Capítulo 63: Ayuda púrpura
***Steiner***
Después de haber estado en un intenso suspenso llegó la llamada del hospital de la Ciudad Superflua, explicando el incidente que había afectado a Aisha. Ella se estaba recuperando, y se encontraba con Clover... El reporte se encontraba en proceso. Sabía que ella estaría en buenas manos, Clover tenía bajo control lo más que podía en esa terrible ciudad, o eso decían mis contactos.
—Steiner, Aisha pronto se recuperará. He mandado un nuevo celular y un radio a su localización para que pueda comunicarse con nosotros. Ella se encuentra estable, me he comunicado con ella a través de Clover. Según la agente se dedicarán a sacar algunas pistas sobre lo que ha sucedido. —Travis hablaba mientras yo conducía hacia la Ciudad Desvaría. Tenía que terminar de cumplir con el plan establecido en el pasado.
—¿Lograste buscar a la persona que te encomendé? —pregunté en seco, pensando profundamente en si cuestionarlo o no.
—Sí señor. El doctor Ángelo se encuentra en el hospital de la Ciudad Desvaría. Él estará libre en diez minutos, se encontrará en su oficina. Me tomé la libertad de hackear el sistema del hospital para saber los horarios de operación. —Las teclas se escuchaban en el fondo mientras él seguía hablando—. ¿... por qué quisieras hablar con él? Puedo ver en su registro que se encuentra completamente limpio.
—Asuntos del pasado. ¿Relevantes? No lo sé... hasta que hable con él. El corazón te puede guiar, pero puede fallar... la mente puede dar cálculos exactos, pero si alteras algo en la fórmula todo será erróneo... sin embargo, el instinto nunca será corrompido, así que por esta vez me dejaré llevar. —Me bajé del auto frente al hospital—. Ya veremos lo que pasará.
—Entiendo, estaré aquí por si me necesitas. Mantendré el contacto con Clover mientras tanto, para saber el estado de Aisha en todo momento. —Terminó la llamada.
Caminé hacia el hospital, dispuesto a encontrar al doctor. Sabía dónde se encontraba la oficina, Travis me había dado las indicaciones justas para el caso. Caminé directo a ella, sin embargo, estaba cerrada. Estuve ahí unos cinco minutos hasta que lo vi caminar por el enorme y blanco pasillo.
Era casi igual a como lo recordaba, con sus grandes lentes y caminado elegante. Su cara seria y delgada, alargada y pálida. Él me reconoció a unos cuantos metros, mientras una sonrisa se dibujó en su expresión, nunca dejando de ser elegante.
—Steiner... —Levantó su mano, dándomela—. Un placer verte después de tantos años, viejo amigo.
—No has cambiado en nada, Ángelo. —Él abrió su oficina y ambos entramos en ella. Cerré la puerta con seguro y cerré las cortinas para tener privacidad.
—Toma asiento, cuéntame qué ha sido de tu vida. —Él se sentó frente a mí, tomando una menta y poniéndola en su boca. Luego se quitó la blanca gabacha que tenía puesta—. Hace muchos años no nos vemos. ¿Cómo está Clover?
—Clover... ya no seguimos juntos —respondí viendo a los alrededores. Le gustaba tener plantas en la oficina, plantas carnívoras de todos los tipos.
—Entiendo, qué pena. —Él guardó unos papeles, mientras acomodaba el escritorio—. ¿A qué has venido? ¿Te encuentras bien de la salud?
•—Empezar Música (Phelian - Lost)—•
—Creo que sabes por qué vengo, Ángelo. No creo que sea muy... agradable que mantengamos las máscaras puestas, no en este momento. Necesito información. —Mostré mi placa de agente especial para reafirmar autoridad—. ¿Está bien?
Él juntó ambas manos, apoyándose en el escritorio. Sus largos dedos de cirujano eran delicados pero firmes, y sus uñas estaban impecables. Se acomodó los lentes y tomó otra menta. Iba dejando los paquetes de plástico amontonados en una esquina del escritorio.
—Ya veo... ¿buscas algo del pasado, o del presente? —cuestionó.
—Sé que eres un Desvarío... lo puedo ver en la palma de tu mano. —Él se miró la palma derecha, luego me vio a los ojos, soltando una risa—. Supongo que nunca creíste la historia de cuando éramos pequeños...
—Supongo que no, no te cortaste con una lata... ahora lo comprendo, después de tantos años. —Tomé una menta sin su permiso y la metí a mi boca—. ¿Por qué te uniste a ellos? ¿Qué te movió hacia ese lado? Éramos tan jóvenes... ni siquiera existían a esta magnitud.
—Recuerdo una historia, de hecho, yo la presencié. Recuerdo el momento en el que conociste a Vincent. Estábamos en el mismo colegio, y él era un niño fácil de molestar. En los recreos los compañeros se unían para golpearlo múltiples veces, hasta dejarlo llorando en el suelo. Cada vez que se levantaba para luchar, lleno de furia, ellos volvían y lo dejaban cada vez peor. —Ángelo empezó a contar la historia.
—¿Qué tiene eso de relevante a este momento? —pregunté.
—Hasta que llegó el estudiante nuevo, Steiner. Tú viste lo que sucedía, acudiste a ayudarle. ¿Recuerdas lo que pasó? —Se levantó de la silla, caminando a los alrededores de las plantas carnívoras—. ¿Lo recuerdas?
—Ambos salimos llorando, golpeados. Eran muchos más que nosotros dos... —respondí—. Nadie más quiso ayudarnos.
—Yo vi la escena, y no hice nada para ayudarles. ¿Por qué? Por miedo, por pereza, por maldad... ¿quién sabe la respuesta? En ese momento recuerdo ver la cara de Vincent, los ojos de Vincent... resplandecían de esperanza al ver que un ser humano de su edad se hubiese dignado a ayudarle, sabiendo que tendría consecuencias terribles. Esa mirada marcó el destino desde un inicio, un destino intachable e indomable. —Ángelo tomó un vaso de agua, me dio otro a mí—. Hay momentos en la vida que nos marcan, y yo pasé por uno... privado. Cada quién tiene sus motivos, sus misiones, sus pasiones y sus pecados.
—¿Estás ligado a Tricia, Bucker y Jael? —pregunté directamente—. Tranquilo, no tengo micrófonos o algo para culparte... necesito esta información. Necesito saber el paradero de Tricia.
—Tricia, Bucker, Jael... y Sonnet. Son buenos muchachos, debo de admitir. —Él veía hacia el techo—. Ellos tienen la marca en la palma de la mano, ellos, al igual que yo, somos impuros.
—¿Impuros? —pregunté—. ¿Sonnet...?
—Una revolución se ha creado y se ha alzado, los Desvaríos impuros... tenemos valores diferentes a los originales, las corrientes son abatidas constantemente por ideologías contrastantes. Este tema no viene al caso, si lo que quieres saber es la localización de Tricia y Sonnet, pues es imposible. Sí, yo he ayudado con la transformación de Sonnet, pero eso es todo lo que pude hacer. Lo que sigue es esperar a lo mejor, esperar a que esa llama de esperanza se propague ahí dentro, en la oscuridad infinita. —Ángelo se veía algo afectado por lo que hablaba—. Solo queda esperar...
—Entonces, aunque las personas estén involucradas no saben la localización del lugar del desfile —concluí—. Entiendo. Sabes que confío en tu palabra, porque sé que eres incapaz de hacer el mal, y lo juramentaste conmigo y Vincent.
—Efectivamente tienes mi palabra hasta la muerte. —Él levantó la palma marcada—. Hasta la muerte.
—Me he quedado sin nada en dónde proseguir... —Me daba cuenta de la realidad—. He llegado al punto límite... ya no hay rastro qué seguir.
—Puede que eso es lo que ellos quieran. —Ángelo tomó otra menta—. ¿Acaso no quieren seguir ganando tiempo?
—¡Tienes razón! —grité—. Pero... ¿para qué? ¿Qué es lo que quieren lograr?
Mi celular empezó a vibrar, era Travis. Contesté de inmediato.
—Steiner... creo que necesitas venir lo más pronto posible. He contactado a Aisha de igual manera, creo que es algo para lo que tienen que estar ambos aquí. —Travis confesó.
—Entiendo. Voy en camino de inmediato. —Colgué y abrí la puerta—. Gracias, viejo amigo.
—Nos vemos Steiner... te deseo los mayores éxitos. —Ángelo se despidió con un ademán.
Aisha y Steiner se reunirían pronto, los engranajes marcarían un paso mucho más acelerado dentro y fuera del juego. El reloj de arena asfixiaría a nuevos jugadores, y daría menos tiempo para el accionar de los agentes especiales.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro