Capítulo 23: Desconfianza
***Aisha***
Me quedo investigando sobre los cuerpos del lago. Me meto en la ambulancia que va hasta el área de control de la policía forense. Entro al lugar, conforme están guardando los rastros en una sala de investigación a la que no se puede entrar. Estoy esperando en la recepción.
Hay un escritorio con un muchacho novato, tomando un poco de café y unas galletas. Está medio dormido y tiene ambas piernas encima del escritorio. Está jugando en su computadora.
—Buenas madrugadas. —Toso, para que él me vea.
—¿Eh? Ah, adelante señorita. —Se sienta bien. Le muestro mi placa de agente especial.
—¿Me podrías ayudar en algo? —pregunto guardando la placa.
—Eh. Sí, agente. —Se asusta y cierra el juego de la computadora—. Aquí estoy para servirle.
—¿Ya registraste los nuevos cuerpos que están siendo llevados a la sala de investigación? —Saco mi libreta.
—No... no me han entregado nada... —Levanta sus hombros.
—¿En serio? ¿Y qué es este reporte? —Levanto los papeles de la mesa que le dejaron los de la ambulancia. Ni siquiera los había visto por estar distraído.
—¡Oh! —Me los arrebata rápidamente—. ¡Estoy en eso!
—Claro. —Veo la hora, son las tres de la mañana. El único sonido que hay es el del ventilador y del tecleo del muchacho mientras registra los nuevos archivos.
—¿Te molesta si reviso los expedientes? —Señalo la caja de archivos físicos y denuncias.
—Adelante agente. —Él no quita la mirada de la computadora.
Camino por detrás del escritorio, tomo la caja de expedientes más reciente, camino hacia una mesa que está cerca y empiezo a revisar. Tengo que ganar todo el tiempo que me sea posible.
—¿Y esto? —pregunto—. ¿Ya se supo a quién pertenece el cuerpo de un auto incinerado?
—Eh... no... señora... —Es evidente de que ni siquiera sabe de lo que hablo. El documento no tiene ni una sola firma de algún superior. Han estado imprimiendo los archivos y dejándolos en la caja.
—Hay un caso no resuelto sobre dos cuerpos en un auto incinerado, aquí está el otro archivo. ¿Quién es el responsable de esto? —Estoy hablando seria y levantando la voz.
—No soy yo... no hemos tenido tiempo, mi jefe está haciendo otros casos de los forenses. —Intenta poner excusas y levanta las cejas. Respiro profundamente.
—¿Le han informado de esto a Steiner? —pregunto seca—. ¿Al menos hicieron eso?
—No señora. El agente Steiner está ocupado resolviendo un caso complic—
—¿Me estás hablando en serio? —interrumpí—. ¡Estas pruebas son importantísimas! ¡Estas son piezas del rompecabezas que estamos armando! ¿Cómo puedes estar tan dormido en situaciones como estas? ¡Nadie hace nada!
—D-disculpe. —Él quitó su mirada.
—Imposible... increíble. —Camino directamente a la sala de investigación donde se están analizando las partes de los cuerpos. Me pongo el traje especial y me meto sin tocar la puerta.
—¡Solo personal autorizado! —grita el forense viéndome. Saco mi placa.
—Necesito hablar con usted. —Me siento en una silla. El olor es insoportable. Veo la traumática escena ante mí.
Hay tres mesas. En una se encuentran las bolsas de basura estalladas, en la segunda las partes del cuerpo de la chica, y en la tercera las partes del cuerpo de un hombre. Todas están llenas hasta explotar de larvas que se mueven lentamente, haciendo que parezcan cuerpos vivos. Me dan ganas de vomitar al ver que las bolsas se mueven lentamente gracias al enorme contenido biológico que se encuentra ahí.
El olor es una mezcla de lodo, estiércol, orina, podredumbre y formoles a montón. Aguanto las ganas de vomitar con todas mis fuerzas.
—¿Qué sucede? —pregunta sorprendido todavía. La habitación es de las más limpias que he visto.
—¿Por qué los expedientes no están siendo avanzados debidamente? —Lo afronto directamente—. ¿Quién es el encargado? ¿Quién debe de dar cuentas aquí?
•—Empezar Música (Silent Hill Fermata)—•
—Si no hay avance es porque estamos saturados. ¿No ves que me llegan cuerpos a montones? ¿Quién eres para estar preguntando sobre nuestro trabajo? Eres tan solo una agente especial, no vengas a hablar como si supieras de estos procesos. Si no tienes más qué decir te invito a salir, tengo trabajo. —Se acerca a mí mientras va hablando.
—Tengo absoluta autoridad sobre ti en este momento, no te recomiendo que me alces la voz. Me retiro, y espero que esos cuerpos estén analizados pronto. Tienes hasta mañana a medio día. Para eso se te paga, para que seas productivo. Me retiro. —Salgo golpeando la puerta. ¡Estoy furiosa! ¡Ya no soy una novata, he estudiado, me he preparado, y tengo experiencia! ¡No voy a dejar que alguien me diga que no puedo! Voy a resolver este caso a como de lugar, con o sin la ayuda de estas personas.
