9
BRIXTON
Quería morir.
Vale, eso ha sonado un poco dramático, pero creía a Evelyn perfectamente capaz de enterrarme esa daga. Con sus ojos azules astutos, su sonrisa cínica y su belleza exótica. Su pelo ondeaba sobre sus hombros hasta su cintura. La miré a los ojos.
¿Un beso?¿Cómo demonios iba a besarla?¿Y mi ética laboral? Era una alumna, yo...¡Joder!
Mayor de edad, vale, pero una alumna al fin y al cabo. Además, su sangre bastaba para que ponerle un dedo encima significara la horca.
—James...—susurré pacífico—Estás a tiempo de entrar en razón, yo...
—Conde Ledger...—dijo, en el mismo tono bajo que yo—Quiero mi beso, nada que diga me va a hacer cambiar de opinión.
Cerré los ojos con fuerza al sentir el frío filo de la daga contra mis costillas a través de la camiseta.
Mierda.
—Si te dejo besarme...me dejarás irme, ¿cierto?
Ella sonrió de lado.
—Depende.
—¿Depende?—fruncí el ceño.
Ella sonrió ante sus propios pensamientos.
—Si el beso no cumple mis expectativas...te marchas. No te volveré a molestar, pero...
Tragué saliva.
—¿...pero?
—Si el beso cumple mis expectativas, o las sobrepasa, lo cual considero probable—se pasó la lengua por los labios—, te aseguro que no habrá forma de que escapes de mí. No soporto perder algo que me gusta. No me gusta perder y punto.
La miré a los ojos.
—¿Qué quieres que haga?
Sus ojos viajaron por todo mi rostro con fuego encendido alrededor de sus pupilas.
—Bésame, Brixton.
☬
EVELYN
Su mirada me examinó con duda y soltó un suspiro de resignación antes de pegar su boca a la mía.
Por fin, joder.
Abrí mi boca para profundizar el beso y él frunció el ceño ligeramente con...¿confusión? No lo supe. Cuando pasé un brazo por encima suyo para enroscar su cuello y pegarlo más a mí soltó una maldición sobre mi boca. Metí mi lengua en el juego y sentí que trataba de apartarme empujando mi cuerpo, pero no lo dejé. Mordí su labio inferior con fuerza. Apretó los dedos en mi cintura, no supe si buscando apartarme o buscando cercanía. No sabía nada. Ni siquiera estaba segura de que me estuviera besando como tal, solo sabía que yo me lo estaba devorando.
Solo sabía del contacto entre nuestras bocas.
Entonces, de manera casi imperseptible, sentí el movimiento de sus labios sobre los míos.
Me estaba respondiendo.
Continué el beso todo lo que pude porque era increíble, porque era...
—Basta—gruñó con voz ronca echándose hacia atrás. Me miró con los ojos abiertos de par en par pasándose un dedo por el corte que le había hecho en el labio. Ups—¿Qué demonios...?
Sonreí como un angelito.
—No podrás deshacerte de mí, Brixton...—dije finalente—No puedes besarme así y luego esperar que crea que realmente no te gusto.
Él abrió la boca, casi parecía ofendido.
—Yo no he...—me miró a los ojos, sus labios hinchados reclamaron toda mi atención—¡El beso lo has llevado tú!
Sonreí de lado, pegando la esquina de la daga a sus costillas otra vez lo que lo hizo palidecer.
—Y usted me lo ha respondido, Conde.
Sus ojos escrutaron los míos.
—James, deja este juego, te lo suplico. Hay más en medio, más gente...No puedo perder este trabajo, yo...—le puse un dedo en los labios, en el cual clavó los ojos abiertos de par en par.
—Shhh...—chisté—Es muy pronto para que discutamos. Ya habrá tiempo para eso.
Se paralizó como un palo cuando le mordí la boca y luego dejé un beso en la comisura de sus labios.
—James...—advirtió por lo bajo.
—Nos vemos luego, Conde Ledger.
Y salí corriendo del cuartito de la biblioteca con una sonrisa mientras escondía la daga en mi vestido.
☬
—¡¿QUE HICISTE QUÉ?!
Solté una risa ante la cara pálida de Monique.
—Solo le di un pequeño incentivo para...—me interrumpió.
—¡Lo amenazaste para te besara!—exclama por lo bajo para que nadie la oiga, noto el rubor de la vergüenza en sus mejillas—¿Y si te denuncia?
—Nah—me encojo de hombros—, él me siguió el beso, tía...Si me denunciara debería decir eso también.
Ella se atusa el pelo.
—¡Dios!—se exalta—¡Es que no me lo puedo creer!
—Calma...—murmuro desenredándome el pelo sobre mi cama mientras ella me observa desde la suya—Solo fue un beso. Ya tendrás tiempo de ser tan efusiva cuando pase a mayores.
Palidece.
—¿Piensas...llevártelo a la cama?
Suelto una risa.
—¡Por supuesto!—concedo—Ese tío me pone, eso es raro. Soy muy exquisita para elegir tíos por los que sentir cosas pero Brixton...—me muerdo el labio recordando cada detalle de su rostro y su cuerpo...y sobre todo de esa personalidad tan correcta que ansío llevar al lado oscuro—Joder, es que me encanta.
Monique suelta una risa.
—Vale, eh...¿Y tienes algún plan?
Me encogí de hombros.
—Es un tío difícil, pero no es imposible...—dejé el peine en la mesita de noche—. Además, yo nunca pierdo, Monique, nunca. Y ahora Brixton es la pieza clave de mi juego.
Ella frunció el ceño.
—¿Juego?
Sonreí de lado.
—Lo sabrás en el momento indicado, querida. No te preocupes...—miré el libro El villano azul en la mesita de noche y lo abrí en una página al azar mientras leía las diferentes frases que tenía señaladas con lápiz.
«Lo oscuro y retorcido del amor es que puede ser tanto el escudo que nos protege como la daga que nos clavan a traición.»
«Los besos más crueles son aquellos en los que cerramos los ojos, y el tiempo, simplemente, ya no está. Lo malo de la otra persona tampoco.»
«Horrible, pero cierto : el ser humano cae hechizado por el amor aunque huya, con todas sus fuerzas. Es una plaga. Una plaga tan, pero tan tóxica...Pero qué bien sabe ese veneno.»
☬
Entro en el salón de clases con las manos detrás de la espalda. Mi vestido tiene el escote generoso y me he maquillado para resaltar mis labios y mis ojos con tonos rosa. Sus ojos se levantan del buró para fijarse en mí como si sintieran el peso de los míos.
Dislumbro la cortada que provocaron mis dientes en su labio.
Sonrío. Palidece.
Esto será divertido.
Me acerco a él. Me observa con expresión impasible, pero veo el pánico en sus ojos. Pongo ambos brazos en la madera y me inclino hasta quedar a su altura. Mi busto se realza en esta postura, pero el muy gilipollas es tan correcto que sus ojos no abandonan los míos en ningún momento mientras tiene mis pechos prácticamente en la cara.
—Buenos días, Conde Ledger.
Suspira.
—Buenos días, James...—murmura y quita su mirada para clavarla en el libro que tiene al frente.
Levanto una ceja.
¿Así quiere jugar? Bien.
Me agacho un poco más, hasta que no queda casi espacio entre nosotros, siento la ola de miradas y cuchicheos que nuestra cercanía ha creado en el resto de los presentes. Y creo que Brixton también porque veo que sus hombros se tensan. Toma aire con fuerza y se pasa la lengua por los labios, hipnotizándome, antes de mirarme directo a los ojos.
—¿Qué pasa?—pregunta con hastío.
Hago un puchero.
—Si no quieres que todos sepan lo que pasó en la biblioteca deberías ser un poquito más amable conmigo, querido...—susurré para nosotros. Saqué un papel doblado de mi escote, dejándolo sin colores en la cara y se lo puse sobre la mano con disimulo—. Quite esa cara, Conde...tiene un rostro demasiado bonito para llenarlo de arrugas—añadí con burla.
Su palidez pareció enrojecerse un poco debajo de sus pequeñas pecas sobre la nariz y las mejillas.
—Vaya a su asiento, James—exigió entre dientes—. Ahora.
Le quiñé un ojo con sorna dirigiéndome a mi asiento donde Monique me miraba con cara de que estaba flipando.
—¿Qué estás planeando, Evelyn?—preguntó por millonésima vez en el día.
Me mordí el labio examinando el puño de Brixton apretar el papel que le entregué con los ojos en la nada, llenos de...¿ira? Pffff.
—No estás lista para saberlo—susurré aún con los ojos en él—. Nadie lo está.
☬
Pienso en el papel que le dejé a Brixton.
«Cabaña detrás
de Lonkred.
Media noche.
NO falte.»
Sonrío. El aire me despeina y me abrazo el cuerpo con el camisón grueso que uso encima de mi vestido de pijama. El mar junto a la escuela le da a toda la zona su aire salado, pero ni eso es capaz de luchar contra el olor a viejo de este sitio. Es muy viejo, incluso de la época en la que mi madre estudiaba aquí...Trato de no pensar mucho en ello.
En que, tal vez, fue procreada en estas paredes, en que mis padres aquí se quisieron.
En que, por un segundo, pudimos ser una familia normal. Pude tener un padre...
Niego con la cabeza. No quiero pensar más en ello. Estoy cansada de sobreanalizar el pasado de mi familia buscando incoherencias...Nada cambiará el pasado, pero puedo trabajar en un mejor futuro.
Siento los pasos a unos metros de mí y sonrío.
—¿Qué quieres?
Me encojo de hombros volteándome para mirarlo. Lleva una camiseta blanca con las mangas enroscadas en los codos y un chaleco de lo que parece lana. Su pelo cobrizo se bate con el viento sobre su frente y sus cejas.
—¿Yo?—inquiero con fingida inocencia—¿Qué puedo querer yo de un hombre como usted, Conde Ledger?
Sus ojos me fulminan.
—No estoy de humor para tu cinismo, Evelyn. Termina con esto de una vez, por favor. Estás obsesionada con...lo que sea que te propongas conmigo, pero no soy un juguete en tu estúpido juego, princesa.
—No, Brixton...—dije, con tono casi condescendiente—No eres un juguete para mí, al contrario, eres la pieza clave el juego...Esa que—me acerqué a él y tragó saliva mientras retrocedía un paso—me hará mover todas mis cartas, porque no quiero perderla.
Frunció el ceño.
—¿Te estás escuchando, Evelyn?
Chasqueé la lengua.
—Es normal que estés confundido, siempre fui una incomprendida...—sonrío—Pero a ti quiero entenderte, y que me entiendas...—susurré, ahora más cerca. Caminé hacia la entrada de la cabaña—Sígueme.
—Evelyn...—advirtió.
—No haré nada malo...—aún; levanté los brazos—Te diría que no muerdo, pero la cortada en tu labio dice lo contrario.
Volteó los ojos y, finalmente, me siguió.
Oh, Brixton, cariño...¿Dónde te estás metiendo?
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