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Capítulo VIII: "Tetris".


—¿Cuánto falta para el nivel final? —insistió Mariana—. ¡Mi hija lo está haciendo muy bien!

—El final dependerá de Abril —dijo uno de los sujetos de blanco—, pero te prometo que, si ella llegara con vida al nivel diez, podrás verla... y explicarle todo.

—¿Debería creerles?

* * *

—¿Estás bien? —Ariel apoyó una mano sobre mi hombro.

Asentí, aunque aún me sentía muy mareada ¿Si llegaba al décimo nivel vería a mi madre? ¿Ella me rescataría? ¿O sólo aparecería virtualmente para justificar los errores que había cometido desde que nací?

Suspiré.

Ariel ¿Se habría encontrado con su padre? No me animaba a preguntarle cuán lejos había llegado.

Pronto, desvié la mirada hacia Jacinto y Nicole. Ayudantes.

<<Perderás, y te convertirás en una ayudante>>. ¿Ellos habían perdido este juego?

¡Qué frustrada me sentía! En lugar de echarme a llorar, decidí levantar la cabeza y enfrentar este puto nivel.

Nos encontrábamos en un sitio oscuro, específicamente dentro de una caja rectangular y metálica. Estaba fresco aquí dentro, pero nosotros teníamos la misma ropa de siempre. Seguramente mi outfit de camisa roja a cuadros y jean les gustaba a los "cabineros".

Pronto, unas letras brillantes aparecieron en el aire.


Nivel Ocho: Tetris.

Formen diez hileras.

Responder erróneamente podría ser su perdición.


Una nube gris se formó sobre nuestras cabezas. Olía a cenizas y a pintura. De la misma, aparecieron unas palabras plateadas y resplandecientes:

<< ¿En qué década se creó el primer videojuego? >>

Unos números en rojo mostraron la cuenta regresiva: contábamos con diez segundos para responder.

Miré a Jacinto y a Nicole, y ellos negaron con la cabeza.

—No podemos ayudarlos.

Me sentía increíblemente nerviosa. Me sudaban las manos ¡No tenía idea cuándo se habían creado los videojuegos!

Ariel se veía pensativo, pero pronto, soltó:

—En la década de mil novecientos cincuenta.

La nube se tornó de color verde.

—¡Has respondido bien! —lo aplaudí.

En ese instante, una pieza cúbica, formada por cuatro rectángulos exactamente iguales, comenzó a caer lentamente. Era de color naranja.

Utilizando su brazalete, Ariel la movió la figura para que reposara en la esquina de la caja metálica.

—Tenemos que formar hileras —anunció, frunciendo el entrecejo—. ¡No lo olvides!

Él tenía la costumbre irritante de decir cosas obvias.

Antes de que pudiera protestar, otra pregunta se formuló en el aire.

<< ¿En qué década se creó la primera computadora? >>

No nos enseñaban eso en la escuela ¿Cómo carajo iba a saberlo?

—¿Ariel?

—Mmm —se frotó el mentón—. No estoy seguro si fue en la década del treinta o la del cuarenta.

Miré el segundero con nerviosismo.

Seis, cinco, cuatro, tres...

Me dejé llevar por mi intuición.

—¡En la década del cuarenta! —solté sin pensarlo dos veces.

La nube se volvió verde. Me invadió un pequeño instante de alivio.

Pronto, apareció una ficha naranja de cuatro cuadraditos ubicados horizontalmente. Se depositó por sí misma al lado del cubo.

Recién había dos piezas del "tetris", y aún teníamos que hacer diez filas. Tendríamos que responder bien casi todos los interrogantes, y temía que las preguntas fueran tornándose más complejas a medida que pasaran los minutos.

Nicole y Jacinto se sentaron sobre las piezas, observando nuestra situación. Odiaba que no pudieran ayudarnos.

—Tranquila —Ariel me puso una mano en el hombro—. Lo haremos bien.

<< ¿En qué década aparecieron los juegos de realidad virtual? >>

—En los noventa —replicó Ariel con seguridad.

La nube se tornó verde ¡Era correcto!

—¿Cómo lo supiste? ¡Eso fue antes de que nosotros naciéramos!

—En mi tiempo libre, solía jugar muchos videojuegos —se encogió de hombros—. Eso me ha ayudado mucho en la Cabina de la Diversión.

Una ficha naranja que tenía una hilera de tres cuadrados en la parte inferior y uno en el medio de la parte superior comenzó a caer lentamente, ubicándose en el espacio que quedaba vacío junto al último fragmento cuadrilátero.

