
Sr Fino dio un pequeño saltito fuera del agua, generando que los demás peces chapotearan y mojaran la pijama del chico.
Él quiso llorar, no quería ir a la escuela, quería quedarse todo el día en su habitación viendo a sus peces desearle éxito como lo hacían ahora.
Son tan tiernos, pensó.
Un golpeteo en su puerta interrumpió ese bello momento, y con el ceño fruncido, levanta la cabeza.
─Pulpo, ya es hora de levantarse, tienes que ir a la escuela ─habló su padrastro del otro lado de la puerta.
No se llevaban mal, pero tampoco tenían una relación excelente, su padrastro quería mejorar su relación, y se esforzaba genuinamente para ser un buen padre, por lo que trató de ser amigable usando apodos con los animales favoritos del chico.
El menor sacó la mano de la pecera, y después de asegurarse de dejar todo como estaba, se acercó a la puerta y abrió todos los candados que esta poseía; no dejaba que nadie entrara a su habitación mientras él no estaba, así que tenía mucha seguridad. Tan solo tuvo que abrir ligeramente la puerta y mostrar menos de la mitad de su rostro.
─Ya me levanté ─dijo con una voz cansada.
El hombre de rasgos asiáticos sintió que una gota de sudor bajaba por su nuca, pero sonrió como si nada.
─¿Qué quieres desayunar? ─preguntó amablemente.
El adolescente meditó, quería desayunar algo como sus peces, entonces se desvió, y pensó en sus mascotas por demasiado tiempo, tanto que se perdió en sus pensamientos.
─¿Se te antoja tortilla japonesa con algas? ─ofreció, llevando su mano a su nuca.
El de cabellos _________ asintió varias veces con unos brillantes ojos llenos de entusiasmo. Algunos peces comían algas, a él también le gustaban, pero el hecho de tener eso en común con la fauna marina lo emocionaba más, como si su vínculo con el mar se estrechara por sus gustos particulares.
─¿Beberás agua como siempre? ¿No quieres un jugo de naranja? ─indagó, pero el chico en lugar de sonreír frunció el ceño.
Como si fuera un gato siseando con enojo, causó algo de ternura al mayor. Era un chico de pocas palabras, pero no era muy difícil entenderlo.
─Agua ─Por favor, pensó.
El hombre se aguantó la risa, y se dedicó a forzar su tranquilidad.
─¿Quieres llevar algo de comer o prefieres que te dé dinero? ─El japonés, cuyo nombre era Takeshi Jun, y era el actual esposo de su madre, ya tenía el dinero en su bolsillo, pues conocía la respuesta del menor.
Exhaló aire por la nariz, y con ojos penosos y la cabeza baja miró al hombre.
─Di... nero, por favor. ─Su voz tímida y nerviosa aparecía al momento de hablar de dinero, le daba vergüenza pedir.
─Toma ─contestó, entregando la cantidad suficiente para un almuerzo, con unas cuantas monedas extra por si le apetecía un dulce─. No tardes mucho en el baño, o se enfriará tu desayuno.
Observó a Takeshi voltear y dirigirse a las escaleras. Volvió a meterse a su habitación, y cerró con llave nuevamente. Esta vez, con más ánimos de bañarse para conseguir darle un gran bocado al desayuno caliente sin arrepentirse.
Entró a su baño rápidamente, y se perdió en sus pensamientos antes de percatarse.
El asiático esperaba mientras tanto en la cocina, sacando ingredientes y pensando qué es lo que haría para comer ese día. Él trabajaba como chef, y era muy bueno en lo que hacía, el horario favorito de su familia probablemente era el desayuno, la comida y la cena.
El olor de la comida atrajo a cierta mujer de cabellos rubios (no naturales), que se encontraba arreglada para ir a trabajar, actualmente era una azafata.
─Buenos días, Helen ─saludó, acercándose para darle un beso en los labios.
─Buenos días, amor ─dijo algo cansada─. Ya me voy a trabajar, cuídate.
Takeshi le entregó su lonchera, donde le había preparado lo suficiente para que no pasara hambre en el trabajo.
─Que te vaya bien, querida ─comentó, para vaciar el huevo en el sartén cuadrado.
─Uh, sí ─fue lo único que dijo, antes de tomar las llaves de su auto e irse.
Al poco rato de estar en soledad, lo acompañó _____________, con los cabellos goteando de agua y ropas bastante coloridas pero cómodas.
