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Capítulo 9: Acertijos

Nota del autor:
Estoy encantado de que participaran en la actividad <3 les regalo este cap tan rápido porque me motivaron todos sus comentarios. Recuerden que amo leer sus reacciones, espero que les guste este nuevo cap.

•—Empezar Música—•

—Cada acertijo es diferente —explica Harland por el audífono—. Así que, aunque escuchen a los otros representantes dar indicaciones, no serán las mismas para sus queridos modelos.

—¡Lyra! —presiono el botón, cada segundo es oro—. ¡Muévete, ahora!

Ella despierta de golpe, está aturdida. Se toca la cabeza y la oreja, nota el audífono.

—Duke... —pronuncia; la escucho perfectamente.

—Tienes que salir de la habitación, te ayudaré a lograrlo. —No estoy dispuesto a perder. Lyra no puede fallar, no ahora.

—¿Qué... dices? —pregunta, incorporándose. Se arrastra hacia la esquina de la cama y se sienta.

—Ve hacia la puerta, intenta abrirla —comando.

Ella lo hace, se sostiene la cabeza, supongo que le duele.

—Está cerrada... no puedo —responde.

—¿Qué más ves? —Estoy impaciente, tiene que moverse.

—Pues, veo lo mismo que tú —ella señala hacia la cámara, directo hacia mí.

—Vamos, Lyra. Piensa. Revisa el escritorio, creo que veo una nota en él —pido.

Ella camina y levanta el papel en un sobre dorado con plateado.

—"La respuesta está detrás de la luz" —lee en voz alta.

—¿Detrás de la luz? —cuestiono. —Revisa la lámpara, entonces. Mira, el bombillo que tiene. Intenta desprenderlo —sugiero.

Ella le da vueltas y lo saca. No hay nada ahí... ni una señal.

—No hay nada aquí —concluye.

Los representantes están hablando a mis alrededores y hacen que pierda la concentración, me estoy frustrando. ¿Cuánto tiempo hay en esta mierda? Ni siquiera nos indicaron bien esa parte.

—Pues, busquemos en la oscuridad, entonces. Ve hacia el closet y ábrelo. —Me muerdo las uñas y las voy escupiendo. ¿Por qué es tan lenta?

—Excelente... —comenta—. Tiene un candado. ¿Qué sigue?

—Hay una alfombra, revisa debajo, ahí no llega la luz —menciono.

Ella se agacha y la arrastra. Debajo de ella hay una llave de oro. Ella la levanta y camina hacia el closet.

—No sirve —es lo único que dice.

—¿Cómo que no sirve? Hazlo bien —comando directo.

—No. Sirve. —Está comportándose como una perra.

—¡Inténtalo de nuevo! —grito con fuerza. Ella ve directo hacia la cámara.

—Me rindo... moriremos todos aquí —dice, se tira en la cama y lanza la llave.

—¡Estúpida! ¡Si no te mueves morirás! —exclamo con enojo.

Ella se levanta.

***Lyra***

Pienso en todo... estoy perdiendo la esperanza. No tengo adrenalina, ni motivación. Mi corazón está hecho trizas. Me duele más que todo Sonnet. Me duele que hiciera todo esto, para terminar en este lugar... del que no sabemos si sobreviviremos. Me duele, como jamás me ha dolido algo; pero me duele, y ya.

No siento la energía para seguir peleando. No siento la presión de luchar contra Duke, después de todo lo que ha sucedido. Estoy quebrantada por fuera y por dentro.

—Levántate, por favor. —Duke está muy estresado—. Yo te ayudaré. ¡Para eso estoy aquí!

Algo sucede. Es inexplicable, sobrenatural. ¿Algún juego de mi mente?

Quinn está frente a mí.

—¿Estás viendo esto? —susurro, perpleja.

—¿De qué mierdas hablas? —consulta él.

—Ella... —No puedo pronunciar más palabras.

—Mírame —habla. Está vestida como la última vez que la vi. Perfecta, limpia, y sin la corona.

No puedo contener las lágrimas. Mis sentimientos se desbordan por completo, caigo al suelo de rodillas.

—Imposible... —Las lágrimas tocan las heridas de mi boca y me arden.

—Tienes que ser fuerte. No por mí... ni por ti. Por todos los que sufrieron. Tienes que detener esta cadena de dolor. —Veo hacia mi lado derecho, hacia la cama.

Tomo un enorme suspiro.

—¿Lyra? ¡Lyra! —gruñe Duke—. ¡Muévete! ¡¿Qué te metieron en esos dardos?!

Quinn ha desaparecido. Me limpio las lágrimas. Hay un fuego en mi corazón que se ha encendido de nuevo... Es cierto, tengo que detener esto, tengo que sobrevivir todo lo que pueda en este juego.

Levanto la llave y camino hacia el closet. En el borde se nota que está la punta plateada de otra nota, justo debajo del objeto. La jalo para leer lo que hay dentro.

—¿Qué dice? —pregunta Duke.

***Alice***

—¿Ya intentaste ver detrás de los muebles? —pregunta Hildur. Está muy agitada.

—No, ya voy. —Hay un mueble de adorno con detalles de jade. Lo intento mover.

Está clavado al suelo... lo único que tengo es un sello de trébol de cuatro hojas, algo que se puede insertar dentro de otro objeto.

—La nota decía que tus debilidades son tus fortalezas. ¿A qué se refiere? —Hildur está nerviosa.

—¿Cuál es mi debilidad? —suspiro—. ¿Cuál es?

