Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 48: Proceso de sanación

Actualidad...

***Steiner***

Conducía hacia el hospital psiquiátrico para poder hablar con Serina. Ella, quien había sido tramitada por Robert, podría tener pistas que yo en mis momentos de ceguera no pude notar. Ella podría tener conocimientos sobre Sonnet, Robert, o simplemente dar alguna pista sobre lo que sucedía entorno al desfile macabro.

Manejé por tres horas hasta llegar al destino que se encontraba consumido entre el Bosque Conmutativo, a las afueras de todas las ciudades. Este territorio neutro era una reserva natural que fue constituida hasta después de haber construido el no muy famoso hospital, con años y años de experiencia recapacitando a las personas con problemas psiquiátricos lejos de las ayudas convencionales.

El bosque estaba lleno de cientos de venados, los cuales solo se encontraban en ese lugar. Mientras conducía los observaba a los lados de mi auto, como si fueran delfines y acompañaran a una lancha a lo largo de un profundo océano de árboles e incertidumbre. Sus ojos negros reflejaban los alrededores, siendo infinitos, aunque efímeros.

El grupo de pálidos edificios contrastaban con la oscuridad que rodeaba el lugar, y la luz de la luna hacía que reflejaran una energía extraña... no muy confiable. Los enormes portones negros estaban abiertos, así que entré y detuve el auto cerca de la entrada. Me bajé y sentí el gélido aire pegar en todo mi cuerpo. Antes de seguir tomé una fotografía con la cámara de Travis. En un instante recibí una de Aisha.

En la fotografía se podía observar el letrero que decía "Bienvenidos a la Ciudad Cursiva". Ella había logrado llegar sin problema alguno. Guardé la cámara en mi bolso y seguí caminando, pasando por la puerta principal. Me limpié los pies en una alfombra negra antes de entrar.

—Bienvenido al Hospital psiquiátrico Lunezca. ¿En qué le puedo ayudar? —pronunció una voz. Volteé a ver hacia un escritorio finísimo. Ahí, una muchacha con cabello rojo y unos grandes lentes redondos estaba sentada, viéndome fijamente. Había un pequeño cartel en su escritorio que decía "Beatriz".

—Buenas noches. ¿Puedo ver a una chica que está internada en este lugar? Soy un agente especial de la Ciudad Onírica —dije mientras caminaba por la sala del lugar, muy amueblado, por cierto.

—Agente especial... entiendo. El doctor Nollan no se encuentra disponible. En este momento creo que está en terapia con un paciente. —Ella se levantó—. Si gusta le avisaré que ha venido. ¿Le dejo algún mensaje de su parte?

—No deseo ver al doctor Nollan, verá... busco a una chica llamada Serina. Fue internada en este lugar —explico intentando controlar mi impaciencia.

—El doctor Nollan no está disponible, ¿quiere dejarle algún mensaje? Si quiere también le puedo dar su mensaje a Serina. Se lo haré llegar eventualmente. —Sacó una hoja en blanco y un lapicero.

De repente la música de un piano empezó a sonar a lo lejos. El sonido captó mi atención. ¿Quién tocaría piano a estas horas de la madrugada? Caminé hacia el sonido, dándome cuenta de que provenía de otro edificio, en donde una luz estaba encendida.

—¿El doctor toca el piano? —Me toqué la barbilla intrigado.

—No. No debería de estar nadie tocando el piano a estas horas... hablaré con Raúl, él es el encargado de que los pacientes se encuentren en orden durante el día y la noche. —Tomó su teléfono y empezó a marcar.

—Espero que no le moleste que me de una caminata por este lugar, Beatriz. —Empecé a caminar lentamente, adentrándome en un pasillo con una puerta negra al final. Ella caminó rápidamente para alcanzarme, pero antes de que lo hiciera la puerta del final del pasillo se abrió. De ella salió un hombre fornido vestido de blanco totalmente.

En su camisa decía "Raúl". Hizo un saludo levantando la mirada y salió por una puerta hacia el lado derecho, dirigiéndose al otro edificio. Desde la habitación de la que salió el hombre una voz se hizo presente.

—Pase, pase. —Era una voz seca, directa... pero profunda.

Me adentré en la sala mientras que Beatriz regresaba a su escritorio, sin quitarme la mirada de encima. Tomó un suspiro y empezó a escribir en su computadora. La oficina del doctor Nollan era enorme, con una gran ventana con vista hacia el bosque, que por el momento no era nada más que pura oscuridad, una chimenea, y sillas realmente cómodas.

—Buenas noches, no deseo interrumpir su trabajo. —Enseñé mi placa—. Pero necesito hablar con una chica internada en este lugar.

—Buenas noches, soy el doctor Nollan. ¿Qué lo trae desde la Ciudad Onírica hasta estos lugares? ¿Serina? Pensé que ya no tenían asuntos pendientes con ella —mencionó. Era un hombre un poco menor que yo, pero mucho más serio e incluso algo... macabro. Tenía grandes ojeras, y por su mirada sabía que era enormemente inteligente. En las paredes estaban colgando sus títulos y diplomas.

—El caso sigue activo y creo que ella tiene información importante. ¿Puedo hablar con ella? No duraré más de cinco minutos. —Puse mi placa en la mesa.

Él hizo una amarga carcajada.

—Agente... ¿cómo dijo que se llama? —preguntó.

—Agente Steiner. —No me gustaba su actitud—. ¿Dónde se encuentra Serina?

De repente el piano empezó a sonar más y más fuerte. Él volteó a ver hacia la ventana que daba hacia el edificio de la luz, luego se inclinó hacia mí, juntando ambas manos sobre el escritorio.

—¿Sabe que me gusta de este lugar, agente Steiner? Que no es territorio de nadie. Aquí ningún agente tiene poder, aquí nadie puede exigir las cosas, claro a excepción de nuestros pacientes, vivimos para ellos después de todo. —Volteó su mirada hacia detrás de mí. Volteé para ver qué había.

Una cabeza de un venado estaba en la pared, un trofeo. Sus ojos profundos y negros me veían hasta el alma. Era un animal perfecto y sublime.

—Le pido por favor que me deje ver a Serina. Es clave para lo que estoy haciendo y estoy en contra tiempo. —No sabía qué más hacer.

—La verdad es que no recibimos visitas para pacientes. Las únicas personas con las que los pacientes interactúan somos nosotros, los que les ayudamos y otros pacientes. Eso significa que usted no puede hablar con Serina, a menos de que desee ser un paciente nuevo, claro. —Una sonrisa se dibujó en su rostro—. Todos tenemos problemas que pueden ser tratados.

Una llamada entró en el teléfono del doctor Nollan.

—Disculpe. —Atendió. Sus ojos se abrieron en un instante. El piano empezó a sonar horriblemente, sin tener armonía alguna. El doctor se levantó y empezó a correr hacia el edificio de la luz, donde estaba sucediendo la conmoción. Corrí tras él, me rasgué con un par de ramas en la oscuridad, pero llegamos al otro edificio.

•—Empezar Música y repetir si necesario (Crime Scene Music - Police Investigation Underscore)—•

Los pasillos eran larguísimos, y desde una habitación salió un muchacho vestido de negro corriendo a toda velocidad. Detrás de él salió Raúl. Podía escuchar los jadeos de desesperación del pobre muchacho, con su piel tan pálida como la luna y sus movimientos ágiles como los de un venado. Raúl lo logró taclear, tirándolo al suelo. Estaban forcejeando muchísimo.

—Oh, Mathew... nunca aprende... —El doctor Nollan se acercaba a él para darle unas pastillas que lo relajaran.

—¡Serina, corre ya! —gritó el chico desesperado. De la habitación salió ella. La reconocí a simple vista. Tenía su largo cabello café hecho una hermosa trenza, estaba vestida de blanco y estaba pálida. Sus ojos destellaban una chispa de esperanza mientras corría por el blanco pasillo directo hacia mí. Ella empujó al doctor cuando intentó agarrarla.

Corrió hacia mí sin detenerse.

—¡Agente, bloquee la entrada! —gritó el doctor Nollan—. ¡Agente!

Ella se detuvo frente a mí. Podía ver en sus ojos esas ganas de escapar, podía ver el sufrimiento que llevaba consigo constantemente... podía ver que todo había sido un enorme plan de escape.

—Ve —pronuncié en voz baja.

Ella corrió con todas sus fuerzas a través de los árboles hasta que otro hombre parecido a Raúl la interceptó. Sus gritos eran desgarradores, delirantes, desesperados...

—Tómate las pastillas Mathew, no hay otra manera. —Insistió el doctor Nollan—. Mañana tendremos que hablar de esto.

El muchacho las tragó lleno de lágrimas y lamentos: su escapatoria había sido un fracaso. El otro hombre llevaba a Serina alzada, ella ya no podía pelear contra los enormes músculos que la mantenían retraída.

Tomé dos fotos sin dudarlo dos veces. Una a Serina y una a Mathew. El flash me delató, el doctor Nollan corrió hacia mí.

—¡Eso no se puede hacer en este lugar! Creas un disturbio enorme si expones esas fotos. Dame esa cámara. —Estaba enojado.

—Ya las tiene mi compañera, pero no expondré nada siempre y cuando pueda hablar con Serina en este momento —declaré.

—Tú ganas. ¡Joseph! ¡Trae a Serina de inmediato! Raúl, deja a Mathew en su dormitorio. Ya hablaré con él luego... —empezó a caminar hacia un dormitorio vacío. Ese era el de Serina.

Entré, y detrás de mí Joseph con Serina en brazos. La lanzó en la pequeña cama y salió por la puerta, junto con el doctor.

—Cinco minutos. —El doctor dijo con voz cortante—. Nada más.

Ella se arrinconó en la cama a llorar amargamente. Me acerqué, a lo que reaccionó haciéndose aún más pequeña, juntando sus brazos y piernas.

—Serina, tenemos que hablar. Es importante que cooperes conmigo —pedí.

—¿Cooperar? —Ella me volteó a ver con ojos de furia—. La última vez que cooperé no me fue nada bien...

—Es sobre Sonnet y Lyra, necesitamos cualquier información que nos ayude a su paradero. —Intentaba convencerla, tenía poco tiempo.

—¡Tú me metiste a este lugar! ¡No tienes corazón! ¡Yo siempre dije la verdad, nadie me creyó! ¡Nadie! Ahora me pudriré aquí por siempre... ¡por siempre! —gritaba.

—Robert era un corrupto, siempre lo fue. En eso fallé y lo siento —mencioné.

—Fallaste en eso, fallaste encontrando a Lyra, fallaste buscando a Sonnet, fallaste defendiéndome, ¡fallaste en todo! ¡Eres un mediocre! ¡Siempre fallarás en todo! La verdad no está de tu lado, ahora lo tengo más claro que nada... aléjate, defraudas a más gente de la que ayudas. —Ella se tapó la cara con ambas manos—. Y créeme cuando te digo que él vendrá... es cuestión de tiempo...

—Tienes razón. He fallado en mucho... pero este caso no lo fallaré. Lo prometo. —Empecé a caminar hacia la puerta.

—Steiner... —pronunció tímidamente—. Perdóname... he estado tan sola... tú no sabes lo que sucede en este lugar, no tienes idea... ¡ellos son monstruos!

—No tengo poder aquí, Serina. No es mi culpa que los eventos hayan sucedido de esta manera. Seguramente estas personas te ayudarán, quién sabe. —Estaba indispuesto a dialogar con ella de esta manera.

—He hecho mi parte, le mandé un mensaje a Sonnet... pero no le digas a nadie por favor. Aún aquí intento ayudar. —Se sentó—. Sé que harás el mejor esfuerzo. Una vez que logres encontrarlos, espero que investigues lo que realmente sucede aquí. Prometo aguantar hasta entonces, y volver a ver a Sonnet y Lyra... esa es mi promesa.

Volveré pronto. Nos vemos, Serina. —Abrí la puerta y me dirigí hacia la salida. No me encontré con ninguna persona que trabajara en el lugar después de esto.

Serina estaba atrapada ahí... hubiera sido inocente o no, estaba sufriendo y nadie haría nada por ella. Nadie podía hacer nada en territorio neutro... los pacientes estaban ahí por su cuenta.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro