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Capítulo 44: Confusa confusión

Hace 2 años...

***Aisha***

—Travis, necesitamos que mandes refuerzos y al equipo forense de inmediato. —Estoy todavía confundida, todo lo que ha sucedido me tiene atontada.

—Van en camino, Aisha. —Travis estaba atento como siempre—. ¿Qué sucedió?

—Dile a Maxwell que empezaré a llenar el informe de inmediato, no podemos dejar ir estas pistas. Tienes que marcar a Haziel y Gretta como sospechosos en este instante, necesito que hables con la policía de la Ciudad Cursiva y pidas una cita, quiero hablar con sus superiores. —Estoy hablando muy rápido mientras camino por la oscuridad. Él está caminando junto a mí.

—Imposible... —Travis mencionó consternado—. Los datos de ambas personas han desaparecido, así como así.

—¿Qué? ¿De qué hablas? —pregunto atónita.

—El reporte, lo tenía aquí mismo, el de los agentes de la Ciudad Cursiva. ¡No están! ¡Es imposible que alguien pudiera meterse en esta computadora! Nadie tiene un nivel de tecnología como el de nosotros. —Es la primera vez que Travis está saliéndose de control, y la primera vez que no puede hacer algo que le pido.

—Tranquilo... esto está muy extraño... —Paro de caminar, con el corazón palpitante. Él me ve, en su mirada puedo ver algo de inseguridad. Poco a poco todo lo sólido que tenía se está quebrantando, pero no es muy tarde como para recuperarlo.

—Ciudad Cursiva, Ciudad Evocativa... —Él revisaba sus notas—. Ellos no son de ninguna de estas ciudades, o, al menos eso parece. Se hacen pasar como si fueran de ellas, o, Gretta lo hace. ¿Dónde está Haziel?

—Aisha. —Travis habla en seco—. Otra muerte.

—¿Dónde? —pregunto directa—. Tenemos que ir de inmediato.

—Ciudad Desvaría. Un chico de la misma edad que los dos anteriores. Es obvio que Gretta quiere que ustedes vayan al lugar. ¿Será una trampa? ¿Qué demonios quieren ellos? —Travis empieza a enojarse—. No sé si sea buena idea que vayan.

—¿Qué otra opción hay? Nos encontramos en el aire, no hay ninguna pista más para aferrarnos. —Las patrullas empiezan a sonar, ya han llegado a la casa de Chasder.

—Cada vez nos acercamos más al punto final, estamos cerca de revelar este misterio. —Él ve hacia el cielo, hacia las estrellas—. Creo que es tiempo de dar un paso más.

—Aisha. —Travis habla—. Hay algo sucediendo en la Ciudad Desvaría esta noche, según estoy investigando. Es una clase de evento, pero no especifica lo que es. La única palabra presente es "Designios".

—¿Designios? —pregunta él—. ¿Designios... de qué?

—Es el futuro, algo sucederá. —Pienso rápidamente mientras tengo la libreta en mis manos—. Creo que tenemos que ir, no hay otra opción.

—Bien. —Él comenzó a caminar hacia el auto.

—Aisha. —Travis me detuvo—. Ten... mucho cuidado. Recuerda que al estar tan lejos los refuerzos durarán mucho tiempo en llegar.

—Gracias Travis. Lo tendré. —Camino hacia el auto y empiezo a manejar por las calles nocturnas de la Ciudad Evocativa, en rumbo hacia la Ciudad Desvaría, de la cual casi no tengo conocimiento.

—Tienes la ubicación en el celular, no dudes en llamar si algo sucede. Estaré trabajando con el equipo de forenses en lo que ustedes acaban de descubrir. —Se escucha la puerta abrirse.

—Travis, ¿dónde está Aisha? —habla un hombre.

—Está en línea. Pueden hablar si así lo desea, señor. —Escucho como Travis se levanta de la silla y Maxwell se sienta en ella.

—Buenas noches. —Manejo por las afueras de la Ciudad Evocativa, hay mucha naturaleza a los alrededores.

—Aisha... ¿por qué no estás respondiendo a mis llamadas? Sabes que estar yendo a otras ciudades sin autorización de tu superior no es bueno, ni aunque seas cercana a mí tienes ese permiso garantizado. —Está reprendiéndome, sin embargo, no tengo tiempo para so.

—Disculpa. Estoy a punto de descubrir pistas cruciales, necesito hacer esto, Maxwell. —La luna se encuentra muy arriba, casi en su punto más alto.

—Necesito decirte algo, Aisha. —Maxwell habla serio, muy serio para mi gusto.

—Sí señor. —Contesto algo temerosa.

—Está bien, tienes autorización... sin embargo, ten mucho cuidado. Y prométeme algo —dice.

—¿Qué te prometo? —pregunto atenta.

—Si ves una marca de una media luna, detente y regresa a casa. No sigas al ver esa marca. Promételo. —Está hablando directo.

—Lo prometo, anotado —respondo—. Muchas gracias, nos vemos luego.

Sigo manejando, mientras que él busca algo de música para poner en el camino. Es una noche muy extraña y ambigua... ¡hacía veinte minutos que incluso había dudado de mi fiel compañero! Esta situación estaba afectando a todos por igual. ¿A qué se refería Maxwell con una marca de media luna?

—Tú... ¿me crees? —pregunta él de la nada.

—¿Cómo dices? —Lo veo a los ojos, esos profundos ojos negros.

—Sabes que no soy el de esas fotos ¿cierto? —Corre su mirada hacia el cielo.

—Sí. Eso lo tengo claro —declaro.

—Cada vez nos adentramos más en este tema... eso no me agrada mucho —confiesa.

—¿Cómo? —cuestiono con las manos en el volante.

—No siento una buena vibra, eso quiero decir. No es como ninguno de los otros casos que hemos resuelto. —Tose—. Eso es todo.

—Entiendo el sentimiento, lo comparto, pero tengo que seguir. Tú sabes que no estás obligado a nada, puedes retirarte en el instante que lo desees ¿cierto? —insisto.

—No te dejaré sola jamás en este momento. Luego consideraré si sigo en esto o no... —Sus palabras me arrugan el corazón terriblemente... ¿seguir sin él? ¿Después de tanto tiempo? Decido quedarme callada. No soy quién para pedir que se quede junto a mí por siempre.

Por mi mente pasan mil pensamientos. ¿Por qué querrían matar jóvenes sólo para llevarnos a diferentes lugares? ¿Para qué intentarían hacerse pasar por él? Querían separarnos, dividirnos... esa era la mejor estrategia que tenían.

—¿Qué haremos cuando lleguemos? —Él se estira, bostezando.

—Depende de qué encontremos, claro. Mira, estamos a punto de entrar a la Ciudad Desvaría. —Señalo el letrero en la carretera.

•—Empezar Música (Lorn - Acid rain)—•

La Ciudad Desvaría es oscura, tiene edificios pintados en colores más oscuros y serios, comparados con las otras ciudades, y puedo ver grupos pequeños de Desvaríos en las calles nocturnas. Todos visten de negro o púrpura, y nos ven al pasar junto a ellos.

—Saben que no somos de la zona —comenta él poniéndose alerta—. ¿Serán agresivos?

—No, no lo son... por ahora. Hm... la casa está a las afueras de la ciudad —digo viendo el celular—. Al parecer no es aquí en sí.

Manejo por calles y calles, hasta llegar a una de lastre. La neblina a partir de esa calle se hace presente, y me doy cuenta de que la ubicación es mucho más profunda de lo que pensaba.  La niebla es tan densa que casi no puedo ver lo que se encuentra frente a mí, y tengo los focos del auto a su máxima potencia.

Después de media hora de conducir por trillos y calles desoladas logramos llegar a una vieja casucha en medio de la nada, inspirando una desconfianza a niveles extremos. Puedo ver que está saliendo humo negro por la chimenea de la casa, o eso parece, debido a mi corta visión. Me pongo guantes para el frío, mientras el aura de los alrededores es más profunda que nunca. La luz de la luna es lo único que alumbra los alrededores, y eso me hace reflexionar... estaríamos en grandes problemas en un caso de emergencia.

Justo al mismo tiempo en el que estábamos a punto de bajarnos del auto, empiezo a ver a dos personas caminar por la neblina, para llegar a la casa. Es una muchacha con cabello púrpura, y su acompañante es Haziel, lo sé por el traje que lleva puesto, junto con su peinado de antes.

—Vamos —comando llena de adrenalina, tomando mi arma.

Ambos caminamos hasta estar frente a ellos. La chica del cabello púrpura es Gretta... por alguna razón no me sorprende. Los cuatro estamos de frente, sin decir ninguna palabra. Simplemente nos analizamos con cuidado.

—Gretta, Haziel. —Saludo—. Qué casualidad que estén aquí.

—¿Oh? ¿Sabes nuestros nombres? —Gretta salta algo confundida—. ¿Quiénes son?

—Ya sabes quienes somos, no más. Explíquennos qué es lo que está pasando. ¿Qué pasó en esta casa? —pregunto directa.

—Esta es la casa de Gretta. ¿Qué tiene? ¿Qué hacen aquí? —pregunta Haziel con su mirada dorada e intensa—. Pensé que seguirían investigando en la Ciudad Evocativa.

—Hermano ¿sabes quiénes son? —pregunta ella—. Está bien, pasen, estoy congelándome de frío. ¿Ustedes no?

La confusión se desenvolvía en más confusión. Esa era la manera en la que las garras de la vida nos tomaban y nos enredaban, para construirnos como personas.

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