─¿Crees que me veo como el espécimen Blastomussa merletti? ─susurró la pregunta, mientras extendía sus brazos.
Su ropa fluorescente brillaba en la oscuridad, como aquellos fantásticos corales que tanto le gustaban.
El de cabellos negros colocó unas cuantas algas sobre el huevo, para después enrollarlo mientras se preguntaba que era un «Blastomussa merletti». Volteó unos segundos, y vio al chico mirarlo con ilusión.
─¿Quién eres? ─cuestionó, apuntándole con la espátula.
El menor se extrañó por la pregunta, bajó sus manos y ladeó la cabeza.
─¿Cómo? ─preguntó confundido.
─Ah, ______________, ¿eres tú? Por un momento te confundí con un "Blastomussa merletti", menos mal ─su tono de falsa sorpresa le cayó bien al chiquillo.
Mi disfraz funcionó tan bien que confundí a Takeshi, pensó con una mezcla extraña de nervios y emoción.
─Brillan en la oscuridad ─comentó después, sentándose en la mesa mientras dejaba su mochila con estampado de coral a lado de la silla.
─¿Ah sí? ¿Y qué más hacen? ─le respondería el hombre, para colocar el huevo sobre un plato, y empezar a partirlo en pedazos con un cuchillo.
─Muchas cosas ─contestó, para luego comenzar una larga conversación sobre corales y por qué estaban infravalorados.
El adulto había logrado hacerlo hablar; una vez que le preguntabas sobre el mar, no dejaba pasar la oportunidad para revelar todo su conocimiento al respecto.
Y ahí estaba él, escuchando cada palabra del adolescente mientras lo observaba comer un platillo japonés con un tenedor (el chico no había logrado aún comer con palillos, se le hacía muy difícil).
─Me encantaría seguir charlando, pero ya es hora de irnos a la escuela ─lo interrumpió; le dolió hacerlo, pues la sonrisa del oji-________ se desvaneció.
Bajó la mirada apenado, quería pedirle permiso para faltar ese día, pero estaba seguro de que no lo conseguiría.
─Dientes ─murmuró, haciendo señas con una de sus manos simulando un cepillo.
─Te espero afuera ─avisó, tomando unas llaves y un casco.
Así es, mientras su madre poseía un auto, él tenía una moto, se le hacía más práctico, además, le gustaban las motos; la suya era de color negro, y tenía un sticker de calavera, nada personal.
_______________ se despidió una última vez de sus peces, y después de lavarse los dientes y cerrar con candado la puerta de su habitación, bajó corriendo las escaleras con un poco de temor (por si su padrastro se enojaba con él por la tardanza; cosa que no pasaría, muy difícilmente el japonés se enojaba).
Salió de la casa, y se encontró con el mayor sentado sobre la moto, evitando su casco hasta poder ver a su hijastro.
Cuando lo vio salir, ambos se pusieron sus cascos, el del mayor era un casco normal, el del menor, bueno, era un casco de tiburón.
Cada vez que lo veía ponérselo se reía, y recibía una mirada retadora del de cabellos ________. Pero, ¿cómo no hacerlo? Se veía adorable.
Una vez listos, solo tuvieron que partir a la escuela.
─T-Takeshi ─susurró muy bajito, no queriendo soltar la moto para evitar que él se fuera.
─Tranquilo, no te va a pasar nada, la escuela es buena, me la recomendaron mucho, además, estoy seguro de que harás muchos amigos ─lo animó, dándole palmadas en el hombro.
______________ Ruiz era alguien a quien usualmente lo podían apodar como un ansioso social, le daba miedo hablar con desconocidos con intenciones amistosas, estaba cien por ciento seguro de que los amigos humanos no eran beneficiosos, por ello prefería a los peces.
Las multitudes eran insoportables de vez en cuando, especialmente multitudes escolares durante un primer día de clases.
─¿Qué te parece esto? Si entras hoy a la escuela, cuando regreses, podemos pasarnos por la tienda de mascotas, y compramos nuevos juguetes para tus peces. ─Takeshi era bueno negociando.
Sus ojos brillaron, hace tiempo que estaba ahorrando para comprar un barco pirata para su pecera. Si su padrastro le completaba el dinero, podría obtenerlo de una vez.
Asintió varias veces, soltó la moto y le dejó el casco a su pariente.
─Piratas ─exhaló, un poco más seguro de sí mismo.
¿Piratas? Pensó el mayor.
─Mucho éxito, _____________, si tienes algún problema, no tengas miedo de llamarme ─le dijo antes de marcharse en su moto.
Ahora estando solo, y creyendo que tener un objetivo sería suficiente para combatir sus nervios del primer día (así es, el miedo desaparecería mañana), se atrevió a caminar unos cuantos metros hasta llegar al edificio.
Lo miró detenidamente, sin darse cuenta que los alumnos que iban entrando lo miraban detenidamente a él.
Frunció el ceño, no le gustó como se veía el instituto por fuera.
Se dirigió a la entrada, y al parecer no notaba como al entrar todos murmuraban mientras lo veían o señalaban. Según él era normal ver alumnos cuchicheando de cualquier cosa.
Se detuvo a la mitad del pasillo, y sacó una hoja arrugada de su bolsillo, su padrastro le hizo un croquis del Instituto la noche anterior, era muy malo para orientarse, y seguro se perdería.
Según el mapa, si caminaba recto y subía las escaleras, llegaría en poco tiempo a su salón.
Así lo hizo, pero no esperaba que terminaría en un salón de laboratorio. ¿Qué fue lo que hice mal? No nací ballena, seguro es eso, pensaba. Las ballenas tienen una capacidad asombrosa para orientarse, desearía ser una ballena, meditó.
Otro de sus defectos era que se distraía muy fácil, su mente estaba repleta de información sobre los cetáceos actualmente, y caminaba con la cabeza baja viendo directo a la hoja de papel, no obstante, el mapa ya no le era útil.
Las orcas y los cachalotes son inteligentes, pero la ballena sei es la especie más veloz, pensó, sin percatarse de que se aproximaba a colisionar contra alguien.
El golpe que recibe no logra tumbarlo, pero si a la persona con la que chocó. Una pobre chica acabó en el suelo, ella está a punto de reclamar, pero la mirada fría del joven le congela la sangre.
─L-Lo siento, no era mi intención ─se disculpa inmediatamente, tratando de levantarse por su cuenta.
El chico no responde, y eso solo la hace querer correr. Antes de poder escapar, el de cabellos _________ toma la tela de su chaqueta para detenerla. Desea disculparse y de paso hacerle una pregunta.
No quiso en ningún momento ser grosero, pero es incapaz de articular palabra, el sonido se atora en su garganta. ¿Hace cuánto no socializa con un desconocido? Sus nervios se presentan como sudor, no parpadea, y su expresión no hace más que intimidar a la chica de vestido rosa.
─Oye ─su voz firme la hace temblar.
─Y-Ya me disculpé, por favor, déjame. ─Ella está a punto de llorar, y el chico no sabe que hacer, por lo que la suelta gentilmente y observa como se aleja corriendo.
El pasillo no está tan lleno de alumnos, hay unos cuantos que susurran o lo miran con desprecio, pero no son lo suficientes para armar un escándalo y enfrentarlo.
Su croquis había terminado en el suelo, empapada con alguna bebida colorida con olor dulce. Recoge los restos y se dirige a un basurero cercano, mientras piensa que la chica que acaba de huir es similar al caballito de mar pigmeo.
Esta vez se anima para pedir ayuda a algún estudiante, pero empieza a notar que cada vez que se acerca unos pocos metros, la gente se aleja. Como si fuera un tiburón rodeado de peces, todos buscan evitarlo.
Baja las escaleras rendido, y prefiere encontrarse con algún profesor para pedir instrucciones.
Mira a todos lados buscando algún salón donde pueda encontrar ayuda, y se topa con la Oficina de la directora. Que buena suerte la mía, soy como un pez koi, se detiene a pensar.
Toca la puerta con los nudillos de manera gentil, y espera recibir permiso para entrar. Una voz exhausta y rugosa le da dicho permiso, por lo que abre la puerta y se encuentra con una oficina bastante ordenada pero de color rosa; había un cuadro con colores rosas de ella que presumía un perro. Hablando del perro, este se hallaba sentado sobre sus piernas.
Frente a ella están dos jóvenes, un rubio y una castaña, dirigen su mirada hacia él, e inmediatamente hay hostilidad de parte de uno de ellos. La directora sonríe amablemente, y como el alumno no habla, ella decide hablar primero.
─Buenos días, ¿puedo ayudarte en algo? ─cuestionó, acariciando al cachorro con tranquilidad.
Sus ojos brillan, por fin consiguió que alguien tratara de ayudarlo. Asiente varias veces, y formula una frase en su mente antes de hablar.
─Mi molestia... No se donde está... Perdón por la salón. ─Nadie logra entenderlo, y él está seguro que lo dijo todo bien, pero las miradas le dicen que quizá le faltó algo─. ¿Buenos días?
Guardan silencio, y solo la directora sonríe y comienza a reírse.
─Oh jo jo jo, querido, no tienes que estar nervioso, acércate ─dijo de buen humor.
Él entra a la oficina, está asustado porque no entiende la risa de la directora. Cierra la puerta detrás suyo, y caminando en dirección al escritorio, se detiene para esperar algo de la mujer.
─A ver, nunca te había visto, ¿eres de nuevo ingreso? ─Vuelve a asentir, y ella saca un papel donde está la lista de alumnos de algunos salones─. Dime tu nombre, mi niño.
─______________ Ruiz. ─Ese nombre logra tensar incluso a la directora.
─A-Ah, ya veo ─balbuceó, y se apresuró a encontrar su nombre en una de las listas─. T-Tu salón es la que pone en la ventana «Aula A», d-de hecho... Nathaniel, él va en tu salón, ¿verdad? ¿Por qué no lo guías y de paso vas a tu salón? Yo hablaré con Melody y ella te pondrá al corriente.
─Será un placer, directora ─respondió el rubio con una sonrisa deslumbrante.
─________________, sigue a Nathaniel, y hazle caso en lo que te diga, ¿Ok? ─Logra ver como su sonrisa falsa se desvanece cuando él sale de la oficina.
Él sigue al blondo sin cuestionar nada, su inocencia es sorprendente para los que logran percatarse (nadie ha logrado tal hazaña en la escuela), no se percata de los rumores a su alrededor.
El rubio se detiene en una de las puertas, toca y abre la misma, dentro del salón ya está el profesor a cargo, y tras verlo su cara de disgusto desaparece.
─Nathaniel, llegas en un buen momento, justo estábamos hablando de los cambios del semestre ─habló Farrés.
─Buen día, profesor Farrés ─dice él educadamente─. Vengo con el nuevo alumno, al parecer no conoce las instalaciones del todo.
─Ah, claro, adelante chicos. ─El profesor observa como ambos entran y cierran la puerta, las miradas se detienen en el chico nuevo.
Entonces Farrés se encoge en su lugar, la mirada del alumno es tan siniestra que le aterra. Los alumnos susurran cosas inaudibles para el oji-_________, y este simplemente se detiene frente al profesor.
Aquel entra en pánico, y busca ayuda entre los alumnos. Mira un asiento vacío al final.
─¿Q-Quieres presentarte? ─Toma su tablilla de cartón donde está la lista de nombres de todos los alumnos─. S-Si no quieres no, p-puedes sentarte en esa silla vacía.
El profesor señala el pupitre, y él lo mira con detenimiento. Asiente una sola vez, y camina hacia el dichoso para establecerlo como su lugar por predeterminado.
Las miradas lo siguen, y ahora se percata de que en serio lo están observando demasiado.
¿Eso es normal? Me miran como tiburones blancos hambrientos de pingüino, y yo sería el pingüino, hipotéticamente, piensa, pero como es costumbre, empieza a divagar en que tipo de pingüino se asemeja más a él.
Ocurre algo inesperado, por estar distraído se tropieza con el pie de un estudiante, y termina estrellándose contra el suelo.
Es un pésimo comienzo, y jura que escucha risas de delfín en algún lado.
3931⨾ palabras
¿Qué opinan? ¿Les
gustó? Espero que
sí.
¿Qué les parece el
protagonista? Es
la primera vez que
escribo a uno tan
calladito y obsesionado
con algo (Biología
marina).
Trato de hacer que tenga
sentido su personalidad
y sus gustos con traumas
de la infancia, etc. Ndeah,
psicología del personaje
que yo misma trato de
construir¿
Siempre es bueno saber
sus opiniones para mejorar,
o saber si me estoy
equivocando.
En fin, no digo más, acá
imágenes del prota
adolescente:
(Personaje⨾ Towa - Slow Damage)
(Créditos a los autores)
No digo más, cuídense
Un beso, muak 💋
ATTE⨾ 02 ~
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