Capítulo 15: Alas de Ángel
***Lyra***
Aunque esté mareada puedo seguir caminando. Duke me va guiando lentamente; escucho su voz a lo lejos, pero los efectos del tóxico gas que he consumido diluyen la realidad.
—Acaban de habilitar la cámara del cine. No hay nadie; camina directo y la encontrarás.
Las paredes se mueven debido a la distorsión que afronto. Entro al oscuro lugar, con mucho cuidado. Las luces dan vueltas, me duele la cabeza y el mareo es casi insoportable. Camino hacia el final, a los últimos asientos. Ahí descanso, de pie. Me recuesto hacia la pared. No hay entradas al fondo del pasillo, estoy a salvo por el momento.
—Descansaré aquí algunos minutos —declaro—. Luego encontraré a Sonnet.
—Encontrarlo no servirá de nada. Eventualmente tendremos que matarlo. —Cierro los ojos con fuerza. Siento una cálida lágrima acariciar mi mejilla.
—Nunca nos haremos daño —sentencio con debilidad. Tengo frío... el ambiente está helado.
—Eso dices ahora; luego... veremos. —Duke se burla y luego hace silencio. Está escuchando a los otros representantes.
***Sonnet***
—¿Estás bien?
Seguí vomitando algunos segundos. El líquido tenía sangre mezclada con rastros de cucarachas, aparte de pequeños trozos de la carne que ingerí.
—Estoy bien. —Me limpié la boca con el brazo, dejando un rastro rojo en el mismo.
—Ella sigue inconsciente... ¿deberíamos de...? —insinuó Tricia.
—¿Matarla? —sugerí—. No. No mataré a nadie; no me importa si ella quiso eliminarme... no soy una víctima de estas circunstancias.
—No vinimos a perder, Sonnet. —Tricia habla seria—. Esto va con todo; si no la matamos ahora... podrá vengarse después.
Observé a Amalea conforme me acercaba. El enorme impacto contra la pared abrió una herida en su brazo. Estaba sangrando lentamente. Las gotas eran gordas, de un profundo rojo tentación.
—No la mataré, repito, Tricia —hablé directo, serio. ¿En serio esperaba que matara a alguien?
—Está bien, entonces. Vete de ahí lo más pronto posible —comandó—. No podemos perder más tiempo; ya todos se encuentran fuera de sus habitaciones.
—Tengo que probar esto. —Me agaché y tomé el brazo de Amalea.
—¿Qué dices? ¿Hablas en serio?
—Tengo que hacerlo... —Acerqué el brazo a mi boca. El denso líquido pasó por mi boca, hasta mi garganta. Un sentimiento de satisfacción me invadió. Mordí un poco para que el líquido saliera con mayor fluidez.
Mordí y mordí. Cuando el líquido se acababa intentaba ejercer más presión en el brazo. Los colmillos eran más filosos de lo que pensaba; estaban desgarrando la piel, y con cada mordida dejaba salir más saliva, la cual se mezclaba con otros fluidos, haciendo que supiera mejor.
Se me quitó el sabor a vómito de la boca.
—¡Sonnet, detente! ¡¿Qué mierda estás haciendo?! —Tricia exclamó.
Me alejé. Bajé la mirada. Todo el brazo de amalea estaba mordisqueado, con orificios horribles y desfigurados, de los cuales salía un poco de sangre. La escena era grotesca; la chica seguía inconsciente. Me tapé la boca, huyendo del lugar.
***Duke***
—¡Amalea! ¡Despierta, Amalea! —Zorika está desesperada y grita a la pantalla. No tengo idea de qué carajos le pasa; al parecer es algo que nos puede beneficiar. ¿Acaso está Amalea muriendo?
—En fin; ya tuviste un descanso. —Lyra tiene que reaccionar—. Sigue en lo que estás. Busca un arma, haz algo.
—No estoy lista... —Se escucha débil—. No quiero retirarme de este lugar todavía, estoy a salvo.
—Ve hacia la cocina, entonces. Tienes que comer algo —ordeno—. Debes tener fuerzas. ¿Crees que aparte de tu estúpido amiguito alguien aquí te tendrá compasión? No me vengas con eso, muévete o muere de una vez.
