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Capítulo 46: Golpe tras golpe

Actualidad...

***Steiner***

Ambos caminábamos por el sótano de Dorothy y Theo, mientras yo llamaba al resto de la policía de la Ciudad Onírica para que revisaran toda la casa. Necesitaríamos refuerzos, no habría tiempo de seguir con ese lado de la investigación sabiendo lo grande que se había convertido el problema, y en las dimensiones de territorio que se incluía el mismo.

—Hay algo importante arriba, aparte de esto que has encontrado. —Salí del sótano, Aisha me seguía de cerca, sin soltar el arma de su mano.

Llegamos al cuarto de arriba en donde se suponía que estaban los fetos mutados... sin embargo en los pilares de antes ya no estaban. No había ni un rastro de ellos. Me acerqué, me asomé por la ventana, no había nada. Tomé un largo respiro mientras encendía un amargo cigarrillo para empezar a contarle el plan a Aisha: el plan que había estructurado hacía tiempo, pero que con tantos inconvenientes no había logrado siquiera empezar.

—El tiempo se acaba. —Aisha se asomó por la ventana, viendo hacia el cielo teñido de grises.

—Este será el plan. Presta mucha atención. —Caminaba por el dormitorio viendo hacia el suelo—. ¿Qué esperas? Saca la libreta y apunta.

—Sí señor... —Empezó a anotar mientras hablaba.

—A partir de ahora tendremos que dividirnos. Los policías se encuentran en camino a esta mansión para hacer la investigación respectiva, nosotros nos iremos a la comisaría de la Ciudad Onírica, en donde se supone que Travis nos ha mandado las cámaras que dijiste. ¿Sabes si ya llegaron? —pregunté.

—Ya llegaron, Travis ya me dio el aviso. —Ella aclaró su garganta mientras anotaba.

—Una vez que obtengamos esas famosas cámaras nos separaremos. No podemos seguir juntos paso a paso, si nos dividimos tendremos éxito. Eso sí... hay que ser el doble de cuidadoso. ¿Entiendes? —cuestioné viéndola a los ojos, exhalando el oscuro humo de mis pulmones.

—Entiendo... pero... ¿cómo nos separaremos? ¿A dónde irá cada quién? —Aisha levantó sus cejas.

—Nuestro trabajo está aquí, pendiente, en la Ciudad Onírica, pero no podremos seguir con él. Por lo tanto tenemos que expandir nuestras opciones de una manera drástica. Si somos foráneos tendremos una perspectiva diferente, hay algo que no hemos estado viendo en este lugar y las personas que se mezclan entre la oscuridad y la luz. —Me recosté contra la pared, pensativo—. Por eso nos dividiremos las cuatro ciudades restantes.

—¿A cuáles iré yo? —preguntó Aisha pensativa—. Tengo contactos en la Ciudad Evocativa, eso está claro.

—No. La Ciudad Evocativa será mía. Tú irás a la Ciudad Cursiva. Yo a la Evocativa y la Desvaría —comandé.

—¿Qué pasará con la Superflua? —interrogó Aisha atenta, mientras anotaba.

—No tengo nada que hacer ahí... —Volteé la mirada—. Toda tuya.

—Será arriesgado, sin duda alguna. —Aisha guardó el lapicero y su libreta—. Pero estoy dispuesta, no soportaré más este caso y vamos contratiempo.

—Vamos a la oficina a recoger las cámaras, ahí me enseñarás cómo usarla. Luego nos dividiremos. —declaré.

La policía empezó a llegar, eran varias patrullas. Al parecer todo empezaba a tornarse eficiente desde la desaparición de Robert. Sonreí de mala gana mientras manejaba con Aisha a mi lado. Llegamos a la estación en pocos minutos, pues manejé rápido. Llegamos a mi oficina, en el escritorio había dos cajas.

—Son estas. Estoy segura. —Aisha abrió una, era una cámara muy tecnológica. Tomé la segunda y había otra igual.

—Travis. ¿Nos explicas? —preguntó ella apresurada por la radio, sabía que el tiempo era oro.

—Claro. Tómenlas y les iré explicando, aunque es algo básico. Soy un fotógrafo experto y estas cámaras han sido inventadas por mí. Están diseñadas de tal manera en la que si Steiner toma una fotografía nos llegará automáticamente a Aisha y a mí. Lo mismo sucede si Aisha es la que la toma. Lo que tienen de especial estas cámaras es que pueden captar miles de pixeles al mismo tiempo, por lo que podré expandir cualquier imagen que vea e informarles sobre las pistas que vaya encontrando. De esta manera será más fácil avanzar. Espero que hayan entendido eso, me pueden preguntar si tienen alguna duda. —Travis habló.

—Gracias por la información y por las cámaras. —Aisha guardó su radio—. Listo. ¿Entendiste?

—Sí. Es fácil de usar. Muy bien, ¿eso es todo? —pregunté poniendo la cámara en mi bolso del trabajo.

—Creo que eso es todo... —afirmó—. Supongo que nos tenemos que separar ya.

Caminé cerca de ella, viéndola a los ojos.

—Esto será peligroso Aisha, quiero agradecer por tu colaboración. Nos estaremos manteniendo informados siempre. Éxitos, sé que no volveremos con las manos vacías. —Sonreí firmemente mientras caminaba hacia la salida.

—Steiner. —Aisha mencionó—. ¿A qué lugar tendré que ir primero?

—Puedes ir a la Ciudad Cursiva primero. Ahí usualmente no suceden tantos eventos desafortunados. Ya tienes tu auto de nuevo, puedes llenarlo de gasolina y la comisaría invita. —Seguí caminando hacia la salida.

Abrí la puerta. El frío me pegó directo. El sol se había ocultado una vez más... una vez más la Ciudad Onírica se encontraba en la oscuridad, la oscuridad que también dominaba en el día y en la tarde... que pertenecía no al ambiente, sino a los corazones contaminados, desdichados y quebrantados de los habitantes del lugar.

•—Empezar Música (This Will Destroy You - A Three Legged Workhorse)—•

Era cierto, todos éramos de algún modo imperfectos, infelices... pero eso no tenía por qué ser así. Y menos, mucho menos... el hecho de expandir la negatividad por fines tan codiciosos como lo era un desfile de tal magnitud. Tantas vidas quebrantadas de tantos lugares diferentes. Familias desechas, amistades marchitadas e incluso sacrificadas por un grupo de personas. Eso no tendría perdón, o al menos no el mío.

Manejaba nublado por pensamientos y sentimientos, una vez más. Una vez más estaba arrinconado por las personas malévolas, las planeadoras, las perfeccionistas que querían transformar lo blanco en negro y desfigurar la bondad en el mundo. ¿Quién estaba detrás de todo esto? ¿Quién era el mayor responsable de tantas desgracias? No tenía siquiera una pista, un nombre, o tan solo un sobrenombre de aquella persona tan desgraciada.

Lo que sí tenía era nombres de varios involucrados. Gracias a pequeños errores pude, junto con la ayuda de Aisha empezar a desvelar los misterios más profundos que este caso presentaba. No iría a descansar hasta encontrar a Vincent. No después de todo lo que habíamos pasado y mucho menos por los valores que juntos habíamos desenvuelto y evolucionado.

Tenía que ir a la Ciudad Evocativa para investigar un poco más sobre el paradero de Chrystel, tenía que volver a hablar con Oliver, el amigo de Sonnet para saber de su paradero, para ver si en realidad había terminado en el desfile a como Frederick había confesado. Eso era lo único que tenía.

Llegué a la Ciudad Evocativa, conduciendo hacia la casa de Oliver, por las oscuras calles iluminadas por una buena línea de postes de luz. Podía ver unas luces reflejadas tenuemente en los alrededores, blancas rojas y azules. ¿Qué habría sucedido? Estaban cerca de la casa de Oliver.

Me acerqué, había cinta amarilla por doquier, y al menos una decena de policías caminaban a los alrededores. Mi corazón se aceleró de inmediato, troté para llegar a la escena y saber qué era lo que había sucedido.

—Deténgase. —Un oficial me detuvo en la cinta amarilla. Enseñé mi placa.

—Quítate. —La rompí, en la entrada de la casa estaba una chica. ¡La reconocí! Era la novia de Oliver. Estaba llena de sangre, con los ojos llorosos, en shock. Su cabello era negro, largo, y sus ojos también tenían un color negruzco. Estaba viendo hacia el vacío.

—¿Qué pasó? —pregunté viéndola a los ojos, ella simplemente veía hacia la calle, perpleja.

—Oliver... —decía—. Oh... no... Oliver...

—¿Oliver? —pregunté, intentando entrar a la casa, pero no me dejaron.

El equipo de forenses se encontraba en el lugar y no me permitieron el acceso. Volteé a ver hacia la derecha. Un auto negro, finísimo llegó. Un muchacho con un traje negro salió del mismo. Tenía un gafete. Los enfermeros tomaron a la chica para empezar a hacerle preguntas. No podía quedarme con la intriga, decidí hablarle al muchacho del traje.

Tenía cera en su largo cabello café claro, todo acomodado hacia atrás.

—Agente especial Steiner, de la Ciudad Onírica. ¿Quién eres? —pregunté enseñando mi placa.

—Fausto. Vengo de parte de una facilidad enriquecedora. Aquí está mi tarjeta. —Me la dio. Al leerla abrí los ojos.

—Entiendo... —dije conformándome—. ¿Vas a tomar a alguien?

—Es eso por lo que me han llamado, pero no, yo no tomo personas. Vengo a evaluar el caso. Tiene que ser reciente para poder hacer bien mi trabajo analítico, si me disculpa, tengo que irme. —Él avanzó entre los policías. Ellos señalaron el interior de la casa, él entró y nadie lo negó.

Me metí al auto sin pensarlo. La tarjeta había sido una gran revelación... sabía que algo me faltaba. Sabía que tenía un pendiente con una chica conocida... Sabía que tenía que ir al Hospital Psiquiátrico Lunezca.

Un hospital, fuese cual fuese, hubiera ayudado a más de uno... en el proceso en el que nos encontrábamos.

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