⠀⠀⠀⠀⠀ ♯0 ━ infancia。
ᴢᴇ́ʀᴏ
Es un hermoso día para arruinarle la hora del recreo a mis compañeros de clase.
Nadie en su sano juicio pensaría eso seriamente.
Excepto él, un niño de gran estatura para su edad, que aprovechaba su altura y fuerza para abusar incorrectamente de ella, molestando hasta el cansancio a sus pobres compañeritos, que apenas alcanzaban su hombro.
─¡Ya basta, ______________, no es divertido! ─exclamaría Castiel tras observar el llanto de su mejor amigo.
─¿¡Por qué no te metes con alguien de tu tamaño?! ─gritó un pequeño Nathaniel, extendiendo sus brazos para proteger a sus amigos, que se ocultaban detrás de él.
─¿Vas a proteger a tu hermanita ahora? Ayer te ví molestándola ─contraatacó el bully, burlándose un poco de la audacia del rubio.
Ámber cubrió sus ojos rebosantes de lágrimas, hipando de manera audible para el grupo. No era la única, Lysandro, quien miraba uno de los mechones de su cabello tristemente adornando el suelo, solo podía lloriquear dolido.
─E-Eso está muy mal, ______________, ¿y si lastimabas a Lys? ─regañó Ken, arrepintiéndose de hablar después de recibir una mirada fría por parte del más alto.
─¡Ya suelta a Alex! ─suplicó su gemelo, Armin, tomando su mano con el miedo a que este le cortara con las tijeras.
Así es, el bully creyó que las "niñitas" necesitaban un corte de pelo un poco más masculino, por lo que, en contra de su voluntad, les cortó grandes mechones de cabello.
Alexy lloraba aterrado, no quería que le cortaran el cabello, después de esperar mucho tiempo para que este creciera tan bonito, le rompería el corazón que sus esfuerzos terminaran siendo en vano.
─N-No lo hagas, por favor ─rogó el pequeño, queriendo alejarse del niño.
Entonces, justo cuando las tijeras se aproximaban al rostro del chico, él volvió a hablar.
─N-No quiero, d-déjame, prometo que no te volveré a molestar. ─Alexy esperaba que no se apiadara de él, y que de una vez por todas lo dejaría calvo por llorón.
Sin embargo, se detuvo. Quedándose estático en su lugar, mientras veía al niño aguantarse la tormenta de tristeza que venía a continuación.
Por alguna razón, soltó su otra mano y lo dejó caer en el suelo junto a su gemelo, y sin importarle mucho sus tijeras, las tiraría en el suelo para simplemente irse caminando.
─¿G-Ganamos? ─preguntó Ken incrédulo.
─¿Están bien? ─indagó Nathaniel cambiando el tema, ayudando a los gemelos a levantarse.
Al parecer, estaban más animados por haber intimidado al bully y hacerlo alejarse, todos los días, durante más de un año, fue un tormento tener que soportar los comentarios hirientes y las peleas a golpes con el niño, pero por primera vez, él los dejó en paz tras un par de súplicas.
Era demasiado extraño, tanto para que lo consideraran como su primera victoria, o un milagro.
Finalmente, y con el coraje de la reciente vivencia, decidirían atreverse a contarle en grupo a su profesora para que hiciese algo al respecto; llevaban mucho tiempo callando esas "bromas pesadas", y el hecho de que esta vez decidiera cortar sus cabellos, fue el colmo.
Entonces, apoyándose entre sí, se dirigieron a la oficina de la directora.
─Es una vergüenza tener que decirlo frente a los niños, Señor y Señora Ruiz, pero _______________ ha tenido un comportamiento inaceptable, por lo que no sólo les voy a exigir que lo eduquen correctamente, sino que lo voy a expulsar, espero puedan corregir su actitud ─dijo firmemente la directora.
Al día siguiente, durante esa misma semana tras una charla con la directora, ella mandó a llamar a los padres del bully, y mientras ellos les relataban todas las fechorías de su compañero, la actitud fuerte y siempre intimidante del delincuente se desvanecía para simplemente ser desesperanza.
No sólo había causado daños al edificio y culpado a sus compañeros —lo que por supuesto los metió en problemas—, sino que se había atrevido a robarle cosas a los maestros.
Los padres del niño lo miraban con desaprobación, pero sobre todo la madre, quien de tanto apretar sus puños, el color había desaparecido de sus nudillos.
El sermón que les daba la directora los enfurecía, y ya sabían a quien culpar por la actitud de su hijo, claro, no tenían ni la menor idea que sus pensamientos coincidían.
─Creo que es suficiente, señora directora, yo misma me encargaré de corregir a este maldito mocoso ─comentó la madre entre dientes, levantándose de su asiento para llevar su mano a la oreja de su hijo, la jaló con tanta brusquedad que la directora temió que se la arrancara.
─D-Discúlpate con tus compañeros, _______________ ─pidió amablemente la directora, tratando de ignorar la actitud agresiva de la madre hacia su único hijo.
─Hazlo ahora, pedazo de mierda ─ordenó ella en voz baja, pasando de la oreja a su cabello inusualmente corto.
El niño miró a sus víctimas, quienes se mostraban molestos, y parecían disfrutar un poco el jalón de orejas que la madre le dio al chico; sin saber por supuesto, lo que significaba, mirándolo siempre desde sus inocentes cabezas.
Bajó la mirada, evitando encontrarse con el origen de sus pesadillas, y con una voz algo audible, finalmente se disculpó.
─Lo siento por todo lo que les hice, no lo volveré a hacer ─habló también entre dientes.
A diferencia de su madre, él no lo hacía por enojo, sino por aguantar el llanto y dolor que le generaban los jalones de ella.
Para ellos, sonó como una disculpa obligada y molesta, tan falsa que los hizo enojar, pero no podían pedir nada más, consiguieron su expulsión y eso era suficiente.
El padre se disculpó, y fue el primero en salir de la oficina llevando la mochila de su hijo en manos.
Su madre lo seguiría, obligando al menor a caminar tomándolo del brazo mientras encajaba sus uñas en su piel, hiriéndolo adrede.
La directora habría notado un patrón de maltrato, y sabiendo por lo que el bully estaba pasando, sólo pudo bajar la mirada y suspirar con angustia.
Los niños no lo sabían, no entendían de manera tan profunda lo que estaba pasando, simplemente veían esto como una victoria, pero se prometieron mentalmente no olvidar lo que les ocurrió, no permitirían que los volvieran a molestar.
Por otro lado, fuera de los pasillos, los padres hablaban sin preocuparse por mantener su voz baja, y en lugar de prestarle atención al menor, se gritaban entre sí.
─¡Esa actitud la sacó de tí, siempre estás abusando de los demás! ─reclamó el padre, señalando con rabia a su esposa.
─¡Tú eres el que lo está envenenando con ideas tontas! ─gritó ella.
─¡Es un niño, Helen, está bien que tenga sueños!
─¡¿Sueños como ser amigo de los peces cuando sea grande!? ¡¿Así como tú y tu maldito trabajo?! ¡Esas no son más que idioteces! ─Helen Ruiz se detuvo para ver a su marido, aún sosteniendo la mano de su "querido" hijo.
─¡Esas idioteces de las que hablas tan mal te dan de comer día a día! ─respondió Martín Ruiz, para luego llevar sus dedos al puente de su nariz, un hábito que aparecía cuando estaba decepcionado─. Ya no puedo soportarlo más, este matrimonio fue la peor decisión de mi vida, me voy a ir con MI hijo, tú no puedes criar a un niño, eres incapaz.
La rabia inundó cada poro del cuerpo de la mujer, y abofeteó con todas sus fuerzas al hombre.
─¡No me faltes al respeto, Martín! ¡Él también es MI hijo, y no voy a permitir que te lo lleves! ¡Él se va quedar conmigo aunque no quiera! ─Tantos gritos comenzaban a llamar la atención de los profesores que estaban en las aulas.
─¡Por el amor de Dios, Helen! ¡Mira como le dejaste el cabello, él imita todo lo que TÚ haces!
Él se tapó los oídos, no quería escuchar más de esa conversación.
Así es, él era el tipo de bully que seguía un patrón, quería desahogarse de su situación familiar, y que mejor manera de hacerlo repitiendo absolutamente todo lo que su madre le hacía.
Por otro lado, su padre, aunque pasaba bastante tiempo de calidad con él, estaba ocupado con su trabajo, lo suficiente para dejarlo a merced de su esposa.
Ese también sería el final de su ensueño de familia unida.
─¡P-Papá, no me dejes, llévame contigo! ─rogaba el bully, abrazando la pierna del mayor entre lágrimas.
─Sueltalo, ______________, ese imbécil no te quiere, él no quiere ser tu papá. ─Una madre tan insensible fue lo que le tocó al pobre niño.
Pero eso causó que sintiera odio hacia ella, era imposible que su padre no lo quisiera, ambos tenían mucho en común, y eran los mejores amigos.
─¡No es cierto, no te creo! ─chilló.
Pero su padre no dijo nada, simplemente acarició su cabeza una última vez, y se fue azotando la puerta para nunca más volver, dejando solo un recuerdo de él en aquella casa: un peluche.
─Pobre de mi niño, no te preocupes, no necesitamos a Martín ─le dijo, colocando su mano sobre su hombro.
¿Cómo su padre pudo abandonarlo? No podía creerlo.
Y con el corazón roto, sólo pudo resignarse a vivir en soledad, sin el apoyo amigable de alguien que lo amara sinceramente.
El bully había entendido entonces, que la violencia no era la respuesta ni algo que lo ayudara realmente a desahogarse. Sólo causaba dolor.
Y también un divorcio.
1725⨾ palabras
Cabe aclarar, que Sucrette
es un personaje extra en
esta historia (por si no
leyeron las aclaraciones 😔).
Otra cosa que creo es necesario
aclarar a partir de este capítulo,
es que es evidente que en la
novela visual original (en el juego
pues), los personajes no se
conocieron de chiquitos, algunos
sí, otros no. En este fanfic, eso
cambia, y sí se conocieron, pero
a partir de esos acontecimientos,
cada uno sigue su camino, por
lo que no hay muchos cambios
en la relación de los personajes
y la historia en sí (en la historia
del juego).
¿Dudas?
En fin, gracias por aventurarse
a leer este fanfic, espero
que les guste.
Unas pocas imágenes
del prota:
Es todo un emo que
le gustan los pecesitos,
prota cute nerd, en fin.
Acá unas de cuando es
xiquito 🤏
(Créditos a los artistas, si
alguien los conoce, favor de
mencionarlos)
Me despido aquí, nos vemos
en el próximo cap.
ATTE⨾ 02 ~
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