Lyra se levanta con esfuerzo; se encontraba sentada en el suelo alfombrado de la sala del cine. Mi mirada se desvía, hay alguien entrando al mismo lugar.
—No te muevas. Alguien viene. —Ella se queda quieta, estática.
—¿Qué se supone que haga? —cuestiona con temor.
Veo por el pasillo. Quien se acerca es Ledalí. Está cojeando, miro un rastro de sangre que va dejando. El líquido proviene de sus alas, las cuales parecen estarse soltando poco a poco, hiriéndolo en el proceso.
***Lyra***
—Es Ledalí —anuncia Duke.
—¿Ledalí? —reacciono con sorpresa—. ¿Está con alguien?
—Está solo, pero no es buena idea atacarlo en este momento. No tienes con qué defenderte. Aunque él sea lento y esté herido podrá vencerte. Quédate ahí y espera a que se retire. —Me meto entre los asientos, muy agachada, intentando observar. Deseo hablarle, pero tengo una mezcla de sentimientos.
Ledalí camina hacia el fondo del cine, hacia mi ubicación. Su expresión ha mejorado; las luces de los lugares de antes le molestaban, creo que se siente mejor en la oscuridad. Está más despierto, pero está herido. Su cara delata cierto dolor.
Él se sienta dos filas delante de mí, sin recostar sus alas al asiento. El olor me golpea; huele a medicamentos mezclados con sangre. Siente frío, puedo escuchar su quijada temblar. No tiene ropa más que unos blancos pantalones. Además, está descalzo.
Escucho que habla en voz baja, sosteniendo su cabeza.
—Por favor, déjame en paz, Dorothy... déjame ir. —Tiene la voz temblorosa—. Mira en lo que nos metiste... eres un monstruo.
No puedo aguantar más la necesidad de dialogar con él. Me acerco con cautela.
—No lo hagas. No te acerques, lo lamentarás luego —amenaza Duke con voz agresiva—. No sigas.
•—Empezar Música—•
Mis mareos siguen, me tambaleo entre los asientos hasta que veo una cara conocida entre Ledalí y yo: Quinn está viéndonos. Ella tiene una suave sonrisa y una mirada nostálgica. Lo observa, me ve de nuevo.
—Adelante, Lyra —susurra, levantando su mano hacia él.
La confusión me abate una vez más. No es la primera vez que la veo... Mi mente está jugando de nuevo conmigo. ¿Por qué? Siento náuseas, solo quiero terminar con mi pendiente. Sé que el muchacho es inofensivo... era el novio de Quinn. Ella jamás hubiera salido con alguien que no fuera de buena alma.
Me armo de fortaleza y termino de acercarme. Él reacciona a la defensiva. Se levanta del asiento.
—¡Aléjate de mí! —gruñe con ojos de rencor—. ¡Morirás si te me acercas, lo juro!
—Ledalí... soy Lyra. Yo... soy amiga de Quinn.
—¿Conoces a Quinn? —Levanta sus cejas. Una sonrisa intenta escaparse de sus labios
—Éramos vecinas, sí —menciono con cuidado.
—¿No sabe que Quinn murió? Uff... esto va a estar dramático. —Duke suelta una carcajada. El corazón se me hace un nudo, tomo un respiro y pienso con cuidado lo que estoy por decir.
—¿Dónde está ella? ¿Sabes dónde está? ¡Todo fue un enorme lío! Se suponía que tendríamos una cita... después de esperarla por mucho, me tendieron una trampa. Supongo que a ti te secuestraron después. ¿Cuándo fue la última vez que la viste? ¿Cómo estaba? —Él está agitado, sus expresiones revelan la desesperación que lleva.
—Ledalí... —La herida en mi corazón sangra con amargura—. Quinn ha fallecido.
Él hace silencio, y su sonrisa cae lentamente, como si aquellos recuerdos con Quinn se marchitaran poco a poco. Parpadea, analizando la situación. Las lágrimas acarician sus delicadas facciones.
—¿En serio? —Sus ojos pierden el brillo que lograron alcanzar hacía unos segundos.
—Quinn fue secuestrada al igual que nosotros; pero ella no sobrevivió a su transformación. Lo siento mucho. —Me acerco al desmoronado muchacho. Lo intento abrazar, sin tocar sus alas.
Me abraza fuertísimo. Siento su respiración cortada en mi pecho. Él llora en voz alta, sus lamentos van en incremento y no tengo más por decir.
—¡¿Por qué?! —Un grito desgarrado me eriza los cabellos—. ¡¿Acaso. No pude haber sido yo en lugar de ella?! ¡¿Qué hizo para merecer esto?! ¡Están matando a gente inocente! ¡No hemos hecho nada!
No puedo evitar quebrantarme. Veo borrosamente a Quinn detrás de él, con una pequeña sonrisa de paz. Él hace silencio y retoma su postura anterior. Está totalmente desganado, limpia su cara, no puede dejar de llorar.
—Gracias.
Duke escucha lo que está sucediendo sin decir palabra alguna. Ledalí da unos pasos y se sienta junto a mí.
—Conocí a Quinn en una aplicación de citas. ¿Quién lo diría? Una chica tan linda, en un sitio tan aleatorio como ese. ¡Me saqué la lotería! —finta una sonrisa y se limpia la cara de nuevo.
» Es cierto, no nos conocimos por mucho tiempo... sin embargo, ya habíamos hablado de todos los temas habidos y por haber. Hablábamos de la vida, de la muerte, del amor, del sexo, del cielo... y sé que éramos unos jóvenes estúpidos, que no he vivido absolutamente nada, pero aun así quise experimentar algo nuevo con ella. ¿Tuvimos la culpa en algo?
» Pertenezco a Ciudad Cursiva, una donde la seguridad es relativamente buena, y la juventud no se ha adentrado en tantos desastres como en otras, al menos.
» Se suponía que nos veríamos en un restaurante ese día. Todo estaba perfectamente planeado. ¡Había tomado el tren desde mi ciudad para verla! Fui con mi mejor ropa. No tenía mucho dinero, no tengo un trabajo... pero ahorré lo suficiente para poder invitarla.
» Llegué al restaurante. Ella no contestaba sus mensajes ni llamadas. Dos horas pasaron y llegó una señora elegante a sentarse en mi mesa. "Dorothy", se hizo llamar. Me cuestionó, preguntándome que por qué me veía tan desanimado, que si me podía ayudar en algo.
» Le conté. No sé por qué le conté, quería desahogarme. ¿Y si Quinn tenía inseguridades de las que no me había hablado? Algún tipo de ansiedad, o qué se yo... pudimos haberlo hablado, lo hubiésemos llevado más lento, quizá.
» Dorothy dijo que conocía a Quinn y la describió perfectamente luego de estar con su celular algunos segundos. ¿Por qué fui tan estúpido? Caer en unos engaños tan bajos...
» Dijo que Quinn estaba cerca de su casa, que no se sentía muy bien, que ella era doctora y le dijo que se quedara un momento ahí. Dijo que Quinn le pidió que me llevara, que no quería quedar mal y que lo sentía. Me ofreció llevarme... y ya sabes el resto de la historia.
» No me queda más que culpar a mi estupidez. Puse en Quinn en peligro, si jamás hubiéramos hablado...
—Ninguno de nosotros es tonto. —Toco su mano. Él me la aprieta con fuerza y ve hacia abajo, donde las lágrimas siguen cayendo. —Todos fuimos engañados de una u otra manera, las víctimas no somos culpables de nada.
—Oh, Quinn... ¿qué hice? Lo lamento...
—Quinn me dio un último mensaje, antes de partir.
—¿Qué dijo?
—Que te amaba mucho, que perdón por no haber ido a la cita. —Siento un enorme peso menos al dar el mensaje pendiente durante tanto tiempo.
Él se queda callado, quieto. Toma un enorme respiro y Quinn lo abraza con mucho cariño. La escena me parte del corazón.
—Gracias por darme este mensaje, Lyra. —Él solloza—. Te debo una.
¿Cuántos mensajes habrán pensado las víctimas antes de ser asesinadas? ¿En quién habrán posado sus sentimientos antes de irse?
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