—Espera... —dice Hildur. Se escuchan unos golpes en un vidrio cerca de ella, del otro lado del audio.

—¿Qué pasa? —cuestiono inquieta.

—¡Tranquilo! —grita un guardaespaldas. Se siguen escuchando los golpes en el vidrio.

—Robert... él está golpeando sus vidrios —contesta, temerosa—. Está muy enojado.

—¡Esto no funciona! ¡No funciona! —Los gritos de Robert son contundentes.

—Tranquila. No podrá llegar a ti. Sigamos en lo nuestro —pido—. Respira profundo.

—Sí, hermana... —dice—. Me voltearé.

Camino hacia el espejo. Veo detrás de él; está adherido a la pared con tornillos enormes, y, en ellos, el sello del extremo exterior tiene forma de cuatro hojas. Inserto el objeto que tengo en uno de ellos, y un enorme shock eléctrico abate mi cuerpo.

Puedo sentir la electricidad en mis venas, en mi sangre. Los músculos se tensan en un segundo y mi nariz metálica se siente como si estuviera encendida en fuego. Caigo aturdida.

—¡Alice, hermana! —exclama Hildur, la escucho a lo lejos. No puedo hablar; siento la vibración en todo el cuerpo todavía.

***Sonnet***

Desperté con un golpe de energía. La confusión era insoportable.

—Sonnet, soy yo. —La voz de Tricia estaba presente a través del audífono en mi oído.

—Tricia... ¿qué pasa? —pregunté. Me levanté despacio y caminé hacia la puerta, para intentar abrirla. Estaba bloqueada, la empecé a golpear.

—Espera. Tenemos que averiguar la manera de salir. —Me calmó—. Revisa aquellos cuadros, en las paredes. ¿Qué ves?

—Son fotos viejas —comenté observando con cuidado.

Eran cuatro en línea recta, horizontal. Todas estaban desteñidas, en blanco y negro. Me causó intriga que, en todas ellas, una mancha negra crecía exponencialmente de izquierda a derecha.

En las fotos se veía una familia en una granja. Una niña pequeña y sus padres, con varias vacas en los alrededores. Además, uno de los animales tenía una pequeña mancha negra de moho. En cada foto, la irregularidad se hacía más grande, hasta consumir al mamífero por completo. Le expliqué a Tricia lo que veía.

—No entiendo qué puede tener esto de relevante para nosotros —comenté.

—Es un patrón, evidentemente, y hace falta algo. ¿Qué hay después de ese último cuadro? —consultó Tricia.

Me fijé en la pared. Había una pequeña mancha de humedad en ese lugar tan perfecto, una anomalía.

—Intenta arrancar la pintura —comandó Tricia, ninguno tenía idea de qué hacer.

Intenté rascar la pared con mis uñas, sin resultado alguno. Me fijé en toda la pared, buscando algún detalle. En la pared de al lado había una mancha más grande.

—¿Qué tal en la otra pared? —interrogó ella.

Hice lo mismo, pero no había nada. Seguí con la última de ellas, y había otra mancha, cerca del suelo. La intenté rascar un poco y la pintura cedió.

—Creo que esta es la respuesta —afirmé, haciendo fuerza.

—Golpea la pared, hay algo detrás de esa mancha, estoy segura. —Tricia hablaba con firmeza.

Luego de varios golpes, se rompió el trozo que contenía la mancha. Estaba húmedo y agrietado, y una pequeña línea se asomaba de la grieta. La tomé, para ver de qué se trataba.

Se desprendió. Era una pequeñita línea de un centímetro o menos, muy delicada. Golpeé más, hasta que la grieta se abrió por completo. Lo que vi me asqueó profundamente.

Cientos de cucarachas enormes salían, eran miles, y estaban llenando la habitación.

—¡Mierda! —exclamé. Una de las cucarachas tenía un sobre pequeño dorado con plateado en su espalda. Tenía que perseguirla para obtenerla, y tener cuidado de que no se escapara por la rendija de la puerta.

—¡Debajo de la cama! —gritó Tricia.

Me agaché para intentar atraparla, pero no pude. Las otras se me subieron por los brazos y piernas. Me quité la capa de vampiro, sacudiéndome agresivamente. ¡Eran demasiadas!

Las aplastaba con mis pies. Escuchaba los asquerosos crujidos, y los líquidos que salían de los grotescos cadáveres olían terrible. Vi a la que tenía la nota y la logré matar. El papel se llenó del agüilla asquerosa, al explotar el animal.

La levanté, sacudiendo constantemente a los insectos que trepaban por mi cuerpo. La abrí para leerla.

***Lyra***

—"Los secretos son como las pelucas... te los puedes poner o quitar; al fin y al cabo, nadie lo sabrá. ¿O sí?" Eso dice la nota —digo—. No la entiendo.

—Pelucas... ¿cabeza? —comenta Duke—. Fíjate en las almohadas.

Hago lo que me dice, no hay nada debajo de ellas.

—Rómpelas, ábrelas —pide.

Las intento rasgar y una se abre a la mitad. De inmediato, un gas empieza a salir de ella. Hay otra nota dentro.

—¡Mierda, rápido! —exclama él— Mete la almohada en las sábanas y apártate. Tenemos que ganar tiempo.

La envuelvo y leo la nota rápidamente. El humo se está extendiendo lentamente y pronto toda la habitación estará llena.

—"Detrás de tu ojo está la llave" —digo... no lo puedo creer.

¿Podríamos salir de los dormitorios? Todo se ponía más complicado, terrible y denigrante...

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