Tomo el celular llena de enojo. Salgo a la oscura calle, en donde solo hay un poste de luz alumbrando. Llamo a Travis, mi asistente. Un muchacho de los más capacitados e inteligentes respecto a la tecnología que he conocido en mi vida.
—Estoy disponible. —Contesta, jamás ha faltado a contestar una llamada.
—Travis, necesito que habilites el chip que te pedí el otro día. Te voy a dar la información de la sala de forenses de la Ciudad Onírica. Quiero que investigues los casos más recientes. ¿Tienes tiempo? —pregunto mientras busco el chip en mi bolso. Me pongo un audífono en el oído.
—Sí, en este momento lo estoy activando. ¿Sabes cómo usarlo? —Escucho su tecleo.
—Sí. —Tomo el chip, lo meto en una memoria USB. Empiezo a caminar de vuelta al sitio de investigación. El mismo chico está en la posición inicial en la que lo encontré.
—Mira, necesito que me imprimas un documento. ¿Me ayudas? —Le doy la memoria.
—Claro. —La inserta en la computadora.
—Necesito dos minutos. —Travis está haciendo la configuración.
—Es un archivo que se encuentra en esa carpeta... —No tengo idea de qué decir—. No, en aquella, ya recordé.
—¿En esta? ¿Cuál sería? —Solo hay dos.
—Eh... espera, creo que ahí no está... —Actúo que busco algo en mi bolso. Veo que él está a punto de desconectar la memoria. Boto su café en el teclado.
—¡Ay! ¡Disculpa! Ya mismo lo limpio. —Intento caminar hacia el baño.
—Tranquila, iré yo. —Él va por papel higiénico.
—Listo. Estoy dentro. —Travis confirma.
—Mira, ya no voy a necesitar el documento, ya lo imprimieron. ¡Gracias! —Arranco el dispositivo y me voy del lugar.
—Voy a empezar en este instante. ¿Algo más Aisha? —pregunta servicial.
—¿Te llegaron las fotografías que he estado tomando? Necesito que las investigues una por una. Pronto te pasaré la información completa del caso. —Camino hacia la estación de bus, pues no tengo cómo trasladarme.
—Sí. Me llegan justo en el momento en el que las envías. Por cierto, he estado trabajando en un nuevo prototipo. ¿Deseas que te lo envíe? ¿Cómo te fue con el collar? —Escucho que está comiendo algo tostado.
—Necesitaré dos del prototipo. Respecto al collar, todavía no veo el fruto... ya veremos qué tal. ¿Para cuándo crees que me puedes enviar las cámaras? —Camino por la oscuridad hasta la estación de bus, que está aislada de todo y solo tiene un poste de luz cerca.
—Como vas a necesitar dos voy a tener que pedirte algún tiempo. Será para mañana en la noche. —Siempre ha sido eficaz en todo lo que hace. ¡Es un genio! Un ejemplo para seguir.
—¡Perfecto! Al fin alguien eficiente. Envíalas a la comisaría Onírica. —Estoy acercándome cada vez más a la estación, la cual es sólo una banca y una cobertura para la lluvia. Veo que la luz del poste está mala, a veces se prende y apaga.
—Así será Aisha. Avísame si necesitas algo. —Tengo algo de frío... saco la bufanda negra de mi bolso y me la pongo.
—Gracias Travis. Nos hablaremos luego. —Planeo llamar a Steiner para hablarle de la situación con los forenses.
Me siento en la estación de bus. Es oscuro... me siento algo insegura. De repente se me eriza el cabello al ver un movimiento a mi lado, a un metro... en la misma banca.
—Algo extraño verte aquí, a estas horas. —Él tiene una capucha negra, con detalles dorados. No le puedo distinguir la cara en lo absoluto.
—¿Quién eres? —pregunto intrigada.
—Oh... ¿no sabes? Bien. —La luz nos ilumina intermitentemente.
—¿Qué haces aquí? —Estoy decidida a sacarle información.
—¿Qué haces aquí? Que yo sepa, eres de la Ciudad Evocativa... ¿no? —Inclina su cabeza.
—Estoy aquí por justicia. —Me enfado.
—Justicia... —Su voz es firme, calmada, segura...—. Interesante concepto. ¿Acaso... crees que puedes cambiar algo?
—¡Lo puedo hacer y lo haré! —grito levantándome—. ¡Muéstrate!
—Es tarde para juegos, o... al menos los tuyos. Los míos apenas empiezan. ¿Acaso no me recuerdas? ¿Y me pides que me muestre? —Suelta una carcajada—. Eres graciosa Aisha, siempre me ha gustado eso de ti.
—Agente especial de la policía Evocativa. Muéstrate. —Apunto mi arma contra él.
—Predicas la justicia con violencia. Dato interesante... eso nunca sirve. ¿Lo harás así? —pregunta directo.
Me tiembla la mano. La luz se va completamente.
—¡Ah! —Me siento desprotegida, no sé dónde está. Se camufla completamente entre las sombras. Tomo el celular, prendo la linterna. No hay nadie en el lugar—. Imposible... no puede ser él...
No puede ser él. No puede ser... ¿pudo haber cambiado tanto? ¿Qué le había sucedido? Esa no era la persona a la que había conocido...
Algunas personas se quedarían a como estaban, pero otras... otras cambiarían a tales puntos, en los que serían irreconocibles en algún punto.
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