Tuvimos que subirnos al cubo, para que aquella pieza no nos aplastara. Jacinto y Nicole nos tomaron por los hombros para que no cayéramos.

Observé el "tetris": un cuadrado más y completaríamos la primera fila.

—¿Por qué nos están haciendo preguntas sobre videojuegos y computadoras? ¿Tendrá que ver con la Cabina? —inquirí.

Ariel no tuvo tiempo de responderme:

<< ¿Cuándo se creó la Cabina de la Diversión? >>

—¡Mierda! —grité—. ¡Las preguntas sí que estaban relacionadas!

—No tengo idea de cuándo inventaron esto ¿En la década del dos mil? —dijo Ariel.

—¿Qué pasa si respondemos mal? —los nervios estaban comiéndome.

Él negó con la cabeza. No lo sabía ¿Acaso nunca había jugado este nivel?

No teníamos más remedio que arriesgarnos:

—¡En la década del dos mil! —exclamé.

Pronto, una especie de "pieza cohete" en llamas cayó sobre nosotros. Los cuatro saltamos tan rápido como pudimos, para que la ficha no nos lastimara.

Alcé la vista, y vi que las demás fichas se hallaban intactas. Mi corazón latía desbocado, y había empezado a sudar.

—¿Estás bien?

—Sí, algo asustada —jadeé—. ¿Vos?

—Nosotros también estamos bien —Nicole nos guiñó un ojo.

Me ruboricé. Nos había dado a entender que Ariel y yo sólo nos preocupábamos el uno por el otro.

—Este nivel es más peligroso de lo que parece. Estén atentos —anunció el joven Escalada, y esperó la próxima pregunta.

Siempre diciendo lo obvio, Ariel.

Para nuestra desgracia, volvió a formularse el mismo interrogante.

<< ¿Cuándo se creó la Cabina de la Diversión? >>.

Y empezó la cuenta regresiva.

Mis manos estaban tan sudadas y me sentía tan nerviosa que pensé que pronto me desmayaría. Sin embargo, traté de ser racional.

—Si no fue en la década del dos mil, tiene que haber sido antes. Quinientos chicos participaron de este juego de mierda —deduje.

—¿Creés que fue en los noventa?

—Supongo —repliqué—. ¿Estás de acuerdo?

Cuatro, tres, dos...

Nos quedábamos sin tiempo.

—¡En la década de los noventa! —gritamos Ariel y yo al mismo tiempo.

Nube verde. Qué alivio.

Una ficha naranja en forma de Z empezó a descender lentamente.

—¡Sos una genia, April! —exclamó Ariel, y acomodó con su arma la pieza para que completáramos la primera fila.

No pude evitar pensar que, a pesar de la dificultad de este nivel, quizás podríamos aprender algo de aquí. Información útil.

La Cabina era de los noventa, quizás había sido creada diez años antes de que yo naciera. Me pregunté si mi madre había estado metida en ese rollo desde entonces...

<< ¿Cuántos Jefes tiene la Cabina de la Diversión? >>.

—Dos —dijo Ariel con seguridad.

Luz verde.

Una nueva ficha comenzó a caer. Tenía cuatro cuadraditos dispuestos en forma vertical.

—¿Dos? ¿Cómo lo sabías?

—He estado aquí más tiempo que vos, April... —se encogió de hombros—. También he tenido visiones.

¡Deseaba hacerle tantas preguntas!

Ariel acomodó la pieza, preparándose para finalizar la segunda hilera.

Década de los noventa.

Dos "Jefes".

Anotado.

<< Los creadores de las primeras computadoras y videojuegos ¿Están relacionados con la Cabina? >>

—Sí —repliqué—. Deben de ser sus hijos o sus nietos.

Luz verde.

Otra ficha cúbica comenzó a caer. Ariel la acomodó y de ese modo, conseguimos armar la segunda fila.

Alcé la vista, buscando la aprobación de nuestros ayudantes... pero ya no estaban por ningún lado.

—¿Y los chicos? —fruncí el entrecejo, preocupada.

Bueno, más preocupada de lo que ya estaba por no perder en este puto nivel.

—Deben estar en la Zona de Transición —Ariel me puso una mano en el hombro—. Tranquila.

