El Justiciero
Solo en el Halloween "El Justiciero",
ha de cruzar "El Valle" sin perderse
y se alzará severo y riguroso,
desde los hombros de la acerba muerte.
De nebuloso paño es su ropaje,
rojo su iris cual fuego relumbra
y su cabello como negro encaje
se mezcla en el matiz de la penumbra.
Rondará por el pueblo en su venida
cuando la luna gire por lo alto,
y en lo bajo la oscuridad ceñida
contamine las calles con su espanto.
La risa de los niños sonará en la noche
y su inocencia flotará en la brisa.
De manzanas y dulces no hay derroche,
de truco y travesura inmensa prisa.
Calabazas talladas de brillantes ojos
sonrientes le darán la bienvenida
cuando abra de las puertas sus cerrojos
y el alma del impuro sea consumida.
Hay un hambre voraz en sus entrañas,
una que ha trascendido lo mundano.
De práctica solaz no hay más extraña
que su gran afición por lo profano.
"El Juez" lo han bautizado los devotos,
"Verdugo" han declamado los impíos.
Del resonar de aquel martillo ignoto
jamás podrán huir los descreídos.
Arde la carne fresca entre sus manos,
el ánima se pliega a su mirada.
En la tierra se agitan los gusanos
cuando reclama un alma condenada.
Esta noche a las doce campanadas
buscará a la "Maligna" el "Inclemente"
y las culpas de ayer serán saldadas,
tornará sobre ella su martillo potente.
En su morada espera al enemigo,
la bruja que recita un soez conjuro:
"¡Si tu mazo me alcanza te maldigo
a morar para siempre en El Obscuro!"
Sella su maleficio un aciago brebaje:
Sangre del inocente, un ícor ponzoñoso,
de la cobra el colmillo y del lobo el pelaje
son la mezcla perfecta del coctel ominoso.
El tiempo ya ha llegado, viaja el eco
mordaz de duro acero con el viento.
En la tierra un sonido sordo y hueco,
"El Verdugo" está cerca, es el momento.
Las puertas se entreabren, crispa el fuego
bajo la humeante olla del antiguo caldero.
Tras el tosco maullar de un gato ciego,
comienza a murmurar "El Justiciero":
—He venido a llevarte, "bruja infame",
la hora del dictamen ha llegado.
Mas no hay castigo alguno que proclame
capaz de ajusticiar tu vil legado.
—Inténtalo y veras las consecuencias,
la desgracia caerá si me haces daño.
Al infierno te irás si me sentencias
sin poder retornar esta noche del año.
Disfruta la hechicera su victoria,
la mueca de "El Verdugo" es evidente.
Su amenaza fue un hito de la Historia,
de tal provocación no hay precedente.
—Tú ganas esta vez "mujer artera",
no caerá sobre ti condena alguna.
De mi vara imparcial y justiciera,
por tus actos sanción no habrá ninguna.
Tras la promesa deja su herramienta,
camina por la estancia a paso lento,
toma su rostro de manera experta
y con sus labios le roba el aliento.
Sonríe entonces de una forma ociosa:
—No es el "recto artefacto" el del castigo.
El trabajo está hecho "bruja odiosa",
el poder de justicia ha nacido conmigo.
Termina su sentencia y tiembla el suelo,
la "Noche de Difuntos" ha clamado a sus muertos.
Ululan los demonios, canta el cielo,
pronto el mundo será de los despiertos.
Entre gritos de horror en cruenta hoguera,
arden los restos de un cuerpo caduco.
Decir que era una bruja ¡¿quién creyera?!
Alto fue el costo de su dulce truco...
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