Nuevo interrogante:

<< ¿Qué son los brazaletes de oro/plata que llevan puestos los jugadores? >>

—Ésta la sé —anunció Ariel con seguridad—. Son los dispositivos que usan los creadores de la Cabina de la Diversión para manipularnos directamente, por eso recibimos "visiones" en momentos cruciales. A su vez, funcionan como una especie de arma para los competidores. Por cierto —me miró fijamente. Sus ojos brillaban con intensidad, como si estuviera aprovechando la oportunidad para decirme la verdad—, sólo los jugadores podemos portarlos.

Verde.

Nueva ficha para acomodar.

Me quedé paralizada mientras Ariel arrastraba la pieza del "tetris" al lugar indicado. Si sólo los jugadores portábamos brazaletes, si Jacinto y Nicole eran únicamente ayudantes ¿Ellos eran reales?

En ese momento, recordé lo que me dijo Perpetua a través del espectro de mi papá:

"Perderás, y te convertirás en una Ayudante".

¿Eso hacían con los mejores jugadores? ¿Los esclavizaban?

Un escalofrío recorrió mi espina dorsal.

—¡Abril!

Una nueva pregunta había aparecido sin que yo me diera cuenta:

<< ¿Qué son las "fallas"? >>

¡Nunca me había detenido a preguntármelo! Pensé que eran pequeños errores que teníamos durante los niveles. Miré a Ariel de manera suplicante, rogando que él supiera la respuesta.

—Tienen dos definiciones. La primera: errores que los jugadores hemos cometido y nos han restado energía. La segunda: situaciones que no fueron posibles de prever para los Cabineros.

Verde.

¿Qué? ¿Situaciones imprevisibles? ¿Qué podría haber salido diferente a lo que los Cabineros estaban esperando?

El puto algoritmo. Seguramente tenía que ver con eso.

Una ficha más se había colocado en el tablero. Faltaba poco para formar una tercera hilera.

Nos subimos sobre la pieza recién caída, y una nueva pregunta de fuego apareció en el aire.

<< ¿Realmente existe la "Sociedad de las Sirenas"? >>

—Pregunta capciosa —observó Ariel—. Hay que tener cuidado.

Me sentía tan nerviosa que tenía un nudo en el estómago y ganas de ir al baño ¿Cómo mierda iba a saber si esa sociedad existía o no?

Jamás hubiera esperado un interrogante como aquel. Tenía el presentimiento de que era una especie de trampa ¿Qué se suponía que debíamos responder?

Iba a abrir la boca para decir algo como: "depende", pero Ariel habló antes que yo:

—No es real.

Una luz roja iluminó nuestros rostros mientas dos fichas cúbicas llovieron sobre nuestras cabezas.

Tuvimos que esquivar piezas "cohete" tan rápido como fuimos capaces, pero salté demasiado tarde, y una de ellas me lastimó la pierna, quemándome la piel.

—¡MIERDA!

Grité de frustración. No fue el terrible dolor físico lo que me más molestó, sino que en los últimos niveles me estaban atacando con demasiada facilidad. No saldría de la Cabina si continuaba siendo tan torpe.

—¡Pausa! ¡Merecemos una pausa! —exigió Ariel—. ¡Todos los jugadores tienen derecho a una!

Noté que las piezas cohete ya habían adoptado un lugar y habían completado la tercera hilera. Por fortuna, parecía que tenía un minuto para descansar.

Me levanté la botamanga del jean y vi que me había quemado la piel del isquiotibial izquierdo.

—Se ve horrible esto ¿Te arde? —me sopló la herida.

A pesar del dolor que sentía, su tierno gesto me hizo desear acariciarle el cabello.

—Se me ocurrió una idea ¿Confiás en mí?

Asentí. Él era la única persona en la que confiaba en estos momentos.

Sacó la Mariposa Plateada y combinó la habilidad de su pulsera con su amuleto. El aire helado me aliviaba muchísimo la quemazón.

—No sé si esto tiene poderes sanadores, pero...

—Me hace bien —lo interrumpí, sintiendo un gran alivio en el isquiotibial—. Muchas gracias.

Guardó el colgante.

—Quedate acá sentada, no te esfuerces ¿De acuerdo?

—Prometo no esforzarme a menos que me caiga una ficha ardiente en la cabeza. Bueno, o dos. Supongo que se irán multiplicando según las cantidad de respuestas incorrectas —me encogí de hombros.

Y en ese momento, la pausa se terminó:

<< ¿Qué es la Cabina de la Diversión? >>

—¡Ay, no! —sentí una punzada de dolor en la pierna—. ¡No sé qué mierda es!

—Quizás es más simple de lo que esperamos —dedujo Ariel—. Pensemos...

Cinco, cuatro...

—Tiene que ser un juego peligroso —deduje.

—¡Eso es! ¡Un juego peligroso! —repitió Ariel.

Color amarillo.

<< Respuesta incompleta >>

Y justo cuando un "pedazo" de una ficha "cohete" golpeaba brutalmente mi cabeza, tuve una visión.

* * *

Tecnología por todas partes. Gente vestida de blanco.

Dos adolescentes internados en una especie de cubo de cristal: Ariel y yo.

Nos inyectaron unos líquidos, y nos limpiaron la ropa con unos aparatos modernos. Nos acomodaron el cabello, como quien arregla los cadáveres para un velorio.

El sitio se veía exactamente igual que el lugar en donde había despertado luego del secuestro, aquel maldito dos de septiembre.

* * *

La escena cambió.

* * *

Mariana se encontraba increíblemente nerviosa.

—¡Dejen de enviarle visiones en los momentos inoportunos! —bramó—. ¡Podría resultar herida!

* * *

—¡La puta madre! —me desperté. Ya no me dolía la cabeza, tenía el pantalón reparado y la pierna, curada—. ¡Acabo de perder otra vida! ¡Mierda! ¡NIVEL DE MIERDA! —grité, y golpeé el puño contra una de las piezas.

—Tranquila —Ariel me tendió la mano para ayudarme a levantarme—. He avanzado varias filas mientras vos estabas inconsciente. Nos quedan completar sólo dos hileras. Por lo menos ahora te ves sana.

—Has hecho un gran trabajo —observé, tratando de reponerme—. Cuando lleguemos a la Zona de Transición, quiero contarte algo —me urgía hablarle sobre las visiones.

Pronto, aparecieron nuevas letras plateadas sobre una nube que olía a cenizas:

<< ¿De dónde proviene la tecnología de los Mocasines? >>

Ariel puso los ojos en blanco. Y yo también.

Las preguntas que hacían los Cabineros eran cada vez más difíciles de responder ¿Cómo iba a saber algo sobre las diferentes criaturas, si ni siquiera sabía lo que era la Cabina de la Diversión?

Esperé que mi compañero respondiera.

Cinco, cuatro...

Los Mocasines estaban rodeados de estrellas brillantes y vivían en un planeta extraño ¿De dónde habían sacado su tecnología?

Ariel estaba rascándose la cabeza, increíblemente nervioso. Al ver que se quedó callado y que el tiempo se acababa, me arriesgué a decir:

—Del espacio exterior.

Esperé que una pieza (dos, cuatro, no sabía cómo se multiplicaban exactamente) me golpeara la cabeza, pero eso no sucedió.

Vi un resplandor verde y una ficha anaranjada que comenzó a descender lentamente hacia un espacio vacío... lista para formar la penúltima fila.

—Inteligente —Ariel alzó sus pulgares, en forma de aprobación.

El "tetris", sin embargo, no nos dio tiempo de celebrar:

<< Mariana y José tienen el mismo tipo de deuda, por esos ambos se han contactado con los Jefes ¿Por qué sus hijos fueron seleccionados para el juego? >>

Sin darme cuenta, estaba llorando. No sabía responder esa pregunta. Tampoco quería.

Miré a Ariel, y él se veía furioso. Me tomó de la mano.

—No esquivaremos las próximas fichas ardientes. Las atacaremos combinando nuestras fuerzas.

—Serán más de una... creo que van a ser cuatro.

Cuando el contador marcó "cero", una pieza cohete empezó a caer a toda velocidad. Luego otra. Y luego, dos más.

—¡Ataque!

—¡Arma!

Si bien no logramos que la mismas desaparecieras, logramos ubicarlas en una columna, sin salir lastimados. No me gustó que la misma estuviera tan cerca del "tope" del "tetris".

—Tus rayos solares son multifunción —observó Ariel, distrayéndome de mis pensamientos—. Pueden quemar a tu oponente, cegarlo, o moverlo. Definitivamente tu pulsera es más útil que la mía.

—No digas eso. Tu tornado es mucho más efectivo... —hice una pequeña pausa—. Definitivamente, hacemos un buen equipo.

Nuevo interrogante:

<< ¿Qué sucedió con los perdedores de la Cabina? >>

La pregunta me revolvió el estómago.

Ariel negó con la cabeza.

—Nunca llegué a esa parte ¿Qué decimos?

Recordé la visión que había tenido un rato antes, y me atreví a responder:

—Están en coma.

Verde.

La pieza se acomodó en su lugar.

Habíamos formado la penúltima fila.

—Tres piezas más, y lo lograremos —Ariel me alentó.

Se veía cansado, sudado y sediento. No veía la hora de que pudiéramos descansar.

<< ¿Cuál es la nacionalidad de Ika? >>

—¿Ika? —Ariel no recordaba a dicho personaje.

—La tipa del nivel uno —le dije—. Mmm —me froté el mentón, observando cómo el contador se acercaba al cero—. ¡Malaya!

<<Respuesta incompleta>>.

—¡Malayo-argentina! —intenté corregirme, pero fue demasiado tarde.

Una ficha ardiente (completa) empezó a caer —a menor velocidad que cuando respondía erróneamente—. Ariel utilizó su brazalete para ubicarla sin que nos hiriera.

—Falta poco —jadeó—. Las fichas ardientes se multiplican diferente según el tipo de error ¿Te diste cuenta?

Asentí.

Nuevo interrogante:

<< Magalí ¿Está viva? >>

Ariel y yo nos miramos y dijimos al unísono:

—¡Sí!

Una nueva ficha se acomodó.

—Sólo faltan dos.

Tenía el estómago revuelto a causa de los nervios. Mis manos estaban empapadas ¡Quería que se terminara ya este nivel de mierda!

<< Los caníbales del nivel cinco ¿Existieron en la vida real? >>

—Sí.

Verde.

Acomodamos la penúltima ficha.

Sentía cómo el sudor corría por mi nuca, y cómo tenía el estómago revuelto por la ansiedad.

Quería ganar este nivel de mierda cuanto antes.

Sólo me quedaba una vida.

Y por fin, luego de un minuto interminable de espera, apareció la última pregunta.

<< ¿Cuánto tiempo les queda para ganar el juego? >>

—No tengo idea —Ariel se encogió de hombros.

—En el nivel seis, nos quedaban tres meses, supongo que ahora nos quedan dos...

—¿Estás segura?

—No.

—¡Dos meses! —exclamó Ariel.

Rojo.

Los cuadrados cayeron violentamente hacia nosotros. Ocho. Ocho putos cuadrados. Combinamos nuestras fuerzas, porque no podríamos correr esta vez.

—¡Defensa!

—¡Escudo!

Perforaron varias fichas, pero no desarmaron ninguna hilera. Nuestro campo magnético recibió varios golpes, hasta que deshizo nuestra barrera.

Caí de rodillas contra una de las fichas, exhausta. Ariel se veía incluso más agotado que yo. Sin embargo, me tomó del brazo, me levantó y me ayudó a esquivar los últimos fragmentos ardientes que caían sobre nosotros. Tropecé dos veces.

Gracias al universo —o a los cabineros de mierda—, la lluvia de fichas había cesado sin herirnos al cabo de unos instantes.

Consecuentemente, las piernas me fallaron. Me agaché, y me tomé la cabeza con ambas manos, sintiéndome muy mareada.

Por papá. Por tío Pedro. Por Corina. Debía regresar a salvo.

—Terminó —Ariel me apretó el hombro—. Ganamos, April.

Alcé la cabeza, y vi que había aparecido la Puerta Dorada ante nosotros.

Habíamos armado las diez hileras.

Nos tomamos de las manos y trepamos las piezas del "tetris" hasta pararnos frente a la salida.

—Vos primero —le dije—. Te lo merecés.

—Los dos juntos...

—No, vos primero.

—Los dos... —insistió.

Abrí la puerta, e intenté empujarlo para que entrara primero... y Ariel me tomó de la muñeca, haciéndome caer sobre su cuerpo al interior de la Zona de Transición.

Por un momento, me quedé paralizada. Podía sentir el violento latido de su corazón, la tela húmeda de su ropa —cubierta de sudor—, y la calidez de su piel.

No pude evitar ruborizarme.

Sin embargo, él sonrió ampliamente.

—Lo hiciste a propósito —protesté cuando recobré la compostura.

En el momento en que me hallaba a punto de levantarme, él me sostuvo repentinamente de la cintura.

—¿Qué...?

—No me queda mucho tiempo, April —sus ojos brillaron—. Creo que es el momento indicado para decirte que me gustás. Me gusta que estés todo el día insultando a los cabineros, a los niveles del juego y a nuestros padres. Sos inteligente y tenés un buen corazón... aunque un carácter algo testarudo.

—Mmm... Recién en los últimos dos niveles empezaste a ser más amable conmigo ¡Antes eras un malhumorado de mierda!

—Casi pierdo, Abril. Si no me hubiesen metido en tu juego... posiblemente me hubiera convertido en un Ayudante.

Me aparté, y me senté frente a él. Ariel también se sentó.

Había llegado el momento de hablar.

—Escuché que, si llegaba al nivel diez, mi madre podría verme... —me daba esperanzas de que algo cambiara, entonces.

Ariel no dijo nada. Continué:

—Nos vi en unas camillas, siendo atendidos... —me encogí de hombros—. ¿Entraremos en coma si no ganamos?

—Si eso es lo que te mostraron, sí.

Sentí una punzada de dolor.

—Entonces, mis visiones están relacionadas con la realidad. No tengo pruebas pero tampoco dudas —hice una breve pausa, pensativa—. Hasta ahora, no he visto mucho sobre nuestros padres.

—¿Realmente querés saber lo que han hecho para que nos hayan traído hasta aquí? La verdad puede ser muy dolorosa —hizo una mueca.

—Quiero saberlo —se me llenaron los ojos de lágrimas—. Siento un hueco en el corazón. Después de esto, no vamos a poder ser chicos normales. Vamos a sufrir de estrés postraumático, entre otras cosas... como mínimo, merecemos una explicación. Sería injusto morir sin saber la verdad.

—Lo sé, pero ¿Acaso este juego de mierda es justo? Me pregunto qué han hecho con los otros cuatrocientos noventa y ocho jugadores que no lograron salir. Me pregunto por sus vidas, por sus familiares, y por todo lo que tendrían para contar...

Ariel no solía ser muy sentimental. Verlo así de deprimido y consciente del poco tiempo que le quedaba, resquebrajó aún más mi débil corazón.

Lo obligué a ponerse de pie.

Contemplé su cabello claro, sus ojos cafés y sus hombros anchos. Él era lo más real de este juego.

—Abril, cuando yo te confesé...

—Siento lo mismo —lo interrumpí.

No me gustaban mucho las cursilerías, y era bastante vergonzosa ¿Era necesario poner todos los sentimientos en palabras?

—Qué fría —revoleó los ojos—. Seguro que no fuiste así de mala con esa sirena...

Su reclamo sí que me hizo enfadar.

—¡No me parece un buen momento para...!

No me dejó terminar de hablar. Me estrechó de la cintura, y apretó sus labios contra los míos.

Calidez.

Éste era mi primer beso real. Tenía mucha práctica besando, pero le seguí la corriente. Moví la boca a su ritmo. Sus labios estaban tibios y salados. Su mano fue subiendo por mi espalda, hasta descansar en mis hombros.

Sentí que las piernas me temblaban y que el corazón me latía tan fuerte que estaba a punto de salirse de mi cuerpo... Era la primera sensación agradable que sentía en mucho tiempo. Definitivamente, se sentía mucho mejor que besar a una sirena.

—Después dicen que no son novios —soltó una voz familiar.

Separé mi boca de la de Ariel, algo aturdida y ruborizada.

—Nicole ¿Por qué los interrumpiste? —la regañó Jacinto.

—Está bien —Ariel se acomodó la ropa, sintiéndose algo incómodo—. Ya nos habíamos tomado demasiado tiempo. Debemos revisar el puntaje.

Caminamos hacia el centro de aquella horrible sala blanca, y pronto, aparecieron unas letras flotantes.

TIEMPO UTILIZADO: 231 MINUTOS, 10 SEGUNDOS.

FALLAS: 3.

PUNTOS OBTENIDOS: 1605.

PUNTAJE TOTAL: 10135.

PREMIO POR LOS 10000 PUNTOS.

HAN PASADO AL NOVENO NIVEL.

—¡Buen puntaje! —exclamó Jacinto.

—¿Un premio? —inquirí.

—Seguramente aparecerá en el próximo nivel. Estamos cerca del décimo —Ariel me lanzó una mirada llena de complicidad.

—¿Y qué esperan? —Nicole se puso una mano en la cadera, impaciente—. ¿Seguirán besándose, o avanzaremos al próximo nivel?


¡Muchas gracias por leer! En este capítulo les he dado más pistas de lo que se trata la Cabina de la Diversión ¿Teorías?

¡Nos leemos en unos días!

Sofi.

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